LA VERDADERA HISTORIA DEL “HOMBRE DE PLATA”: BIOGRAFÍA DE UN “AUTÉNTICO EXTRATERRESTRE
Publicado en EOC nº 88
En numerosos libros aparece la imagen de un pequeño ser que es trasladado por dos hombres que parecen agentes del FBI. Toda la escena es observada por dos mujeres. Es la famosa foto del “hombre de aluminio” o mono afeitado. ¿Cuál es la verdadera historia de este clásico de la ufología? En exclusiva para EOC publicamos por primera vez en español el artículo que comenzó esta apasionante saga.
Que es de un ser atrapado cuando su nave cayó en Ciudad de México, que no, que es de un alienígena que fue capturado cuando se estrelló en Arizona. Hombre, que te digo que lo enviaron a Alemania para que le hicieran análisis. No, no, que cayó en la ciudad de Colonia en 1940 y lo tienen los alemanes o el FBI… Cuando se trata de rastrear las fotos dudosas que nos obsequia la historia de la ufología es posible encontrarse con toda clase de respuestas que, en general, no conducen a ninguna parte. Eso es exactamente lo que sucede con el famoso “hombre de aluminio”, protagonista de una de las imágenes de presuntos extraterrestres más reconocidas y reconocibles del mundillo ufológico.
Hasta hace algunos años no existía claridad alguna sobre el origen de esta icónica escena, y lo que se divulgaba sobre ella dependía de la imaginación del autor de turno, como veremos en este repaso, completo pero en modo alguno exhaustivo, que hacemos para poner sobre la mesa un ejemplo claro y concreto de cómo se ha escrito, desde siempre, la historia de los casos clásicos y, por extensión, la de la ufología toda.
Si un autor decide publicar un libro sobre fotos de extraterrestres, de seguro en su colección figura la que origina todo este análisis. No es casualidad. Las imágenes de los presuntos tripulantes de las naves de otros mundos que algunos suponen que son los ovnis no son abundantes, y la foto del “hombre de aluminio” es una que lleva años dando vueltas en el ambiente ufológico. Uno de los que ha usado la escena para darle fuerza a sus argumentos pro extraterrestres es el español Salvador Freixedo, quien ofrece una muestra de su creatividad cuando en el libro “La amenaza extraterrestre” se refiere a esta captura, poniendo énfasis en los genitales del humanoide. En su relato de los hechos, Freixedo lamenta que la fotografía, que según él comenzó a circular “hacia el año 1940 en Colonia, Alemania”, haya sido inmediatamente sepultada “bajo montañas de desprestigio”. Dejemos que él mismo lo cuente: “Allí (en Colonia) fue donde apareció por primera vez la famosa foto del hombrecito llevado de la mano por dos que parecen agentes del FBI o de la Gestapo. Tras ellos, dos mujeres miran a la criatura con cara de asombro.
“La foto recorrió el mundo, que para aquellas fechas no había oído todavía nada de extraterrestres ni de otros planetas habitados. Indudablemente las autoridades creyeron que tan inesperada noticia, confirmada de una manera tan rotunda mediante la presencia de aquel hombrecito, era peligrosa para la estabilidad emocional del pueblo y por eso decidieron ocultarla. Para ello se dedicaron a decir ‘oficialmente’ que la foto no era auténtica y se debía únicamente al ingenio de un fotógrafo bromista. Y parece que una de las cosas que las providentes autoridades idearon para quitarle credibilidad a la foto fue añadirle un gran pene a la criatura”.
Unas páginas más adelante, el ex jesuita pone como pie de foto lo siguiente: “Esta es la foto a que nos referimos en el texto. De ser auténtica, el alienígena, a pesar de su tamaño y de su parecido físico genérico, no pertenecería a ninguno de los dos tipos de ‘grises’ de los que nos ocupamos en este libro, ya que el tamaño de su cabeza, los marcados rasgos faciales y, sobre todo, de ser cierto, sus órganos genitales, lo diferencian radicalmente de aquellos”.
Bueno, ya tenemos explicado el caso: es un extraterrestre con un enorme pene que fue capturado en Colonia (Alemania) en 1940 por agentes del FBI. Caso cerrado. A otra cosa, mariposa. ¿O no? El problema es que la misma foto puede dar espacio a otras interpretaciones. Como la que hacen Russ Esthes y Kevin Randle, quienes afirman que los hechos ocurrieron en Ciudad de México cerca de 1949. La información que ellos manejan asegura que varios discos voladores fueron avistados sobrevolando el Valle de los Monumentos, en Estados Unidos, el 21 de marzo de 1949. Poco más tarde, naves similares lanzaron pequeños cilindros sobre la capital mexicana. Dentro de uno de ellos había una pequeña criatura que fue capturada y “entregada a las autoridades pertinentes”. Añaden, con suspicacia, que la ropa de las personas que acompañan a la criatura “parece europea”. Y aunque le dan nula credibilidad a la foto, tampoco entregan una explicación. Pero ahora sí nos queda claro que esto en realidad ocurrió en México en 1949. Se archiva el caso.
Un momento, no tan rápido. W. Gordon Allen conocía otra versión: el ser había sido capturado en México, sí, pero luego fue enviado a Alemania, donde le sacaron la foto que ya conocemos. Esta propuesta la presentó en 1959 en su libro “Spacecraft fron beyond three dimensions”. Allí explica lo siguiente: “Esta fotografía fue tomada en Alemania (nótense las gabardinas y el aire noreuropeo), pero el tripulante del platillo estaba en un ovni que cayó en las cercanías de Ciudad de México; los restos fueron enviados a Alemania para su estudio”.
Lo mismo piensan Robert Rickard y Richard Kelly, que en su libro “Photographs of the Unknown” señalan que “no se sabe mucho sobre esta fotografía, que se dice muestra el cuerpo del piloto muerto de un OVNI que cayó cerca de Ciudad de México en la década de 1950. Se cree que el cuerpo fue enviado a Alemania para ser examinado, pero eso fue lo último que se ha sabido de esto”.
El británico John Spencer comparte este relato y señala que el extraterrestre en cuestión “fue rescata-do después de que su nave se estrellara cerca de la Ciudad de México, durante los años cincuenta. El extraño ser murió poco después y sus restos fueron enviados a Alemania para ser analizados (…) Ha habido otras fotografías parecidas a ésta en Alemania, y se ha sugerido que el pasatiempo favorito de las tropas americanas (sic, estadounidenses) allí estacionadas era la invención de unas atroces historias sobre ovnis”. Entonces vamos avanzando. Resulta que el ser murió y fue enviado a Alemania, donde los soldados estadounidenses gozaban inventando historias de alienígenas. Ahora sí. Vamos con el siguiente caso.
No, no va a ser tan sencillo. Hay demasiadas versiones que convierten todo este embrollo en un galimatías absoluto. Veamos el relato que hace del caso el mayor (r) Donald Keyhoe, uno de los primeros aficionados al tema en defender abiertamente la hipótesis extraterrestre. En su libro de 1953 “Flying Saucers from Outer Space” se refiere al “hombre de aluminio”, como llamó al extraño ser de la foto. Según él, todo ocurrió en Arizona:
“Esta historia apareció publicada en un pequeño boletín semanal, ‘Talk of the Times’, y tenía como ‘pruebas’ dos fotografías supuestamente tomadas en Arizona. La primera mostraba un enorme disco volador inclinado. El texto señalaba que ‘golpeado por cohetes, el objeto estalló en una lluvia de chispas. Alrededor de 20 cápsulas plateadas cayeron a tierra’. La segunda fotografía mostraba a dos hombres vestidos con gabardinas, cada uno sosteniendo del brazo a una figura extraña y brillante de unos 90 centímetros de estatura. Dos mujeres que están cerca parecen pasmadas por el hombrecito. El segundo texto dice: ‘Cuando una de las cápsulas se rompió, el primer marciano fue capturado. El testigo McKennerich, un agente estatal de Phoenix, dijo que estaba ‘sorprendido por la relevancia de este gran momento. Por primera vez estaba viendo a un ser de otro mundo. Al mismo tiempo, estaba igualmente sorprendido por la desesperación de este hombre de aluminio. Su cuerpo estaba cubierto por un delgado folio metálico. El observatorio en Phoenix presume que sirve para protegerse de los rayos cósmicos’”.
Keyhoe finaliza su breve aproximación al caso con señalando que en el artículo no se explica bien cómo pudo sobrevivir este hombrecito a la caída. Y ya que Keyhoe menciona a “Talk of the Times”, sigamos esa pista. La edición que él cita es la de junio de 1950. En octubre del mismo año, “Talk of the Times” explica que ha recibido decenas de solicitudes de todo el mundo a propósito de la foto, y afirma desconocer nombres y direcciones de las personas que aparecen en ella. Asimismo, rechaza las acusaciones de fraude así como la posibilidad de que se trate de un muñeco, señalando que “no existe ningún material en este planeta que pueda siquiera acercarse al tipo de material que cubría el cuerpo” del ser, al que llama sin rodeos “hombrecito de Venus”. Argumentan, además, que su editor de fotografía tiene “40 años de experiencia en trabajos fotográficos (…) y tras revisar minuciosamente las imágenes, no pudo encontrar ningún prueba de montaje o fraude”.
Entonces ahora todo ocurrió en Arizona, y sumamos un testigo que da declaraciones y una revista que se hace cargo del relato, que sirve como fuente y que incluso fija el origen del ente en Venus. El hecho de que la prensa intentara dar con McKennerich sin suerte y que el observatorio de Phoenix informara no tener ni la más remota idea de asunto, no despertó mayores sospechas, y la historia del hombre plateado del espacio siguió su curso, camino a convertirse en un clásico de la ufología. Tampoco el que la revista “Talk of the Times” publicara artículos de personas asociadas a los fraudes de Frank Scully resultó suficiente para poner en duda la credibilidad del medio. Lo importante, acá, era el mensaje.
En esa andadura ayudaron otras publicaciones, como “Point: San Diego Newsweekly”, en cuya edición del 25 de agosto de 1950 Meade Layne, un ufólogo defensor de la hipótesis interdimensional y director de la Borderland Science Research Associates, se refirió al caso señalando que el pequeño ser de la foto había sido “capturado en este país y enviado de contrabando a Alemania, donde apareció en un periódico de Colonia”, el que llegó a manos de Layne gracias a un amigo que tenía en ese país de Europa. En su artículo, Layne agrega nueva información a la que ya conocemos: “El hombre de 27 pulgadas (70 centímetros) no era pan comido. Se necesitaron cinco hombres para someterlo. Agotado, el invasor se desmayó, le pusieron cadenas y le dieron un estimulante. Tras volver en sí, la criatura dio una infructuosa pelea hasta morir repentinamente, dos horas después de haber aterrizado”. Layne, que creía que Estados Unidos tenía en su poder un platillo volador desde 1955, utilizó el caso del marcianito (o venusiano) plateado para dar sustento a su idea de que nosotros vivimos en una enorme bola en medio del mundo de Etheria, desde donde realmente provenía el visitante.
Aunque parezca insólito, hay todavía más versiones. La revista canadiense Maclean’s publicó el 1 de noviembre de 1967 un artículo titulado “Look-There is a flying saucer!” donde se incluye un pequeño recuadro, cuyo recorte figura en los archivos OVNI del sitio web de Archivos y Bibliotecas de Canadá. En él se entrega información distinta sobre la fotografía y sus circunstancias, específicamente el recorrido que realizó entre aficionados canadienses hasta llegar a manos de esta publicación. Veamos:
“Siempre habrá un marcianito verde
La pregunta que se supone usted se está haciendo es qué demonios es ese curioso hombrecito verde con esos delgados brazos. Bueno, de acuerdo con Allan’s Moonchart, de Salem, Oregon, que publicó la fotografía, se trata del tripulante de un plato volador que se estrelló cerca de la Ciudad de México en 1952. Según un periódico de Colonia, Alemania Occidental, que también publicó la foto, es el plateado tripulante de un plato “siendo conducido por una calle de Estados Unidos por dos agentes del FBI”. El propietario de esta impresión es Mladen Grohovac, un vendedor de Fuller Brush y astrónomo aficionado que también se desempeña como funcionario del Grupo de Estudio Ovni de Montreal. Grohovac obtuvo la fotografía de Gordon Beatty, un miembro del mismo grupo, de 80 años, que dice que la obtuvo de un astrónomo y economista de Montreal llamado Carl O’Dell, ya fallecido. ‘No sé qué pensar de la imagen’, dice Beatty. ‘Pero creo que criaturas de otros mundos están visitando la Tierra’”.
Como si no bastara con esta ya larga suma de variantes del mismo relato, el investigador alemán Klaus Webner cita a la revista italiana “Il Giorno” del 17 de enero de 1979, que publica esta historia con ligeros cambios. En ella, el articulista dice que la imagen es una “histórica fotografía tomada en 1948 tras la caída de un ‘disco volador’ en Nuevo México. La foto inmortaliza a dos agentes del FBI durante el rescate de un extraterrestre que logró escapar de la muerte”. Nada de México, nada de Alemania, nada de Gestapo ni de muertes. El alienígena sobrevivió y quedó en manos del FBI, en Estados Unidos. O quizás no, porque el escritor británico John Michell publica en el libro “The Flying Saucer Vision” (1967) que “esta fotografía, que se dice que muestra a un tripulante muerto de un disco volante que cayó en Alemania, fue publicada en los años cincuenta”.
¿Y si en vez de ser agentes del FBI son de las SS? Suena mejor, ¿no? Alemanes, SS, todo calza. Así lo pensaron en la revista brasileña UFO de diciembre de 1991, donde definieron la escena como “una de las fotografías más impresionantes de supuestas criaturas extraterrestres recuperadas de discos estrellados. Por muchos años se pensó que esta imagen había sido obtenida tras un accidente ET en Estados Unidos, pero hace poco se supo que en realidad el ser fue capturado en Alemania, poco antes de la Segunda Guerra Mundial. Los oficiales que sostienen a la criatura son miembros de alto rango de las SS”.
Una versión que marcará un punto de inflexión en todo este entuerto la presenta el casi ignoto boletín “Interplanetary Intelligence Report”, del grupo ufológico de Oklahoma (Estados Unidos) Interplanetary Intelligence of Unidentified Flying Objects (IIOUFO). En el número 3 de esa revista (Volumen 1) vuelve a aparecer nuestra fotografía favorita, esta vez mezclada con otra historia con la que originalmente no tenía nada que ver. A saber: Ray L. Dimmick, un experto en explosivos, dijo haber visto el 9 de marzo de 1950, en una zona montañosa en las afueras de Ciudad de México, los restos de un disco volador y a funcionarios del Gobierno de Estados Unidos. Como en Washington dijeron no tener idea de eso, Dimmick rápidamente cambió su versión, dijo que en realidad apenas vio una barra de metal que dos empresarios, uno estadounidense y otro chileno (en otras fuentes dicen que ecuatoriano), le contaron que venía del espacio. Agregó que el accidente había ocurrido tres meses antes, o sea a fines de 1949, y que también se rescató el cadáver del piloto de esa nave, que fue sometido a toda clase de estudios científicos.
Ese dudoso relato, que apareció en distintos medios de habla inglesa, pero no en la prensa mexicana, fue la base de una nueva historia que, mezclada con la foto del “hombre de aluminio”, dio como resultado un nuevo episodio para sumar a los catálogos ufológicos. Alguna pluma imaginativa del “Interplanetary Intelligence Report” creó el siguiente nuevo engendro, que vio la luz en septiembre de 1965 bajo el título “¿Extraterrestres?”:
“Comienzos de la primavera de 1949. Hace ya 16 años (contando desde 1965) aterrizó un objeto volador no identificado en un rancho cerca de México. En el umbral de la puerta principal del plato, de 36 pies (unos 10 metros) de diámetro, estaba el cuerpo inerte de uno de los dos tripulantes de la nave. Todo indica que la puerta la abrió él mismo al aterrizar. Su muerte parece haber sido causada por la ‘enfermedad del buzo’, ese mal que padecían en el pasado los buzos de aguas profundas y los viajeros que salían de la estratosfera cuando llegaban a un lugar donde había una gran diferencia de presión atmosférica. El otro ser yacía muerto frente al panel de instrumentos del navío.
En tres horas llegaron al lugar científicos de Denver y transportaron todo en camiones militares hasta la base aérea de Wright-Patterson, Ohio, declarándolo como ‘munición’.
¿Qué descubrieron los científicos?
El plato volante era impulsado a través de campos electromagnéticos y volaba a la velocidad de la luz, 186 mil millas (300 mil kilómetros) por segundo. La foto de abajo muestra a uno de los ‘hombrecillos’”.
“La foto de abajo” es, naturalmente, nuestro amigo del espacio. Y magia, bastó este breve texto para que a partir de entonces autores como Antonio Ribera, Charles Bowen y Gianni Lucarini, entre varios más, oficializaran la mezcla del caso de Dimmick con nuestro hombre del espacio. Por ejemplo, Ribera cita a un Dimmick más preciso que afirma haber visto cómo el plato volador de 19 metros de diámetro, hecho de un metal más ligero que el aluminio y movido por dos motores, se estrellaba contra una montaña cerca de Ciudad de México. Las autoridades mexicanas recogieron y embalsamaron a un “piloto enano” para realizarle estudios científicos. Además, incautaron los restos del disco. Al día siguiente, o sea el 10 de marzo de 1950, Dimmick recibió una llamada telefónica donde le decían que otro disco se había estrellado, junto a su piloto enano, en Mazatlán. La historia es tan rocambolesca que incluso Ribera, que no se caracterizaba precisamente por su espíritu crítico, la consideró una broma.
Esta nueva versión explicaría por qué durante tanto tiempo se dijo que la imagen había sido obtenida en México. Incluso algunos han ido más lejos: la revista británica “The Unexplained” situó el punto del accidente extraterrestre con precisión milimétrica, asegurando que la foto fue tomada exactamente en Ciudad Netzahualcóyotl, al este de la capital mexicana, cerca de donde está el aeropuerto.
Un detalle adicional sobre el que volveremos pronto: en el número de noviembre de 1965 del ya mencionado “Interplanetary Intelligence Report” se da por explicada la foto del extraterrestre atribuyéndola a un mono afeitado. Un joven de 28 años, Ed Watters, apostó con un amigo que saldría en el periódico. Para ganar la apuesta afeitó un mono y lo hizo pasar por extraterrestre. Acá tenemos, pues, la razón por la que durante años se ha dicho que en la imagen de la que hemos estado hablando todo este rato hay un simio rasurado. La pregunta es… ¿lo hay?
Breve interludio en el FBI
De acuerdo con documentos desclasificados por el FBI, el 27 de septiembre de 1967 un vecino de Winchester, en Virginia, envió a la Oficina Federal de Investigaciones una copia de la fotografía que nos ocupa y un breve texto manuscrito pidiendo comentarios al respecto. También solicitó que la copia le fuera devuelta. El 3 de octubre de 1967, apenas una semana más tarde, el director del FBI, John Edgar Hoover, respondió señalando que “la investigación de objetos voladores no identificados no es y nunca ha sido una materia que se encuentre dentro de la jurisdicción investigativa del FBI”. Y agregó que “le puedo asegurar que en la fotografía que usted menciona no parecen empleados de esta Oficina”. Al finalizar, indicó que en el mismo sobre donde le enviaron material relacionado con el campo de trabajo del FBI iba de vuelta la copia de la foto, tal como él había solicitado.
No fue la única carta que Hoover tuvo que responder sobre el caso. El 25 de octubre de 1967 un ufólogo canadiense llamado Donald W. Golding, director de Canadian UFO Research (CUFOR), escribió al FBI preguntando sobre el mismo tema. Acompañó su misiva con un artículo periodístico que muestra a nuestro amigo del espacio. El 31 de ese mes, Hoover contestó con lo que parece ser la carta tipo para estos casos: “En respuesta a su consulta, la investigación de objetos voladores no identificados no es ni nunca ha sido una materia que se encuentre dentro de la jurisdicción investigativa del FBI. Le puedo asegurar que la foto que usted ha mencionado no muestra a empleados de esta Oficina”. Esta información está disponible en el sitio web de Archivos y Bibliotecas de Canadá.
A raíz de todo esto, el conocido investigador estadounidense Timothy Green Beckley, autor de numerosos libros, editor de la revista “UFO Review” y conocido como “Mister UFO”, declaró tiempo después que aunque la naturaleza de la imagen era dudosa, “pronto mucha gente la empezó a tomar en serio, incluyendo al FBI (…) Había sido mandada al gobierno como un documento que probaba el hecho de que los alienígenas están entre nosotros”.
Por cierto, el Proyecto Libro Azul de la Fuerza Aérea de Estados Unidos también tenía la foto del marciano plateado entre sus archivos, aunque vinculada con el caso del mono afeitado que, sin más rodeos, veremos a continuación.
Entre quienes razonablemente asumían que la foto era un fraude, comenzó a circular la idea de que ella mostraba, en realidad, un mono Rhesus afeitado. Esta asociación surgió, como adelantamos, debido a que fue erróneamente vinculada con el famoso fraude de Edward Watters. En 1953, este joven compró un mono, lo mató a golpes, lo afeitó y lo dejó tirado en una carretera para simular el atropello de un ser del espacio. Tras ser descubierto, debió pagar una multa, pero no por maltrato animal, sino por abandonar un cadáver en la vía pública.
Por ejemplo, Josef Allen Hynek, dijo en la revista mexicana “Contactos Extraterrestres” lo siguiente:
“Esta foto es un fraude que ha estado presente durante años. Tenemos entendido que se originó en Alemania, y que el supuesto piloto del OVNI estrellado era en realidad un mono al que se le había rasurado el pelo”.
La explicación parecía plausible y fue asumida como tal por revistas como “Flying Saucers Pictorials” y ufólogos como Antonio Ribera y Margaret Sachs. Esta última dice en su libro “The UFO Encyclopedia” que si bien el origen de la imagen “sigue siendo un misterio”, algunos expertos piensan que la criatura “o es un muñeco de cerca o un mono afeitado”. El mexicano Héctor Escobar apuntó que “el origen de la fotografía, hasta donde sé, es un montaje en el cual los dos hombres que en ella aparecen originalmente llevaban un carro (de bebé). El supuesto ‘hombre de Marte’ no es otro que un mono Rhesus rasurado que fue agregado a la foto de los ‘agentes de la CIA’”, que “están disfrazados en el más puro estilo de las películas de espías de las series de los años 50”. El también mexicano Luis Ruiz Noguez hizo la misma lectura de la imagen: “Hynek estaba en lo cierto en lo referente a lo del mono (…) Se trataba, en efecto, de un mono Rhesus afeitado, vestido con un ‘traje espacial’ (gorro, capa, calzones y botas) y pintado de color aluminio”.
Retorno a Colonia
Dejemos atrás al pobre mono. Como hemos visto a lo largo de este artículo, el nombre de la ciudad alemana de Colonia se ha repetido una y otra vez. Más ejemplos: en agosto de 1966, la revista estadounidense “Real” publicó nuestra imagen más querida señalando que aparentemente había sido publicada por primera vez en esa urbe del estado federado de Renania del Norte-Westfalia, en Alemania. Toda esa información la tomaron Jacques Lob y Robert Gigi para su libro “Ceux Venus D’Ailleurs” (octubre de 1973), aunque ellos descartaron la posibilidad de que los alemanes tuvieran algo que ver en esta historia, quedándose más bien con la versión de Keyhoe. Aun a riesgo de repetirnos, citaremos textualmente a Lob y Gigi, porque sus conclusiones aportan a la comprensión total de la historia:
“Así como las fotografías de ovnis son relativamente numerosas, las de los seres misteriosos que los pilotan son rarísimas. Aquí, sin embargo, mostramos una como una curiosidad de la que nos abstenemos de garantizar su autenticidad. Fue publicada en la revista estadounidense ‘Real’ de agosto de 1966. Se supone que vemos allí al ocupante de un disco volador, y los dos personajes que afirman al pequeño ser serían agentes del FBI. Según ‘Real’, esta foto, obtenida en Estados Unidos, fue publicada originalmente en un periódico alemán de la ciudad de Colonia. En realidad (según Donald Keyhoe en el libro “Flying Saucers from Outer Space”), la foto apareció por vez primera en junio de 1950 en ‘Talk of the Times’, un pequeño semanario estadounidense de tirada muy limitada. Allí publicaron dos fotos tomadas en Arizona: la primera mostraba un enorme disco volante. El texto explicaba que el objeto fue impactado por dos cohetes, explotando y cayendo a tierra una veintena de cápsulas plateadas. La segunda foto es la que mostramos acá. El texto que acompaña este documento precisa que el pequeño marciano fue capturado dentro de una de las cápsulas plateadas que se había partido al caer a tierra. El artículo también consigna las declaraciones de uno de los testigos, un agente del FBI que responde al nombre de McKennerich y con domicilio en Phoenix, que dijo: ‘quedé estupefacto por la importancia de este gran momento. Por primera vez vi un ser venido de otro mundo. Al mismo tiempo, estaba sorprendido por la desesperación de ese hombre de aluminio. Su cuerpo estaba cubierto por una fina capa de metal brillante. El Observatorio de Phoenix presume que es para protegerlo de los rayos cósmicos’”.
La pista de Colonia retomó fuerza en los años 70 del siglo pasado, cuando el grupo ufológico alemán CENAP (Centrales Erforschungs-Netz Aussergewöhnlicher Himmelsphänomene, Red Central de Investigación de Fenómenos Aéreos Extraordinarios) recibió una carta desde Estados Unidos. El remitente era un señor llamado Ron Smotek y en el sobre venía una diapositiva con la imagen del ser plateado. Smotek, escueto y poco dado a comunicarse con ufólogos, sencillamente escribió “1 de abril de 1950, Colonia”. El remitente nunca contestó las cartas que los investigadores alemanes le enviaron.
Para añadir más condimentos a este plato de difícil preparación, Klaus Webner menciona que en 1981 la revista estadounidense “True Ufos and Outer Space Quarterly Magazine” publicó el siguiente texto:
“Esta misteriosa y astuta fotografía fue captada en abril de 1950 y fue atribuida a un fotógrafo de nombre Adolf Schneider. Según las informaciones de las que disponemos fue tomada en Colonia, una ciudad de Alemania Federal, y muestra a dos agentes que escoltan a un extraño hombre del espacio vestido de plateado, que mide 2,5 pies (75 centímetros) de altura. El reporte asegura que la criatura fue encontrada en un campo en las afueras de Colonia, tras ser acorralada por un grupo de agricultores”.
Klaus Webner, autor del libro de fotografías de extraterrestres “Wesen aus dem Weltraum?”, habló con Schneider, que es conocido en el mundo ufológico hispanoparlante por su libro “Visitantes del universo”, y éste negó tener relación alguna con el tema. Webner dedicó bastante tiempo a buscar el origen de la fotografía en Colonia, sin suerte, pero llegó hasta el diario “Kölner Stadtanzeiger”, que publicó una serie de artículos a partir del 1 de abril de 1950 bajo el título “Discos voladores. Un fenómeno sorprendente que ha causado gran revuelo”, los que no iban acompañados de fotografías y ofrecían una aproximación más bien crítica al tema. En su búsqueda de pistas, Webner contactó al autor de esos artículos, Günter Doebel. Este miró los recortes de la foto del “hombre de aluminio” que le expuso Webner y dio alguna luz al decirle que todo indicaba que no solo se trataba de una foto trucada, sino que además la historia completa tenía toda la cara de ser una broma del 1 de abril, Día de los Inocentes en Alemania. Varios autores ya se habían decantado antes por esa explicación (Jenny Randles, Reuben Stone, Ulrich Magin, entre muchos otros), pero ninguno de ellos tenía evidencias que poner sobre la mesa. Seguramente era una broma, pero faltaban las pruebas.
Además de las sospechas que generaba la historia en sí, siempre hubo sospechas entre los menos crédulos por la extraña conformación de la fotografía. El investigador danés Ole Henningsen se explayó largamente sobre la posibilidad de que la foto fuera un montaje de dos fotografías en el número 10 del SUFOI Newsletter (1990). Para ello recurrió a un artista, Claus Westh-Henrichsen, quien había escrito una carta a la publicación señalando que había analizado la imagen y tenía varias razones para apoyar la idea del fraude. Para él se trataba de una foto familiar de la que se recortó el cochecito y se puso en su lugar otra imagen sacada de un grupo circense. O sea, un clásico cortar y pegar a la vieja usanza. “Zas, zas, fuera con el cochecito, ponemos a la estrella circense y zas, zas, tenemos una nueva situación”, aseguró el artista.
La extraña posición de las manos de los “agentes”, a la misma altura como si afirmaran un fierro; el hecho de que el ET parece flotar; la anómala presencia de dos señoras comunes y corrientes en lo que debía ser una operación de alto secreto; y la posición de los pies de los humanos de la foto, que van caminando en lugar de permanecer detenidos, dan fuerza a esta idea. “De hecho, es fácil imaginar un pequeño cochecito entre dos padres de familia que dan un paseo junto a sus esposas”, dice el investigador Achim Martin en su artículo “Das Geheimnis des Silbermannes”, donde analiza en profundidad el caso. A su juicio “toda la fotografía fue evidentemente retocada”, coincidiendo con Henrichsen.
Volviendo a Henningsen, éste cita al investigador alemán Hans-Werner Peiniger, de la GEP (Gesellschaft zur Erforschung des UFO-Phänomens, Sociedad para el Estudio del Fenómeno OVNI), quien le dijo que creía que la foto era una broma del 1 de abril realizada por “alguna revista alemana en algún momento a comienzos de la década del 50”. Sin embargo, hasta ese momento nadie había podido dar con la mentada revista y eso explica que muchos ufólogos repitieran que en el artículo las fotos eran atribuidas a un tal G. Fälscht (Falsificado, en alemán) y el reporte a los señores “R. Dacht” (Inventado) y “G. Logen” (Mentido). Esto, al menos, dijeron en su momento el investigador alemán Illobrand von Ludwiger y la GEP, entre otros, un extremo que luego veremos que no es cierto. Sí es verdad que uno de los protagonistas citados en el artículo se llama D. Ussel (Zoquete, en alemán), lo que por sí solo resultaba extremadamente llamativo. Claro, para entender el chiste había que saber alemán y los medios estadounidenses no tenían por qué comprender el juego de palabras.
Estaba la casi certeza de la broma, estaba la casi certeza de que la foto era un montaje. Estupendo, vamos bien.
Pero faltaba dar con la fuente concreta.
Ese trabajo se lo tomó el investigador brasileño Kentaro Mori, quien finalmente halló una copia de la revista de Colonia “Neue Illustrierte” y desentrañó el enigma el año 2012, en la que seguramente es la investigación más completa que existe sobre este tema. Así pudo confirmar que se trataba, efectivamente, de una broma de Día de los Inocentes muy bien elaborada. En apenas una sola página, la revista puso una imagen de un disco volador, otra de alienígenas caminando por el desierto, una más de un marciano dentro de una cápsula y la más famosa de todas: nuestro ET acompañado por los agentes.
Acá está, por primera vez en español y en exclusiva para EOC, la transcripción completa del artículo que dio origen a toda esta historia:
Ya tenemos ante nuestros ojos la verdad. Sabemos que el sargento que “derribó” el disco volante se apellidaba “Zoquete” (y que el McKennerich que los ufólogos repetían una y otra vez era, en la fuente original, McKerenich). Leemos una cómica referencia a las “falsificaciones baratas que han estado circulando en la prensa” y averiguamos que, además de la foto que nos robó el corazón, el artículo tenía otras imágenes. Una de ellas muestra a un montón de alienígenas saltando por el desierto, otra a un ET dentro de una cápsula y otra una presunta escritura marciana. Lo divertido, porque ya que se trata de una broma nos toca reírnos, es que si uno pone frente al espejo y cabeza abajo esa escritura, se puede leer “Die Erde gefällt uns nicht! Wie möchten wieder nach Hause!” (¡La Tierra no nos gusta! ¡Queremos irnos a casa!). Si esto no es una chanza periodística, no sabemos qué es.
Por si no bastara, Martin Kottmeyer descubrió que en la imagen del disco volante se utilizó un modelo presentado a la prensa el 11 de enero de 1950 por E. W. Kay. La apreciación del artículo completo también nos permite confirmar que la historia de los autores alemanes R. Dacht, G. Logen y G. Fälscht es falsa.
Por si quedaran dudas, en la edición del 5 de abril de 1950, en la página 43 del “Neue Illustrierte” número 14, encontramos lo siguiente:
¡Abril! ¡Abril!
La revista Neue Illustrierte hizo algunas bromas a sus lectores en su número de abril, editado el 29 de marzo: el aterrizaje del marciano de la página 3 es una historia inventada. Por eso los disparos del sargento D. Ussel (Dussel) fueron en vano. El marciano fue representado por un artista del grupo de patinaje sobre hielo “The Lidstones”.
Luego, el texto sigue explicando una larga lista de otras historias inventadas, en un parrafazo que termina con un irónico “todo lo demás era cierto”.
Es muy probable que el marciano en cuestión haya sido representado por el patinador James Lidstone. Curiosamente, estos elementos que ponían más en evidencia la naturaleza fraudulenta de todo el episodio fueron convenientemente omitidos en las revistas estadounidenses, lo que nos lleva a sospechar que siempre estuvieron conscientes de estar cometiendo un engaño.
Como dato anexo: existe también una versión en turco de la misma noticia, cuya fecha de publicación sería también 1950. No logramos encontrar más información sobre ello, como sí sorprendernos con el verdadero culto que ciertos sectores subterráneos de la cultura japonesa rinden a nuestro “hombre de aluminio”, que aparece en camisetas y juguetes, además de ser usada como referencia en distintos contextos.
Lo más curioso de toda esta larga historia es que el verdadero origen de la broma, es decir la explicación correcta del caso, se está a disposición de la comunidad ufológica al menos desde 1982, cuando el ufólogo Loren E. Gross la publicó, entre otros cientos de reportes, en su monumental obra “UFO’s. A History”. En el tomo correspondiente a abril-julio de 1950, dice lo siguiente:
“Día de los Inocentes
Una curiosa fotografía de una pequeña criatura humanoide ataviada en un traje ajustado aparece ocasionalmente en la literatura ufológica. En la imagen la criatura es llevada por dos hombres que visten gabardinas, siendo el ‘hombrecito’ un sobreviviente de un disco volador que se estrelló tras ser impactado en el cielo por un sargento de la defensa antiaérea. El origen de la foto y de la historia ha permanecido en la oscuridad por décadas.
¿Cuál es la verdad. Bien, el relato es una variable reconocible del fraude montado por los artistas del engaño estadounidenses Silas M. Newton y Leo A. Gebauer. Un cable de agencias con la historia de Newton y Gebauer ‘Little men from Venus’ llegó a Europa, y en Alemania la revista de Colonia ‘Neue Illustrierte’ (Noticias Ilustradas) se dio un gusto y se tomó la molestia de falsificar una foto. ¿Y por qué lo hizo? Pocos estadounidenses saben que los alemanes también celebran el Día de los Inocentes en abril”.
¿Más? Gross cita un cable distribuido por la agencia AP que explica el caso… ¡el mismo 1 de abril de 1950! Dicho cable fue reproducido por varios periódicos (al menos tenemos constancia de dos: el “Washington Herald” y el “Charleston Daily Mail” del 6 de abril del mismo año), y dice lo siguiente.
“FRANKFURT. Alemania (AP). Los lectores de la prensa alemana quedaron saturados de discos voladores este sábado.
La revista Neue Illustrierte de Colonia publicó la fotografía de un hombrecito cubierto de aluminio que, se dice, fue rescatado de un disco que había caído a tierra. El informe afirma que un sargento estadounidense de defensa antiaérea derribó el platillo, y en la imagen se ven dos personas sosteniendo al hombrecito por las manos.
Un diario de Frankfurt también reportó acerca de platillos alados que fueron encontrados en Estados Unidos, citando a autoridades como el ‘Instituto Aeronáutico de América’.
Los diarios alemanes siempre han adorado el Día de los Inocentes”.
Mori da como explicación al hecho de que el mundillo ufológico haya omitido de forma masiva esta explicación a que los textos de Gross tenían hasta hace poco una circulación muy limitada (hoy están disponibles en internet) y a que las reproducciones existentes de la fotografía son de pésima calidad.
Como sea, este sencillo ejemplo de una foto que ha dado vueltas en las publicaciones ufológicas desde 1950 casi sin cesar nos muestra que, a base de repetir y agregar datos inventados, es posible crear un mito que ha tardado casi sesenta años en ser
desmenuzado, en parte por la barrera idiomática, en parte por la tendencia de los ufólogos a repetir sin cuestionar y en parte porque, más allá de cualquier consideración, siempre es más entretenido creer.
Sin olvidar también que estos baluartes de la ufología sostienen en pie esta subcultura en la que, querámoslo o no, nos sentimos muy a gusto.
Diego Zuñiga
Alemania
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