Published On: Lun, feb 17th, 2020

LAS SIETE ENSEÑANZAS DE OLIVIA

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86697897_3454149851293720_811588504994709504_nUn buen amigo, otro Ángel, acaba de enviarme una foto. Una tumba sepultada en flores… Yo no tuve ánimo para tomarla. Pero me gustaría compartir con vosotros lo que significa. Aunque no se si podré ver con claridad el teclado. Si alguien se molesta lo borraré todo, pero creo que a ella le gustaría -y a mi también- que su legado llegase al mayor número de personas posibles. Y que otros, como yo, se beneficiase de las siete grandes enseñanzas de este terrible fin de semana.
Oli falleció el pasado viernes. De repente. Sin tiempo a despedidas. Llevaba años regateando a la muerte, porque después de dos trasplantes sabía que en cualquier momento podía llegar a alcanzarla. Así que vivía cada día como si fuese el último. contagiando de alegría y bondad a todo ser afortunado que se cruzaba en su camino. PRIMERA ENSEÑANZA.
Pero hasta el sábado no la desconectaron de la animación asistida. Era más consecuente que ninguno de nosotros. Y de la misma forma en que dejó de comer ningún tipo de carne, porque como amante de los animales no le parecía coherente; también era donante de órganos.
Oli no era una teórica especulativa. No hablaba de amor y espiritualidad. Era amor y espiritualidad en estado puro. Aunque la donación de sus órganos alargase la agonía de su amado, amigos y familiares en el hospital hasta el sábado por la mañana, para que pudiesen emplearlos en otras personas que los necesitaban para sobrevivir. SEGUNDA ENSEÑANZA.117595878_3211263678964961_3362133813429182109_o-254x300
El sábado, en el tanatorio de Villahermosa (Toledo), se “celebró” el velatorio. Como si un velatorio fuese causa de celebración. Me dijeron que el ataúd estaba abierto para que todos pudiesen despedirse del cuerpo vacío de nuestra amiga. Yo me negué a entrar en la sala. Prefiero recordarla como la última vez que la vi. En el cumpleaños sorpresa de su amado. Alegre, sonriente, llena de vida. Rodeada de sus otros amados… sus perritos… Y no expuesta en una caja de madera rodeada de símbolos religiosos en los que no creía.
Pero en lo que si creía era en la amistad. Y allí se congregaron las mejores personas del mundo del misterio. Amigos y “enemigos”. Algunos recorrieron cientos y cientos de kilómetros para estar allí, solo para dar calor a su amado y familia, como Mikel (desde Pamplona), Carlos (desde Vigo), Pedro o Miguel (desde Madrid), Sheyla y Miguel Ángel (desde Cuenca), etc, etc, etc.
Y los que no pudieron estar físicamente enviaron mensajes, llamaron por teléfono, etc. Desde todo el planeta. Personas con las que no hablaba hace años, como Monika (desde Boston) … Supuestos “enemigos” como Marianela (caso Vallecas)… Personas con las que, aparentemente, no existe nada más en común que un interÉs en el mundo del misterio, supieron discernir que más allá de opiniones sobre tal o cual caso, compartiendo una u otra forma de ver el misterio, lo importante son las personas. Y por unas horas no existió enfrentamiento, polémica ni rencor en la familia del misterio. Porque todos sabíamos que era lo verdaderamente importante. TERCERA ENSEÑANZA.
El domingo fue la misa. Católica. Yo me escondí, solo, en la última fila de la iglesia. Por pudor. Observando las reacciones de los beatos del pueblo, y de los amigos y familiares. El cura, frío, impersonal, rutinario, ofreció un sermón absurdo y mecánico. Barriendo para casa. Y consultando el nombre de la fallecida en un papel, porque ni siquiera se acordaba de quien era el fallecido. Así que los padres de Oli le pidieron a su amado que dijese unas palabras. Ellos no tenían fuerzas. Y su amado, haciendo de tripas corazón, cuando llegó el momento de la Comunión, se puso en pie con los demás beatos meapilas (cosa que a todos sus amigos nos dejó perplejos), como si se dispusiese a comulgar como un católico más. Pero no. Solo quería informar al cura frío y mecánico, saltándose todo protocolo eclesiástico, de que iba a decir unas palabras. No le pedía permiso, le informaba. Y tras la comunión tomo al asalto el micrófono del altar mayor, y le explicó a los asistentes que no tuvieron el privilegio de conocerla, quien era Oli.122622885_4517906328251395_5692078189817164967_n
Empezó aclarando que como periodista del misterio había recogido muchos casos de apariciones de ángeles (y yo veía como los ancianos beatos se miraban unos a otros desconcertados), hasta que él mismo conoció a una de carne y hueso. Como conoció a Oli cuando encuestaba su experiencia de ECM, y decidió que ya nunca se separaría de ella. Como su partida le había dejado un vacío, un agujero en el alma más grande que el de Tunguska (pero solo sus amigos del misterio presentes en la iglesia entendimos el guiño. Los beatos continuaban mirándose con expresión de desconcierto).
Y entonces contó algunas anécdotas de sus cinco años de amor incondicional con Oli que ilustran su legado, y a nosotros nos hicieron ahogarnos en nuestras propias lágrimas… Como aquel paseo por la Gran Vía de Madrid, que ella interrumpe sin previo aviso, soltándose de su mano y entrando en una gran tienda que no mencionaré para no hacerle publicidad gratuita (PRIMARC). Él pensó que iba a comprase alguna prenda que la hubiese arrebatado, cosas de chicas. Pero cuando salío solo portaba una cálida manta. El le preguntó ¿que haces, estás loca? si tenemos mántas de sobra en casa. Ella dijo: déjame, cosas mías. El la siguió entre la marabunta de gente que atesta la Gran Via de Madrid cada fin de semana insistiendo: Pero Oli, ¿que haces?. Y ella insitía… cosas mías. Hasta que la vió acercarse a una chica que dormía en la calla ( y en la calle en días como hoy hace mucho frío), para entregarle la manta que acababa de comprar. Porque Oli, que llevaba años burlando a la muerte, sabía que no existe más religión, espiritualidad, tradición esotérica, ni revelación que una: haz el bien. A todos. Siempre. No dejes escapar una oportunidad de hacer el bien. Porque hoy puede ser tu último día. CUARTA ENSEÑANZAOlivia-junto-al-autor-en-su-primer-y-último-viaje-en-avión-copia
Y para escándalo del cura, beatos y meapilas del pueblo, el amado terminó de pasarse por el forro el protocolo biempensante al decirnos, desde el púlpito, que su amada le había dicho que cuando perdiese la carrera a la muerte, le gustaría que en su funeral sonase una balada de su grupo favorito. Pagano, a veces blasfemo, casi “satánico”. Y sin pedir permiso a la curia, sacó su móvil, lo acercó al micrófono del altar y el “Onhe Dich” (Sin ti) de Rammstein retumbó entre las paredes del templo católico… Como Dios manda. Aunque al cura frío, distante e impersonal, casi le diese una lipotimia.
Porque más allá de las buenas formas, de la tradición, de lo socialmente establecido, solo hay una cosa más intima y personal que nuestro nacimiento: nuestra muerte. Y en ese momento en el que ya no estamos, se podrá comprobar si nuestra vida ha dejado amigos, o simples resignados. Ya que en le caso de los segundos, se respetará el protocolo biempensante. Pero en el caso de las personas buenas, amadas y queridas. No faltarán voluntarios dispuestos a saltarse todo protocolo para que prime nuestra voluntad, por encima de toda norma social. Como debe ser. QUINTA ENSEÑANZA.

Tras la misa, la absurda -a mi juicio- peregrinación, ataúd sobre el hombro, desde la Iglesia hasta el cementerio, atravesando todo el pueblo. Como una Santa Compaña a ritmo de Santo Rosario… Me disculpé y me adelanté por mi cuenta, esperando a la comitiva en el camposanto. Y cuando veía acercarse la procesión, presidida por el cura frio y mecánico, rodeado de beatas y meapilas, pensé que si yo estoy equivocado, y existe un más allá, nuestra querida Oli estaría partiéndose de risa con el dantesco espectáculo de sus queridos amigos, cirio en ristre, flanqueado la comitiva. Aunque yo se que mientras los demás recitaban los misterios, en sus mentes solo sonaba, a ritmo de Rammstein, la letra de Onhe Dich: “…me duele, oh, me duele. Y las aves ya no cantan… sin ti no puedo estar…”.86773296_1479626752196846_7933452435694026752_n-184x300
Ya en el cementerio, nuevas oraciones vacías, mecánicas y rutinarias en labios del cura. Que aprovecha cualquier oportunidad para asustar a las sobrinas de Oli amenazándolas con el Infierno si no siguen la palabra de Dios… “Porque Olivia sufrió mucho, sí, pero lo importante es el sufrimiento de Cristo…”. Creo que ninguno le prestamos atención. Porque de tras introducir el ataúd en la tumba familiar y sellar la lápida, esta quedó literalmente sepultada por una cantidad inimaginable de ramos y coronas. Miles de flores que cubrieron el mausoleo, desbordándolo por los cuatro costados.
Yo no he asistido a muchos entierros, pero no se me ocurre una imagen más gráfica, colorista y elocuente para ilustrar que Oli y su amado, no siendo poderos, famosos ni influyentes, son profundamente queridos. Porque la influencia, el sometimiento, y el peloteo a los poderosos, por despreciados y malvados que sean, llega hasta el momento del último aliento.
Las muestras incondicionales de cariño, solo traspasan el límite de la muerte en el caso de las personas queridas. Como Oli. Subrayando que desde el anonimato, desde el desconocimiento de la mayoría, que su vida, aunque injustamente breve, mereció la pena. Porque dejó un legado. SEXTA ENSEÑANZA.
Para el animismo africano, más antiguo, pragmático y consecuente que los monoteísmos occidentales u orientales, el más allá no es un lugar, sino un periodo de tiempo. Tras la muerte, el espíritu permanece en el Sasa (pasado reciente), mientras queden amigos y parientes que pronuncien tu nombre. Solo los grandes héroes y heroínas, cuyas hazañas se repiten de generación en generación, pasan al zamadi (el pasado remoto), convirtiéndose en espíritus inmortales, Y esta vez sí, el ejemplo, las hazañas y el legado de Oli la convertirá en inmortal. Porque no existe mejor legado, enseñanza ni revelación que la más obvia: Ama. A todo y a todos. Y no dejes pasar la oportunidad de hacer el bien, porque hoy puede ser tu último día. SEPTIMA ENSEÑANZA
Manuel Carballal

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