LA TEORIA DE LA DISTORSIÓN DE JOSÉ ANTONIO CARAVACA ¿PLAGIO, REPLANTEAMIENTO O REVOLUCION UFOLÓGICA?
Publicado en EOC nº 96
Durante la investigación que dio lugar a la biografía de Óscar Rey Brea, el hombre que inventó la ufología científica y de campo, dos años antes del caso Arnold, tuve la oportunidad de deconstruir la historia de eso que llamamos Fenómeno OVNI desde cuatro años antes de su surgimiento como fenómeno social, en 1947.[1]
Y la primera sorpresa -y argumento irrefutable contra la Hipótesis PsicoSocial (HPS)- es que, durante los primeros años del fenómeno de los entonces denominados Platillos Volantes, nadie consideró su origen extraterrestre como primera hipótesis.
Eso demuestran las encuestas publicadas durante aquellos primeros años. Por el contrario, los encuestados identificaban como explicación más plausible para el origen de los misteriosos platillos que se tratase de armas secretas, fenómenos naturales o incluso manifestaciones sobrenaturales. [2]
Precisamente en el seno de la Iglesia, más en el caso de la protestante que la católica, aparecieron las primeras voces que sugerían que tras los Platillos Volantes se ocultaban demonios que intentaban distraer a los creyentes del mensaje de la Biblia. Y pese a que la teoría de los OVNIs satánicos pueda dibujar más de una sonrisa, es un tema importante. No solo porque algunos de los senadores, congresistas y militares norteamericanos que han impulsado el actual estudio OVNI del Pentágono pertenecen a iglesias evangélicas y están convencidos de que “urge desenmascarar la naturaleza satánica del fenómeno ante un inminente Apocalipsis” (esto no es coña), sino porque la idea de los extraterrestres diabólicos ha evolucionado, en los últimos años, hacia las actuales teorías conspiranóicas, que afirman que los alienígenas nos usan como alimento o laboratorio de crueles experimentos. Pero no fue la teoría más sorprendente…
En 1958 Trevor James Constable, un oficial de radio de la marina mercante de EEUU con más de 30 años de experiencia, publicó: “¡Viven en el cielo! (Los Ángeles: New Age Publishing), el primero de varios libros en los que el autor mantiene la tesis de que los OVNIs son en realidad criaturas vivas que habitan en la estratosfera, y que poseen cuerpos luminiscentes, como algunos tipos de amebas y extremófilos. [3]
Todavía hoy muchos aficionados consideran las teorías criptozoológicas de Constable, y de otros que vinieron detrás, la respuesta correcta al fenómeno OVNI, que ellos denominan Entidades Biológicas Atmosféricas (EBAs), Entidades Biológicas Extra-terrestres (EBEs), Critters, etc. [4] [5]
Ese mismo año el eminente psiquiatra y psicólogo Carl Gustav Jung, uno de los pilares del moderno psicoanálisis, publicó su obra: “Un mito moderno: De cosas que se ven en el cielo” (Rascher, 1958), donde ofrece una interpretación psicoanalítica, mítica y simbólica de los Platillos Volantes, enmarcándola en su teoría de los arquetipos de lo inconsciente colectivo. Su hipótesis psicoanalítica es todavía una de las más aplaudidas por los académicos.
En 1960 el italiano Renato Vesco presentó “Interceptarlos sin disparar” (Mursia), donde resucita la hipótesis original: los OVNIs son aeronaves secretas de fabricación humana.
Me consta que sus teorías llegaron al conocimiento de Rey Brea porque en la prensa gallega he localizado varios artículos del mismo Vesco presentando sus ideas sobre el origen íntegramente humano de los Platillos Volantes.
Curiosamente, cinco años antes, el 21 de octubre de 1955, un profesor de ciencias murciano, José Lifante Lozano, presentó en la oficina de Patentes y Marcas de Madrid la primera patente de un “Platillo Volante” de invención española, que fue aprobada, con el número 224592, el 7 de noviembre del mismo año. La patente original de Lifante, que yo he tenido el privilegio de tener en mis manos, es un documento sorprendente, pero nunca consiguió financiación para materializar su proyecto. Aunque las teorías de Vesco sobre la conspiración OVNI militar continúan teniendo muchos seguidores. [6]
Más tarde llegarían Jerome Clark, Loren Cóleman o John Keel, con su teoría paraufológica.
La paraufología supone vínculos entre el fenómeno OVNI y la parapsicología, considerando a los Platillos Volantes como un nuevo tipo de fenómeno paranormal muy vinculado a la mente de los testigos. Dando una vuelta de tuerca a las teorías de Jung.
Creo importante reseñar, en este punto, que muchos pioneros de la ufología hispana -el objeto de mi estudio histórico-, como Eduardo Buelta, Marius Lleget, Eugenio Danyans, Antonio Ribera, etc., simultaneaban su interés por los OVNIs con su curiosidad por cuestiones esotéricas, paranormales o místicas. Y esto redunda en una de las asignaturas pendientes, y autocríticas, de la ufología: el ufólogo hace el fenómeno a su imagen y semejanza. Y el “factor investigador” es un elemento, en mi opinión crucial, que no solemos tener en cuenta. Y no atañe solo al fenómeno abducción… [7] [8]
Aunque, lógicamente, existen estudios sociológicos sobre los OVNIs, como sobre cualquier cosa, desde 1947, después llegó Michel Monnerie con su Hipótesis PsicoSocial (HPS) francesa, la habitualmente esgrimida por el Movimiento Escéptico Organizado, que pretendía que todo el fenómeno se debía a un efecto sociológico del cine, comic y la literatura de ciencia-ficción norteamericana. Pretendiendo -fraudulentamente- que desde su origen el fenómeno estuvo condicionado por la creencia en extraterrestres de los primeros testigos norteamericanos. Algo que la encuesta Gallup y las siguientes, evidencian como falso.[9]
Según Hilary Evans: “Sus encuentros con testigos de ovnis le convencieron de que estaban engañados; al mismo tiempo, él no pudo negar la patente sinceridad de estos testigos. Para explicar esta paradoja, Monnerie, igual que Guérin, formuló la hipótesis de que los testigos eran sometidos a un sueño lúcido. La diferencia era que en el caso de Monnerie, puesto que él no creía que existieran ovnis físicos ni entidades relacionadas con ovnis como para crear ese sueño, sacó la conclusión de que se trata de una experiencia enteramente subjetiva. De modo que para Monnerie el proceso de ver a un ovni -que podemos extender no sólo hasta incluir a las entidades relacionadas con ovnis sino también otras clases de apariciones- carecía de un agente externo; a lo más, podría ser un estímulo externo que activara la mente del perceptor. Pero, de allí en adelante, todo el trabajo creativo se llevaba a cabo dentro de la mente del perceptor, siendo un proceso psicológico que implica una proyección de elementos de significación personal o cultural, moldeados en forma coherente por el siempre inventivo productor de sueños...”.[10]
Como he explicado, tampoco cabe admitir la variable de la HPS que sugiere que el fenómeno se extendió por todo el planeta por los temores a la Guerra Fría. Ya que la inmensa mayoría de los testigos en África, Asia, América Latina, Oceanía e incluso Europa, pertenecían al rural, ajenos totalmente a crisis políticas entre los dos bloques.
Pero hay muchas más. Mi añorado amigo Ignacio Darnaude, uno de los investigadores más queridos por Rey Brea, que le llamaba cariñosamente Ignaciño, llegó a compilar más de 300 hipótesis que pretendían explicar el fenómeno de los Platillos Volantes.[11]
Paraufología: historia de una contaminación cultural
Cuando Jerome Clark y Loren Coleman editaron, en 1975, “The Unidentified: Notes Toward Solving the UFO Mystery “, acuñando el término “paraufologia”, se hicieron eco de un hecho objetivo que inspiraría posteriormente a muchos autores como Keel, Vallée o el español José Antonio Caravaca: muchos testigos describían fenómenos paranormales asociados a la experiencia OVNI. Esto es verdad. Pero ¿esos fenómenos son reales?
Clark y Colemán, como había ocurrido anteriormente con los pioneros españoles Ribera, Buelta o Lleguet compatibilizaban su interés y curiosidad hacia el fenómeno OVNI con su interés por otros fenómenos anómalos como la parapsicología, la criptozoología, los milagros, etc. Y lo mismo ocurre con un amplísimo porcentaje de testigos OVNI. Lo que, en mi humilde opinión, sin duda influye en su percepción del fenómeno. Algo que se evidencia al comparar sus planteamientos, con los de otros ufólogos, como el mismo Óscar Rey Brea, que no tenía interés por otros temas paranormales ajenos a los Platillos Volantes.
Esa “contaminación”, mezclando temas como el Triángulo de las Bermudas, las apariciones marianas, los misterios del pasado, el monstruo del lago Ness, las sectas, la parapsicología, el ocultismo, el abominable hombre de las nieves, la astrología, o el Tarot, se evidencia de forma muy gráfica en la divulgación de eso que llamamos “misterio”, desde los años cincuenta, en los medios comerciales sobre anomalías.
Desde el principio de la expresión social del fenómeno, las revistas y programas especializados, necesitaban contenidos para llenar cada número o emisión. Y poco a poco -esto se evidencia a revisar la cronología del periodismo del misterio- el fenómeno original, puro y duro, de los Platillos Volantes, que solo podía aportar casos y más casos, más o menos exóticos, fue siendo sepultado por capas y capas de contenidos tangenciales, como en una cebolla. Y con el paso de los años, desde 1952 en adelante, nuevos elementos, cada vez más bizarros y estrafalarios, fueron sumándose a la oferta comercial para mantener el interés de lectores, oyentes o televidentes, y los ingresos de los divulgadores: contactados, abducciones, ufo-crashes, desapariciones misteriosas, mutilaciones de ganado, bases submarinas, orbes, OSNIs, apariciones, rods, hombres de negro, intraterrestres, el chupacabras, la exopolítica… Un auténtico caos de ideas, conceptos, temas o directamente patrañas, que no tienen presencia en el fenómeno original, pero que fueron contaminándolo con una legión de piezas que quizás, solo quizás, forman parte de otro puzle.
Según mi experiencia personal, tras haber encuestado personalmente a miles de testigos de experiencias OVNI a lo largo de todo el planeta, un porcentaje relevante de esos testigos ya sentían interés por otros campos del misterio ANTES de su avistamiento OVNI. Y esto no es una crítica. Yo mismo soy un ejemplo. Protagonicé una experiencia OVNI traumática, en 1987 -en compañía de Javier Sierra- pero antes de ello ya estaba dedicado a la investigación de los fenómenos místicos y la parapsicología científica y de laboratorio. Y esta doble condición, la de ser investigador y a la vez testigo, creo que me ha obsequiado una perspectiva experiencial que me permite comprender mejor como se construyen los recuerdos de una vivencia extraordinaria, y por tanto como se transmiten al compilador de la misma.
Pero, en este caso, también considero que más de 40 años de investigación, en el ámbito de la parapsicología científica y universitaria, igualmente me han obsequiado una perspectiva experiencial privilegiada sobre lo que es real o no, en el ámbito de lo paranormal. Y por tanto, en lo relativo a la paraufología.
Con la parapsicología, como ocurre con la hipnosis, existe una confusión generalizada perpetuada por los medios de comunicación especializados. La hipnosis, que hoy es una disciplina académica que se estudia en la universidad, y que es practicada por médicos y psicólogos, tiene su origen en las ideas erradas de Anton Mesmer y su inexistente magnetismo animal o mesmerismo. Esto tampoco es una crítica. Es un hecho.
De la misma forma que la química, que hoy también se estudia en la universidad, tiene su origen en las ideas erradas de los alquimistas medievales. O la astronomía, está originada en las ideas erradas de los antiguos astrólogos caldeos o asirios. Hoy solo alguien muy ignorante, o muy malintencionado, afirmaría que los químicos buscan la piedra filosofal, que los astrónomos hacen horóscopos o que los hipnólogos hacen regresiones a reencarnaciones anteriores.
Lo mismo ocurre con la parapsicología. Una disciplina académica y científica que se investiga en universidades de todo el mundo, y que, como ocurrió con la química, la hipnosis o la astronomía, tiene su origen histórico en un fenómeno social pero pseudocientífico: el espiritismo. Pero, como diría mi amigo Juan Carlos Hernández Cárrica: la parapsicología estudia el más acá, no el más allá. O, dicho de otra forma, la parapsicología no busca fantasmas, no se ocupa de la vida después de la muerte y no se interesa por temas como la reencarnación o las ECM. Por mucho que pueda asombrar al lector tal afirmación.
La Parapsychologycal Association (PA) es, en la actualidad, la organización de parapsicología científica más relevante. Integrada desde 1969 en la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, organización -entre otras cosas- editora de la revista Science. Probablemente una de las revistas científicas más influyente del mundo.
En 1989 la PA llegó a un consenso para definir parapsicología como: ”la ciencia que estudia aparentes anomalías del comportamiento y la experiencia que existe junto o al margen de los mecanismos explicativos actualmente conocidos, que dan cuenta del flujo de información e influencia entre organismo y entorno, y entre organismo y organismo”.
“Esta definición –explicaba el Dr. Óscar Iborra, en uno de sus artículos publicados en El Ojo Crítico- es específica y por tanto útil. Sin embargo, no asume que los fenómenos parapsicológicos, de existir, sean paranormales. Es decir, no asume que tal cosa como lo paranormal exista o sea la causa de los fenómenos parapsicológicos. Esto no es un juego de palabras. Es fundamental. Y una de las razones por las que la investigación científica en parapsi-cología no interesa a nadie. Porque no es lo mismo la definición anterior que afirmar que la parapsicología estudia los fantasmas o los poderes psíquicos. Esta segunda definición lleva implícito que los fantasmas y los poderes psíquicos son reales, lo cual no podemos afirmar”. [12]
Aunque la definición de la PA pueda parecer un poco críptica al profano, es absolutamente certera y precisa.
1: El flujo de información entre organismo y organismo se refiere a los fenómenos Psi-Gamma o de Percepción Extra Sensorial de toda la vida: telepatía, clarividencia, precognición, retrocognición, etc.
2: Los fenómenos de influencia entre organismo y entorno u organismo y organismo alude a la Psi-Kappa o telequinesis en todas sus manifestaciones. Incluyendo las experiencias con plantas o animales. [13]
3: Cuando Iborra especifica que la parapsicología no asume que lo paranormal exista, se refiere a que hay muchos fenómenos, como la hipnosis, la pirobasia, la fotografía Kirlian o el efecto ideomotor de la OUI-JA, la escritura automática o las mesas parlantes, que durante décadas fueron considerados paranormales, pero una vez comprendido su funcionamiento, ya no forman parte de la parapsicología. Y lo mismo ocurrirá, probablemente, en el futuro cuando la telepatía, la PK o la precognición sean comprendidos con conocimientos científicos futuros -no los actuales- y nos desvelen el origen de otros fenómenos hoy considerados paranormales y objeto de estudio de la parapsicología. Y entonces también dejarán de ser anomalías.
Pero lo importante es que esos fenómenos, paranormales o no, existen. Son reales. Creo haber demostrado de forma irrefutable en mi Cuaderno de Campo nº 10 que se trata de hechos objetivos. [14] Sin embargo….
En el mismo Cuaderno de Campo celebro haber tenido el privilegio de haber podido conocer personalmente a paragnostas, psíquicos y dotados capaces de repetir los fenómenos en condiciones de control en laboratorio. Y esto es algo que muchos investigadores, que han consagrado su vida a la parapsicología, nunca pudieron experimentar, dada la extrema rareza de tales sujetos.
Mónica Nieto, Uri Geller, Gasparetto, Nina Kulagina, IN.E.S., etc., son personas que han generado mucha bibliografía y amplios debates en el mundo de la parapsicología científica y durante los últimos 40 años yo he tenido la fortuna de haberlos conocido personalmente o haber estado involucrado -directa o indirectamente- en las investigaciones de sus facultades. Y por ello soy consciente del infinito esfuerzo que implica expresar un fenómeno paranormal tan básico como un resultado irrefutable en un test de ESP, el doblaje de una simple cuchara sin contacto físico, o la acción sobre el crecimiento de una semilla.
No niego que son fenómenos reales, pero que requieren, en los psíquicos y paragnostas más estudiados de la historia, un esfuerzo colosal. Que en ocasiones incluso ha puesto en riesgo su salud. Algo muy alejado de la generosidad con la que muchos autores atribuyen al factor PSI la aparición de crípticos, de la virgen María, de fenómenos poltergeist o de OVNIs…
Las anomalías existen, en todos los campos de la ciencia. La polidactilia es un hecho empírico. Existen personas con seis dedos en cada extremidad. Pero por ser una rareza, no existen fábricas de guantes que confeccionen guantes con seis dedos.
La hipertricosis es real, e incluso es posible que haya contribuido en el mito del hombre-lobo, pero los enfermos de hipertricosis, con todo su cuerpo cubierto de pelo, no se transforman las noches de luna llena, sino que viven con ese estigma desde su nacimiento.
Existen gorilas albinos, en España tuvimos la fortuna de disfrutar durante décadas de Cópito de Nieve. Pero imagina alguien que pretendiese publicar una revista, realizar un podcast, producir un programa o mantener un canal de Youtube sobre los gorilas albinos… Una vez explotada la realidad, que da para un par de emisiones, se vería obligado a incluir rumores, fakes news, fraudes… o a cerrar su canal. Y esto es lo que ocurre con las anomalías. Por eso las llamamos anomalías. Porque no son habituales…
Resumiendo. Yo no soy un pseudo-escéptico, un negativista ni un detractor. Asumo que eso que llamamos los fenómenos anómalos existen. Pero son excepciones de la regla. La aguja en el pajar. Y aunque hayan generado en torno a ellos una inmensa mitología, no sirven para explicarlo todo.
Para ser más claro. Una vez asumida la realidad de los llamados fenómenos anómalos, la clave no está en el testigo (la mayoría de las veces bienintencionado) sino en la credibilidad del divulgador (la mayoría de las veces malintencionado o simplemente desinformado). Y ahí es donde entra la ecuación de José Antonio Caravaca.
En solo dos líneas Caravaca consiguió sintetizar el gran problema que genera la confusión entre investigador y divulgador. Mientras los segundos (comunicadores, periodistas especializados, influencers, etc.) pretenden monetizar las anomalías, “los verdaderos investigadores deben cumplir, entre otras, dos premisas: gastar más de lo que recuperan y descubrir algún fraude… lo demás es todo cuento”.
La reflexión de Caravaca va a la esencia del problema. Si la comunidad ufológica, el Pentágono de EEUU y hasta la NASA, coincide en que solo entre un 5 y un 2% de los informes OVNI reportados son verdaderas anomalías, esto implica que entre el 95 y el 98% de los casos reportados tienen una explicación racional. Pero descubrirla implica invertir tiempo y dinero, lo que hacen muy pocos investigadores y prácticamente ningún divulgador. Esta sentencia, hizo ganar a Caravaca muchos detractores furiosos al verse desenmascarados. Es fácil reconocerlos, no han resuelto ni un caso…
Imaginemos un policía que colabora en un programa de sucesos y crónica negra. Un gran comunicador, un excelente orador. Con una magnífica retórica para relatar los crímenes y delitos más sugerentes… pero que jamás ha resuelto ni un solo caso. Probablemente sería expulsado de la policía por incompetente. Pero podría ser un gran periodista de sucesos.
Por ello, para identificar a un investigador, frente a la legión de divulgadores, periodistas del misterio y comunicadores que inundan los medios, solo hay que preguntarse ¿Cuántos casos ha resuelto? Y Caravaca, por ejemplo, ha resuelto mucho más que la inmensa mayoría. Solo por eso, su rango de autoridad queda sobradamente acreditado. Pero ¿puede resolver todo el fenómeno ovni con una teoría que algunos califican de simple paraufología?
Y entonces llegó Caravaca
Hace cinco años Caravaca presentó tímidamente su Teoría de la Distorsión en su obra “Encuentros cercanos con OVNIs ¿Una arquitectura psíquica desconocida?: Introducción a la Teoría de la Distorsión” (Guante Blanco, 2018). La afianzó en “Distorsión: ovnis, apariciones marianas, bigfoots, hadas, fantasmas y extrañas criaturas: ¿una teoría explicativa?” (Guante Blanco, 2019). Y la ha reafirmado en su monumental “En la mente de los ovnis” (Guante Blanco, 2022).
“En la mente de los ovnis”, el tercer volumen que dedica a explicar la Distorsión es una auténtica enciclopedia en la que el análisis de más de 10.000 casos de encuentros cercanos con ovnis, a través de la lupa de Caravaca, arrojan -o eso parece- una nueva interpretación del fenómeno a través de la Teoría de la Distorsión. Aunque es mucho más que eso.
Compartamos o no su interpretación del fenómeno, es muy difícil -acaso imposible- encontrar una obra en habla hispana más completa sobre los encuentros cercanos con OVNIs. Más de 770 páginas que supuran un profundo conocimiento del tema y una erudita cultura OVNI de su autor. Y lo que es más importante, Caravaca no es un teórico.
No nos encontramos ante el trabajo de un simple analista, por muy documentado que sea, que basa sus opiniones en un buen archivo y en abundantes referencias bibliográficas. Que también. Pero es que, además, y esto es lo que marca la diferencia, Caravaca es un veterano compilador de casos. Un ufólogo de campo -a la vez que de gabinete- que ha encuestado directamente cientos de casos. Y esa perspectiva, el conocimiento directo del factor emocional y humano en la experiencia OVNI, es un activo añadido a su obra, que la diferencia de la inmensa mayoría de producción bibliográfica sobre el tema. Solo por eso, por ser una anomalía; uno de los últimos románticos que se gasta la suela de los zapatos accediendo a la información de primera mano y no a través de recortes de periódico, Google o la Wikipedia, la obra de Caravaca ya es imprescindible.
En su tercer libro sobre la Distorsión, Caravaca deconstruye la historia del fenómeno, desde sus orígenes hasta los últimos acontecimientos que han marcado el tránsito de los OVNIs a los UAPs, como antes los marcaron de los Platillos Volantes a los OVNIs.
Lo que Caravaca denomina “sequía ufológica”, refiriéndose a la escasa cantidad de casos contemporáneos de encuentros cercanos o con humanoides, en comparación con la casuística recogida en los años 60, 70 u 80, podría tener una explicación mucho más sencilla, aunque incómoda: que antes se aceptaban los relatos de los testigos, sin apenas contrastarlos, y ahora somos un poco más exigentes. El mismo Caravaca lo define en una frase: “…no había seguridad de que todo lo que teníamos archivado fuera cierto” (pág. 20)
Sin embargo, en el punto 6 de la Premisa 2, de la Teoría de la Distorsión, Caravaca también asume: “La aparición de aspectos paranormales antes, durante y después de las experiencias OVNIs (videncia, precognición, poltergeist, telepatía, curaciones, etc.)” (pág. 73). Y aquí es donde yo discrepo.
Es cierto que muchos testigos atribuyen a su experiencia OVNI el desarrollo o la vivencia de facultades o experiencias supuestamente paranormales. Pero que un testigo afirme tener capacidades paranormales, antes o después de un avistamiento OVNI, es algo muy sencillo de comprobar. Como si asegura que sabe tocar el piano. Solo hay que ponerle un teclado delante. Desgraciadamente, al menos en mi experiencia personal, ese tipo de testigos nunca han conseguido arrojar un porcentaje de aciertos por encima del azar cuando hemos intentado contrastar sus supuestas capacidades, como si hacen los paragnostas auténticos. Vamos, que se les ha olvidado como se tocaba el piano…
Y definir como “efectos parafísicos” (pág. 103) las sensaciones relatadas por los testigos como de “efecto campana”, “alteración del espacio/tiempo”, etc., es arriesgado, ya que existen alternativas más racionales. Por ejemplo, situaciones como la “campana de silencio” (pág. 241), podrían explicarse más por el fenómeno de la selección perceptiva, inherente a toda experiencia emocional intensa. Yo mismo la experimente durante nuestra experiencia OVNI. Que por otro lado fue absolutamente real y dejó evidencias físicas (como el velado de tres carretes fotográficos).
Más allá de la paraufología
Los críticos más feroces de la Teoría de la Distorsión, que o no se han molestado en leer estos libros o -lo que parece más probable- simplemente son malintencionados motivados por la envidia del éxito cosechado por esta teoría, aseguran que Caravaca simplemente ha plagiado la paraufología clásica. Algo tan estúpido como afirmar que Wernher von Braun simplemente plagió a Julio Verne su idea del viaje a la Luna, solo porque Verne nació antes.
No, Caravaca va mucho más allá de lo que jamás imaginó o especuló ningún otro “paraufólogo”.
“Y ES QUE LOS OVNI SON LO QUE SON y no lo que nos gustaría que fueran” (pág. 95), afirma. Y a continuación, sentencia con dureza: “La mayoría de los ufólogos desconocen el contenido de la materia que pretendidamente estudian, o, en el peor de los casos, mienten como bellacos al desechar lo que no les interesa” (pág. 95).
Y es que durante los años que ha dedicado a intentar descifrar el enigma OVNI, evolucionando desde un ufólogo clásico -partidario de la Hipótesis ExtraTerrestre (HET)- a desarrollar su propia teoría explicativa: la Distorsión, José Antonio, como casi todos nosotros, se ha ido dando cuenta de las profundas incoherencias de la HET. Que hoy solo mantienen intereses comerciales o estudiosos inexpertos o nostálgicos.[15]
El concepto del ombligo del cosmos, por ejemplo, basado en más de 2000 tipologías diferentes de ufonautas, para Caravaca es una evidencia de lo absurdo de la HET. Y tiene razón cuando afirma que es ridículo considerar a la Tierra como el centro del universo, visitada por todas las civilizaciones del Cosmos (pág. 111). La cuestión es: ¿esas 2000 tipologías obedecen a descripciones de sucesos reales?
Caravaca diferencia entre la estética (los aspectos visuales del encuentro) y la narrativa (el contenido informativo) (pág. 102). Y tiene razón al hacer suyo el argumento de Juan Acevedo: “El fenómeno en si siempre pareció manifestarse con poca lógica” (pág. 113). Pero también es probable que los investigadores no hayamos sabido descifrar dicha lógica, sobre todo cuando, a diferencia de los parapsicólogos, no investigamos el fenómeno en sí, sino testimonios humanos sobre el fenómeno. Y es que, como sentenció el Dr. Allan Hyneck, los ufólogos no investigamos OVNIs, sino relatos sobre encuentros OVNI. La diferencia es que los parapsicólogos no solo investigan relatos, sino que estudian el fenómeno PSI en laboratorio. Reproduciendo, replicando y analizando PSI en condiciones de control. Algo inasumible en el ámbito ufológico.[16]
La Distorsión es un viaje al país de las Maravillas, un territorio onírico y psicodélico, y Caravaca compara esos encuentros OVNI con los westerns de Sergio Leone rodados en Almería, donde la mayoría de las casas, el Saloom o la oficina del Sheriff son meras fachadas, sostenidas por cuatro palos, “que ocultan que no hay nada detrás” (pág. 164). Y es duro, cuando afirma: “La casuística ufológica, pese a quien le pese, es un coctel de relatos de ciencia ficción de bolsillo, mezclados con un singular sentido del humor aderezado con importantes dosis de absurdo” (pág. 256). O cuando se confiesa muy escéptico con las forteanas conjeturas de colegas como Vallée, Darnaude, o Keel sobre un “teatro OVNI del absurdo” que busque aportar algún tipo de enseñanza o implantar un sistema de control. Y sentencia: “a mi entender, que no existe nada previo a la interacción con el agente externo. Ni naves, ni ufonautas, ni duendes, ni demonios. Ya que nada de lo percibido en este tipo de encuentros tiene una continuidad física en nuestro universo… Solo existe el “durante”… (pág. 467)”.
No es extraño, por tanto, que cuando afirma cosas como: “Los ovnis y toda su parafernalia no existen fuera de la cadena de montaje que origina estos eventos únicos y privativos en el mismo momento del encuentro del fenómeno con los testigos” (pág. 474), no solo se haya ganado las críticas de los ufólogos y paraufólogos más tradicionalistas, sino de la mayoría de los aficionados que han interpretado sus palabras como una negación del fenómeno OVNI de base. Nada más alejado de la realidad.
Caravaca no niega los fenómenos OVNI. Y digo fenómenos porque como investigador veterano es consciente de que no existe una respuesta universal para todos los casos. Como no existe un único autor para todos los crímenes cometidos en el mundo, ni una causa para todos los accidentes de tráfico. La pregunta: “¿Quién está detrás del fenómeno OVNI?” es tan estúpida como preguntarse “¿Quién está detrás de los accidentes de tráfico?”. Aunque la respuesta es la misma: depende del caso.
Cualquier crítico podría argumentar, de hecho lo hacen, que el brutal conocimiento de la casuística de que hace gala Caravaca le permite encontrar diferentes ejemplos en dicha casuística para ilustrar cada elemento de la Teoría de la Distorsión. Sin embargo, tienen razón en que podría encontrar casos para ilustrar la idea contraria. ¿Desacredita esto la Distorsión? En absoluto.
Como he dicho José Antonio es un investigador. No un divulgador. No solo ha encontrado la explicación a infinidad de casos que, todavía hoy, continúan apareciendo en la bibliografía como “no explicados”. Es que además es consciente de la injerencia de los Servicios de Inteligencia en el fenómeno -y da buena cuenta de ello en varios de sus libros- [17]. Pero también sabe que un porcentaje de la casuística incluida en la bibliografía simplemente nunca existió.
Los actuales avances en el campo de la neurociencia evidencian, cada vez más, la fragilidad del testimonio humano, siendo bienintencionado, ya que la memoria se reconstruye periódicamente. Y los recuerdos que tenemos de acontecimientos pasados (salvo que estén grabados, fotografiados o filmados) simplemente no ocurrieron como los recordamos. Experiencias OVNI incluidas.
Pero los falsos recuerdos no son la mayor vulnerabilidad de nuestro campo de estudio. Existe algo mucho peor. Un porcentaje indeterminado de los casos, que cada vez parece mayor, simplemente jamás ocurrieron.
Por ejemplo, en el famoso caso de la abducción de Xavier C. -portada de la Flying Saucer Review y uno de los casos españoles más internacional- no solo se presentaron evidencias únicas en la historia de la ufología (como las fotografías que los humanoides de aspecto monstruoso se habrían tomado entre ellos al juguetear con la cámara fotográfica del abducido); no solo se realizaron hipnosis regresivas y rigurosos estudios psicológicos al testigo, es que además el caso presenta una nutrida dimensión supuestamente paranormal: Premoniciones, distorsión espacio temporal, un doble especular, etc… El caso continúa apareciendo en programas de radio y televisión, en canales de podcast y Youtube y en libros y revistas especializados como si fuese auténtico…[18]. Sin embargo, tras una costosa investigación de más de cuatro años, conseguimos identificar y entrevistar a Xavier C., quien nos confesó que todo era falso. Antonio Ribera le pagó 10.000 pesetas, de las de 1985, para que se inventase la abducción. [19]
O el desternillante caso del Humanoide de Trujillo, popularizado en el programa Cuarto Milenio del divulgador Iker Jiménez, como un caso paradigmático de encuentro cercano con el tripulante de un OVNI en la carretera, y que resultó ser un pintoresco joven, Darío el Punky, que intentaba ganar una apuesta con su hermano. [20]
Lo mismo ocurre con el peligroso argumento bíblico, que Caravaca también explora (pág. 754 y ss.). Y que muchos autores han rentabilizado conjeturando sobre los OVNIs en la Biblia. Hoy la exégesis bíblica, la filología y la arqueología nos han demostrado que los relatos sobre el éxodo, Moisés, la visión de Ezequiel, etc., fueron relatos de ficción asiria o egipcia compilados por el rey judío Josías para dotar al pueblo de Israel de un pasado mítico que funcionase como cemento social, pero jamás existieron. Y si Moisés y el éxodo no existieron, tampoco las columnas de fuego, ni las columnas de nube, ni la gloria de Yavhe interpretada como un platillo volante. [21]
La conclusión es obvia, si casos tan mediáticos como Xavier C., el humanoide de Trujillo o los OVNIs en la Biblia jamás ocurrieron, toda conjetura, especulación, teoría o hipótesis basada en estos pilares está condenada al derrumbe.
Pero Caravaca sabe todo esto mejor que yo, y aún así no claudica, como argumentan los necios que lo tildan de negativista. Al contrario. Continúa manteniendo que el fenómeno, aunque de una naturaleza muy diferente, es real.
Y hay que dar la razón a Caravaca cuando afirma que “Particularmente estoy convencido de que no existe un gran sesgo cognitivo en las experiencias ovni… Si el observador asegura que un encapuchado de negro ha descendido de un objeto en forma de disco, o estamos ante la misma escena del testigo que dice que de una esfera luminosa bajo un astronauta con escafandra brillante…”. (Pág. 336)
Y en su argumentación expone ejemplos muy elocuentes. Como el caso de Slenderman, una figura de ficción que nació en Internet y que generó testimonios en el mundo real convencidos de su existencia hasta tal punto como para llegar a matar por esa creencia [22]. “¿Por qué no funciona la HPS en este caso?, aunque tan solo fuese un 5% de lo generado por los platillos volantes tendríamos cientos de encuentres con este sombrío gigante repartidos por colegios e institutos de medio mundo“ (pág. 379).
Fue Ignacio Darnaude, uno de los pocos pensadores y filósofos de la ufología en habla hispana quien acuñó el término Transufología, para referirse al análisis y reflexión sobre las causas más profundas del fenómeno OVNI, más allá de la HPS, la HET o la paraufología. [23]
Y Darnaude, como Vallée, Keel, Clark, etc., aludía con frecuencia al absurdo del fenómeno OVNI. Aunque Caravaca intenta no quedarse ahí, sino descifrar lo que se oculta tras la cuarta pared del teatro ufológico.
En el ámbito de la criminología, el derecho y la investigación policial nos encontramos frecuentemente con el mismo componente absurdo del testimonio humano. Basta comparar los retratos robot realizados por los testigos de un crimen, con las imágenes reales de los criminales una vez detenidos…[24]. Sin embargo, los crímenes existen, a pesar de las limitaciones del testimonio humano.
Afortunadamente el fenómeno OVNI no se limita a los relatos humanos. Existen otras evidencias, y sobre ellas intentamos construir nuestras conclusiones.
En el caso de la Distorsión, lo que Caravaca denomina “agente externo” sería el factor desencadenante de los encuentros cercanos con OVNIs: “El agente externo es una parte interactiva de una realidad cognitiva superior cuyo objetivo principal ni siquiera es la manifestación que produce a raíz de su encuentro no premeditado con los testigos” (pág. 427).
“Tanto la paraufología como la HPS tendrían que valorar que sin la existencia de un agente externo (que ejerce de interruptor), estos fenómenos se sucederían sin control y casi ininterrumpidamente, al depender solo de la mente de las personas” (pág. 530).
Caravaca considera que “por primera vez en la historia de la humanidad, la creencia en un paradigma anómalo (en este caso los ovnis), consiguió extenderse de manera exponencial, consiguiendo unas amplias ramificaciones que hace siglos hubiesen sido inconcebibles…” (pág. 738). Y es cierto que los Platillos Volantes, como fenómeno social, suponen un verdadero prodigio en cuanto a su extensión internacional.
Quienes nos hemos pasado meses consultando las hemerotecas con los periódicos de los años 40 y 50, encontrando hasta tres noticias sobre el fenómeno en un mismo diario local, podemos dar fe de las dimensiones de ese fenómeno. Sin embargo, solo cincuenta años antes ocurrió lo mismo con otro nuevo paradigma que se extendió por todo el planeta a una velocidad extraordinaria: el espiritismo. Que además contaba con una mayor componente emocional.
Y esa dimensión del problema: la universalidad, es otra de las piezas clave para comprender la Distorsión. Caravaca define como “campos mentales” la hipótesis de que los testigos puedan crear “redes” de influencia entre sí (pág. 514). Pero, él mismo lo reconoce, “tampoco descarto que sean una parte del inconsciente colectivo de la humanidad”.
Y además de la Teoría de lo Inconsciente Colectivo de Carl G. Jung, Caravaca menciona la Teoría Sintérgica (red Lattice) propuesta por el Dr. Jacobo Grinberg (pág. 682 y ss.) y también la Teoría de la Conciencia Global aplicada al fenómeno, propuesta entre otros por Miguel Pedrero. Pero aunque él no lo menciones, hay mucho más…
Es cierto que cada vez más autores coincidimos en señalar que los paralelismos entre algunos aspectos del fenómeno OVNI como las abducciones y el viaje chamánico, por ejemplo, no son mera coincidencia. Dedico mi Cuaderno de Campo nº 6 a desarrollar esas sincronías [25]. Berlanda, Acevedo, Viegas o Caravaca han profundizado también en esta dimensión neuroquímica de la experiencia OVNI, que va más allá de la simple paraufoogía.
En este sentido, lamentablemente, a la luz de sus afirmaciones, los pioneros de la paraufología estaban poco familiarizados con la parapsicología real y sus limitaciones. Sin embargo…
Dejando de lado las pretensiones de la paraufología tradicional, y mostrando mi escepticismo con la pretensión de que los testigos OVNI desarrollen capacidades psikoquinéticas o extrasensoriales, o que pueda atribuirse a PSI los incidentes OVNI, a la hora de redactar “Investigación PSI”, mi Cuaderno de Campo nº 10, me percaté de una serie de coincidencias desconcertantes. Como que investigadores independientes -algunos de ellos prestigiosos académicos-, sin relación entre ellos, hayan llegado a las mismas conclusiones.
Hoy, con la perspectiva de ese Cuaderno de Campo, me fascina que la matriz lattice de la Teoría Sintérgica del Dr. Jacobo Grinberg; el observador interno de la Teoría del Colapso de Paco Mañez, o el agente externo de la Teoría de la Distorsión de José Antonio Caravaca, se asemejen tanto a las ideas sobre la conciencia global exploradas por el Dr. Óscar Iborra o Miguel Pedrero; o las conclusiones de José María Casas-Huget sobre su metaconsciencia humanista. ¿Casualidad? Lo dudo.
En base a mi relación personal con los autores, en algunos casos una relación de amistad y colaboración de más de 40 años, estoy absolutamente seguro de que ninguno de ellos, y subrayo lo de ninguno, ha sido consciente de los trabajos de los demás.
Todos ellos -y esto es lo que me sorprende-, a través de estudios, experimentos y/o profundas investigaciones, absolutamente independientes y desconectadas, llegaron a unas conclusiones sospechosamente similares a las que otros, como Carl Gustav Jung con su Teoría de lo Inconsciente Colectivo, o Rupert Sheldrake, con su Teoría de los Campos Morfogenéticos, llegaron antes. Incluso relacionables con el entrelazamiento cuántico de Einstein, Podolsky y Rosen. Tan en sintonía con algunas visiones budistas o hinduistas del más allá, como el Bhraman no dualista del Advaita Vedānta, de entre el 4000 y el 3000 antes de Cristo, al que Paco Mañez se refirió en muchas ocasiones para ilustrar su Colapso. O los supuestos Registros Akashicos de Rudolf Steiner y su antroposofía, popularizados después por la teosofía de Blavatsky. ¿Casualidad? También lo dudo.
Más allá de conjeturas, especulaciones o hipótesis de trabajo, la parapsicología científica al menos ha desarrollado protocolos experimentales, replicables y falsables, como The Global Consciousness Projet, que desde 1998 centraliza en el Princeton Engineering Anomalies Research Lab (PEAR), de la Universidad de Princeton, los datos recogidos por 70 generadores aleatorios distribuidos en universidades y laboratorios de diferentes países, correlacionando eventos globales con esas generaciones aleatorias. [26]
De alguna forma Caravaca ha descubierto una pista, sepultada entre más de 10.000 encuentros cercanos con OVNIs, que coincide con las halladas por otros investigadores. Una reinterpretación radical del fenómeno que nos obliga a ejercicios mentales profundamente incómodos. Pero, lo que es más importante, todos los textos de José Antonio son profundamente inspiradores. Nos obligan a deconstruir, revisar, reconsiderar nuestras propias ideas. Podemos compartir o no sus conclusiones, pero su grandeza es que nos hacen replantearnos las nuestras. Y eso siempre es enriquecedor.
Y mientras la NASA, el Pentágono o recién llegados como Avi Loev continúan buscando inútilmente el tornillo de Roswell, los investigadores más veteranos, del siglo XXI, hace tiempo que dejaron atrás las ideas sobre naves alienígenas, y rastrean el origen de estas experiencias, reales y físicas, en las entrañas de la conciencia. Ya que los OVNIs, si son naves, no son extraterrestres. Y si son extraterrestres, son mucho más que naves. Pero José Antonio Caravaca va un paso por delante.
Manuel Carballal
PERO ¿QUIÉN DEMONIOS ES CARAVACA?
José Antonio Caravaca Fernández nació en Algeciras, en 1972. Es decir, no pertenece al “Clan de la Complutense”, a los “influencers del misterio” de Madrid o Barcelona, ni demás excusas utilizadas por los mediocres para justificar su pereza. Es un tío de provincias. Como Pedrero, Freixedo, Benítez, Sierra, Jiménez… tipos de provincias. Que comenzó a investigar anomalías siendo casi un niño en el Grupo ANJOMA. Creativo acrónimo de Antonio José y Manolo. Ahí fue donde cuando yo lo conocí.
De los tres amigos adolescentes, interesados por el fenómeno, solo quedó uno. Lo que ha ocurrido en todos los grupos similares. El más comprometido. Y desde esa localidad gaditana, al sur del sur, Caravaca pronto comenzó a colaborar en los principales medios especializados. Publicando más de medio millar de artículos y monografías y una decena de libros, a cuál más influyente. Alguno, incluso prologado por J. J. Benítez, otra cosa que no le perdonan aquellos que, todavía hoy, matarían por un prólogo de Benítez en sus propios libros. Aunque solo sea para fardar…
Y para colmo, de nuestra (tercera) generación, Caravaca es el único que puede presumir de haber dormido en casa de Benítez… Normal que algunos “ofendiditos” no se lo perdonen.
Pero José Antonio evolucionó, de ser un ufólogo clásico -como todos- defensor de la HET, a volverse más crítico a medida que iba descubriendo que no todo lo que le habían contado era como le habían contado.
Obras como “Expediente Roswell” (Oblicuas, 2016), “OVNIs: Las operaciones secretas de la CIA” (Oblícuas, 2017) o “Ica: la increíble historia de un pasado que nunca existió”, desvelan engaños, manipulaciones y fraudes del mundo ufológico que también incomodaron a muchos. Aunque probablemente lo que no le perdonan es que, con su trilogía sobre la Teoría de la Distorsión, aquel muchacho de Algeciras, sin apoyo, padrino ni recursos que su increíble capacidad de trabajo, haya sacudido los cimientos de la ufología internacional. La Distorsión ya ha sido debatida en los medios especializados en castellano, portugués, inglés, griego, polaco, brasileño, italiano, japonés… Lo que debería hacernos sentir orgullosos a sus colegas españoles. No sentir envidia.
Su web, de diseño arcaico y sobrio: http://caravaca.blogspot.com/, se ha convertido en fuente de consulta para investigadores de todo el planeta.
Para saber más: https://caravaca101.blogspot.com/
[1] Carballal, Manuel. “El Gallego Sabio. Óscar Rey Brea: el hombre que descubrió los OVNIs”. El Ojo Crítico, 2022.
[2] Por ejemplo la publicada el 15 de agosto de 1947, en el diario St. Ptersburg Times que se hacía eco de la primera encuesta realizada por George Gallup, fundador del prestigioso American Institute of Public Opinion en 1935, sobre el recién nacido fenómeno de los Platillos Volantes.
[3] En su obra “Babalon” (Autor, 2022) Juankar Moreno hace una audaz y documentada reflexión sobre el binomio OVNI/Satán.
[4] Por insólito que parezca, en pleno siglo XXI incluso autores españoles como David G. Roca o Xerach García han publicado varias monografías defendiendo la hipótesis de los OVNIs como criaturas vivas que habitan en la estratosfera. En el caso de García incluso ha comercializado un diseño de “detector” de EBEs: el EBECOMM. Más información en: https://www.facebook.com/XerachEBECOMM/
[5] En 2022 el afamado director Jordan Peele estrenó “Nope”, inspirada en la teoría de los OVNIs como criaturas vivas.
[6] Valero, Juan Francisco. “El primer platillo volante patentado en España”. El Ojo Crítico, nº 52.
[7] En España autores como José María Casas-Huget o Moisés Garrido, se han convertido con sus libros y artículos en los principales defensores de la hipótesis paraufológica.
[8] Carballal, Manuel. “Encuentros Cercanos del Tipo 4: El factor investigador”. Cuaderno de Campo nº 6. El Ojo Crítico, 2020.
[9] En España autores como Vicente Juan Ballester Olmos, Luis R. González o Ignacio Cabria representan ejemplos de ufólogos desencantados, seducidos por la Hipótesis PsicoSocial para explicar todo el fenómeno OVNI.
[10] Evans, Hilary. “Visiones, apariciones, visitantes del espacio”. Kier, 1989. Pág. 257.
[11] Darnaude, Ignacio. “OVNIs: todas las respuestas”. Año Cero, nº 5. Diciembre de 1990.
[12] Iborra, Óscar. “La investigación científica en parapsicología… y porque no interesa a nadie”. El Ojo Crítico, nº 88. Marzo de 2019.
[13] Es justo reconocer que en los últimos años algunos investigadores han asumido el estudio de una tercera categoría: los fenómenos survey, explorando algunos aspectos de fenómenos como las ECM, el recuerdo de supuestas vidas pasadas, etc., pero desde la perspectiva de la ESP. Aunque los parapsicólogos más puristas no aceptan esos fenómenos.
[14] Carballal, Manuel. “Investigación PSI. Una historia de la parapsicología científica y académica en España”. Cuaderno de Campo nº 10. El Ojo Crítico, 2023.
[15] Carballal, Manuel. “La Hipótesis ExtraTerrestre: una reflexión lógica”. El Ojo Crítico, nº 71. Disponible en: http://elojocritico.info/ovnis-e-hipotesis-extraterrestre-una-reflexion-logica/
[16] En “Investigación PSI” incluyo un anexo con repositorios, bases de datos, tesis doctorales, tesinas de fin de carrera, y cientos y cientos de papers académicos sobre parapsicología publicados en revistas de impacto y revisión por pares.
[17] Por ejemplo, en “OVNIS: las operaciones secretas de la CIA”. Oblícuas, 2017.
[18] Por ejemplo, en “El Colegio Invisible”, La esfera de los libros, 2022. De Laura Falcó, Josep Guijarro, Lorenzo Fernández y Jesús Ortega.
[19] Carballal, Manuel. “Encuentros cercanos del tipo 4. Abducción: el factor investigador”. Cuaderno de Campo nº 6. El Ojo Crítico, 2020.
[20] Carballal, Manuel. “El humanoide de Trujillo”. El Ojo Crítico, nº 95. Disponible en (http://elojocritico.info/wp-content/uploads/2022/11/EOC-95-PDF.pdf (Pág. 14 y ss)
[21] Carballal, Manuel. “Extraterrestres en la antigüedad. La vuelta al mundo en busca de los antiguos astronautas”. Cuaderno de Campo nº 8. El Ojo Crítico, 2021.
[23] Benítez, JJ. Cuevas, David. Carballal, Manuel. Sierra, Javier. Montejo, JJ. Garrido, Moisés. Etc. “Ignacio Darnaude: in memoriam”. El Ojo Crítico, nº 87. Disponible en: http://elojocritico.info/ignacio-darnaude-in-memoriam/
[24] Varios. “Psicología del testimonio y anomalías”. El Ojo Crítico, nº 58.
[25] Cuevas, David. “Los sin rostro”. Ediciones Luciérnaga, 2022.
La vision popular actual que se tiene sobre el fenomeno, es casi la misma que se tenía en la decada de los 70s, ESA VISION ROMANTICA, ya no se ajusta a la realidad de fenomeno, por tanto Caravaca va un paso adelante de lo anterior y lo actual….le da frescura al mismo.
Hay algo que no entiendo muy bien, habéis estado no sé cuantos años investigando el mundo de los ovnis y no sé si me pierdo algo, pero no he visto en el ojo crítico ni una triste foto, ni un triste vídeo, solo bla, bla bla… Tantos años de investigación y ¿no has conseguido ni una foto que muestre algo inexplicable, ni un sólo vídeo?
¿Y para eso has recorrido medio mundo?
Y ahora resulta que Vicente Juan Ballester Olmos es el mejor ufólogo…
https://www.youtube.com/watch?v=Dgq7XfL0vH8
No sé si tomármelo a cachondeo y os habéis estado riendo de nosotros… o nos tomáis por idiotas.
La teoría de la distorsión… vosotros sí que estáis distorsionados…
Soy un cubano tratando de contactar con alguien relacionado con temas ufológicos y OVNI. MI CORREO morci2050@gmail.com. por favor ayúdenme tengo algo importante que decir. Gracias