Published On: Mie, mar 9th, 2022

PSEUDOESCEPTICOS Y NEGATIVISTAS: CUANDO LOS EXTREMOS SE TOCAN

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Publicado en EOC nº 94

EOC 94

Que los terraplanistas se autedenominen escépticos con la redondez de la Tierra nos parece ridículo. Que los antivacunas se definan como escépticos con la pandemia de la Covid se nos antoja absurdo. Que los nazis se digan escépticos con el holocausto judío es inmoral. ¿Qué ocurre con los que se autodenominan un movimiento escéptico organizado contra las anomalías? ¿Existe alguna diferencia entre quienes se apropian, como si fuese suyo, del término escepticismo en un ámbito u otro de la sociedad?

A estas alturas, tras 30 años de publicación ininterrumpida, cualquier persona con un mínimo de criterio puede valorar la trayectoria de EOC. Posiblemente ninguna otra publicación ha desmontado más fraudes paranormales en el mundo.

Desde Antonio José Alés (EOC nº 0) o el caso UMMO (EOC 1), hasta el Yeti de Formigal (EOC 80) o Anne Germain (EOC 78), pasando por el caso Amaury Rivera (4), los “ovnis” nazis (4), el caso Daro (9), Ricardo Schiariti (18), los diablos de Haití (22), el “astronauta” de Fergana (53), los crop circles (58), el “ovni” gallego (63), el “ovni” de Félix Rodríguez de la Fuente (67), las piedras de Ica (68), Sai Baba (68), los “ovnis” en el arte (71), el “ataúd maldito” (72), Ochate (79), el cojo de Calanda (80), el caso Michalak (85), los zangbetos (88), El caso Vallecas (90), el caso Conil (91) y un interminable etcétera. [1]

Pero al decir “desmontar” no nos referimos a no creer en esos casos, sino a investigaciones en la que se han invertido años de esfuerzo y muchísimo dinero, para obtener las pruebas irrefutables del fraude. Y eso es lo que diferencia a EOC de las demás publicaciones. No se trata de opinión, sino de hechos que pueden ser objeto de debate… pero nunca lo son. Porque hoy, prácticamente nadie se dedica a la investigación…

Esta actitud ante el misterio nos ha acarreado infinidad de denuncias, amenazas, insultos, difamación… En mi experiencia concreta, casos como el de Carlos Castaneda (EOC nº 87), o Xavier C. (90), supusieron pagar un alto precio a manos de los seguidores incondicionales de Castaneda o de UMMO, que incluían usurpar mi identidad para reservas de hoteles, altas en páginas de pornografía infantil, invitaciones a académicos a orgías homosexuales en mí nombre, redacción de informes anónimos en los que se me califica de “depredador sexual”, maltratador, periodista infiltrado, que pago para que me escriban los libros, agente del CNI, satanista, etc., etc., etc. [2]

Curiosamente los creyentes en Castaneda o UMMO han plagiado al movimiento pseudoescéptico muchas de las campañas de descredito que, desde el otro extremo del misterio, ya habían intentado hace décadas. Y es que los extremos del fanatismo se tocan…

Ya a principios de los años 90, en los primeros números de EOC (2, 7, 15, 16, 20, etc.) publiqué trabajos muy críticos sobre el Movimiento Escéptico Organizado (MEO).20220305_080035

Supongo que, como es lógico, los artículos de un simple investigador amateur en un fanzine a fotocopias habrían pasado desapercibidos y no habrían tenido mayor repercusión. Pero uno de ellos: “El fanatismo de una nueva secta” no solo fue reproducido por la revista Más Allá[3], en aquel momento con una tirada de más de 200.000 ejemplares, sino que incluso es comentado por la actriz María Barranco, en la película noventera 99.9: la frecuencia del terror, de Agustí Villaronga, premiada en el Festival de Cine de Fantástico de Sitges[4]. Y esa repercusión no se podía perdonar…

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En mi experiencia personal, la primera campaña de descrédito que sufrí por parte del movimiento pseudoescéptico ocurrió en los frenéticos años 90. Varios miembros de las listas de correo “escépticas”, encabezadas por Luis Alfonso Gámez y Javier Arméntia, hicieron correr el rumor de que mi colaboración con una ONG de A Coruña se debía a que tenía relaciones sexuales con la presidenta de la misma. Una mujer felizmente casada. No era verdad, pero ¿y si lo fuese? ¿Invalidaría mi criterio como investigador tener relaciones con una mujer adúltera? No lo entiendo.

Obviamente aquellos rumores tan falsos como malintencionados causaron serios problemas a un matrimonio que no tenía absolutamente ninguna relación con el mundo del misterio, salvo aceptar mi colaboración en su ONG como un voluntario más… Por cierto, aquellas patrañas difundidas por los pseudoescépticos terminaron perjudicando varias campañas de dicha ONG destinadas al Hospital Pediátrico de La Habana, al emponzoñar su buen nombre sugiriendo intereses ocultos al aceptar a un “magufo” como yo entre ellos. Francamente miserable.[5]

Carballal satanista - copiaDespués publicaron que yo era satanista. Basándose en que mi nombre aparecía -sin mi permiso- entre los colaboradores de la revista publicada por la Orden Iluminati de Barcelona. Tampoco era verdad. De hecho, los satanistas, al igual que los pseudoescépticos, me consideran su enemigo número uno. Pero ¿y si lo fuera? ¿profesar una u otra filosofía me descalificaría como investigador? Aquellas burradas, recogidas en publicaciones y webs pseudoescépticas, me trajeron muchos problemas con amigos de la escuela de teología y del ámbito católico. Lo que imagino que satisfizo profundamente a los autores de los bulos.

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Luego llegó la obsesión con mi sexualidad. En toda Internet comenzaron a aparecer textos sugiriendo que yo era homosexual y fabulando supuestas relaciones gays con otros investigadores… ¿Y si lo fuese? ¿Acaso mi opción sexual invalida mis investigaciones? Todavía hoy pueden encontrarse algunas de aquellas referencias a mi sexualidad en las listas de correo pseudoescepticas y en otros sites de Internet.

Ya en los 2000 le tocó el turno a Antonio Salas. Una vez más, desde los mismos sitios pseudoescépticos hicieron correr el rumor de que yo era quien se escondía tras el periodista infiltrado en los ultras, proxenetas y terroristas. Sabiendo lo que opino del periodismo… ¿Y si lo fuese? ¿Ser un periodista generalista invalidaría la credibilidad de mis investigaciones sobre anomalías? Desde sus mismas filas, es curioso, revelaron el origen de ese bulo [6], y afortunadamente los ultras o yihadistas que conocieron al verdadero Salas nunca tuvieron problemas conmigo, sin embargo, mis padres pasaron una temporada aterrorizados temiendo que algún imbécil, como ocurrió durante mi investigación del satanismo, se creyese el bulo y tomase represalias físicas, que es lo único que buscaban.

Después llegó el turno al CNI y la CIA. El nuevo rumor consistía en hacer creer que yo era un miembro de los servicios secretos. Obra absoluta babosada. Pero ¿Y si lo fuese? ¿Ser funcionario de un servicio de inteligencia afectaría la credibilidad de mis investigaciones? La verdad es que probablemente ningún investigador español ha resultado tan mosca cojonera para los servicios de inteligencia nacionales como servidor. Pero da igual, calumnia que algo queda. Y todavía hoy algunos tontolaba continúan fomentando este o cualquiera de los anteriores mitos.

buenafuenteNi siquiera comentaré otras patrañas menores, como afirmar que yo había publicado el teléfono de Félix Ares de Blas en un periódico (absolutamente falso), o aireado sus problemas mentales (también mentira); asegurando que en Mundo Misterioso trabajábamos patrocinados por Trinaranjus (otra soplapollez); la mofa del accidente de coche que sufrí durante la preparación de un congreso benéfico, que obviamente algunos afirmaron era una estrategia para estafar a la seguridad social con mi “mandíbula rota”; la tontería de que si pertenezco al Opus Dei, que si soy Guardia Civil; que si estaba detrás del reportaje de David Cuevas sobre el caso Vallecas en El Mundo (en este caso hasta Buenafuente se hizo eco del bulo inventado por Luis Alfonso Gámez. Imposible para un particular defenderse de ese ruido mediático), etc., etc., etc.

Todo falso. Pero imagino que el ladrón ve el mundo desde su condición. Y ellos si hubieran hecho las cosas que me atribuyen a mi.

Los pseudoescépticos, como los más crédulos, jamás pudieron comprender que alguien dedicase su tiempo y su dinero a investigar el misterio, sin pretender ningún beneficio económico, fama o popularidad. Y, salta a la vista, lo único que tienen en común todos esos bulos es la intención de hacer daño. No hay nada más.

Camapaña-hotel5-copiaYa en 2009, en la editorial de EOC nº 63 alertábamos sobre “La psicología del rumor en el mundo del misterio”. Esa tara tan frecuente en una sociedad de haters[7]. De aquellos lodos estos barros…

En la actualidad, es curioso ver como los seguidores de Castaneda, capitaneados por Julio Diana da Silva; los de UMMO, capitaneados por Gema Lozano, etc., hacen suyas las mismas estratégias goebbelianas que en su día ideó el movimiento pseudoescéptico, aliados en un único objetivo: si no podemos refutar los argumentos, sembremos la duda sobre el autor.

Nuestra investigación sobre el fraude del caso Xavier C. y la vinculación de Antonio Ribera con el mismo -para la mayoría de los componentes de la autodenominada ufología científica alguien intocable- fue la gota que colmó el vaso (EOC nº 90) y el detonante de las últimas campañas de descrédito. Más feroces y violentas.escepticos todo juzgan 2

La violencia

La mayoría de los haters, tanto creyentes irracionales como pseudoescépticos obsesivos, no van más allá de los intentos por matar -metaforicamente- al mensajero, en lugar de rebatir con argumentos sus investigaciones. Siempre es más cómodo intentar cubrir de mierda al autor, que molestarse en refutar las evidencias que aportan sus trabajos. Pero en algunos casos, es imposible no preocuparse.

Que el fanatismo ideológico, creyente o pseudoescéptico, está vinculado a la violencia es un hecho. Y no solo verbal. Solo hay que echar un vistazo a los comentarios que aparecen en los videos del canal El Ojo Crítico en Youtube. Un canal, NO MONETIZADO, que solo pretende compartir de forma desinteresada el archivo de más de 10.000 horas en video, acumuladas durante toda una vida como aficionado al mundo del misterio.

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Los mensajes, insultos y amenazas de muerte explícitas de personajes como el policía nacional Miguel Angel Varandela, con número de placa 77551, que cualquier internauta puede leer por sí mismo, son poco tranquilizadores. Y más sabiendo que el policía, hoy de baja por cuestiones psiquiátricas, ya se ha plantado físicamente en el local de un buen amigo en Galicia, por si me encontraba…

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Afortunadamente no todos los haters, creyentes o pseudoescépticos, son tan potencialmente peligrosos como un policía nacional. Y se conforman con acciones violentas en el ámbito informático…

A finales de 2021 varias páginas web relacionadas directa o indirectamente conmigo fueron hackeadas y desaparecieron, tras haber recibido una amenaza explicita por email 24 horas antes.

El trabajo desinteresado invertido durante cuatro años por una buena amiga, para repicar y subir GRATIS a Internet cientos de artículos míos -sean buenos o malos- publicados en los años 80 y 90 en revistas ya desaparecidas, simplemente se volatilizaron. Lo que tampoco es justo para esta amiga que se dejó su tiempo y esfuerzo en intentar compartir, de forma gratuita, mi trabajo. Afortunadamente esta vez ella si consiguió recuperar la página manuelcarballal.com y todo su contenido, tras no pocos esfuerzos. Casi medio millar de trabajos antiguos vuelven a estar ahí.

También fueron atacadas las tiendas de las amigas de secretshop que, también desinteresadamente, distribuyen en sus websites mis cuadernos de campo.

Por supuesto, aunque tengo sospechas, no puedo demostrar quién es el responsable de este último hackeo. Pero no es la primera vez.

Todavía en los años 90, cuando el movimiento pseudoescéptico se había obsesionado conmigo tras el artículo publicado en Más Allá, alguien consiguió hackear la página Mundo Misterioso, vinculada al programa que Bruno Cardeñosa y yo realizábamos en Radio Voz, también gratuitamente. Esta vez no se pudo recuperar. Y el trabajo de años desapareció para siempre.

ciencinazis corto - copiaLo mismo ocurrió con la página Fraudes Paranormales, que esta vez si indignó especialmente al Movimiento Escéptico Organizado que siempre se ha considerado el único capacitado para decidir que es fraude (todo) y que es auténtico (nada) en el ámbito del misterio. También fue hackeada y los trabajos críticos que contenía desaparecieron definitivamente. Una pena.

El lobby pseudoescéptico

Cuando, en 2015, alguien tan poco sospechoso de conspiranoias paranormales como el abogado, periodista, escritor y analista político Esteban Hernández acuño el término “ciencinazis” para definir al Movimiento Escéptico Organizado (MEO), marcó un hito.[8]

Hito que hoy reafirma el catedrático Felicísimo Valbuena al publicar, en una revista académica, una crítica tan incisiva al movimiento pseudoescéptico: http://elojocritico.info/los-lobbies-de-los-pseudoescepticos-sus-acciones-y-como-neutralizar-sus-planes-desde-la-filosofia-de-gustavo-bueno/

El “lobby pseudoescéptico”, como él lo define, es el fruto de años de campañas de desprestigio, insultos, mentiras, amenazas y chantajes, defendiendo lo políticamente correcto, y desde la zona de confort de quien no ha gastado un céntimo ni ha movido un músculo por investigar nada. Mi caso no es una excepción, solo un testimonio más. Remito al interesado a revisar sus publicaciones, algunas rozando lo obsceno, sobre Andreas Faber Kaiser, Fernando Jiménez del Oso, J. J. Benítez, etc.

Desde que, en 1992, sus presiones -yo diría chantajes- al rector de la Universidad Complutense de Madrid, Gustavo Villapalos, consiguieron su objetivo: hacerse un sitio en los cursos de verano de El Escorial, su trayectoria ha sido imparable. Lo que yo llamo la censura del miedo ha resultado eficiente.[9]

No importa que, como demostramos en el monográfico sobre el MEO publicado en EOC nº 69, no hayan explicado ni un solo caso, no hayan aportado ninguna contribución al campo de las anomalías y la mayoría no sepa distinguir una psicofonía de una abducción. Desde la más profunda ignorancia e inexperiencia, han conseguido convertirse, con su demoledora “Lista de la vergüenza” en casi las únicas voces “autorizables” para debatir el mundo del misterio en el ámbito académico; escriben libros sobre el tema, hacen programas de radio y televisión, organizan lucrativos congresos y ahora, han conseguido meter la cabeza en el ámbito político, como señala Valbuena.

Nosotros ya lo advertimos en 2011 con el detallado dossier que dedicamos al MEO en EOC nº 69[10]. Todo está ahí, pero como casi siempre, predicamos en el desierto. Quizás desde una publicación académica, con más repercusión que un humilde fanzine gratuito a fotocopias, el profesor Valbuena tenga más eco.

Manuel Carballal


[1] En EOC nº 92 incluimos un listado de 50 falsos misterios que todavía te venden como auténticos, con enlaces a algunos de los 50 mejoreseoc 69 trabajos críticos publicados en EOC: http://elojocritico.info/contenidos-de-eoc-no-9192/
[3] Carballal, Manuel. “Alternativa Racional a las Pseudociencias: el fanatismo de una nueva secta”. Más Allá de la Ciencia, nº 88.
[5] Carta al director publicada en Más Allá, nº 100. Pág. 8.

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