Published On: Mie, oct 30th, 2013

FILOSOFIA Y EXTRATERRESTRES: LA PLURALIDAD DE MUNDOS HABITADOS

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Publicado en EOC nº 64

EOC64 portadALa ufología como disciplina que estudia todo lo referente a la fenomenología OVNI, es reciente. No alcanza ni el siglo de antigüedad. No vamos a entrar en si es una pseudociencia o en las diferentes hipótesis positivas que tratan de explicar el origen de los platillos volantes, tampoco en si es una sustituta social y espiritual de las antiguas creencias y religiones, aparecida tras la muerte de Dios y el resurgir del neo-paganismo. Tampoco vamos a centrarnos en la propia ovnilogía, que no es mas que la máxima expresión contemporánea de un dilema que es casi tan antiguo como el hombre: ¿estamos solos en el Universo/Multiverso? Es uno de los enigmas que más se relacionan con la ufología (aunque ésta trate otros muchos temas a parte del de los hombrecitos verdes) y sobre el que vamos a reflexionar durante un rato.

Actualmente, el concepto de la multiplicidad cósmica no nos es extraña: gracias a la labor de multitud de investigadores y científicos, sabemos que la Tierra está situada en la periferia de una galaxia a la que llamamos Vía Láctea y que a su vez ésta forma parte de un grupo demominado Grupo Local conformado por treinta galaxias más incluída nuestra vecina Andrómeda, que a su vez pertenece al Supercúmulo de Virgo… más allá se encuentran las Grandes Murallas, entre ellas la Gran Muralla Sloan. Las dimensiones y distancias de las que hablamos son inconcebibles comparadas con la existencia humana e incluso, la realidad de nuestro planeta. Pero a pesar de que esas magnitudes sobrepasen nuestra capacidad de abstracción, sabemos que están ahí, atisbamos a comprender la complejidad y diversidad infinita del Universo y entendemos que somos una fracción minúscula de él. Todos estos descubrimientos flamantes, del siglo XX y XXI (Robert Trumpler, George Gamow, Geoff Marcy ) son los que han colocado definitivamente nuestro planeta en un lugar muy lejano de las concepciones ptolemaicas y arrebatado su excepcionalidad en el Cosmos.

Este es en realidad el Principio de Mediocridad que Copérnico esbozó en su  la Tierra no es el centro del Universo y que John Richard Gott amplió en una fórmula matemática en 1969, utilizándose para predecir la duración en cartelera de espectáculos de Broadway con un 95% de aciertos (!!!) hasta el momento en que la humanidad dejará de existir.

Pero este Principio de Mediocridad no nació en la mente del autor del De Revolutionibus Orbium Caelestium, sino en el entendimiento de los predecesores de los científicos: los filósofos. Es en la Filosofía donde encontramos los primeros esfuerzos intelectuales por penetrar en la naturaleza del mundo e interpretarla, más allá de los mitos y cosmogonías religiosas, cuyas explicaciones acabaron por ser, digamos que insuficientes. En el pensamiento occidental primigenio ya surgieron las primeras metafísicas:  la realidad última de la naturaleza es una (monismo) o al contrario, está compuesta de múltiples realidades independientes que pueden interactuar entre ellas o no (pluralismo). 

Platón, Aristóteles, son adalides del monismo: el universo es inalterable y eterno, único, y regido por un motor inmóvil en el caso aristotélico o creación de un Demiurgo en el caso del platonismo. Su Universo es geocéntrico, con una Tierra esférica estática como centro del todo. Claudio Ptolomeo de Alejandría, siglos más tarde, gran estudioso de la filosofía de Platón y Aristóteles, escribió su tratado astronómico Almagesto, que contenía estas teorías y se consideraron dogma durante catorce siglos, influyendo sobre todo el pensamiento científico cristiano y musulmán hasta bien entrado el siglo XVI.      

La posición que tomó la Filosofía en Occidente respecto a la concepción del Universo, que deseaba mantenerse en armonía con el Cristianismo y no contradecir los postulados de los más grandes filósofos griegos, hizo que las hipótesis pluralistas o que rebatieran las teorías aristotélicas/platónicas, fueran desacreditadas y prácticamente desconocidas (por lo que tampoco se fue especialmente diligente en su conservación y nos veamos obligados en la actualidad a conocerlas a través de escasos fragmentos o por referencias de otros filósofos más populares) hasta la llegada de Giordano Bruno, Galileo Galilei, Nicolas de Cusa o Pierre assendi, donde comienzan a ser recuperadas aún a costa de poner en juego su prestigio como eruditos e incluso la propia vida. La revolución científica daba comienzo y ya era imparable. Y es en la posición metafísica del pluralismo, arduamente criticada por Aristóteles, donde la multiplicidad de los mundos aparece con más frecuencia y el Principio de Mediocridad se utiliza como razonamiento de manera abundante.

Anaximandro de Mileto, que vivió aproximadamente sobre el 600 a. C., y era discípulo de Tales de Mileto, fue el primer escritor en prosa de la Historia en Occidente, relegando la rima para los rapsodas y educadores. Introdujo a través de los babilonios el uso del gnomon en Grecia y también fue el primero que tengamos atestiguado que declarara lo siguiente:

No pensó (Anaximandro) que cada cosa naciera de una sola, como Tales del agua, sino de sus propios principios, y creyó que los principios de las cosas singulares eran infinitos y daban origen a mundos innumerables y a cuantas cosas que en ellos nacen; y sostuvo que estos mundos, ora se disuelven, ora nacen otra vez, según la edad a la que cada uno pudo sobrevivir”.

                   
                                      San Agustín, Civ. Dei, VIII, 2

Otros filósofos como Simplicio de CiliciaPlutarco, comentan de manera similar sobre Anaximandro:

“Dice que lo ápeiron es la causa entera de la generación y destrucción de todo, a partir de lo cual (…) se segregan los cielos y en general todos los mundos, que son infinitos”                      

Plutarco, Strom.,2                

Cuadro de texto: EL OJO CRITICO</p><br /><br />
<p>Esta concepción de la multiplicidad de mundos, que puede ser entendida como simultánea o sucesiva, no fue, por supuesto, una conjetura aislada. Los atomistas clásicos, Leucipo y Demócrito, compartían esta hipótesis a pesar de que su metafísica era distinta a la de Anaximandro. La concepción de la naturaleza de Demócrito es pluralista, opuesta totalmente al monismo cósmico, ya que la considera constituída de infinitos elementos indivisibles, eternos, y en perpetuo movimiento en el vacío (ápeiron). La interacción (entrelazamiento-dispersión, en cierta manera el Amor-Odio de Empédocles) de estos elementos o átomos entre ellos, son los que producen la realidad que percibimos. Esta interacción se da por necesidad y a la vez de manera fortuita: una suerte de determinismo mecanicista, claridad racional o también al revés, una disciplina de la confusión, de indeterminismo, que se enfrenta a cualquier interpretación mística o teológica de la naturaleza.

Infinitos átomos de formas infinitas, se agitan en un vacío infinito preparando la génesis de una pluralidad, también infinita, de mundos, y cada uno de estos mundos es enteramente distinto uno de otro e imprevisible, porque en cada mundo pueden tener lugar acontecimientos imprevisibles. Nuestro mundo es uno de tantos mundos posibles, y, por consiguiente, irrelevante y accidental en cuanto a su existencia y esencia, que es una entre infinitas. Entre esa infinitud las peculiaridades de nuestro mundo, se disuelven. Se trata de un acosmismo corrosivo de tintes claramente nihilistas. No es de extrañar que el discípulo de Demócrito, Metrodoro de Quíos, expresara lo siguiente:             

“Nada sabemos, ni siquiera que nada sabemos”           Platón y Aristóteles 2


                                               Cicerón, Academica, ii. 23 § 73

Los atomistas clásicos son unos escépticos, la experiencia empírica, la que nos proveen los sentidos, no es fiable en absoluto, ya que las sensaciones son relativas dadas las características inestables de la propia naturaleza. Aún así, es el mismo Metrodoro el que, usando el Principio de Mediocridad inherente al atomismo, dice:

“Un solo mundo en el espacio infinito sería tan extraño como una sola espiga de trigo en un gran campo sembrado”.             

            
                                           Aecio, Placita Philosophorum i.5.4º          

Este razonamiento será utilizado también por Plutarco más adelante y, por supuesto, por los herederos del atomismo clásico, los epicúreos griegos y romanos. A pesar de que la conclusión que nos atañe aquí es la misma en ambas escuelas atomistas, existen diferencias muy importantes entre ellos en lo concerniente a su visión del mundo como bien supo dilucidar Karl Marx en su tesis doctoral  Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro. La común dirección atomística es recorrida en sentidos opuestos por ambos pensamientos, sus orientaciones son diametralmente opuestas.

Epicuro y, a su vez, el romano Lucrecio, nos ofrecen una filosofía completamente empírica, que parte de la evidencia que nos ofrecen los sentidos y busca precisamente la comprensión filosófica de esta evidencia: que el mundo sensible es el único mundo del hombre sabio y sus objetivos giran en tormo a cuestiones humanísticas y éticas. El atomismo es una herramienta para sus propósitos, y Lucrecio consiguió despojarlo además del mecanicismo basado en el caos que tanto criticó Aristóteles. A pesar de estas diferencias esenciales,el Principio de Mediocridad se impone en ambos pensamientos:

“Además cuando hay materia disponible en abundancia, espacio a discreción y no hay obstáculo ni razón que se oponga, deben, no hay duda, iniciarse procesos y formarse cosas. Pues bien, si tan grande es el caudal de átomos que no alcanzaría a contarlos la vida entera de los seres vivientes, y persiste en ellos la misma propiedad natural de juntar en cualquier sitio los elementos, necesario es reconocer que en otras partes deben existir otros orbes de tierras, con diversas razas humanas y especies salvajes. Se añade a esto que en el universo ningún ser es singular, ninguno nace único y crece solo, antes todos pertenecen a alguna familia, y muchos y los demás los de una misma especie. (…) Por tanto, y de acuerdo con el mismo principio, debe admitirse que la tierra y el sol, la luna, el mar y los demás seres no son únicos, sino que existen en número infinito(…)          

                       Lucrecio, De rerum natura, L II, 1070-1090                

Como antes hemos comentado, no fue hasta la Edad Moderna que volvió a salir el tema a la palestra y fue ese espíritu de búsqueda de nuestro lugar en el Universo el que hizo que, a través del método científico, muchas teorías filosóficas hayan encontrado una especie de confirmación, reafirmación y perfeccionamiento. La lista de exoplanetas cada día aumenta. La mayoría de ellos de tipo gasesoso, pero también se han hallado rocosos, muy parecidos a la Tierra (en Alfa Centauri B, por ejemplo) y que podrían albergar vida.

Aún así, la creencia común de que el Universo puede poseer civilizaciones avanzadas tecnológicamente, se ve refutada por nuestras observaciones que, de momento, sugieren todo lo contrario paradójicamente, lo que revela que nuestro conocimiento o nuestras observaciones son defectuosas, incompletas o que relativamente llevamos poco tiempo buscando.

También hay que señalar la existencia de la Hipótesis de la Tierra Rara, planteando que la aparición de vida pluricelular en la Tierra exigió la coincidencia de una gran cantidad de eventos y circunstancias astronómicos y geológicos muy poco comunes, con unas posibilidades de suceder muy bajas, siendo el Universo en general un entorno absolutamente hostil para el surgimiento de vida. Estas teorías fueron presentadas en el libro Rare Earth: Why Complex Life Is Uncommon in the Universe, escrito por el paleontólogo Peter Ward y el astrónomo Don Brownlee en el año 2000.   

Finalizando ya esta árida y tediosa disertación, de momento podemos colegir que la ciencia no ha podido responder a esa pregunta que enunciábamos al inicio de este texto: si estamos solos en nuestro viaje por el Cosmos. Por el momento no hemos recibido ninguna respuesta concluyente a los mensajes que hemos enviado.Porque respuesta hemos recibido. Una. Oficialmente reconocida.La llamada Señal Wow, que fue captada en 1977 por un radiotelescopio en la Universidad Estatal de Ohio. Lógicamente el tema se encuentra totalmente revuelto, muy lejos de una explicación definitiva. Seguramente nunca sepamos lo que sucedió así que quizás nuestros descendientes tengan más suerte.

Beatriz Erlanz

Puedes descargarte EOC nº 65 en:http://www.dimensionlimite.com/eoc/EOC_64.pdf

Displaying 1 Comments
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  1. LA VERDAD NO PUEDO ENTENDER TANTA REALIDAD DEL UNIVERSO MI ESPACIO INTELECTUAL ES MUY LIMITADO PARA LA CREACION DE LA MATERIA Y LA VIDA EN ESTE Y OTROS MUNDOS SOLO HAGO ECO DE AQUELLO QUE UNA VEZ YA SE DIJO ” SOLO SE QUE NADA SE ” PERO ME GUSTARIA ESTAR EN ESE MUNDO QUE POCOS CONOCEN Y SON ELEGIDOS COMO EL PARAISO DEL SEÑOR O GANIMEDES QUE HE LEIDO Y ME LLAMA A CONOCER LAS INTEROGANTES QUE TODOS TENEMOS ADIOSSSSS………..

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