Published On: Lun, abr 27th, 2015

EXPRESIONISMO ALEMAN Y ALBORES DEL NAZISMO: MAX SCHRECK, ACTOR Y/O VAMPIRO (I)

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Publicado en EOC nº 78

ThuleJosé Juan Montejo y Vicente Orozco nos presentan en este número una investigación histórica abismal.. Atrévete a sumergirte en el periodo más tenebroso de la historia de Europa y de los personajes que construyeron esa historia entre las bambalinas de la política, el cine y el ocultismo. Como nunca te la habían contado…

I.- Herr Plumpe o la forja de un cineasta

            Friedrich Wilhelm Plumpe nació en Bielefeld (Westfalia) el 28 de diciembre de 1888, hijo de un importante comerciante de tejidos. La mayor parte de su niñez transcurrió en Kassel (Hesse), empezando ya a demostrar su afición al arte con la representación de los cuentos de Andersen y los hermanos Grimm en el pequeño teatro de marionetas en su hogar. A los doce años, convirtió una habitación en sala teatral, donde, ayudado por su hermano Robert, ofreció obras clásicas para sus amigos.

            Allí cursó sus estudios de bachillerato, donde demostró una inteligencia sobresaliente, por lo que pasó a la Universidad de Charlottenburg (próxima a Berlín) para hacer Filología germánica, pero no acabó la carrera debido a su traslado a la Universidad de Heidelberg (Baden Württemberg) con el fin de estudiar Literatura e Historia del Arte, licenciándose en ambas.

            Durante su estancia en Charlottenburg había iniciado su actividad teatral pública apareciendo ocasionalmente en el Deutsches Theater, la mítica compañía berlinesa, pero no será hasta el traslado a Heidelberg cuando su labor empiece a ser reconocida, por una casualidad: a una de las representaciones estudiantiles asistió el insigne director escénico Max Reinhardt, el cual, impresionado por la actuación de Plumpe, le ofreció un puesto en su compañía, la mencionada Deutsches Theater[1]. Por lo tanto, a los 23 años comenzó su actividad profesional, a la vez que daba, siempre de la mano de Reinhardt, sus primeros pasos en el campo de la dirección escénica.Murnau

            Durante la Primera Guerra Mundial formó parte del I Regimiento de la Guardia Imperial de Postdam, para pasar luego a las filas de la naciente Luftwaffe. En el curso de un vuelo se vio obligado a hacer un aterrizaje forzoso en Suiza, donde permaneció hasta la firma del armisticio. Allí participó en un concurso de dirección teatral y consiguió el primer premio, iniciando una actividad que le llevará hasta Zurich y Berna, a la vez que entraba en contacto con el mundo del cine a través de la embajada alemana en Suiza, que le encargó la realización de unos films de propaganda de los cuales ni el menor dato ha llegado hasta nuestros días.

            En 1919 regresó a Alemania, donde inició su actividad cinematográfica profesional, abandonando por completo el teatro. Desde ese momento, Friedrich Wilhelm Plumpe pasó a ser Friedrich Wilhelm Murnau, tomando el nombre de una aldea bávara donde pasó una etapa de su juventud, pseudónimo que ya había utilizado como actor a las órdenes de Max Reinhardt.

II.- La crisis de Alemania en los años veinte

            Durante la I Guerra Mundial, los estadistas, los intelectuales, los banqueros, los industriales y los clérigos afirmaron que “aquélla sería la última de las guerras, una guerra contra la Guerra y que los muertos no cayeron en vano: la Humanidad saldría cambiada del conflicto”.

            Pero los hombres de estado que gobernaban en 1918 eran los mismos que habían provocado la guerra mundial (o no habían sabido evitarla), ya que los jóvenes habían perecido en los campos de batalla. La obsesión de vencer, vencer y vencer a toda costa había paralizado a los europeos occidentales, y los supervivientes, cansados y envejecidos, no podían imaginar otra cosa que el regreso a los tiempos anteriores, los old good times, y gozar, ellos sobre todo, de una última ráfaga de prosperidad en la agonizante sociedad burguesa.

            Desde la primera mitad del siglo XIX, los presupuestos estatales de las naciones occidentales se saldaban con grandes déficits, y entre 1914 y 1918 aumentaron tremendamente, porque para lograr la victoria no se reparó en gastos. Así, Lloyd George (ministro de Guerra inglés y luego Premier) decía que “vencería quien tuviese la última bala de plata”. Fue Gran Bretaña la que, con ayuda americana, naturalmente, pudo disparar dicho último proyectil… pero quedando también arruinada.

            ¿Arruinada?

            Sí, porque durante la guerra, la deuda pública británica subió de 1.000 millones de libras esterlinas a 7.000 millones. Solamente los intereses de semejante cantidad representaban un millón de libras diarias. Se calculó que dicha suma equivalía al trabajo continuado de dos millones de obreros durante años, lo que sumado a otros gastos (pensiones, viudedades, funcionariado del Gobierno y sus colonias, etc.) nos da que, como media, la contribución a pagar por todos los británicos, grandes y pequeños, era de 17 libras esterlinas (de 1920) al año, esto es, más de 300 euros.

            Peor aún, otros países europeos, vencedores de la contienda, como Francia y Bélgica, se encontraban con enormes regiones devastadas.

            Entonces, ¿cómo reconstruirlas y a la vez seguir viviendo?

            Sencillamente, imponiendo a Alemania la obligación de pagar, pagar, pagar siempre.

            La cantidad exacta de lo que debía pagar Alemania en concepto de reparaciones de guerra quedó sin precisar en el Tratado de Versalles. Debía fijarla la Comisión de Reparaciones, pero dando a entender que dicha servidumbre duraría 60 años, tres generaciones, y que el monto exacto sería todo lo que Alemania pudiese ahorrar durante ese período: 132.000 millones de marcos-oro (ó 6.600 millones de euros).

            Alemania protestó, ya que era una cifra astronómica, superior a la suma que se calculaba para toda su riqueza pública y privada, y consiguió que la Comisión de Reparaciones la fijara, en Agosto de 1921, en 20.000 millones de marcos-oro (1.000 millones de euros).Portada Tratado Versalles

            Pero con el interés que se acumularía al espaciarse los pagos durante un período de sesenta años, la cantidad vendría a ser poco más o menos la misma. Además, lo que había venido pagando desde el final de la guerra se había destinado al mantenimiento de los ejércitos de ocupación y a los gastos y sueldos de las innumerables comisiones de control que los aliados enviaron a Berlín para asegurarse de que se cumplían las cláusulas del Tratado de Versalles (ver cuadro).

            ¿Qué hubiera sucedido si, desde el principio, hubiera existido una verdadera Sociedad de Naciones, colaborando los aliados con Alemania?

            Esto ya es sólo política-ficción. Con la idea de que los alemanes eran los únicos responsables de la guerra, y con el sentimiento de que no podía tratárseles más que como a enemigos, los aliados cometieron tantos errores que dieron a los alemanes la convicción de que la guerra proseguía: factor determinante en la subida al poder del nazismo.

            El 31 de enero de 1923, apenas los ejércitos de ocupación se hubieron retirado de su territorio, Alemania declaró que necesitaba un aplazamiento de cuatro años para rehacer su economía, si debía continuar con los pagos fijados por la Comisión de Reparaciones.

            Inglaterra estaba dispuesta a aceptar, pero Francia, con Raymond Poincaré a la cabeza, que había gastado ya no sólo lo que había ido recibiendo de Alemania sino lo que esperaba recibir en el futuro (unos 5.000 millones de euros), para la reconstrucción de las regiones devastadas, no quiso atender a razones e invadió de nuevo Alemania con un ejército al que no se opuso resistencia alguna. Pero Francia no quería esta vez una ocupación militar del país, sino tomar posesión de la región del Ruhr[2], donde se encuentran la mayoría de las fundiciones alemanas e industrias derivadas.

            Para darle carácter internacional, los franceses enviaron cinco divisiones acompañadas de otra belga, y pensaban que, haciendo rendir a plena potencia las inmensas fábricas del Ruhr, obtendrían bastante beneficio para cobrar su cuota de reparaciones. Pero el gobierno berlinés contraatacó declarando el boicot a los invasores; aconsejó, más bien ordenó, la huelga general, la no-cooperación, pagando del Tesoro Público los salarios de los obreros que haraganeaban por las calles.

               O sea, que Alemania, la cual solicitaba un aplazamiento o suspensión de pagos para sus deudas, retribuía con sus fondos a los que se oponían al embargo instado por los acreedores. La guerra económica del Ruhr, que duró todo el año 1923, perjudicó por igual a ambos bandos: el franco bajó de manera alarmante y empezó la velocísima depreciación del marco, auténtica calamidad bíblica. En 1918 se cotizaba 4 marcos = 1 dólar; en el verano de 1922, 400 marcos, y a principios de 1923, más de 7.000 marcos. La inflación galopaba sin parar: el 1 de julio de 1923 el cambio era de 160.000 marcos = 1 dólar; el 1 de agosto, un millón; a mediados de octubre alcanzaba los 250 millones, y finales del mismo mes se fijaba en 130.000 millones de marcos por un dólar.

            El colapso de la moneda trajo la bancarrota de los negocios, la escasez de víveres en las ciudades (recordemos a Fritz Haarmann, el carnicero de Hannover) y el desempleo, con pérdida de los ahorros de las clases media y baja a una velocidad que ninguna revolución consiguió igualar, a la vez que el poder adquisitivo de los salarios quedaba reducido a cero.

            Alemania quebrantaba con el sabotaje a sus enemigos, pero a la vez se empobrecía y desmoralizaba. Por último, deseando terminar con la ocupación del Ruhr, aceptó reanudar los pagos, y en 1924 se nombró una comisión de economistas que trazaría otro plan de reparaciones.

            Presidida por el banquero de Chicago Charles G. Dawes, hombre de recursos, hábil y poco escrupuloso, decidió prestar a Alemania 200 millones de dólares en lingotes de oro, autorizándole con dicha cobertura para emitir papel moneda por un valor cuatro veces superior al del oro. Alemania pagaría 250 millones de marcos anuales, y, de haber querido cooperar, con este respiro de cinco años hubiera mejorado su situación.

III.- La UFA entre bastidoresBerlin, Aufnahmegelände der Ufa in Tempelhof

            Pese a la derrota y las graves consecuencias económicas que acabamos de ver, Alemania logró convertirse en el máximo productor cinematográfico de Europa.

            En plena contienda, el adjunto del jefe de estado mayor germano, el generalísimo Erich Ludendorff, comprendió la importancia del cine para la propaganda, a fin de mantener alta la moral de la tropa, y propuso que, en interés de la nación, las distintas productoras se fusionasen en una sola.

            Para lograrlo, creó el Bild und Film Amt (BUFA), el departamento de Fotografía y Cine del ejército, que, como ya vimos, encargó a Murnau, entonces en Suiza, sus primeros filmes. La industria cinematográfica no tardó en seguir el ejemplo, creando la Deutsch Lichbild Gesellschaft (DELIBIG), la Sociedad Alemana de Cinematografía, para hacer propaganda entre los civiles. Sabemos que se realizó un film titulado Dios maldiga a Inglaterra, y otro en que se contemplaba la entrada de las tropas alemanas en París y los rascacielos neoyorquinos derrumbándose ante el cañoneo de la flota alemana; quizá alguno de ellos fuese obra de Murnau.

            A instancias del gobierno, el 1 de noviembre de 1917 se fundó la Universum Film AG (UFA)[3], con un capital de 25 millones de marcos, de los cuales un tercio los puso el gobierno, y el resto procedía de diversas fuentes industriales. Compañías destacadas, la Decla Bioscop, la Nordisk o la Vitascop se convirtieron en filiales de la UFA: los recursos de todas esas productoras, sus estudios (sobre todo los de Tempelhof, en los arrabales de Berlín), sus circuitos de exhibición y sus artistas exclusivos, quedaron todos agrupados bajo el emblema de la UFA. Diremos a título anecdótico que es muy parecido al archiconocido símbolo ummita.

            En 1919, la UFA tenía a su disposición talentos como los de Ernst Lubitsch y su guionista Hans Kraly, el propio Murnau, Fritz Lang, Max Mack, Alexander Korda y el húngaro Mihàly Kértész (el Michael Curtiz de Hollywood). O estrellas como Emil Jannings, Conrad Veidt, Pola Negri, Werner Krauss, Lya de Tutti, Lil Dagover y muchos más, y técnicos como Fritz Arno Wagner, Karl Freund o Eugen Schuftan.El efecto Shuftan (dibujo de V. Orozco)-1 (2) - copia

            Éste último fue inventor de un conocido truco fílmico, consistente en (ver esquema) el uso de un espejo inclinado 45 º respecto al eje óptico y situado cerca de la cámara, para cubrir así todo el encuadre o plano de la toma. Sobre el espejo queda por reflexión la escena, que se desarrolla fuera del encuadre de la cámara, mientras que a través de una zona no azogada del espejo se toma simultáneamente una escena que se desarrolla al fondo. El resultado puede ser un grupo de payasos reunidos sobre los anillos de Saturno (He who gets stapped o El  que recibe el bofetón, 1923, Viktor Sjöström, con Lon Chaney de protagonista), unos homúnculos en el laboratorio (La novia de Frankenstein, 1935, James Whale) o una persona sentada ante una mesa sobre la que corre un minúsculo caballo blanco (Muñecos diabólicos, 1936, Tod Browning)[4].

             Al firmarse el armisticio en 1918, las acciones del gobierno en la UFA fueron adquiridas por empresarios y banqueros, quedando de esta forma la industria cinematográfica alemana en manos privadas. Esto transformó la misión de la UFA, que a partir de ahora iba a ocuparse de promocionar las tradiciones y la cultura germanas con tantas películas de mérito artístico como fuese posible…

            Cierto, las películas alemanas de entonces poseían una calidad muy superior a las de cualquiera de los aliados vencedores. Francia y Gran Bretaña iban muy por detrás, si bien la primera logró ponerse a la altura hacia 1925.

            La UFA se dedicó a abrir mercados exteriores, adquiriendo cines en España, Holanda, Suiza y Escandinavia, centrándose en los países neutrales, donde pudo penetrar poco después del fin de las hostilidades y antes de la fulminante depreciación del marco, que redujo la producción de 472 películas anuales a la mitad, todas de calidad muy dispar.

            Una descripción de la época no sería completa sin mencionar el expresionismo alemán. Un especialista[5] nos dice que la sensibilidad expresionista se caracterizaba por un violento rechazo del positivismo, y que estaba más interesada en los movimientos del alma que en los movimientos de la luz sobre los objetos, más preocupada por la vida interior que por la apariencia externa.

            En Alemania el expresionismo duró desde 1914 hasta finales de la década siguiente, manifestándose primero en la pintura y la poesía, y más tarde en el teatro y el cine, como explicaría cierto crítico[6]: “Cuanto más complicada sea la maquinaria de la comunicación, y menos sujeta a la voluntad del escritor o artista individual, más tardará en reflejarse en ella una determinada tendencia. Así, mientras que en la pintura o en la poesía es el propio artista el responsable de ofrecer el producto acabado, por lo que el proceso es rápido, la letra impresa tarda algo más, el teatro todavía más, y, por supuesto, el cine muchísimo más”.

            El expresionismo cinematográfico comenzó con El gabinete del doctor Caligari (1919, Robert Wiene). Película de argumento demencial y salpicada de historias extrañas, como la posibilidad de tratarse de una premonición del nazismo. Es verdad que el personaje del sonámbulo Cesare (Conrad Veidt) tiene algunos puntos de contacto con Hitler, pero hemos de recordar que las ideas sobre la superioridad de la raza germánica, el superhombre rubio y de ojos azules, se encontraban desde principios del siglo XIX en la mente de muchos intelectuales alemanes, quienes lo reflejaban así en sus obras: Goethe, Humboldt, los Grimm, Wagner, entre los más destacados. La esvástica (con los extremos curvos) ya aparecía en las cartillas obreras hacia 1850, años antes de repetirse hasta la saciedad en una recóndita abadía cisterciense de Austria (sita en Lambach) donde cierto escolar[7] se empaparía bien de ellas… Y mientras tanto Krupp perfeccionaba los métodos de fundición del hierro, sus fábricas vomitaban un acero cada vez más resistente y fabricaban cañones de mayor envergadura, como marchamo de un poderío devastador que culminó con el Gran Berta durante el asedio a París.caligari_04

            Volviendo al inquietante universo del doctor Caligari, diremos que el productor Erich Pommer había contratado en principio a Fritz Lang, pero el rodaje de una de sus películas se alargó más de lo previsto[8], por lo que ofreció el puesto a Robert Wiene. El interés de Pommer en llevar adelante una historia de terror basada en la locura sería lógico, teniendo en cuenta que su padre, actor famoso en su juventud, enloqueció en la vejez.

            Los guionistas, Hans Janowitz y Karl Meyer, tampoco eran muy normales. Parece que el primero elaboró el guión fuertemente impresionado al haber sido testigo de un crimen en Hamburgo durante la guerra; crimen que quedaría impune ante la impotencia de Janowitz, a quien la idea de un criminal psicópata en libertad obsesionaría toda su vida. Y Meyer era un poeta austríaco que, mientras sirvió en el ejército, fue sometido a diversos exámenes por un feroz psiquiatra militar, lo que evidenciaría su inestabilidad mental. Es el cine alemán, por tanto, el primero que muestra tales inquietudes estéticas: el surrealismo, los hallazgos sobre el subconsciente logrados por Freud…

            El presupuesto para el film era muy reducido, y en el apartado de gastos ocupaba el primer lugar la electricidad, un bien que escaseaba en Alemania los años de posguerra. Solución: construir los decorados con iluminación propia, contrastes y sombras pintados, con los actores obligados a asumir posturas absurdas durante su actuación, como el bajito que lleva un sombrero tirolés de un metro de alto. Al no existir apenas movimiento de cámaras, la película está más cerca del teatro que del cine, y en críticas de la época se la define como “filme cubista”[9].

            El primer  estreno, en Hamburgo, resultó un fracaso, pero en Berlín cosechó un éxito tremendo[10], al ser anunciado con el eslogan “¡Usted puede ser un Caligari!”. Pronto se distribuyó por todo el mundo, gracias a lo cual ha llegado hasta nosotros.

            No podemos resistir la tentación de narrar su argumento. La escena inicial nos muestra a dos hombres conversando en un jardín. Una mujer, vestida con un vaporoso camisón, pasa ante ellos, con expresión ausente y fantasmal. Uno de los hombres comienza a desgranar al otro una historia de la que él y la mujer son protagonistas.

            La narración se torna realidad. Sorprendentes imágenes caligaristas de la ciudad de Holsteinwall (norte de Alemania) en fiestas. Un feriante, el doctor Caligari, llega en un carromato: es un personaje de cuerpo enorme sostenido por flacas piernecillas. En el Ayuntamiento solicita los permisos para presentar su espectáculo: Cesare, el sonámbulo que adivina el porvenir. El secretario municipal trata despectivamente a Caligari, en cuyos ojos se lee una muda amenaza; el funcionario será asesinado por la noche.

            El narrador entra en escena. Se llama Francis, unido por una fuerte amistad con Alan, amistad que ni siquiera puede destruir el amor que ambos sienten por la misma mujer, Jane (es la misma que vimos al comienzo en el jardín).

            Francis y Alan van a la feria, donde el doctor Caligari presenta su atracción. Los carteles proclaman que todo cuanto Cesare ha predicho se ha cumplido. Alan, incrédulo, pregunta al sonámbulo:

            – ¿Cuánto tiempo viviré?

            – Hasta el anochecer – es la seca y cortante respuesta.

            Por la noche, Alan es acuchillado por Cesare, crimen exactamente igual que el del funcionario. Las sospechas del dolorido Francis se dirigen inmediatamente contra el doctor Caligari, pero la policía, mientras tanto, atrapa a un delincuente cuando iba a cometer un crimen. Aunque se declara inocente de los dos asesinatos, todos le creen culpable.

            Una sonrisa ilumina el maquiavélico rostro de Caligari, quien reemplaza al sonámbulo por un muñeco. Cuando Francis y el padre de Jane, médico forense, examinan a Cesare, no ven en él nada anormal.

            Al caer la noche, Cesare vuelve a la vida para perpetrar un nuevo crimen, guiado hipnóticamente por Caligari. Esta vez la víctima es Jane… pero cuando se dispone a descargar el golpe fatal, “algo” dentro de él le impide matar a la indefensa e inconsciente joven. Cesare huye, incapaz de obedecer el mandato de Caligari. Una turba le persigue y el sonámbulo no tarda en caer exhausto.

            Enterado de todo, Francis se propone de una vez por todas desenmascarar a Caligari. Le sigue hasta el manicomio que dirige el doctor Sonnow, para encontrarse con que no es otro que el siniestro feriante. Caligari, niega todas las acusaciones, incluso los documentos descubiertos por Francis en un libraco sobre un feriante del siglo XVIII, llamado igual que él, que también utilizaba a un sonámbulo para asesinar a quienes le caían mal, pero cuando le presentan el cadáver de Cesare enloquece y es atado con una camisa de fuerza.

            La narración ha terminado. Desaparecen los fantásticos decorados expresionistas y volvemos a la realidad. Vemos que el jardín pertenece al asilo del Dr. Sonnow y que Francis es uno de los enfermos allí recluidos. Entre ellos vemos también a Jane y a Cesare, el cual cuida con mimo unas flores.

            Llega el doctor Sonnow (¿o Caligari?). Su aspecto es apacible y tranquilizador. Francis le ataca y los enfermeros le reducen. Cuando, puesta la camisa de fuerza, le llevan a su celda, Sonnow afirma que se ha dado cuenta de que Francis le toma por Caligari, y podrá ya curarle de su locura. Pero el primer plano de la siniestra expresión que adopta su rostro nos deja en la duda.

            ENDE (Fin).

            La crítica opinaba de esta película: “… yendo a buscar en el fondo del alma cuanto contiene de turbador y que sólo despierta en presencia de la locura, de los desdoblamientos esquizoides de la personalidad y de los misterios del subconsciente, el guión de Karl Meyer puede considerarse como una chiquillada, una elucubración de un espíritu enfermizo o una tentativa osada y genial, digna de Hoffmann, pero que a nadie dejará indiferente…”[11]

IV.- Películas que desaparecieron

            Cuando queremos hacer un estudio sobre la obra de F. W. Murnau o cualquier astro de la cinematografía alemana de los años ‘20, nos encontramos con que la mitad de su obra es desconocida.

            Pero ahora no se trata de problemas de censura, sino técnicos: la destrucción o desaparición de todas las copias.el-golem

            Las causas son diversas: falta de perfeccionamientos que permitieran dar estabilidad e indestructibilidad a las copias de una película, la poca visión de futuro de los responsables de la conservación de las obras, el poco cuidado en su manipulación por parte de los exhibidores, el saqueo de los almacenes de la UFA por los rusos después de la caída de Berlín en 1945, y, en general, el clima de desconcierto que reinaba en la sociedad alemana de la primera posguerra.

            Un ejemplo es la primera versión de El Golem (1914, Paul Wegener), el coloso de arcilla cuya cabellera parecía una calabaza petrificada, vivo gracias a los hechizos del rabino Judah Ben Löw.

            Durante muchos años, esta película se consideró como perdida. Pero, en 1958, el coleccionista sueco Paul Sürlander encontró una copia en el sitio más insospechado: ¡¡en un viejo almacén de juguetes!!

            Para vender un lote de proyectores de juguete, el propietario del almacén había dividido la cinta en varios trozos, y los regalaba a quienquiera que le comprase un proyector. Sürlander consiguió rescatar todos los trozos, los volvió a montar y obtuvo así una copia completa, la única existente hoy en día[12].

            Películas, en fin, que quedan almacenadas en los recuerdos de quienes tuvieron la ocasión de verlas en su día, mientras que a las generaciones nacidas después de 1950 no les queda otra posibilidad más que las escasas notas y fotografías conservadas hasta nuestros días.

            En su primera etapa, ligada a la visión pesimista del mundo a causa de la derrota, Murnau utiliza temas fantásticos, como El retrato de Dorian Grey de Oscar Wilde en su primer filme Der Knabe in Blau (El muchacho de azul), adaptando un tema centroeuropeo.

            Su segundo film, Satanás, con el genial Conrad Veidt de protagonista, le lleva ya por los caminos de la filosofía particular del existencialismo. Esta película adopta la forma de episodios[13], uniendo bajo el nexo satánico tres épocas distintas: el antiguo Egipto, la Venecia de los Borgia y la Revolución rusa. Algo ya visto en la colosal Intolerancia (1916, D. W. Griffith), la cual unía en el mismo filme la Babilonia del 586 a. de J.C., la época de Jesucristo, la Noche de San Bartolomé en 1572 y una historia moderna sobre la Ley Seca.

            Ficha técnica de Satanás, filme (desaparecido) de 1919:SaTANAS

            Dirección: Murnau

            Producción: Victoria Film AG.

            Guión: Robert Wiene.

            Fotografía: Kart Freund.

            Decorados. Ernst Stern.

            Intérpretes: Conrad Veidt (Satanás, el eremita de Elu, Gubetta y Vladimir Grodski), Sadjah Gezza (Nuri), Elsa Berna (Lucrecia Borgia), Martin Wolfgang (Hans Conrad), Fritz Körtner (Amenhotep) y Marja Leiko (Irene).

            Argumento – Prólogo: Dios promete al Diablo la redención si consigue que del Mal pueda surgir el Bien.

            Primer episiodio: El faraón Amenhotep está enamorado de la arpista Nuri, la cual ama al joven oficial Orbe, el cual a su vez se enamora de Phai, la esposa del faraón. Nuri encuentra a Phai en brazos de Orbe a raíz de un equívoco organizado por el eremita de Elu, y descubiertos por el faraón, van a ser ejecutados, pero Nuri reconoce en Phai a la mujer que salvó a su madre de morir lapidada y, suplantándola, muere en su lugar. Phai pierde la razón, mientras el eremita de Elu descubre su verdadera personalidad como Satanás[14].

            Segundo episodio: Lucrecia Borgia encuentra en Venecia al apuesto capitán Gennaro, el cual, sin saberlo los dos, es su propio hijo. Satanás, bajo la apariencia de Gubetta, hace llegar a oídos del joven soldado una descripción depravante de Lucrecia. Ella, para vengarse de los murmuradores, los envenena en el transcurso de una fiesta, sin saber que Gennaro, su hijo, está entre los asistentes. Él, agonizante, la  apuñala ignorante de que es su madre.

            Tercer episodio: El estudiante Hans Conrad conoce a Vladimir Grodski, un refugiado ruso. Al estallar la revolución de 1917, Hans marcha con Vladimir a su villa natal en Alemania. Allá se pone al frente del grupo de descontentos que se apodera del castillo. La influencia de Vladimir le lleva a implantar una tiranía[15], lo que origina una conspiración contra él, comprometiéndose Irene, la hija del guardián del castillo, a matarlo. Descubierto el complot, Hans ordena ejecutar a Irene, a pesar de estar enamorado de ella. Bajo la máscara de Vladimir, Hans reconoce a Satanás.

            Epílogo: el Diablo comprende que del Mal jamás podrá surgir el Bien y por lo tanto su redención es imposible.

             Tras otras películas también desaparecidas, de las que no se posee ni el menor dato salvo sus títulos[16], Murnau volvió al tema del desdoblamiento de personalidad con el filme La cabeza de Jano – Der Januskopf, basada en El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde, de R. L. Stevenson. Para su adaptación, según la especialista en el cine de Murnau, Lotte H. Eisner, “…no se juzgó necesario adquirir los derechos de adaptación…”¸ como ocurriría más adelante con Drácula de Bram Stoker. Conrad Veidt volvió a ser el protagonista. El guión, no podía ser de otra manera, lo redactó el mismo de “Caligari”.

            En la película, un doctor diserta ante sus alumnos sobre la existencia de dos personalidades distintas en el ser humano, simbolizadas en el busto bicéfalo del dios Jano, personalidades que podríamos denominar el “yo físico” y el “yo existencial”. Mientras que el primero es nuestra actuación dentro de unas circunstancias agobiantes, el segundo simboliza, a través de la represión, nuestra verdadera identidad, la que no viene condicionada por ninguna imposición externa y que, por ser símbolo de la verdadera libertad, a los estamentos establecidos no les conviene dejar desarrollar.

            – Si lográsemos hacer salir al “yo existencial” – expone el doctor Warren-, ¿lograríamos aniquilarlo, para conseguir así lo bueno del ser humano? A esto conducen mis actuales estudios y les aseguro que he hecho importantes avances.Der Januskop

            Ficha técnica de Der Januskopf, filme (desaparecido) de 1920.

            Dirección: Murnau.

            Producción: Decla-Bioscop.

            Guión: Hans Janowitz, basado en Doctor Jekyll and mister Hyde de Stevenson.

            Fotografía: Karl Freund y Karl Hoffmann.

            Decorados: Heinrich Richter.

            Intérpretes: Conrad Veidt (dr. Warren y mr. O’Connor), Margaret Schlegel (Grace), Willi Kaiser-Heyl, Margaret Küpfer, Gustav Botz, Jaroslav Fürth, Magnus Stifter, Marga Reuter y Lansa Rudolph.

            Argumento: El doctor Warren adquiere en la tienda de un anticuario un busto que por un lado muestra el rostro de un ángel y por el otro el de un demonio. Se lo regala a su prometida Grace, pero ésta, horrorizada, no lo acepta.

            Warren, fascinado por el extraño busto, comienza a experimentar sobre la dualidad de la naturaleza humana, consiguiendo un elixir que desdobla la personalidad: de día es el respetable doctor, transformándose cuando llega la noche en el terrible mister O’Connor. Rapta a Grace y la conduce a su siniestra mansión, pero al ver que la personalidad de O’Connor va dominando la suya propia, toma un veneno y muere.PKT3356 - 240299 1924 Herr Adolf Hitler

            Algunas fuentes hablan de una aparición, en un papel bastante secundario, de Bela Lugosi. Es verdad que Bela Blaskò (así se llamaba de nacimiento) había ocupado el cargo de ministro de Cultura en la breve dictadura comunista de Bela Kun en Hungría, pero derrocado éste, no le quedó otra opción que el exilio. Aparentemente, se detuvo en Alemania camino de América y allí participaría en Der Januskopf, aunque la desaparición de todas las copias del film hace que las noticias al respecto sean contradictorias[17].

V.- Herr Hitler o la forja de un político

            La primera mitad del año 1918 había visto los éxitos más espectaculares de los alemanes en toda la guerra. En marzo y mayo se firmaron los tratados de Brest-Litowsk y de Bucarest, respectivamente, es decir, las capitulaciones de Rusia y Rumanía, concluyendo así la lucha en el frente del Este y aumentando notablemente el poderío germano en la Europa Central. Ahora Alemania, ya muy aliviada, podía concentrar todo su esfuerzo bélico en el frente del Oeste, y así Ludendorff inició en suelo francés una serie de ofensivas que hicieron retroceder las líneas británica y francesa hasta 40 millas de París.

            Al empezar el verano de 1918, Alemania creía tener la victoria en sus manos. Pero lo cierto es que, durante la reunión del estado mayor el 14 de agosto en el cuartel general de Spa, el famoso balneario, Hindenburg y Ludendorff habían comprendido la inutilidad de la lucha, los enormes esfuerzos y gastos que implicaba su continuación, y en Septiembre de 1918 solicitaron un armisticio inmediato, a pesar de su desacuerdo con el emperador Carlos II de Austria-Hungría y sus ministros en cuanto a las condiciones: lo que deseaban los militares alemanes era una paz honorable, y ahora era el momento de pedirla.

             A primeros de octubre, al anunciarse que el gobierno había solicitado un armisticio y las condiciones para la rendición, todos se quedaron pasmados. No se había informado al Reichstag de lo precario de la situación militar hasta el 2 de octubre. El día 3, el príncipe Max de Baden fue nombrado Canciller del II Reich, formándose un nuevo gobierno parlamentario que lo primero que hizo, presionado por el ejército, fue pedir el armisticio al presidente americano Woodrow Wilson.

            Las notas americanas de respuesta exigían el final de la guerra submarina, la evacuación de los territorios ocupados y el envío de representantes democráticamente elegidos para las negociaciones.Kurt Eisner-1918

            La crisis económica, inherente a la conciencia de derrota, junto con la influencia soviética, desencadenaron levantamientos que no pudieron ser contenidos: el 29 de octubre se sublevó la escuadra de Wilhelmshaven (importante puerto cerca de Bremen), en noviembre los marineros y los trabajadores de la base naval de Kiel, los cuales llegaron mezclados en una marcha a Berlín, formándose soviets de obreros y soldados en Hamburgo, Hannover, Munich (aquí presidido por Kurt Eisner[18]), y otras ciudades.

            El 7 de noviembre de 1918 se proclamó la república de Baviera, con la abdicación de Luis III, el último de los Wittelsbach[19]. Dos días después, el 9, abdicaba el Kaiser y escapaba a Holanda. En Berlín estallaba la revolución espartaquista, y el mismo día se proclamaba la república alemana, presidida por el socialdemócrata Philipp Scheidemann.

            Friedrich Ebert, presidente del partido socialista alemán (SPD), asumió la jefatura interina del gobierno gracias a un pacto con el general Gröner, sucesor del generalísimo Ludendorff y representante del ejército en el nuevo gobierno, con lo que pudo reprimirse la sublevación de los marineros.

            Al día siguiente, se formó el nuevo gobierno o Consejo de Comisarios del pueblo, integrado por tres miembros del SPD y tres del partido socialista independiente alemán (USPD), a la vez que los líderes del movimiento espartaquista (un Soviet de obreros y soldados que gobernaba Berlín), Kart Liebknecht y Rosa Luxembourg, propugnaban la dictadura del proletariado.

             Se formó un consejo ejecutivo como vínculo entre el gobierno y los consejos populares, que pronto se transformó en el Consejo central (Zentralrat), formado por los socialistas moderados de Scheidemann y Friedrich Ebert. Entonces, los espartaquistas pidieron la convocatoria de elecciones para una Asamblea Nacional. Los socialistas del USPD abandonaron el Consejo de Comisarios del pueblo mientras los espartaquistas se agruparon en torno al partido comunista alemán (KPD), que pasó a llamarse Spartakusbund, o Liga de los espartaquistas[20].

            El 11 de noviembre de 1918 se firmaba el armisticio sobre los catorce puntos de Wilson. Pero lo cierto es que las tropas alemanas permanecían aún fuera de las fronteras, el frente del Oeste seguía intacto y en el África austral el legendario general Paul von Lettow-Vorbeck había conseguido con tropas de oficiales alemanes y askaris de color, resonantes éxitos contra los británicos y bóers sudafricanos muy superiores en número.

            El mito de “la puñalada por la espalda dada por elementos judíos” se fue abriendo paso, porque se ocultó al pueblo que la iniciativa de la capitulación había sido del propio Ludendorff, quien luego permitió que fuese un gobierno civil (al cual se negó voz y voto durante la contienda) el que pusiese fin al conflicto, además de intentar evadir toda responsabilidad. Pocas veces en la historia universal se procuró imponer tamaña falsedad a todo un pueblo, pero se logró ya que había mucha gente dispuesta a creérsela.

            Este mismo día, en el sanatorio de un pueblecito cercano a la frontera polaca llamado Passewalk, convalecía un cabo de lanceros de lahitler con 2 compañeros del RIR I Compañía del 16º Regimiento de Infantería de Reserva (RIR) de Baviera, que formaba parte de la Sexta División bávara perteneciente al VI Ejército del príncipe Rupert de Baviera.

            Dicho cabo se llamaba Adolf Hitler.

            El Gefreiter (soldado de primera)[21] Hitler, hombre de aspecto insignificante, grandes mostachos y nuca de cuero, había servido como Meldegänger o soldado portador de mensajes al cuartel general. Esta misión era muy peligrosa a causa de los enemigos emboscados y deseosos de apoderarse de informaciones valiosas respecto al avance alemán, pero la desempeñó eficazmente durante tres años de la guerra. Y también tuvo comportamientos heroicos, como cuando según varios informes salvó la vida del teniente coronel Philipp Engelhardt cerca de Messines (provincia belga de Yprés)[22].

            El 14 de octubre de 1918, llevando mensajes a la retaguardia, Hitler se vio copado por el enemigo en una colina al sur de Werwick, sector de Yprés. Respiró gases asfixiantes que le afectaron la visión, y medio ciego, logró alcanzar el cuartel general y allí cayó desplomado[23]

            Un convoy militar de heridos lo trasladó a Passewalk (Pomerania), no lejos de Stettin, y allí permaneció hasta la firma del armisticio, que, al igual que la derrota, le resultaron inaceptables. Se pasaba noches enteras en vela[24] rumiando su odio contra los que consideraba culpables de la capitulación: los judíos.

            Con el alta y licenciado del servicio, le ocurrió lo que a tantos compañeros suyos en esa época de miseria y desempleo: que tenía pocas o ninguna posibilidad de hallar trabajo. A partir de ahora, iba a tener que ganarse el sustento, cosa que no le había preocupado en los cuatro años anteriores. Planes y más planes se formaban en su mente, pero no consiguió realizar ninguno[25]. Ya había cumplido 30 años, no tenía nada que perder y al fin tomó su decisión:

            – Resolví dedicarme a la política.

            Sin saber cómo empezar, tomó la ruta de Munich, viajando a través de un país sumido en el desorden. Todavía llevaba el uniforme y recibía rancho y paga del ejército.

            En Diciembre de 1918, se ofreció voluntario para montar guardia en un campo de prisioneros cercano a Traumstein, en la frontera austríaca. Pero al terminar enero, los prisioneros, rusos y algunos ingleses, fueron repatriados, y el campo se cerró. Hitler volvió a enfilar la carretera rumbo a Munich.

            En Enero de 1919, el movimiento espartaquista se había extendido a Baviera, Hamburgo, Bremen, Sajonia y el Sarre. La represión comenzHilter_Eisner_funeral.Feb.1919ó en Berlín, los combates se extendieron al resto del país, y culminaron con el asesinato, por parte de fanáticos derechistas según los izquierdistas, y por suicidio según aquéllos, de Liebknecht y Rosa Luxembourg. Un mes después caía asesinado Eisner en Munich[26], cuando iba a presentar su renuncia al parlamento bávaro.

            Para febrero se abrió la Asamblea Nacional en Weimar (Turingia, cerca de Erfurt), siendo elegido Ebert como Presidente de la República, y Scheidemann como canciller o primer ministro, el cual formó un gobierno de coalición entre el SPD, el centro católico (Z) y el partido demócrata alemán (DDP), además de los partidos burgueses.

            Todos ellos fueron el soporte principal de la República de Weimar, y el jurista Hugo Preuss redactó la llamada Constitución de Weimar, cima del constitucionalismo continental y aprobada por abrumadora mayoría: 262 votos a favor contra 75.

            Así se convertía Alemania en una república federal, parlamentaria y democrática, cuyo presidente era elegido por sufragio directo. El Parlamento (el Reichstag) estaba formado por 421 diputados electos y los representantes de los Länder o estados federados (el Reichsrat).

            La joven República federal alemana tuvo que sufrir la hostilidad de la burguesía nacionalista, del ejército (el jefe de estado mayor era entonces el general Hans von Seekt), de la aristocracia y los junkers (grandes terratenientes), los industriales y magnates del comercio, que la combatían por el temor a las grandes reformas previstas: la ley de 8 horas, el impuesto sobre la renta, los consejos de empresas, la legislación antimonopolio… Por su parte, la extrema izquierda tomó una actitud insurgente, con disturbios en el Ruhr, en la Alemania central y en Munich, como notó Hitler cuando llegó a la capital bávara a primeros de Abril de 1919.

            En febrero, un gobierno socialdemócrata presidido por Johann Hoffmann sólo duró hasta el 6 de abril, momento en que se instauró en Baviera, por influencia de la Hungría comunista de Bela Kun, una república soviética, que se mantuvo un mes y estuvo jalonada de juicios sumarísimos y algaradas callejeras.

            A principios de Mayo, las tropas regulares y los voluntarios del Freikorps[27] derrocaron la república independiente de Baviera, a lo que siguió una sangrienta represión, con montones de fusilamientos. Hitler nos cuenta que, durante la refriega, unos comunistas intentaron agredirle, pero él se defendió fusil en mano[28]. Al caer la Baviera soviética, declaró ante la comisión investigadora formada por oficiales del II Regimiento de infantería, encargada de juzgar y pasar por las armas a los culpables de crímenes durante el breve gobierno soviético.

            De esta manera, obtuvo trabajo en la oficina de prensa de la comandancia militar del distrito de Baviera, centro de actividades de personajes como el mayor Ernst Röhm, de quien volveremos a hablar. Hitler asistió a un cursillo de formación política para la tropa, y después fue nombrado oficial instructor. Desde ese día se dedicó a adoctrinar a sus subordinados con ideas contra el socialismo, el pacifismo y la democracia. Esta actividad fue crucial en su carrera, porque así aprendió a desarrollar su habilidad en la oratoria[29].

            Pocos meses después, en septiembre del mismo año, la inteligencia militar encomendó al cabo Hitler la misión de investigar una reunión del Partido de los Obreros Alemanes o Deutscher Arbeiter Partei (DAP), con el objetivo de conseguir informaciones valiosas para el ejército.

            Dicho partido, según algunos autores[30], sería uno de los brazos políticos y culturales auspiciados por la Sociedad Thule (ver cuadro) para movilizar A. Drexler-De mentor a críticoa las masas obreras de Munich. El DAP tuvo su origen en cierto “Comité de trabajadores libres”, fundado en Marzo de 1918 por un cerrajero muniqués llamado Anton Drexler[31], quien tuvo la idea de crear un partido obrero de ideas nacionalistas y patrióticas, en contraposición al cada vez mayor influjo del comunismo y del antisemitismo.

            Poco éxito tuvo Drexler, pues solamente logró captar unos 40 afiliados. En Enero de 1919 fusionó su grupo con otro similar, el “Círculo político de los trabajadores alemanes”, fundado por el periodista deportivo Karl Harrer, y así nació el DAP. El nuevo grupo limitaba su actividad a discutir en las mesas de las cervecerías, sin que la directiva compuesta de cinco miembros lograra diseñar un plan de actuación coherente.

            El primer mitin al que asistió Hitler de infiltrado, el 12 de septiembre de 1919, se celebró en el sótano de una cervecería, la Sterneckerbrau de Munich. Asistieron sólo unas 25 personas: el primer orador habló de economía y las reparaciones de guerra; luego un separatista bávaro llamado Baumann tomó la palabra y propuso la secesión de Baviera y su unión a Austria. Hitler saltó de su asiento, lleno de furia, y habló con tanta vehemencia que al acabar la reunión, Drexler se acercó y le felicitó. Unos días después Hitler recibía una tarjeta invitándole a una reunión con el comité del DAP.

            Primero dudó, pero acudió. La reunión tuvo lugar en una oscura y cochambrosa  cervecería, la Alte Rosebud, en la Herrenstrasse.

            “…entré en la mal iluminada estancia, donde no había un solo parroquiano, y busqué la puerta de acceso a un local interior, donde me encontré cara a cara con el comité. Bajo la mortecina luz de una lámpara oxidada de gas, vi a cuatro personas sentadas alrededor de una mesa; uno de ellos era el individuo que me felicitó el otro día…”. Todo fue simple rutina: los fondos del partido ascendían a siete marcos con cincuenta pfennige (4,23 euros)[32]; se leyó y aprobó el acta de la reunión, se informó acerca de tres cartas recibidas, con lectura y aprobación de la respuesta a las mismas.

            Según manifestaría más tarde[33], la sencillez y modestia de la reunión le atrajeron. Se trataba de un partido que, como él mismo, comenzaba desde abajo, y veía la posibilidad de jugar un papel importante en su consolidación. En los partidos ya establecidos sólo sería un don nadie. Así, tras meditarlo bien, se unió al DAP como su séptimo afiliado[34].

            Hitler obligó al comité a que adoptase medidas de reclutamiento más audaces. Las invitaciones se imprimieron en multígrafo y se distribuyeron. Se publicó un anuncio en los periódicos locales y se encontró una sala más grande para celebrar reuniones de mayor envergadura: en Octubre de 1919, cuando Hitler habló por primera vez en la Hofbräuhaus Keller, asistieron 110 personas, a finales de ese mes eran 130 y dos meses después ya sumaban 200.

VI.- Ariosofía y sociedades secretas

            La sucursal alemana de la Sociedad Teosófica fundada por H.P. Blavatsky adoleció de muchos problemas desde su fundación y aunque logró cierta estabilidad cuando Rudolf Steiner asumió su jefatura, las dificultades prosiguieron por motivos de fondo (la dirección inglesa de la Sociedad era de marcada tendencia orientalista, mientras que Steiner y sus compañeros querían reivindicar un esoterismo de corte cristiano) y estratégicos (la tensión creciente entre los imperios centrales y el británico no era ajena a las discusiones cada vez más crecidas entre los teósofos germanos y anglosajones). La gota que colmó el vaso fue la negativa de Steiner a aceptar como mesías reencarnado a Krisnamurti, y con el apoyo de la rama alemana rompió con la Sociedad Teosófica en 1913 y creó la Sociedad Antroposófica, instalando su sede en Dornach (Suiza).Guido_von_List

            Este clima de confusión y la falta de un representante formal de la Sociedad Teosófica en el ámbito germano, contribuyeron a que surgieran multitud de intérpretes de la doctrina teosófica, como fue el caso de Guido von List, un escritor muy influido por La Doctrina Secreta de Blavatsky que combinó teorías teosóficas como la de las “razas matrices” con cultos ancestrales de la tradición germánica, como el wotanismo. La teosofía pretendía explicar la evolución de la humanidad a través de la sucesión de diferentes razas, cada una con sus características y ritos propios, y en la actualidad nos hallaríamos en la era de la quinta raza matriz, que sería la aria y de origen atlante. A su vez, cada “raza matriz” se subdivide en otras, y la quinta comprendería otras siete de las cuales tres aún no habrían llegado, y las cuatro primeras se habrían ido sucediendo a lo largo de la historia: ariosemítica, irania, celta, y la teutónica en último lugar. Von List propuso un más difícil todavía, que en la raza aria existiría un “código de pureza racial” que prohibía las relaciones con las razas inferiores, y haciendo una extrapolación, propuso que medidas semejantes podrían recobrarse para favorecer el nacimiento de una nueva Alemania. Murió en 1919, y no pudo contemplar el éxito de sus postulados.

            Unos años antes, en 1908, los discípulos de von List fundaron una sociedad con su nombre para divulgar sus ideas en Alemania y Austria. Entre los fundadores se hallaba Jörg Lanz (von Liebenfels), antiguo monje cisterciense considerado fundador de la “Ariosofía”. Dejó la orden en 1899 y en 1905 fundó la revista Ostara, que se convirtió en órgano difusor de las tesis ariosóficas, con artículos publicados principalmente por él mismo. Sostenía la existencia originaria de “Hijos de los dioses” (Teozoa) e “Hijas de los hombres” (Antropozoa), mientras los primeros serían los arios con dotes paranormales como la telepatía, las segundas descendían de especies animales inferiores. La raza aria habría sufrido una “caída adámica” al mezclarse con esas especies, perdiendo tales facultades salvo honrosas excepciones, y por tanto recuperar la pureza racial aria se convertía en objetivo esencial.

            Aunque Lanz simpatizase con el incipiente nazismo e incluso afirmase haber conocido a Hitler en su juventud[35], no se incorporó nunca al partido y al estallar la S.G.M. emigró a Hungría, para refugiarse finalmente en Suiza, como hiciera veinte años atrás su oponente Rudolf Steiner.

            Otra corriente ariosófica que tuvo mayor influencia en el nacimiento del nazismo fue la Orden de los Germanos, constituida a finales del siglo XIX por antiguos masones expulsados de sus logias por defender ideas racistas, como Johannes Hering, a quien acompañarían en la iniciativa Philip Stauff, Theodor Fritsch y Hermann Pohl. Partiendo de un ideario patriótico y antisemita, en 1911 se crea la Logia Wotan, dirigida por Pohl. Éste preparó los estatutos de lo que al año siguiente sería la Orden de los Germanos propiamente dicha, con alrededor de trescientos miembros en toda Alemania. En Mayo de 1914, la Orden celebró un congreso, con el acuerdo de crear una organización clandestina llamada Geheimbund. En 1916 dicha organización se escinde de la Orden, y bajo la batuta de Pohl constituye la Orden de los Germanos del Santo Grial; para captar nuevos adeptos, se insertan anuncios por palabras en la prensa berlinesa y un tal Rudolf von Sebottendorf será de los que atiendan el llamamiento, erigiéndose en jefe de la rama bávara de la Orden con el rango de maestre en 1917. 4.2.7

            Estaban presentes otras sociedades secretas más o menos difusas, como la Sociedad del Vril (inspirada en The Coming Race o “La raza futura” de Lord Bulwer-Lytton) o Logia Luminosa liderada por el general e importante teórico de la geopolítica Karl Haushofer, e informaciones aún más dudosas que estamos investigando mencionan a una supuesta psíquica llamada Maria Orsic que también habría militado en la Sociedad Thule para abandonarla a finales de 1919 y pasarse a la del Vril, en cuyo seno o de forma independiente según rumores sin confirmar empezaría a canalizar extraños mensajes procedentes de una supuesta civilización a unos 65 años luz de distancia (¡!), en la estrella Aldebarán.

VII.- Conspiraciones en marcha

            En Marzo de 1920, Hitler está entregado a su actividad política y obtiene el licenciamiento definitivo del ejército. Mientras tanto el malestar se agudizaba en toda Alemania al fracasar un intento de derrocar al gobierno republicano de Berlín, llamado el “Kapp Putsch”, un golpe de estado dirigido por el general Wolfgang von Kapp y el comandante del norte de Alemania, general von Luttwitz, pues no logró movilizar ni a los militares ni las masas obreras. En cambio, otro golpe simultáneo en Baviera sí que triunfó: la noche del 13 de marzo de 1920, el general Arnold Möhl, comandante del VII Distrito, presentó un ultimátum al presidente del Landstag bávaro, Johann Hoffmann. De este modo se instauró en el sur de Alemania un gobierno de extrema derecha con tistes fascistas presidido por Gustav von Kahr.

            El capitán Ehrhardt y su brigada, expulsados de la capital al fracasar el “Kapp Putsch”, hallaron asilo en Baviera, formaron la Organización Cónsul y aquí se tramaron los asesinatos de Matthias Erzberger, quien presidió la delegación alemana que firmó el armisticio de 1918, y el de Walter Rathenau, judío, industrial multimillonario, ministro de asuntos exteriores e iniciador de la política de cumplimiento del Tratado de Versalles[36].teozoologia

            En esta movida época había otras formaciones con ideas muy similares al DAP de Drexler e Hitler. Sólo en Baviera coexistían el DSP o Partido Alemán Socialista de  Julius Streicher, o la Asociación Obrera ó Arbeiter Anschuss (AA), del doctor Dickel. En Austria se dio un curioso y poco conocido precedente, el partido alemán de los trabajadores nacional socialistas o Deutsche Nationalsozialistische Arbeiter Partei (DNSAP) impulsado por el abogado Walter Riehl, fundado antes de la guerra y rebautizado con ese nombre en un congreso del partido celebrado en Mayo de 1918; su programa reflejaba toda la amargura de la lucha entre alemanes y checos, destacándose por su antisemitismo y proclamación de la Gran Germania.

            El 9 de febrero de 1920, Drexler e Hitler presentaron el Programa del Partido Nacional Socialista de los Trabajadores, también conocido como programa de los 25 puntos. Unos días después[37] se cambió la denominación del DAP por la de Partido nacionalsocialista de los trabajadores alemanes o National Sozialistische Deutsche Arbeiter Partei (NSDAP)[38], empezando a utilizar la Hakenkreutz o esvástica como símbolo distintivo. Una delegación integrada por ambos asistió en Agosto de 1920 a un encuentro pangermánico en Salzburgo organizado por el DNSAP, y cuando Hitler tomó la palabra reconoció los méritos del grupo encabezado por Riehl al enorgullecerse de dirigir en Alemania el mismo movimiento que sus correligionarios austríacos iniciaron cuando aún regía el imperio austro-húngaro.

            A Hitler le resultaba muy necesario el antes mencionado mayor Röhm, ayudante del general Ritter von Epp, comandante del VII Distrito. Ambos se dedicaban a aprovechar cualquier resquicio legal para burlar las condiciones de Versalles, sobre todo en la reducción del ejército a 100.000 hombres.

            El mayor Ernst Röhm era muy influyente en el Freikorps, en las asociaciones de defensa y en cualquier conspiración política. Se había acercado al DAP incluso antes que Hitler, y cuando el partido comenzó a crecer, Röhm convenció a los miembros del Freikorps y ex combatientes a engrosar las nuevas filas. Así se formaron en el verano de 1920 las primeras patrullas armadas, el núcleo de las Sturm Abteilung (SA). En diciembre convenció al general Ritter von Epp, también miembro del NSDAP, a fin de que les ayudase a reunir los 60.000 marcos necesarios para comprar un periódico destinado a ser el portavoz oficial del partido. Parece que en las negociaciones también participó la Sociedad Thule, que en 1918 había adquirido por la suma de 5.000 marcos un semanario local (el Münchener Beobachter), al que cambiaron el nombre añadiendo información deportiva, y más tarde se terminaría llamando Volkischer Beobachter.Portada Volk. Beobachter

            Luego se mejoró la propaganda: se colocaron carteles impresos, siempre en rojo, el color de la revolución, para provocar a las izquierdas; se adoptó una bandera, roja, con la negra cruz gamada en el centro de un círculo blanco, en cuyo diseño Hitler puso sus cinco sentidos; se buscaron un saludo y un uniforme, y se adoptó la jerarquía de rangos. Las manifestaciones, los mítines de masas, fueron otra cosa que Hitler copió de los austriacos. El objetivo de los mítines era dar sensación de empuje, hacer creer que se estaba ante una fuerza irresistible… Aquí Hitler discutió otro axioma psicológico: que la violencia y el terror tienen su propio valor como propaganda, pues la ostentación de la fuerza bruta tanto atrae como repele a la gente.

            Por esta razón no usó la violencia de modo furtivo, tirando la piedra y escondiendo la mano, sino con la máxima publicidad posible. Desde el principio (“…dado que nuestras patrullas nos señalan no como un club de debates, sino como una fuerza política en lucha…”), las patrullas de la SA, más que para la protección en los mítines, fueron utilizadas para provocar disturbios y disolver las reuniones de los partidos rivales, a golpes si hacía falta, en un claro ejemplo de intimidación.

            Dicho y hecho. En Septiembre de 1921, Hitler dirigió personalmente las patrullas contra un mitin en el que hablaba Bellestadt, el candidato de la Liga federal bávara (BFL). Cuando el comisario le interrogó, Hitler respondió:

            – Sencillamente, conseguimos lo que queríamos: Bellestadt no habló.

            El 3 de agosto de 1921, las patrullas habían quedado definitivamente organizadas, bajo el mando de un relojero y ex presidiario que se hacía llamar Emil Maurice. Disuelto el Freikorps, Röhm usó las SA (el 5 de octubre de 1921 pasaron oficialmente a llamarse así) para mantener unidas a las fuerzas licenciadas. El primer jefe de las SA fue Johann Ulrich Klitzsch, implicado en el asesinato de Erzberger.

            Poco antes, en julio, Hitler viajó a Berlín para dar unas conferencias. Entonces el comité del partido trató de recuperar la dirección, al recibir propuestas para fusionarse con otras formaciones, como el DSP de Streicher. Pero Hitler regresó a toda prisa a Munich y neutralizó la maniobra, presentado su propia dimisión.vril08_01

            Así dejaba a toda la directiva del partido en una situación comprometida, pues todo el mundo sabía que él era quien había logrado el progreso del NSDAP dirigiendo la propaganda con tanto acierto. En dos sesiones realizadas casi en las Navidades de 1921, cedieron: Hitler pasó a ser presidente del partido, con poderes casi plenos, y Drexler, presidente de honor.

            Hitler colocó a Max Amann de vicepresidente y administrador, a Dietrich Eckart como editor del Völkischer Beobachter. Se reservó la facultad de tomar él solo las decisiones de importancia. Se abandonó la lúgubre trastienda de la cervecería Sterneckerbrau, con traslado de la sede a un local mayor sito en la Corneliusstrasse muniquesa, nº 12. Poco a poco se fue adquiriendo muebles de oficina, archivos, máquinas de escribir y un teléfono.

            Y es que Drexler y Harrer siempre consideraron al DAP como un partido obrero, de la baja clase media, radical y anticapitalista, pero a la vez nacionalista, según el programa de 25 puntos firmado por Drexler, Hitler y Gottfried Feder, un ingeniero aficionado a la economía y brillante orador con quien Hitler había coincidido en los cursos de patriotismo.

            Dicho programa era ferozmente nacionalista y antisemita. Todos los alemanes, incluyendo los de Austria y los Sudetes checos, debían unirse en una patria común: la Germania, formada por todos los territorios con mayoría de población alemana. Los tratados de Versalles y de Saint Germain-en-Laye[39] serían denunciados. Los judíos serían excluidos de la ciudadanía alemana y los que hubieran llegado a Alemania después de 1914 debían ser expulsados.

            Al mismo tiempo, el programa del partido atacaba al capitalismo, los monopolios, a los grandes industriales y a los junkers. Todos los beneficios de guerra serían confiscados. El Estado se encargaría de todos los monopolios y tendría parte en las ganancias de las grandes industrias. Junto a estas medidas iban otras más drásticas, tendentes a la reforma agraria: expropiación sin compensación de los terrenos necesarios para los proyectos nacionales, la abolición de la renta de la tierra, y la prohibición de especular con la venta de terrenos[40].

            Todo esto lo llevaba Hitler a su manera, si por las circunstancias se veía obligado a declarar que tal o cual parte del programa era inalterable, cuando cambiaban decía lo contrario y listo. Las cláusulas más socialistas del programa se justificaban porque en 1920 los obreros alemanes y la baja clase media estaban saturados de anticapitalismo radical, y para un estadista novato era esencial utilizar el lenguaje propio de las masas para atraerse su apoyo. Hitler nunca tuvo la intención de limitar el partido a determinada clase social, toda forma de descontento le valía, y allí cabían desde oficiales sin empleo (R. Hess y H. Goering) e intelectuales rebotados (J. Goebbels y A. Rosenberg), hasta el obrero que se negaba a sindicarse o el pequeño comerciante que se perdía por apedrear los escaparates de los grandes almacenes propiedad judía.

VII.- Los primeros colaboradores

            Como hemos visto, el más importante de todos era Ernst Röhm, soldado de vocación que no podía vivir sin la milicia, pero que tuvo que aceptar el pase a la reserva en 1923, pese a lo cual siempre fue un eslabón valiosísimo en las relaciones con las autoridades militares y contribuyó, más que nadie, a formar las SA.

            Había también otros dos ex oficiales. Uno era Rudolf Hess, hijo de un comerciante alemán, nacido en Alejandría (Egipto), y siete años menor que Hitler, compañero suyo por un tiempo en el regimiento antes de convertirse en piloto de la naciente Luftwaffe. Terminada la guerra, Hess ingresó en la Universidad de Munich, donde recibió matrícula de honor por su ensayo titulado ¿Cómo debe ser el hombre que guíe a Alemania hasta sus acostumbradas alturas?[41] Hess era un joven serio y de expresión bobalicona que se tomaba la política muy a pecho, sentía una profunda admiración por Hitler y se convirtió en su secretario y devoto discípulo. A través de él pudo Hitler conocer las particulares teorías sobre la supremacía germánica que circulaban por entonces entre la intelectualidad alemana y las universidades.

            Muy diferente era, en cambio, Hermann Goering, poseedor de la máxima distinción alemana al heroísmo en la línea de fuego: la medalla Pour le Mérite. Era cuatro años más joven que Hitler y llegó a Munich durante 1921 sin propósitos definidos. Oyó hablar de Hitler en 1922, le atrajo el NSDAP y poco después sustituía a Klitzsch al frente de las SA.

            Gottfried Feder y Dietrich Eckart también se unieron al DAP antes que el propio Hitler. Eran personas educadas y bien conocidas en la capital de Baviera. Feder tenía ideas muy propias en economía, machacando repetidamente con lo de “la esclavitud del interés”. Al principio, impresionó mucho a Hitler[42], pero luego perdió su ascendiente y cuando los nazis subieron al poder, él permaneció en Munich viviendo en la más completa oscuridad.

            Eckart (n. 1868) era mucho mayor que Hitler, periodista, poeta y dramaturgo de relativa fama, el típico bávaro aficionado a la cerveza, el buen comer y mucho hablar. Amigo íntimo de Röhm y como él, nacionalista violento, racista feroz que hostigaba a los judíos cuanto podía, y amante del folclore nórdico. Al acabar la guerra era propietario de una publicación que consistía en una solitaria hoja de literatura chabacana llamada Auf gut Deutsch (Para el buen alemán), que abandonó al ser nombrado editor del periódico del partido.Thule_Symbol

            Además, Eckart había traducido Peer Gynt[43] al alemán y sentía pasión por Schopenhauer. Hablaba siempre correctamente, incluso cuando estaba mareado por la cerveza, virtud gracias a la cual ejerció una enorme influencia sobre el joven y asilvestrado Adolf Hitler. Le prestó libros, corrigió su estilo tanto en la oratoria como en la literatura y a menudo iban juntos, así que poco antes de fallecer en Diciembre de 1923 hizo una inquietante recomendación a sus allegados, según ha quedado recogida en la biblia del realismo fantástico: “Seguid a Hitler. Él bailará, pero yo he compuesto la música. Le hemos dado los medios de comunicarse con ’ellos’… No me lloréis: yo habré influido en la historia más que ningún otro alemán…”[44].

            Fue Eckart quien le presentó a gente importante, como el Dr. Emil Gansser o los Bechstein, unos acaudalados fabricantes de pianos. Del primero Hitler escribiría más tarde[45]: “…el doctor Gansser merece la eterna gratitud del NSDAP. A él debo un gran número de importantes relaciones. Cierto, porque sin él jamás hubiera conocido a Richard Frank, el magnate del trigo, y no habría podio mantener el  Beobachter durante 1923…”

            Asimismo a través de Eckart, quien formaba parte de la Sociedad Thule, la cual en apariencia se ocupaba del estudio de la mitología nórdica, pero en realidad era la tapadera de una conspiración política, se reencontró Hitler con Hess y conoció a Alfred Rosenberg, ambos igualmente miembros de ella[46].

            Éste último era un exiliado de ascendencia alemana, natural del pueblecito báltico de Reval. Había estudiado arquitectura en Moscú, pero tuvo que escapar de la revolución rusa. A través de Rosenberg, sucesor de Eckart como editor del Völkischer Beobachter en Marzo de 1923, se relacionó Hitler con un grupo de emigrados furiosamente antibolcheviques y antisemitas[47], de los cuales el más importante era el general Pavló Skoropadski, Hetmán o gobernador de Ucrania en 1918 con el apoyo alemán. El general y su “ministro de información”, el dr. Nemirovitch Datachenko, utilizaron el Beobachter para propaganda a favor de los rusos blancos. Se decía que Skoropadski era uno de los máximos protectores financieros del periódico.

            Por lo tanto, deducimos que serían Eckart y Rosenberg quienes más influyeron en Hitler durante los primeros años de su Kampf. Que el segundo fuese arquitecto le impresionó mucho, a él, que siempre había anhelado ingresar en la Academia de Viena y fracasó. Los discursos pedantes y racistas de Rosenberg sobre temas culturales llevaron a Hitler a considerarle “el abanderado de la supremacía racial aria”.

            En aquellos días, el Völkischer Beobachter fue convertido en diario, con una oficina editorial en la Schillingstrasse de Munich. El dinero necesario lo aportó Frau Gertrud von Seidlitz, una dama originaria del Báltico, principal accionista de una fábrica de papel finlandesa.

            Para esta operación, un amigo de Hitler, llamado Putzi Hanfstängl, hijo de una rica familia de marchantes de arte muniqueses, adelantó un préstamo de mil dólares. Este joven, estudiante en Harvard, llevaba a Hitler a su casa particular, donde interpretaba para él las sinfonías de Wagner al piano y lo presentó a las familias pudientes de Munich, entre ellas los Bruckmann, editores, que se sintieron encantados con él y fueron sus amigos toda la vida.

            Pero Hitler se sentía fuera de lugar en tales sitios, y prefería la compañía de sus amigos de clase media, como el fotógrafo Heinrich Hoffmann, un bávaro vulgar y bebedor aficionado a los cuentos eróticos, que años después le presentaría a Eva Braun.

            Max Amann, el sargento de Hitler durante la guerra, hombre rudo pero digno de toda confianza en lo que se refería a los negocios, llegó a ser el director del periódico. Ulrich Graf, guardaespaldas de Hitler, hombre pendenciero, había sido matarife y luchador de catch. Como él era Christian Weber, un gigantón de fuerzas hercúleas, tratante de caballos y “lanzador de gente indeseable” en las tabernas, cuya vida social consistía únicamente en beber toneles y más toneles de cerveza bávara.

            La reputación de Röhm no era de las mejores (más tarde iba a descubrirse su homosexualidad). Ni lo era la de Hermann Esser, el único orador que podía hacerle la competencia a Hitler, quien lo despreciaba porque alardeaba de vivir a costa de su harén de amantes y su “especialidad” consistía en destapar escándalos cuyos protagonistas fuesen judíos, para después airearlos en el diario del partido.

            Muy parecido a él era Julius Streicher, a quien ya hemos mencionado como líder del DSP bávaro. Profesor de escuela infantil en NuremberWorms, Antisemitische Presse, "Stürmerkasten"g, hombre de violento y crudo antisemitismo, Streicher fundó Der Stürmer, un semanario donde publicaba las fantásticas historias de asesinatos que los judíos cometerían en sus rituales, o sobre la conspiración revelada en los Protocolos de los Sabios de Sión. Streicher disfrutaba con la pornografía dura y jamás fue visto en público sin su fusta en la mano. Hitler le convenció para abandonar el DSP y unirse al NSDAP con todos sus seguidores de Nuremberg.

            ¿Cómo se las arreglaba el futuro führer para vivir en la época de la inflación galopante? Ya vimos cómo Drexler y el comité del partido habían tratado de deshacerse de él en Julio de 1921. Una de sus argucias fue la publicación de un libelo difamatorio; entre las acusaciones contra él estaba ésta: “… si se le pregunta de qué vive, cuál es su profesión, se encoleriza. Hasta la fecha no nos ha dado una explicación adecuada, de manera que su conciencia no puede estar limpia, máxime cuando su trato excesivo con mujeres (sic), ante las que se pavonea como si fuera el rey de Baviera, debe costarle una fortuna…”

            En el proceso subsiguiente por difamación, se rogó a Hitler que informase al jurado de qué vivía exactamente: por ejemplo, si recibía una remuneración por sus conferencias o alguna otra actividad…

            – Si hablo en nombre del NSDAP –replicó-, entonces no cobro dinero alguno. Pero también hablo para otras organizaciones, como la Liga Alemana de la Defensa o la Liga de Asalto, y entonces claro que recibo una gratificación. Además, almuerzo con algunos camaradas del partido que se turnan para invitarme y ellos me ayudan de forma bastante modesta.

            Resulta obvio que semejantes preguntas mortificaban a Hitler. Hasta tal punto que, más tarde, Hess escribió una carta abierta en el Beobachter, asegurando que él, Adolf Hitler Pölzl[48], estaba libre de cualquier censura en lo tocante a sus economías.Streicher en su celda de Nuremberg

            Lo cierto es que Hitler seguía tan descuidado en los asuntos de dinero como en su juventud vienesa. Vivía según la máxima “tanto tengo, tanto gasto”. Ocupaba una habitación en una casa situada en una humilde callejuela a orillas del río Isar (Thiersstrasse, nº 41), muy pequeña, con el piso cubierto de linóleo y un par de alfombras viejas. Sus lecturas consistían en cuentos populares y El arte de la guerra de Clausewitz, que podía citar en cualquiera de sus páginas. Sus pertenencias eran escasas. Vestía un sobretodo raído y roñoso o un impermeable barato, y se cuidaba muy poco.

            De esta forma dirigía el partido, con carencias similares y la necesidad de depender de ayuda ajena. Julius Streicher, uno de los nazis de primera hora, refirió en Nuremberg lo siguiente[49]: “… el partido vivía al día en lo que se refiere a las finanzas. Sin fondos disponibles, los alquileres de los locales de conferencias, el costo del material impreso y los mil y un gastos que había nos ahogaban. Sólo contábamos con las cuotas de los afiliados, insuficientes, algo así como una gota en vacío cubo de nuestras necesidades. Las colectas que se hacían durante los mítines eran a veces considerables, pero nunca fijas. De vez en cuando, algún simpatizante hacia un donativo especial, y a veces hasta cuantioso, pero jamás tuvimos dinero suficiente. Todo exigía desembolsos colosales en relación con nuestros ingresos. Muchas veces no teníamos ni lo necesario para pagar a los que pegaban en las paredes los carteles de nuestros fastuosos mítines…”

            Uno de esos “donativos especiales” fueron los 100.000 marcos en oro que Fritz Thyssen, presidente de la Unión de Fabricantes del Acero, entregó al partido. Se rumoreó también que los franceses del Ruhr financiaban al NSDAP, o que recibían ayuda económica desde Suiza, pero nada pudo probarse.  Lo cierto es que el partido nazi comenzó su andadura con recursos económicos muy limitados.

            Pronto tuvo éxito la marcha fascista hasta Roma, e Hitler decidió imitarla. Tras conseguir las simpatías de Ludendorff, el 8 de noviembre de 1923 se jugó el todo por el todo con un golpe para tomar el poder en Baviera, el llamado Putsch de Munich,… pero fracasó. Lo que ocurrió en los diez años siguientes, como diría Rudyard Kipling, es otra historia.

Vicente Orozco y José Juan Montejo

Cambios territoriales Tratado de Versalles (2) RECUADRO I

El Tratado de Versalles

            El 28 de junio de 1919 se firmaba en el palacio del mismo nombre, rubricándolo los embajadores alemanes Hermann Müller y Johann Bell. Su texto constaba de 440 artículos divididos en quince Títulos, el primero de los cuales recogía el Estatuto de la Sociedad de Naciones y en otro apartado distribuía entre los vencedores la administración de las colonias alemanas y de sus aliados. Mucho se ha escrito sobre si la dureza de su articulado espoleó el ánimo revanchista alemán y favoreció el ascenso del nazismo al poder: veámoslo.

            Los Títulos II y III delimitaban las nuevas fronteras: Alemania perdía Alsacia-Lorena, Poznan, la Prusia occidental y los territorios de Hlucin y Memel, convirtiéndose Dantzig en ciudad libre; en las zonas de Eupen-Malmédy, en el norte de Schleswig-Holstein, en la Prusia oriental y en la Alta Silesia se celebrarían plebiscitos para determinar su adscripción. La Sociedad de Naciones asumía la administración del Sarre por 15 años, cediendo la exportación de sus minas de carbón a Francia, como compensación por los perjuicios causados por los alemanes en las suyas. Se imponía a Alemania el reconocimiento y respeto de la independencia de Austria, con la prohibición de cualquier unión política entre ambos países.Portada Tratado Versalles

            Los Títulos IV y V: Alemania renunciaría a sus colonias, desmilitarizaría la orilla derecha del Rhin con un control del desarme por comisiones aliadas, entregaría el material de guerra, reduciría su ejército a 100.000 efectivos, suprimiendo el estado mayor, y derribaría todas las fortalezas situadas hasta 50 km. de la orilla este del Rhin.

            En cuanto al Título VI, contenía las disposiciones referidas a los prisioneros de guerra y cementerios.

            El Título VII: la entrega de todos los criminales de guerra (el ex kaiser sería juzgado por un tribunal holandés).

            Por lo que se refiere al Título VIII, especificaba las reparaciones de guerra: “…los gobiernos aliados y sus asociados declaran, y Alemania lo reconoce, que tanto ella como sus aliados son responsables de los daños sufridos por los estados aliados y sus asociados como consecuencia de la guerra que les fue impuesta por la agresión de Alemania y sus aliados…”; una comisión especial fijará el importe de las indemnizaciones, con obligación de entregar todos los buques mercantes de más de 1.400 toneladas y de la mitad de los que desplazasen entre 1.000 y 1.400 toneladas, y de la cuarta parte de la flota pesquera, cediendo asimismo ganado, carbón, locomotoras, vagones, cables submarinos, etc., etc..

     Perdidas territoriales por el Tratado de Versalles (2)       Finalmente, los Títulos IX al XV abarcaban materias como las finanzas, tráfico aéreo y fluvial, economía, sindicatos, y el funcionamiento de la Sociedad de Naciones.

            El Tratado de Versalles entró en vigor medio año después, el 10 de enero de 1920.

            Alemania liquidó el pago de las reparaciones de guerra en 1983, pero aún tenía pendiente de abonar los intereses generados desde la aprobación del Tratado. Como éstos no podían pagarse hasta que volviera a estar unida, se le concedió un plazo de 20 años para ello desde el momento de la reunificación: después de 91 años, Alemania terminó de liquidar todas las reparaciones de la P.G.M. el 3 de octubre de 2010.

           RECUADRO II

La Sociedad Thule: entre la realidad y el mitothule2

               En 1933, pocos meses después de que el partido nazi ganara las elecciones, una editorial de Munich publicaba el libro Bevor Hitler Kam (Antes de que Hitler llegase). Su autor era el autonombrado barón Rudolf von Sebottendorf, cuyo nombre real era Adam Alfred Rudolf Glauer, nacido en 1875 e hijo de un ingeniero de Silesia, aunque parece que con 34 años fue adoptado por el auténtico barón, Heinrich von Sebottendorf. Allí se contaba el origen, historia y actividades de la Thule Gesellschaft, nombre original en alemán de la Sociedad Thule.

               El libro tuvo un recorrido muy accidentado, pues tras una primera edición de cierto éxito que incluía un anexo con la relación de miembros de la sociedad Thule, algunos de los cuales eran los nuevos amos de Alemania, una segunda en 1934 corrió peor suerte. Semejantes revelaciones resultaban incómodas e inoportunas para quienes tras un año en el poder paulatinamente iban mostrando su cara menos amable, por lo cual el libro fue retirado de las librerías, toda la edición incautada y ordenado el arresto preventivo del autor, que a renglón seguido fue “invitado” a salir de Alemania por la frontera de Suiza.

               Como hemos visto, la Sociedad Thule surgió como una escisión de la rama o logia bávara de la Orden de los Germanos, constituida por von Sebottendorf en 1917, y que se independizó de dicha Orden un año más tarde con la creación en Julio de 1918 del llamado Grupo de Estudios para la Antigüedad Germánica – Sociedad Thule.

               El primer enigma de la neonata sociedad estaba en su propio nombre: la mítica isla de Thule situada en un norte ignoto, mencionada por autores grecorromanos como Herodoto o Virgilio en la Eneida, y donde las tradiciones y leyendas fijaban el origen de los hiperbóreos y de la raza aria. Hubo quienes la asimilaron al paraíso perdido o incluso la Atlántida, y simbolizaba el eterno retorno hacia las fuentes primordiales, el reencuentro con los “hombres transparentes”  mencionados por el historiador griego.

               Pero Glauer-Sebottendorf se quejaba de que la mayoría de los integrantes de Thule (que alcanzó unos 250 seguidores en Munich y hasta 1.500 en el resto de Baviera) carecían de intereses o aficiones por los saberes ocultos, quedándose en la superficie: las reuniones, principalmente gastronómicas, en el lujoso hotel muniqués Las Cuatro Estaciones, y sobre todo la iniciativa política de muchos de sus miembros que aprovecharon la influencia de la sociedad, sus relaciones y contactos para organizarse y crear grupos ultranacionalistas donde los aspectos esotéricos quedaban más difuminados. No obstante, en el mismo seno de Thule se formaron dos grupos paramilitares: la Kampfbund o Liga de Combate, y el Cuerpo Franco Oberland.

               También tuvo sus mártires: en Abril de 1919 se proclamó la república soviética de Baviera, y en las redadas que se produjeron siete miembros de Thule (entre ellos una condesa que actuaba como secretaria de von Sebottendorf) fueron abatidos por fuerzas comunistas. Previamente, otro de sus integrantes (o mero candidato finalmente rechazado), Anton von Arco-Valley, asesinó al ministro-presidente Kurt Eisner.

               Entre esos miembros se hallarían los fundadores del DAP, Anton Drexler y Karl Harrer, así como Dietrich Eckart y otros prominentes líderes nazis que en 1919/20 eran poco o nada conocidos: Rudolf Hess, Alfred Rosenberg o Hans Frank (gobernador general de Polonia durante la guerra, condenado y ajusticiado en Nuremberg).

               La cuestión de si el propio Adolf Hitler militó o no en la sociedad Thule es polémica. Otro de sus fundadores, que también lo fue de la orden-madre de los Germanos, Johannes Hering, dejó dos manuscritos inéditos de 1936 y 1939 bajo el título Beiträge zur Geschichte der Thule-Gesellschaft, con resúmenes de las reuniones y actividades de la sociedad desde su creación. En el segundo de ellos, desmiente que Hitler asistiese a alguna reunión de Thule (Bundesarchiv Koblenz NS 26/865, y también en Rehse No.431)[1].thule_10

               Aunque Glauer-Sebottendorf mantuvo durante un tiempo un periódico llamado Thule-Bote, parece que las disensiones internas o deserciones de miembros que directamente se afiliaban al DAP, NSDAP u otros grupos extremistas, hicieron que a partir de 1926 apenas se registraran actividades, salvo las típicas de un simple club social.

               Muchos de sus postulados fueron incorporados al ideario nazi, en la obra del mentado Rosenberg o en las actuaciones de otros conocidos jerarcas como Heinrich Himmler, promotor de investigaciones y estudios para ubicar la región del planeta origen de la raza aria, y recuperar todo tipo de reliquias y restos arqueológicos en apoyo de tales teorías.

               El exilio forzoso de Rudolf von Sebottendorf provocó que viajase por varios países, entre ellos Turquía que ya conocía de viajes anteriores y donde habría pertenecido a sociedades secretas de corte islámico. Durante la guerra permaneció aquí y trabajó en tareas informativas a las órdenes de L. C. Moyzisch, el alto funcionario de la embajada alemana en Ankara que también reclutó al archifamoso espía “Cicerón”.[2]


[1] Phelps,  Reginald H: “Before Hitler Came – Thule Society and Germanen Orden”, en Journal of Modern History, Vol. 35, No. 3, September 1963, pp. 245-261.

[2] Milá, op. cit.

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NOTAS

[1] Retenga el lector este dato, porque otro actor llamado Friedrich Gustav Maximilian S., trabajó por la misma época en dicha compañía.

[2] El Ruhr, las “tierras negras de Alemania”, denominadas así por su color característico, debido a las riquísimas minas de hulla, y por el color del cielo, a causa de las humaredas que despiden las miles de chimeneas de las fábricas y fundiciones.

[3] AG: sociedad anónima, S.A. GmbH: sociedad limitada, S.L.

[4] Eugen Schuftan fue el artífice de los efectos especiales de la colosal Metrópolis (1927, F. Lang): con un sistema de espejos inventado por él, convirtió una maqueta en la megaciudad del futuro.

[5] Costa, Jordi: Hay algo ahí afuera-Una historia del cine de ciencia-ficción (Vol. I). Eds. Glenat, Barcelona, 1997: pág. 56.

[6] Artaud, Antonin: El cine. Alianza Editorial, S.A., Madrid, 1971: págs. 68 y ss.

[7]  Era el niño Adolf Hitler.

[8] Probablemente se tratase de Die Spinnen (1919, Lang), serial en dos episodios, aunque inicialmente estaban previstos cuatro. Detallaba las aventuras del héroe Kay Hoog (un precursor de Indiana Jones) en su combate contra la sociedad secreta de Las Arañas, que le llevaría a escenarios tales como la civilización inca, una ciudad subterránea bajo San Francisco o las islas Malvinas.

[9] ABC, 21 de marzo de 1923.

[10] A la misma tendencia pertenecen filmes como Raskolnikov (1923, Murnau), adaptación de “Crimen y castigo” de Dostoievski; El hombre de las figuras de cera (1924, Paul Leni); el film ruso de ciencia-ficción Aelita (1924, Jakob Protazanov), o El ángel azul (1931, Josef von Sternberg) con Emil Jannings y Marlene Dietrich.

[11] Sobre esto debemos precisar que las escenas inicial y final del jardín no figuraban en el guión original de Hans Janowitz. Su inclusión, obra quizá de Karl Mayer, transforma completamente el sentido de la película.

[12] Ambos Golem (1914 y 1920, Wegener) están disponibles en YouTube.

[13] Práctica habitual en el cine alemán de la época, como en Destino-Der müde Tod (1921, Lang), que junta la Bagdad de Harún al-Raschid, la Venecia de los Borgia y la China imperial; película que luego adquiriría por 100.000 dólares Douglas Fairbanks, para copiar los trucos, como el de la alfombra voladora, en El ladrón de Bagdad (1924, Raoul Walsh).

[14] Se ha podido rescatar una escena erótica del primer episodio, entre el faraón y la arpista, disponible en YouTube con una duración de 42 segundos.

[15] Podemos imaginar que Murnau se inspiró en la agitada situación de Alemania durante 1918-1920 para la trama de este episodio.

[16] Se conocen al menos otras cuatro películas de Murnau rodadas en 1920: Abend-Nacht-Morgen, Sehnsucht-Anhelo, Der Gang in die Nacht y Der Bucklige und die Tänzerin.

[17] Montaner, Francisco: “Los hombres de la fantasía: Bela Lugosi”, revista Terror Fantastic, nº 14, Noviembre 1972, pags. 10 y ss.

[18] El cabecilla de la revolución en Noviembre de 1918.

[19] La simpática familia de Sissi emperatriz, en las edulcoradas películas protagonizadas por la inolvidable Romy Schneider.

[20] En recuerdo de Espartaco y su rebelión de gladiadores y esclavos en el año 73 a. de J.C.

[21] Acerca de las equivalencias del rango de Gefreiter en otras fuerzas amadas se suele asimilar generalmente con el de Cabo, pero realmente en el ejército bávaro equivalía al de Private en los ejércitos inglés y norteamericano y Soldado de primera en el español, sin mando en tropa, frente al de Corporal o Cabo.

[22] Una reciente aportación crítica al papel de Hitler se debe al historiador Thomas Weber en La primera guerra de Hitler, Taurus, Madrid, 2012. El protagonismo de Hitler en dicha acción es absoluto en un informe de 1932, cuando era de sobras conocido y estaba a punto de ganar las elecciones; en cambio, otro informe de 1915, cuando era totalmente anónimo, señala que no sólo fueron él y otro correo llamado Anton Bachmann quienes salieron a proteger al teniente coronel, sino ambos  y otros dos compañeros más, cuya mayor preocupación era que si el fuego enemigo se cebaba sobre Engelhardt les iba a alcanzar también a ellos.

[23] Curioso. Hitler, en la S.G.M., debido a esta dolorosa experiencia prohibió terminantemente a sus tropas el empleo de gases asfixiantes y armas químicas… por motivos humanitarios. Pero los autorizó en los campos de exterminio, aunque tal vez se limitase a las órdenes o directrices genéricas que condujeron a la llamada “solución final”, sin entrar en detalles como los medios a emplear para llevar a cabo tan tenebroso plan, acaso dejados a la “libre” iniciativa de sus subordinados y mandos intermedios.

[24] La estancia de Hitler en Passewalk tiene su importancia, pues más tarde afirmó que sería allí donde se inspiró para adoptar la cruz gamada, mientras miraba y miraba el friso mural decorado con arabescos en la sala general del sanatorio.

[25] Hitler, Adolf: Mein Kampf, Reklam Verlag GmbH, Stuttgart, 1959: págs. 58 y ss.

[26] Su asesino fue el joven aristócrata Anton von Arco-Valley, que había intentado entrar en la sociedad Thule pero fue rechazado por su ascendencia judía, y decidió probar así su valía.

[27] Grupos de voluntarios armados, milicianos, formados al final de la guerra bajo el patrocinio del ejército, para proteger las fronteras alemanas contra los polacos y el bolchevismo.

[28] Hitler, op. cit., págs. 41 y ss.

[29] La lengua alemana no tiene la fluidez de pronunciación que caracterizan al español o al italiano. De hecho, en la historia de Alemania no han existido grandes oradores salvo, quizás, Lutero.

[30] Milá, Alejandro: “Adolf Hitler y la sociedad de Thule”, en Más allá-Monográfico “¿Quién mueve los hilos del mundo?”, Junio de 1993.

[31] Según otras fuentes, era mecánico ferroviario.

[32] Un marco alemán equivalía a 100 pfennige. El pfennig equivalía al céntimo o el penique británico.

[33] Hitler, op. cit., págs. 42 y ss.

El gefreiter Hitler (1º izqda.) y su carnet auténtico del DAPHitler's_DAP_membership_card

[34] La cuestión del número de carnet no es pacífica, y el personaje clave es Anton Drexler, quien al parecer escribió a un amigo: “Un absurdo hombrecillo se ha convertido en el miembro nº 7 de nuestro Partido”. Pero en otra carta dirigida al propio Hitler en Enero de 1940, y que nunca llegó a mandar, le decía: “Nadie sabe mejor que usted, mi Führer, que Vd.  nunca fue el 7º miembro del partido, sino como mucho el 7º miembro del comité, lo cual sucedió cuando yo mismo le propuse como director de propaganda. Y hace algunos años tuve que quejarme en una oficina del partido de que su primer carnet de socio del DAP, validado con mi firma y la de Schüsler, estaba falsificado, con el nº 555 tachado y sustituido por un nº 7” (Kershaw, Ian: Hitler 1889-1936: Hubris, Penguin Books, New York, 1998, pág. 127). Hemos de añadir que cuando Hitler se afilió al DAP no existían carnets de socio, los cuales se otorgaron a partir de Enero de 1920 asignando el número que tuvieran a partir del 500 (555 en este caso) para dar la impresión de ser un partido más numeroso.

[35] Es una anécdota conocida y relatada por Lanz a un historiador finalizada la S.G.M.: hacia 1910 le visitó en la redacción de Ostara  un joven desaliñado que dijo llamarse Adolf Hitler con encendidos elogios a la revista, le dio lástima y le regaló un paquete de números atrasados. Sería la única vez que se vieron, pero otras versiones apuntan que Lanz, intrigado por la personalidad del visitante y la firmeza de sus ideas, le devolvió la visita a la mísera pensión donde malvivía.

[36] Entre los Freikorps de Alta Silesia se extendió una macabra coplilla que decía: “hay que deshacerse de este Walter Rathenau… puerco judío abandonado de Dios”.

[37] Flood, Charles Bracelen: Hitler: The Path to Power, Houghton Mifflin Co., Boston, 1989: págs. 153 y ss. Mientras este autor propone el 20 de febrero de 1920, William L. Shirer en su monumental The Rise and Fall of the Third Reich: A History of Nazi Germany (Simon & Shuster, New York, 1990: pág. 40) apunta como fecha para el cambio la del 1 de abril de 1920.

[38] El adjetivo “nazi” es un acróstico formado por las dos sílabas en negrita y cursiva.

[39] El tratado que redujo al Imperio austro-húngaro a un insignificante estado de siete millones de habitantes.

[40] Como vemos, el partido nazi era, en sus orígenes, de izquierda radical, al igual que lo fueron la Falange española o el partido fascista italiano.

[41] En alemán, el verbo “führen” significa “guiar”, de donde Führer: guía, caudillo, duce, conducator; o bien “führung”, como dirección o sendero.

[42] Feder era precisamente el orador a quien replicó Baumann cuando Hitler decidió saltarse toda precaución en la misión que le habían encomendado, y empezó a rebatir al “separatista”.

[43] Famoso drama en verso escrito por el noruego Henrik Ibsen.

[44] Pauwels, Louis y Bergier, Jacques: El retorno de los brujos, Plaza & Janés Eds., Col. Lauro, Barcelona, 1963: pág. 362.

[45] Hitler, op. cit., págs. 107 y ss.

[46] Acerca de si Hitler perteneció o no a la Sociedad Thule, ver el testimonio de J. Hering.

[47] También se echaba la culpa de la implantación del comunismo e Rusia a los judíos. P. ej., la madre de Lenin era judía, y las granjas colectivas soviéticas, el koljós y el sovjós, tienen sus equivalentes en los kibbutzim y los moshavim israelíes.

[48] Hitler era hijo del oficial de aduanas Alois Hitler y su tercera mujer, Clara Pölzl, veintitrés años menor que él. Siendo ambos primos segundos, necesitaron de dispensa eclesiástica para casarse; entonces, ¿sería Hitler un caso de endogamia?

[49] Kirsch, Hans Christian: Adolf Hitler, Karl Rauch Verlag GmbH, Düsseldorf, 1967: págs. 95 y ss. Streicher fue uno de los condenados por crímenes contra la humanidad en el juicio de Nuremberg, y ahorcado en 1946.

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