Published On: Vie, nov 1st, 2013

LAS SOCIEDADES SECRETAS EN LAS REBELIONES BOXERS

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Publicado en EOC nº 65

boxwes1Desde la dinastía Sung (947-1279) hasta la Chiung (1962-1912) las sociedades secretas chicas gozaron al amparo de las Sociedades Secretas de una edad de oro que dio lugar al florecimiento de numerosos estilos y escuelas junto con leyendas que narraban proezas en las que unos pocos hombres eran capaces de diezmar ejércitos mucho más numerosos, haciendo de su arte todo un símbolo de la lucha contra las hordas de los sistemas opresores. En la dinastía Yuan fueron tan numerosos los rebeldes antidinásticos que la práctica de estas artes fue prohibida, por considerada una amenaza contra el régimen. Esta amenaza no solo era a nivel de tecnología militar, sino que sus filosofías constituían todo un símbolo moral, con ideales que concienciaban al pueblo de sus causas en el contexto de las prácticas esotéricas o religiosas auspiciadas por el budismo y el taoismo.

En la dinastía Han (220 d.C.) Los Rebeldes de la Ceja Roja o Turbantes Rojos (que se pintaban de este color la ceja) se levantaron contra el usurpador Wang Man asesinándole y favoreciendo la reinstauración de la dinastía siguiente. Pero, tal como pasó con muchos otros, una vez pasada la revolución, estos se convirtieron en bandoleros. Para erradicarlos el régimen recurrió a la estrategia de pintar de rojo las cejas de los miembros de la guardia imperial lo que provocó una confusión que les llevó a la derrota. Tras este acontecimiento se formaron numerosas sociedades, tal como sucedió en los tiempos de Marco Polo. La dinastía Han fue derrocada por los Turbantes Amarillos. Esta estaba liderada por un hombre que pretendía ser poseedor de poderes sobrenaturales (la tan frecuente presencia del elemento místico-religioso en estas sectas).  Otro ejemplo es la sociedad unos de los reyes de la Guerra, cuyos miembros juraban fidelidad bajo un melocotonero. De ahí una de las palmas del Kung-Fu denominada “puño de melocotón”.

La sociedad más famosa fue la del Loto Blanco (245-420) fundada por un devoto monje en una reunión con otros dieciocho miembros (una de las técnicas del Kung-Fu se denomina las 18 palmas de Buda).  Esta sociedad llegó a impulsar la firma de la paz con los invasores mongoles, implantada por Gengis Khan. Así se fundó la dianastía Ming (dinastía luminosa). Como represalia el emperador decapitó a muchos de sus dirigentes y mutiló como castigo ejemplar a numerosos prosélitos de la sociedad. Esta como respuesta, en alianza con otras dos, se levantaron en armas con mas de 50.000 expertos de Kung-Fu contra la dinastía manchú. Varias tentativas de atentado contra su vida fueron abortadas por el emperador, siendo castigados sus frustrados ejecutores con las más sofisticadas torturas chinas. Posteriormente surgieron muchas sectas similares: “Nubes Blancas”“Tres Palos de Incienso” “Los Ocho Trigramas”, “Fanáticos Blancos”, “la Tríada”, “la Trinca”, etc. Todas ellas mas delante culminaron en focos de Resistencia contra las potencias occidentales en la famosa Gerra de los Boxers. En esta etapa apareció el Templo de Shaolín, famoso por sus monjes budistas, capaces de expulsar a los manchúes en una lucha heroica que los encumbró a la categoría de mito. Muchas sectas se unificaron mediante la práctica del Kung-Fu, especialmente en los periodos en que las dinastías agonizaban. La Tríada fue una de las sociedades más poderosas, con ramificaciones que llegan hasta los EEUU. En 1674 el emperador Kang Shi recurrió a un partidario de la dinastía Ming que con la ayuda de 128 monjes de Shaolín derrotaron al enemigo. El Emperador, celoso de su éxito envió sus tropas contra ellos, quemando el templo. Sólo cinco monjes sobrevivieron y hoy son denominados los cinco antepasados. Todos huyeron fundando así algunos de los estilos modernos del Kung-Fu de la provincia de Fukien. Alli fundaron la Triada o Sociedad del cielo y la Tierra.

A mediados del siglo XIX, europeos y norteamericanos comenzaron su as alto económico-militar al entonces llamado “Reino de en medio” para adquirir bases estratégicas que reforzaran y protegieran su expansión colonialista. Hasta entonces el Extremo Oriente resultaba inaccesible a comerciantes y viajeros europeos. China y Japón vivían completamente aislados. La dinastía manchú consideraba que fuera de los confines del Imperio no había más que “bárbaros”. El Emperador era el soberano del mundo entero y los demás Estados y reyes eran sus vasallos.Eso dio lugar a un incidente diplomático conun representante enviado por el Gobierno inglés, quien llegó a Pekínen 1816 con objeto de negociar la apertura de relaciones comerciales con China. Los productos ingleses no interesaban y se invitaba al monarca británico a no enviar más emisarios y, siempre que aceptase lealmente la soberanía china.

En 1834, un diplomático inglés, lord Napier, llegó a dicha ciudad para negociar la ampliación del comercio, la apertura de otros puertos y la firma de un tratado comercial. Las autoridades chinas se negaron a recibirle y le conminaron para que abandonase cuanto antes el territorio chino. En este mismo año había cesado el monopolio de la Compañía de las Indias Orientales y los traficantes de Occidente se dedicaban al comercio del opio con China. El consumo de esta droga había adquirido unas proporciones tan grandes que el opio llegó a convertirse en una moneda con la que los mercaderes blancos pagaban las mercancías exportadas por los chinos, lo que había afectado profundamente a la vida y hábitos de muchos estratos de la población china, sobre todo de las clases acomodadas, a la sazón casi completamente corrompidas por el uso de la droga. El ministro británico de Asuntos exteriores, lord Palmerston, a intervenir militarmente en China, iniciándosela llamada “guerra del opio”.

En 1840 la escuadra inglesa se apoderó de Chusan y de los fuertes de la Bogue, y los chinos se vieron obligados a ceder Hong-Kong a los ingleses por un Tratado que posteriormente se negaron a ratificar. Sin embargo, China se vio obligada a pedir la paz, en la que se concedía a la Gran Bretaña plena soberanía sobre la isla de Hong-Kong, previo pago de 30.000 dólares. El desconocimiento chino del derecho internacional hizo que se suscribieran cláusulas altamente lesivas para su soberanía. Las demás potencias siguieron inmediatamente el ejemplo de la Gran Bretaña.  La  derrota  sufrida  por  China se agravó más debido a la política que adoptó la dinastía manchú para contrarrestar las iniciativas occidentales. Mientras algunos dirigentes chinos, proponían la adopción de las técnicas de Occidente y la modernización del ejército con objeto de poder hacer frente de modo eficaz a la agresión exterior. Otros, impulsados por un orgullo insensato, que les impedía mantener contactos con los extranjeros, sostenían la teoría de que, para controlar a éstos, bastaría con emplearla sinceridad, la astucia y el engaño, estrategia tan ingenua y rudimentaria como inútil que envenenó aún más las relaciones.

En 1850 el descontento de las masas campesinas se manifestó en la llamada “revuelta de los Tai-pinq”, protagonizada por una secta denominada “los adoradores de Dios”. Su nacimiento se debió a dos elementos fundamentales distintos entre sí: Por una parte, a las Sociedades Secretas, hostiles a la dominación manchú y con el deseo de restablecer una dinastía china; por la otra, a un movimiento religioso, confusamente cristiano, que, mezclando esta doctrina con elementos culturales de confucianismo, creó la citada secta de “los adoradores de Dios” . Proponía una especie de comunismo primitivo basado en el principio de que “todas las tierras bajo el Cielo debían pertenecer a todos los hombres bajo el Cielo”. En 1851, Hung-Hsiu-Chuan se proclamó emperador, manifestando querer dar vida a la dinastía de los Tai-ping (“Gran Paz”), e inició la lucha seguido por 120.000 partidarios. Apoderóse de Wuchang y Hangchou, llegó al río Yang-tsé-kiang y, descendiendo por él, alcanzó Nanking, que ocupó en 1853 y a la que proclamó capital del nuevo imperio. Sin embargo, posteriormente tras el estallido de otras varias rebeliones, como las de Shantung (1851), Shanghai (1854) y Yunan (1855), que debilitaron todavía más al gobierno imperial, favoreciendo los codiciosos fines de las potencias occidentales se inició la llamada “segunda guerra del opio”, a la que dio motivoel incidente del “Arrow”, pequeño navío que enarbolaba bandera inglesa y que fue detenido en Octubre de 1856 por un junco de la policía de Cantón, acusado de actos de piratería. El representante inglés protestó y solicitó la liberación de los marineros y, al no obtenerla, hizo bombardear el palacio del comisario imperial en Cantón. Los chinos respondieron incendiando algunos edificios de los occidentales. Por su parte, los franceses exigían reparaciones por la muerte de un misionero, el padre Chapdelaine, condenado a la última pena por un magistrado chino de Kuang-si y ejecutado. Por consiguiente, ingleses y franceses unidos iniciaron la guerra.

En Diciembre del mismo 1857 era ocupada Cantón por los ingleses. En Mayo del año siguiente se tomaron los fuertes de Taku y lord Elgin marchó sobre Pekín. No obstante, al llegar a Tientsin, los delegados imperiales le persuadieron para que firmase allí mismo la paz con ellos, paz que debía ser ratificada en Pekín al año siguiente. Sin embargo, cuando sir Federico Bruce, nombrado embajador en Pekin, pasó por Taku, los fuertes chinos abrieron fuego a traición sobre los buques de su escolta y, en vista de estos hechos, Inglaterra envió otra vez a  lord Elgin con plenos poderes y numerosas fuerzas. Franceses e ingleses desembarcaron el 1°de Agosto de 1860 en Pei-tang, a unos 20 kilómetros al N. de Taku. Poco después, eran tomados los fuertes de esta ciudad y los chinos pidieron la paz, que se convino el 21 de Octubre, ratificándose el Tratado en 1858 por el que China se comprometía a satisfacer una indemnización, aparte de la apertura de otros once puertos y el derecho de los occidentales a remontar el curso del Yang-tse-kiang, lo que permitiría penetrar en profundidad en el inmenso territorio chino.

Con este Tratado, los occidentales obtuvieron, además, el logro de viejas aspiraciones: La libertad para viajar por China provistos del correspondiente visado y el derecho a enviar representaciones diplomáticas a Pekín. Todos estos beneficios se hícieron extensivos a los Estados Unidos y a Rusia, la cual, desde hacía algún tiempo, había iniciado una lenta pero incesante penetración en territorio chino a través de la frontera entre ambos países. La emperatriz Tzu-Hsi, que gobernó a China desde 1861 hasta 1908 en calidad de regente. Había sido la primera concubina del emperador Hsienfeng, fallecido en 1861, sin que la emperatriz Hisao-chen le hubiera podido dar un heredero varón. Por consiguiente, correspondía la corona al hijo que Tzu-hsi había tenido con el emperador y la regencia debería haber sido ejercida por un Consejo, ya que el niño contaba sólo cinco años. Pero Tzu-Hsí, mediante una conjura palaciega en la que estuvo apoyada por el príncipe Kung, hermano del difunto emperador, se desembarazó del Consejo y asumió todos los poderes, compartiéndolos teóricamente con la emperatriz viuda.

Tzu-Hsi demostró poseer gran inteligencia y energía, que desplegó animada con la única intención de mantener la dinastía manchú en el poder y conservar el absolutismo imperial. Cuando asumió el mando, la China del Sur se hallaba todavía en poder de Hung-Hsiu-Chuan, el jefe de los Tai-ping, quien en un principio había contado con las simpatías de las potencias occidentales. Sin embargo,  demostrados su fanatismo e incapacidad para administrar los territorios ocupados, los occidentales prefirieron apoyar a la regente imperial. Algunas tropas francesas e inglesas participaron en combates contra los Tai-ping y ayudaron a la reorqanización del ejército chino, colocado primero bajo el mando del norteamericano Townsend Ward y, más tarde, del inglés Charles George Gordon. El golpe de gracia fue propinado a la rebelión, no obstante, por los propios chinos, los mandarines y magnates rurales, utilizando milicias privadas. Siguíeron unos años en los que China se vio continuamente obligada a la presentación de excusas, ofrecimientos de reparaciones e indemnizaciones y a conpesíón de nuevos privilegios a los occidentales, aumentando con ello el sentimiento xenófobo del pueblo. El Japón, que se había occidentalizado rápidamente, no quería permanecer al margen de las concesiones que China hacía a los europeos.

El choque se produjo en 1894, cuando el rey de Corea, feudalmente sometido a China, recurrió a ésta en solicitud de ayuda para reprimir una revuelta. Pekin envoi 3.000 hombres y el Japón, por su parte, desembarcó 5.000, imponiendo a un ministro simpatizante con el Imperio del Sol Naciente. Dicho ministro exigió la retirada de las tropas chinas y el gobierno chino se negó a ello, por lo que el 10 de Agosto el Japón le declaró la guerra. La superioridad del ejército y la flota nipona se evidenció de inmediato. Los japoneses ocuparon Port Arthur, lanzaron una ofensiva en Manchuria Y tomaron la isla de Taiwan (Formosa). China tuvo que firmar la paz el17 de Abril de 1895, declarando independiente a Corea y cediendo al Japón la citada isla de Taiwan y la península de Liao-tung.

Rusia, Alemania y Francia, alarmadas ante el creciente poder del Japón, obligaron a éste a devolver la peninsula de Liao-tung a China. El resultado de esta campaña confirmó la absoluta indefensión del Imperio. Puede decirse que, a principios del siglo XX, la soberanía china había cesado virtualmente de existir.  La enconada competencia entre las diversas naciones interesadas en China había terminado con la adopción de una política de esferas de influencia, por la cual cada potencia tenía asignada una porción de territorio chino; reinaba una extraordinaria corrupción administrativa en todo el país; por último, el desastroso resultado de la guerra con el Japón había provocado la animadversión de los chinos contra la emperatriz, la cual retenía el poder, a pesar de la mayoría de edad del heredero del trono.

El odio popular a los “diablos de ojos azules” alcanzó su punto culminante en 1900, cuando los “boxers” iniciaron su famosa rebelión. La importancia de esta revuelta para nuestros propósitos radica en el hecho de que los “boxers” realizaban una actividad típica de “chuan-fa”. En efecto, se convocó a los mejores maestros del arte para que instruyeran a los conjurados, quienes, al tiempo que recibían formación intensiva de “chuan-ta”, aprendían a marchas forzadas el manejo de armas blancas, particularmente lanzas, pértigas con tridente en un extremo, espadas con gancho, dagas, hachas, puñales, etc., así como bastones de varias formas Yel mortífero “nunchaku”, hermano gemelo del que usaron los habitantes de la isla de Okinawa y del que hablaremos más adelante. Incluso se exhumaron viejos tratados de artes marciales, redactados en código y en los que se trataban “in extenso” cuestiones relativas a la invulnerabilidad del practicante. Los rebeldes, que no conocían de las armas de fuego apenas otra cosa que el nombre, quedaron convencidos de su superioridad, a lo que contribuyó la presenciaentre ellos de famosos maestros, como Litsun, Che+Chai, Chiai-Chuan Y muchos otros, todos ellos altos jefes de escuelas de “chuan-fa”, circunstancia que acabó de fanatizarles.

Dejando aparte el hecho de que los “boxers” se vieron más a menudo en el caso de morder quede disparar, ya que su arsenal se reducía esencialmente a flechas, lanzas y sables, la verdad es que no podían utilizar un lenguaje más explícito. Su audacia les hizo obtener, en un primer momento, señalados éxitos. Sin embargo, el adversario, después de experimentar algunos reveses, no dudó en emplear el armamento más moderno y las ametralladoras americanas diezmaron a los rebeldes. El alzamiento se inició contra los alemanes estacionados en la península de Shantunq, comenzando así la rebelión contra las potencias extranjeras (Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos y Rusia), rebelión que pronto se extendió a la provincia de Chi-li. Otros grupos de “boxers”, que es posible que contaran con gran número de miembros de “chuan-fa”, fueron el Kan y el Chien. Ambas formaciones tomaron parte activa en la rebelión en el norte del país y ambas estuvieron relacionadas con el l-Ho-Chuan y con los “Ocho Diagramas”. Además de las actividades clandestinas de estas Sociedades Secretas, la guerra de 1900 atrajo a multitud de ciudadanos chinos, jóvenes y viejos, que formaban bandas de “gimnastas”.

La palabra “boxer” fue aplicada en un principio por los occidentales a los practicantes de “chuan-fa” en China, cuando observaron la similitud entre este arte y sus propios sistemas pugilísticos de combate, es decir, concretamente con el clásico boxeo inglés, y aunque parece ser que fueron muy pocas las escuelas de “chuan-ta” que participaron en la rebelión de los “boxers”, los invasores occidentales comprendieron bajo esta denominación a cualquier Sociedad Secreta china o grupo que mostrase odio a Occidente.  El grupo de “boxers” que, al parecer, era más digno de este nombre que cualquier otro era el llamado, I-Ho-Chuan, nombre que significa “Puños Justos y Armoniosos”, al cual pertenecían sólo unos pocos practicantes de “chuan-fa”. El I-Ho-Chuan formaba parte de una antigua Sociedad Secreta, la antes mencionada de los “Ocho Diagramas”, fundada hacia el final de la dinastía Ming y que se convirtió en el mayor grupo antioccidental, antes y después de la guerra de 1900.

Por otro lado, la secta del “Loto Blanco” y la sociedad de la “Lanza Roja” formaron la célebre “Sociedad de la Gran Espada” (Tatao-hui), que pregonaba ostensiblemente su divisa en un pendón: “Combatimos con fusiles. Cuando agotamos las balas, tomamos las bayonetas. Cuando éstas se rompen, empleamos las culatas y, si éstas se quiebran también, usamos los puños. Si también éstos nos fallan, mordemos”.

Desde un punto de vista retrospectivo, la rebelión de los “boxers” fue un alzamiento de las masas desorganizadas contra la intervención extranjera en China. En total, la actividad del “chuan-ta” fue escasa, si bien la aristocracia manchú gobernante y el paisanaje quedaron como magnetizados al contemplar la actuación de estos practicantes de arte marcial y llegaron incluso a creer que con su sistema de combate sin armas podrían expulsar a los occidentales de China, a pesar de la potencia militar de éstos. Es interesante comprobar cómo el solo nombre de “chuan-ta” era suficiente para movilizar al populacho contra el extranjero, aún a sabiendas de que sus componentes responderían con toda la diversidad de armas de fuego modernas de que disponían. Como es natural, la mayor parte de los combates durante la rebelión se libraron con armas.images3

La traducción a la realidad de esta ilusoria fuerza mágica china tue que, por espacio de dos meses, del 20 de Junio al 14 de Agosto de 1900, el ejército Kansu de Tung-Fu-Shing y centenares de personas “justicieras” esgrimieron toda suerte de armas mágicas tales como “banderas absorbedoras de almas”, “estandartes abrigadores celestes”, “abanicos de rayos” y “espadas voladoras”. Lograron dar muerte sólo a una persona importante: Al ministro alemán Van Ketteler. Aunque al principio, en guerra de guerrillas, los “boxers” lograron algún éxito, no pudieron competir al final con el moderno equipo militar de las cinco grandes potencias y fueron aniquilados. La emperariz viuda y sus consejeros, que en un principio apoyaron a los “boxers”, se volvieron contra ellos cuando se percataron de la inminencia de la derrota.

El odio hacia Occidente había logrado unir, en un propósito común, a chinos y manchúes, olvidando sus diferencias ante el peligro de la invasión “bárbara”. Los embajadores europeos perdieron el tiempo en estériles entrevistas con el Tsung Li-Yamen. En Mayo fueron destruidas algunas aldeas cristianas y asesinados muchos chinos conversos y el 1.° de Junio un cuerpo de 400 soldados y marinos de diversas naciones pudieron llegar a Pekín, donde reinaba ya el asesinato y el pillaje y donde el príncipe Tuan, los manchúes y las tropas del Kan-suh se habían puesto abiertamente al lado de los “boxers”. Los europeos residentes en la ciudad y un gran número de chinos conversos se refugiaron en la Legación inglesa.

Los indefensos cristianos de la parte oriental de la ciudad tártara fueron víctimas del incendio y del pillaje. El embajador alemán Van Ketteler fue muerto cuando se dirigía a ver al Tsung Li-Yamen y, finalmente, las tropas chinas comenzaronel ataque a las Legaciones extranjeras. La capital estaba incomunicada totalmente y las potencias enviaban a toda prisa fuerzas al Chih-Ií. Entretanto, los chinos habían atacado también la parte europea de Tientsin y los almirantes aliados, una vez recibidos nuevos refuerzos, tomaron por asalto esta ciudad. Inglaterra, en tanto, instaba al Japón para que enviase fuerzas de inmediato, ofreciéndole la compensación de su apoyo económico, lo cual hizo que el Mikado embarcase dos divisiones, por lo que, a principíos de Agosto, se reunieron en Tientsin, además una brigada india y pequeños refuerzos de otras naciones.

A mediados del mismo mes llegaba a la vista de Pekín una columna internacional de 20.000 hombres. El contingente ruso trató de adelantarse a los demás pero fue rechazado junto a las murallas con grandes pérdidas, y a la mañana  siguiente sus líneas retrasaron el avance de los norteamericanos. Los japoneses, a su vez, atacaron las murallas encontrando fuerte resistencia, mientras los ingleses, en cambio, lograban penetrar en la ciudad, abriéndose paso hasta las Legaciones, que el mismo día se vieron libres del terrible asedio que habían sufrido durante 55 días. Durante este largo período, el barrio europeo estuvo sujeto a un fuego continuo de fusilería y de cañones y a constantes luchas cuerpo a cuerpo con los “boxers” y las tropas regulares chinas. Mientras duró el sitio, en la corte china reinaban distintos pareceres. La emperatriz, secundada por el príncipe Tua, sancionó el ataque a las Legaciones en un Gran Consejo, después de haber recibido la noticia de la toma de Tientsin por los occidentales. El emperador y el príncipe Ching, que díscrepaban del acuerdo, protestaron enérgica pero inútilmente. El día de la liberación de las Legaciones, la corte, no pudiendo creer en un triunfo tan rápido de los extranjeros, se encontraba aún en Pekín y, gracias a que la ciudad, en buena parte, no fue ocupada en seguida, la emperatriz pudo huir el mismo día 15 con el emperador. A fines de Septiembre llegó el mariscal Waldersee con 20.000 alemanes para asumir el mando supremo, que le había sido otorgado por acuerdo entre las potencias aliadas, y la lucha quedó virtualmente terminada. Después de largas discusiones entre las potencias sobre las condiciones que había que imponer al vencido, se llegó a un acuerdo y se entregó una nota al gobierno chino el 21 de Diciembre de aquel mismo año. Las principales exigencias consistían en una reparación solemne por el asesinato de Van Ketteler, severo castigo a los culpables, indemnización de un equivalente a 1.600 millones de pesetas oro, mantenimiento de guardias en las Legaciones y fortificación de los barrios diplomáticos. También se impuso la ocupación de puntos estratégicos para mantener las comunicaciones de Pekín con el mar y la demolición de los fuertes chinos, incluidos los de Taku. Además, se obligó a publicar proclamas dictando la pena de muerte a los miembros de las Sociedades Secretas, comunicando el castigo impuesto a los jefes del movimiento “boxer”, aboliendo la práctica del “chuan-fa” y cerrando las salas de entrenamiento, con lo que este arte marcial quedaba -erradicado de China. El Tratado se firmó el 14 de Enero de 1901.                

                                           Carlos Fernández                 

                                                                                                                                                                                                                 Experto en artes y cultura marcial

Puedes descargarte EOC nº 65 en:http://www.dimensionlimite.com/eoc/EOC_65.pdf

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