EL FIN DE UNA ERA… Y EL CULPABLE ERES TÚ
Publicado en EOC nº 97
La salida de Miguel Pedrero de la redacción de la revista Año Cero hace solo unas semanas, marca un antes y un después. Y define el fin de una era. De hecho, a partir de ahora, la historia del misterio en las publicaciones comerciales podría enmarcarse en Antes de Pedrero y Después de Pedrero. Y no estoy loco.
El mes pasado Pedrero abandonó la redacción de Año Cero. Este mes podemos disfrutar del nuevo formato de la revista, realizado con un esfuerzo inconmensurable por nuestro amigo Óscar Herradón. Ahora encontraremos números monotemáticos en los que se aprovechará (reciclará) el escuerzo de cientos de colaboradores, que hemos desfilado por esta cabecera desde 1990.
En los años 90 del siglo pasado todavía existían investigadores de campo. Incluso periodistas de investigación en el ámbito del misterio. Aún era posible. Un puñado de románticos inconscientes estaban dispuestos a dejar casa, familia, amigos, pareja, hijos… echarse a las carreteras y buscar, de primera mano, el origen de la información sobre los llamados fenómenos anómalos. Había que adelantar la inversión. Gasolina, billetes de tren, autobús o avión no son gratis. Los hoteles u hostales tampoco. Ni siquiera los bocadillos de tortilla., dieta básica del investigador de campo. Pero era posible. Podías invertir tu dinero y tu tiempo libre en acudir al origen del fenómeno: el testigo en su contexto, con la esperanza de que alguna de las cabeceras especializadas accediese a publicar tu trabajo y te devolviese al menos parte del dinero (jamás el tiempo) invertido.
En los 90, Año Cero compartió kiosko con otras muchas cabeceras especializadas: Más Alla, Espacio y Tiempo (y después Enigmas), Karma 7, Próximo Milenio, Paranormal, Misterio, Paraciencia, Nueva Dimensión, Conciencia Planetaria, etc. La mayoría, esta es la realidad, no pagaban nada, pero al menos compensaban tu vanidad al ver tu esfuerzo impreso en papel couché a todo color. Porque la vanidad, y no el lucro, siempre ha sido el gran motor del periodismo del misterio. Y quien te diga lo contrario te miente.
Los investigadores podemos ser unos pringados, pero las editoriales comerciales no lo son. Son un negocio. Y es comprensible. Debe pagar sueldos, seguros, papel, impresión, distribución, devoluciones, etc. Y si no les compensa la inversión, lógicamente cierran el chirinquito. Y esa es la razón por la que prácticamente todas las cabeceras sobre anomalías han desaparecido. Aunque los estafadores del MEO pretendan convencerte de lo contrario. Solo ve a tu kiosko o librería de confianza, y busca esas publicaciones sobre misterios que, según ellos, “son una forma fácil de ganarse la vida”. No las encontrarás.
Internet trajo muchas cosas buenas. Pero también malas. Y desde su implementación en nuestras vidas nos acostumbramos a lo gratis. Por eso, año a año, las cabeceras más prestigiosas fueron desapareciendo. Las publicaciones más relevantes del periodismo de investigación -último garante de la crítica al poder – como Tiempo, Tribuna, Interviú, Panorama, etc., cerraron sus redacciones. Así que a nadie puede sorprender que cabeceras, con lustros de antigüedad como la Revista de Arqueología, Historia16, Espacio y Tiempo o Karma 7 también desapareciesen. Y ninguna conspiración gubernamental es culpable. El culpable es el consumidor que prefiere información gratis, que pagar en un kiosko por una revista. Y si desaparecen las cabeceras más influyentes del periodismo social, político y de investigación ¿Qué esperas que ocurra con las revistas del misterio?
En aquellos gloriosos años, la competencia entre los reporteros de Más Allá, Año Cero, Enigmas o Karma 7 nos beneficiaba a todos. Porque un Iker Jiménez o un Lorenzo Fernández (Enigmas), un Javier Sierra (Año Cero), un Josep Guijarro (Karma 7), un yo (Más Allá), etc., se dejaban la piel por ofrecer la mejor información, el caso más reciente, la investigación más llamativa o el titular más impactante, antes que nadie (aunque a espaldas del director, compartiésemos todo). Eso ya no existe. Porque tú has decidido que no exista. No hay otra conspiración.
En marzo de 2024 si vas al kiosko te encontrarás la nueva Año Cero, un dossier monográfico de temas ya publicados. Y Más Allá, que se sostiene, como ya explicamos en EOC nº 96 gracias a la generosidad desinteresada de Antonio Luis Moyano. Fin. No hay más. Si pretendías recibir investigaciones recientes, sobre el terreno, realizadas por un grupo de investigadores de campo altruistas, millonarios y que no tienen que currar para generarte contenidos gratuitos, te has equivocado.
Hoy, con la despedida de Miguel Pedrero de Año Cero comienza una nueva época. El año I después de MP. Tendrás que buscar tu información en Google y Wikipedia. Como hacen el 99% de los divulgadores del misterio, que no han visto a un testigo más que en una foto de Facebook. Pero es lo que tú has decidido, al querer creer que la información es gratis y que todo de lo van a regalar en la red por tu cara bonita.
Todavía más dramático es el caso de las revistas técnicas. Las no comerciales. Las que te ofrecían las investigaciones punteras: Psi-Comunicación, Hipergea, CdU, Stendeck, etc. Todas fallecieron mucho antes que las comerciales. Hoy, por desgracia, solo queda EOC. La última quimera. Y ha sobrevivido, hasta hoy, durante 30 años, porque no acepta suscriptores ni publicidad. Porque si hubiese dependido de la solidaridad de los lectores…
Milagrosamente, más de 30 años después de su aparición, EOC alcanza su número más glorioso hoy. Y no por la colaboración de sus lectores. Sino por el altruismo y la generosidad desinteresada de los estudiosos. Probablemente nunca antes investigadores y divulgadores tan diametralmente diferentes, enfrentados y contradictorios habían coincidido enviando sus trabajos -de forma gratuita- a una misma publicación. No porque EOC sea la mejor, sino porque ya no queda otra…
Tú quieres cines gratis, y te descargas pelis piratas. Música gratis, y te descargas discos piratas. Libros gratis, y te descargas bibliotecas piratas. Es tu decisión. Al final, podemos apelar a conspiraciones gubernamentales. Echar la culpa a los Iluminati, la Trilateral, el Ibex o los satánicos, pero lo cierto es que tenemos el mundo que nosotros construimos con nuestras decisiones. Y en el misterio no es diferente. Vamos a Google o a YouTube a buscar información. Es lo que merecemos.
Un abrazo inmenso a Miguel Pedrero. Que todavía no ha perdido la fe.
Manuel Carballal
En realidad, se piratea mucho menos que antes desde que hay Netflix, Spotify demás. Y se venden libros a porrillo. Lo que está bastante muerto es el kiosco.