Published On: Jue, oct 24th, 2013

LA TEORIA AEROSTATICA: ¿Y SI LOS ANTIGUOS PODIAN VOLAR?

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Publicado en EOC nº 58

A lo largo de todo el planeta existen emplazamientos arqueológicos que sólo pueden ser vistos desde el aire. Al mismo tiempo tradiciones orales y textos sagrados de todo el planeta sugieren que en el origen de las grandes religiones existieron “dioses” capaces de volar. Nuestro compañero Manuel Carballal ha recopilado evidencias sobre estos enigmas en Asia, Africa, América y Europa, estableciendo una teoría que podría explicar este misterio: la teoría aerostática.

53940015Lago Uureg. Frontera de Siberia y Mongolia

 Los componentes de la Expedición Vórtice, en la que me encontraba, nos habíamos detenido a orillas del lago Uureg para grabar algunos planos de la fauna salvaje, que se incluiría en la serie documental “Mongolia: un mundo en movimiento” que emitiría La2 de TVE tiempo después. Y el primer descubrimiento inesperado de la jornada resultó extraordinario. En medio de la inmensa llanura Eva Vandenberg, de National Geographic-España, y Asunción, directora de la expedición, habían descubierto, de forma totalmente casual, unas sorprendentes esculturas, que nos hicieron reconducir nuestros vehículos hacia ellas.

Más en broma que en serio, bautizamos al figura principal, por su apariencia inquisitiva, como “el vigilante”, ya que parecía representar a alguien que escrutaba el horizonte. A sus lados dos esculturas decapitadas, presidían lo que parecía un conjunto funerario que medimos, fotografiamos y filmamos durante todo el tiempo que fue necesario. Y cuando ya estábamos a punto de retomar la ruta, hacia la frontera de Kazajistan, un extraño amontonamiento de piedras llamó mi atención. Movido más por la curiosidad, que por ningún instinto arqueológico, me separé del grupo y me desplacé hasta aquel conjunto de rocas que, por alguna razón, me despertó un profundo interés. Subí a lo alto de aquel montículo de piedras y sólo en ese instante, me di cuenta de que estaba en el centro de una enorme “estrella” de proporciones desmedidas y origen desconocido. Un “dibujo” trazado con rocas en el suelo de la estepa mongola, que formaba una colosal “rueda” o “sol” de siete radios, que inevitablemente me recordó a las líneas de Nazca.

Según mis mediciones, el túmulo, círculo o “plaza” de la “rueda”  central medía 5 m. de diámetro y estaba rodeado por un perímetro exterior o “murallita” de 4 m. de grosor y casi uno de alto. De ahí partían los siete radios, de 20 m. de longitud cada uno. Lo que nos da un diámetro de unos 53 m. en la figura del “sol”. Pero es que alrededor de la misma, exactamente a 14 m. del borde exterior, pude contar hasta 29 pequeños círculos de piedras, de un metro de diámetro cada uno, que terminaban en un pequeño menhir. Exactamente a 70 m. de distancia, al norte de esa formación de pequeños monolitos de encontraba “el vigilante” y sus compañeros decapitados. Y lo sorprendente estaba aún por llegar ya que, debido al gran tamaño de la formación, era imposible apreciarla en conjunto a ras de suelo. Así exprimimos a fondo el motor de los 4X4 para subir hasta lo alto del monte más cercano, con objeto de fotografiar y filmar aquel enigmático conjunto arqueológico con una perspectiva aérea que nos permitiese apreciarlo en conjunto. Y al llegar a lo alto del montículo nos encontramos con que, en aquella explanada del lago Uureg, se apreciaban hasta media docena más de aquellas gigantestas “ruedas” o “estrellas” que sólo podían verse desde el aire…

Arqueología a vista de pájaroDSC_0167

De nada sirvieron mis gestiones en el Museo Provincial de Uureg, o en el Arqueológico Nacional de Ulan Battar. Ni tampoco mis consultas a especialistas en arqueología asiática como la Dr. Jeannine Davis Kimball, directora ejecutiva del “Center for the Study of Eurasian Nomads”, de Berkeley. Nadie supo explicarme que eran aquellas enormes “estrellas” que me encontré en el lago Uureg, ni como habían sido realizadas dado su tamaño. Sin embargo es imposible no relacionar este descubrimiento con otros restos arqueológicos existentes en otras partes del mundo, y que parecen mantener un común denominador… Solo pueden ser vistos desde el aire. Y las “estrellas” del lago Uurge vienen a unirse a una larga lista de sitios arqueológicos, solo apreciables a vista de pájaro, que engrosan los catálogos de misterios del pasado.

A principios de los años 80, por ejemplo, llegaban a nuestro poder una serie de extrañas fotografías tomadas por algunos de los pilotos españoles que patrullaban los cielos del Sahara, antes de que el otrora territorio español pasase a control marroquí. Aquellos pilotos habían fotografiado, desde sus aeronaves, insólitas formaciones en tierra que parecían querer dibujar gigantescos boumerangs o moscas, de origen desconocido hasta el momento. ¿Qué civilización del pasado realizó aquellas enormes figuras solo apreciables desde el aire en pleno desierto africano? Tal vez una civilización o una tecnología similar a la responsable de otros sitios arqueológicos, como el “gigante” de Cerne Abbas, el “hombre alto” de  Wilmington, el caballo de Uffington  o  el  de Westbury, en Inglaterra.  O similares al “gran montículo de la serpiente”, en Ohio, o el “montículo del águila”, en Georgia. O incluso equiparables al gran “dios” de Atacama, en Chile, o al “Candelabro” (para mi cáctus) de Paracas, en Perú. Todos ellos legados de un pasado remoto, que solo pueden ser apreciados totalmente desde cierta altitud. ¿Quién, porque y sobretodo, como los construyó?

Para la inmensa mayoría de los astroarqueólogos, como Erich Von Däniken, Peter Kolosimo, etc, esos vestigios arqueológicos, y otros, sugieren que una tecnología no humana visitó la Tierra en el pasado, y es la responsable de los mismos. Sofisticadas naves voladoras de origen extraterrestre, que habrían sido las responsables de la inspiración y construcción de esas figuras, sólo apreciables desde el aire.  Pero ¿y si existiese una alternativa?  Uno de los argumentos más utilizados por los defensores de la Hipótesis Extra Terrestre (HET) son los vimana. Sin embargo, cuando investigamos el origen de esta leyenda en varias ciudades  tanto de India como de Nepal, descubrimos que, en realidad, vimana es el nombre con el que se designa, en la arquitectura religiosa hindú, a las espectaculares torres piramidales que flaquean los templos chola.  Sin embargo, en algunos libros vedas se describe como esas torres piramidales podían desprenderse del tempo y levantarse en el aire, entre fuego y gases, para ascender a los cielos.

Por supuesto, la fiabilidad histórica de la literatura védica es muy cuestionable. En realidad se trata de una gran recopilación de antiquísimas tradiciones orales, sin duda exageradas y desvirtuadas de generación en generación, hasta que fueron plasmadas en el papel. Sin embargo algunos fragmentos de los textos hindúes parecen describir, con todo detalle, naves aéreas concretas: “……Debe haber cuatro depósitos de mercurio en su interior. Cuando son calentados por medio de un fuego controlado, el vimana desarrolla un poder de trueno por medio del mercurio. Si este motor de hierro, con uniones adecuadamente soldadas, es llenado de mercurio y el fuego se dirige hacia la parte superior, desarrolla una gran potencia, con el rugido de un león e inmediatamente se convierte en una perla en el cielo……”. Mucho autores, que aceptan la literalidad de este texto,  quieren ver una astronave extraterrestre en esta descripción de la perla (esfera) voladora, que con un sonido atronador asciende a los cielos cuando el “fuego controlado” se enciende… Sin embargo existe otra posibilidad. Porque en la actualidad, y según mis conclusiones desde hace muchos siglos, existe un tipo de aeronave que hace ascender al cielo “perlas” voladoras, a través de un atronador “fuego controlado”: los aerostatos.

Si, sólo por un momento, imaginásemos que ese ruido atronador, y ese “fuego controlado” del vimana, responde a los quemadores de un aerostáto, no nos costaría trabajo reinterpretar relatos védicos como este, imaginando una antiquísima forma de aerostato: “… Se debe el cuerpo del Vimana hacer, como un gran pájaro del vuelo de material ligero. Dentro de uno debe poner el motor del mercurio con su aparato de calefacción del hierro debajo. Por medio de la energía latente en el mercurio que fija el torbellino que conduce en el movimiento, un interior que se sienta del hombre puede viajar una gran distancia en el cielo. Los movimientos del Vimana son tales que puede ascender verticalmente, descienden verticalmente, la inclinación del movimiento remite y al revés. Con la ayuda de las máquinas los seres humanos pueden volar en el aire y los seres divinos pueden venir abajo conectar a tierra…”. Arthur C. Clarke decía: “Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. ¿Y como interpretarían los antiguos habitantes de la India el vuelo de un primitivo aerostáto, de no ser como una aparición divina?

Los otros inventores de la aviacióna_Gusmao_SS

Oficialmente el descubrimiento del vuelo aerostático se produjo en noviembre de 1782, cuando un hombre perspicaz se dio cuEnta de un fenómeno físico universal. En su chimenea, el humo elevaba partículas en el aire  por efecto del calor. Curioso por el fenómeno colocó sobre el aire caliente una pequeña bolsa de papel y esta ascendió por la chimenea hasta salir al exterior… Basándose en esa observación, el 4 de Junio de 1783 aquél hombre, y su hermano  construyeron un globo hecho de lino y forrado de papel, con 11 metros de diámetro, que situado sobre un fuego que calentaba el aire, podía elevarse como consecuencia de la fuerza ejercida por el propio aire de abajo hacia arriba. Joseph y Jacques Montgolfier acababan de inventar el globo aerostático… ¿o no

Bartolomeu Lourenço de Gusmão nació en Santos (Brasil), en diciembre de 1685, y siempre destacó por su inteligencia y su brutal memoria. Era capaz de recitar de corrido todos los versos  de los poetas Virgilio, Horacio y Ovidio, así como varios libros de la Biblia.  A los 15 años viajó a Portugal para estudiar teología y Derecho Eclesiástico en Coimbra, donde se ordenaría sacerdote de la Compañía de Jesús. Jesuita tenía que ser. En 1701 se muda a Lisboa, donde estudias matemáticas y física mecánica, destacando como teólogo, y recibiendo del rey Don Juan V de Portugal, el cargo de capellán de la Casa Real. Pasa esos años estudiando y realizando pequeños inventos de física y mecánica aplicada, y el 5 de agosto de 1709, presentó en público, y ante el Rey, el mejor de todos: el Passarola. Un globo de aire caliente, conforma de pirámide, como los vimanas, y con un pequeño armazón que sustentaba un fuego en la parte baja del mismo, con objeto de calentar el aire. Bartolomeu había observado el mismo fenómeno de las partículas flotando sobre el aire caliente que vio Montgolfier, pero más de setenta años antes. Y en base a esa observación construyó un aerostato a escala. El aparato de Bartolomeu, según los testigos que presenciaron la exhibición, ascendió unos cuatro metros y medio, antes de llegar al techo de la sala y quemarse. El experimento le ganó el sobrenombre del “padre volador”.

No deja de ser caprichoso el guiño del destino, porque la primera prueba aerostática del Padre Bartolomeu, se hizo en el patio de la Embajada de la India, el Castillo de San Jorge, en Lisboa. Por desgracia poca documentación y diseños del “padre volador” sobrevivieron al terremoto de 1755, sin embargo todo sugiere que continuó sus experimento, y se convirtió en el primer hombre que  voló en globo… ¿o no fue el primero? Bartolomeu podría haber sido considerado el padre de la aeronaútica, si hubiese tenido apoyo para continuar sus experimentos, pero en lugar de eso, fue acusado por el Santo Oficio, de simpatizar con los cristianos nuevos. Y perseguido por la Inquisición se vió obligado a marcharse a España, para finalmente morir en un hospital de Toledo, olvidado en los anales de la aviación. Afortunadamente en  la Plaza Rui Barbosa de su ciudad natal se le recuerda con un aparatoso monumento “al padre volador”. Por supuesto, antes de Bartolemeu otros científicos y pensadores, soñaron distintas formas de volar, y algunos no solo lo soñaron. Son mundialmente conocidos los diseños de Leonardo Da Vinci. Diferentes tipos de naves aéreas, alas delta, campanas de aire, etc. Ignoramos si llegó a experimentar con algún prototipo. Lo que sabemos es que no fue el único, ni el primero, en especular con diferentes formas de volar. En 1638 por ejemplo, John Wilkins, obispo de Chester, sugiere algunas ideas sobre posibles futuros vuelos en su libro Descubrimiento de un mundo en la Luna.

Pero casi 40 años antes, el audaz Hazarfen Selebi saltó desde una torre en Gálata, con una especie de ala rígida, y consiguió volar algunos metros antes de aterrizar. Tres siglos antes, en 1300, Marco Polo ya había descrito enormes cometas utilizadas por los chinos, capaces de transportar por el aire a los soldados del Emperador. Eran las primeras alas delta y los primeros parapentes de la historia. ¿O no? La idea no es monopolio chino. Hacia 1250 el filósofo y científico inglés Roger Bacon escribe la primera descripción técnica conocida sobre el vuelo, describiendo un “ornitóptero” en su libro “Secretos del arte y la naturaleza”. Un “ornitóptero” es un aerodino que obtiene su fuerza sustentadora del movimiento batiendo sus alas de forma análoga a como lo hacen las aves y de ahí su nombre, que en griego querría decir “con forma de pájaro”. Da Vinci también diseño alguno. En la actualidad no es difícil encontrar juguetes que vuelan basándose en este principio, impulsados por la energía acumulada en unas gomas elásticas y construidos en ligeros plásticos y maderas. Una energía y unos materiales livianos que permiten solventar el problema del vuelo del ornitóptero, sin más pretensiones que la del entretenimiento. Pero el principio físico para construir naves voladoras es el mismo. Constan también los intentos realizados en la Constantinopla de 1162, de volar utilizando alas similares, con fatales desenlaces para los pilotos. Algo que,  en 1010, ya intentaba  el monje Eilmer of Malmesbury, en su abadia británica con mejor fortuna.

artefacto_voladorY mucho antes aún, en el 885 un científico árabe, perteneciente a la célebre escuela de pensadores de Al Andalus, ideó un sistema similar de vuelo sin motor, un planeador. Se trataba del famoso Abbas Ibn Firnas, otro de esos genios del pasado, olvidados por la AAS, como Imhotep o Herón de Alejandría, al quien se considera inventor del cristal, y el primero en hacer mención en occidente de la brújula, y de las tablas astronómicas de origen hindú, llamadas Sinhihd. Cualquier especulación sobre si fueron sus contactos con la cultura hindú los que le inspiraron su técnica de vuelo son gratuitos. Es verdad. Pero siempre serán más razonables que la idea de aeronaves espaciales de origen no humano. Lo mismo puede decirse de la crónica del romano Aulas Gellius, también en el siglo I, y en el contexto de los sabios de Alejandría. En su obra “Las noches áticas” escribe: “Existio un prodigio, realizado por Archytas, filósofo pitagórico, que es realmente asombroso y que creo perfectamente verídico. Los autores griegos mas ilustres –entre ellos, el filósofo Favorito-, han referido como indudablemente cierta la historia de que una paloma constuída por Archytas voló con auxílio de la mecánica. Sin duda se sostenía por el equilibrio, y el aire que encerraba secretamente hacía que se moviera. Sobre este asunto tan sorprendente citaré las palabras de Favorito: “Archytas de Tarento, a la vez filósofo y mecánico, construyo una paloma de madera que volaba. Pero en cuanto paraba, ya no volaba más; el mecanismo se detenía aquí”. ¿Una combinación de aerodíno y aerostáto? Tiene toda la pinta.

¿Cuándo empezó el hombre a soñar con la posibilidad de volar? Siempre. ¿Cuando pudo hacerlo? En cualquier momento de la historia. Artefactos como el aerostato de Bartolomeu, o el “ornitóptero” de Bacon, no necesitan ningún tipo de tecnología sofisticas. No requieren motores, piezas mecánicas, plásticos, combustibles químicos, ni ningún otro elemento que contemporáneo. Lo único que habría hecho falta es que, en algún momento de la historia, un intelecto observador, como el de Bartolomeu o Bacon, como el de Imhotep o Herón, como el de Da Vinci o Arquímedes, se hubiese fijado en como las partículas de hojas, leña, etc, son elevadas por el efecto del aire caliente en una hoguera. ¿Es tan disparatado pensar que  un solo científico hindú, los mismos que construyeron la sofisticada civilización del Indo o los mismos que crearon  las modernísimas urbes de Mohenjo Daro, se hubiese fijado en ese fenómeno físico? Yo creo que no. 

Imaginemos, solo por un segundo, que yo tengo razón. Que hace 2 o 3000 años, existió un ser humano tan observador y curioso como Bartolomeu Lourenço, que se dio cuenta de que un globo o una bolsa de papel, colocada sobre un foco de calor, podía volar. Supongamos que construyó un prototipo, y que  su emperador, más lúcido que los reyes que vieron la máquina de vapor de Herón de Alejandría, o el aerostato de Bartolomeu, se dio cuenta de que aquel artefacto era algo más que un juego para su entretenimiento. O no. Pensemos que se construyeron algunos de aquellos globos, y que fueron vistos por los campesinos hindúes, que contemplarían como enormes vimanas, es decir, artefactos similares a las torres piramidales de los templos o  las salas donde se conservan las estatuas de los dioses,  descendían del cielo tripuladas por unos hombres que, sin duda, no podían ser mortales… Si los campesinos franceses que vieron aterrizar en la campiña el aerostato de Alexandre César Charles, en 1783, creyeron estar ante una criatura diabólica, ¿que pensarían los campesinos hindúes del valle del Indo de presenciar algo similar, miles de años antes?desde el aire

Vimanas sobre las pistas de Nazca

Es evidente que Perú es una pieza clave para comprender la teoría aerostática. En el aeródromo de Nazca me entrevisté con Eduardo Herrán, el piloto descubridor de muchas de las nuevas líneas de Nazca, incluyendo el que bautizó como “hombre con cabeza de buho”, pero al que los astroarqueólogos prefieren denominar: “el astronauta”. Eduardo Herrán no solo es un piloto con muchas horas de vuelo, y uno de los descubridores de nuevas líneas en Nazca, sino que además es un experto en vuelo sin motor, uno de los defensores de la alternativa aerostática. Además de las 37 figuras importantes contabilizadas por la Dra Maria Raiche, Herrán   tiene  contabilizadas 324 nuevas figuras localizadas y fotografiadas por el mismo, durante sus rutas aéreas en los valles de Nazca y Palma.  Y considera que los antigua cultura de Paracas poseía la “tecnología” capaz de construir ingenios voladores para dirigir la elaboración de las famosas “pistas” que  casi sólo pueden verse desde el aire.52960011

La clave de este hipótesis esta en los gigantescos mantos de Paracas, todo un enigma textil y arqueológico. “Los antiguos paracas –explica Herrán a EOC- hacían mantos y telas, cubiertas con plumas, de 10 y 12 m. de largo por 4 de ancho, y con ellos se pueden hacer perfectamente campanas de paraceiling  para volar sobre los dibujos”. Eduardo Herrán, familiarizado además con el paracaidismo y el parapente, como quien esto escribe, se había percatado de algo en lo que nadie antes había caído. Los antiguos nasca podían haber volado sobre las líneas, sin necesidad de tecnologías mecánicas, y con diferentes sistemas posibles. Aunque sería un aventurero norteamericano quien demostraría experimentalmente que esto es factible…

Maria Reiche ha sido la protagonista absoluta de Nazca durante décadas. Pero en 1975 aparece en esta historia un personaje sorprendente: Jim Woodman, destacado miembro de la “Internacional Explorers Society”. La IES es una asociación privada de investigación con sede en Coral Gables (Florida) y Woodman, uno de sus componentes más audaces, llegó a Perú dispuesto a resolver de una vez por todas el misterio de Nazca. Woodman es un tipo intrépido, y ofreció una interpretación totalmente distinta a algunos elementos de este misterio. ¿Y si los nazca y los paracas utilizaban sus enormes telares con otra intención? ¿y si los hoyos negruzcos que salpican la llanura de Nazca, fuesen restos de hogueras que podrían tener otro uso que el meramente calorífico?. El visionario aventurero vio en aquellos agujeros negruzcos los quemadores destinados a calentar el aire de grandes globos aerostáticos, construidos con los grandes telares de paracas. Casi nada.

Concentrando su interés en las tumbas de los nazca no profanadas por los huaqueros, los colaboradores de la IES encontraron tejidos especialmente ligeros y resistentes, mas livianos e impermeables incluso de los que utilizamos los paracaidistas. 4 de aquellas muestras provenían de sepulturas particulares de Cahuachi, y otros 2 eran tejidos con los que los nazca habían confeccionado vestimentas ceremoniales. Woodman entregó aquellos tejidos para su análisis a la Sioux Falls, la empresa más importante del mundo especializada en la fabricación de aerostatos, con sede en Florida. El resultado de los análisis, firmados por los laboratorios Raven, fueron asombrosos. Mientras que esta empresa, la más moderna del mundo, fabricaba sus aerostatos con materiales textiles de 65 por 35 hebras por centímetro cuadrado, los tejidos de algodón de los nazca eran mucho más densos, con 75 por 40 hebras por centímetro cuadrado e, incluso, en una de las vestimentas ceremoniales, se llegaba a una densidad de 80 por 45 hebras por centímetro cuadrado. En otras palabras, con aquel tejido se podía confeccionar perfectamente un globo aerostático. Ahora había que demostrarlo.

painted_birdLos dibujos de algunas cerámicas de los nazca terminaron por convencer a los aventureros de la IES de que los antiguos habitantes del desierto peruano habían desarrollado algún tipo de aerostato y se propusieron probarlo experimentalmente. Para ello construyeron un globo de fibra de algodón, de 25 m. de altura por otros 25 de ancho, utilizando solamente materiales indígenas: telares, cuerdas, etc. La forma del globo era tetraédrica, la  más sencilla, que “casualmente” resulta sospechosamente similar a las torres vimanas de los vedas: en este caso una pirámide invertida. Utilizaron las cuerdas, telas, grasas aislantes y demás materiales que estaban al alcance de los antiguos nazca. Así nació el Condor I, y en homenaje a los antiguos nazca el artista Tommy Thomson dibujó en la superficie tetraédrica del globo el mismo condor que aparece en las líneas de Nazca. 

Con esta hipótesis, tan audaz como factible, el americano ofrecía una alternativa para explicar porque las líneas de Nazca sólo pueden contemplarse totalmente desde el aire. Y al mismo tiempo creaban un vínculo teórico entre Nazca y los relatos sobre hipotéticos aeróstatos descritos, en mi opinión, en otras tradiciones tan alejadas en el espacio y el tiempo como la literatura hindú y sus vimanas. Pero lo bueno que tienen los aventureros, a diferencia de otros especuladores, es que están dispuestos a jugarse el tipo para demostrar sus hipótesis. Es fácil sacarse teorías y conjeturas de la manga. Lo difícil es estar dispuesto a arriesgar la propia vida por comprobarlas. Así que el 23 de noviembre de 1975 la llanura de Nazca fue testigo de un insólito episodio en la historia de la aviación aerostática.

Demostrado, se pudo hacer

Jim Woodman, que es intrépido pero no imbécil,  escogió como copiloto al británico Julian Nott, un aeronauta experimentado que había batido en el récord mundial de altura a bordo de un aerostato. Además se equiparon con dos paracaídas como medida de precaución. Evidentemente con una campana de apertura rápida, ya que los paracaídas normales, que conozco lo suficientemente bien, no les habrían salvado la vida en esas circunstancias. Y ante los asombrados testigos el “vimana” se elevó, ascendiendo hasta 130 metros de altura. Aunque el aterrizaje fue un poco más brusco de lo previsto, lo que a mi juicio da más valor a la audacia de Woodman, el globo de los nazca voló. Las fotos que tomaron durante su ascensión Nott y Woodman, tal vez representan exactamente lo mismo que vieron los arquitectos que diseñaron los dibujos de Nazca. O tal vez no. Es imposible saber, al menos por el momento, si nos nazca, u otras civilizaciones del pasado, utilizaron globos aerostáticos. Pero lo que si demostraron Nott y Woodman, es que pudieron haberlo hecho. Y creo que es mucho más razonable, de acuerdo a la “navaja de Ocaam” plantearse la hipótesis aerostática que la extraterrestre. Incluso la hipótesis del paraceiling que me adelantaba el piloto de aerocondor. Al fin y al cabo las modernas alas delta del vuelo sin motor fueron ya diseñadas, hace cinco siglos, por Leonardo Da Vinci.23

Después de la exhibición de Nazca, en 1975, el globo piramidal de Nazca volvió a surcar los cielos en muchas ocasiones. Adaptado ya a las nuevas tecnologías aerostáticas, esto es, con una cómoda barquilla, quemadores y mandos modernos, y nuevos materiales en la envoltura, su particular forma de pirámide invertida fue el centro de atención en festivales internacionales de aeróstatos como los de Alburquerque, Lancaster, New York, Muncie, Jackson, etc, en 2004 y 2005. Y presumo que continuará viéndose en los próximos años.

No existe ninguna imposibilidad técnica o física para que los antiguos nazca hubiesen podido volar. Lo único que habrían necesitado es haber contado con un Herón de Alejandría, con un Imhotep, con un da Vinci o simplemente con un padre Padre Bartolomeu propio, que se hubiese percatado alguna noche, al calor del fuego, de que el aire caliente asciende. ¿Es absurdo pensar que la cultura que construyó Machu Pichu, que realizó operaciones de trepanación con éxito, y que creó las líneas de Nazca pudiese contar con un observador tan perspicaz? Yo no lo se. Tal vez sea todo mucho más sencillo, y pueda resumirse en una anécdota que me relato mi colega, el piloto de aerocondor: “Una vez estaba dando una conferencia en Mexico, en la UNAM y una niña, Mª Paz, de 12 años, me dio una respuesta que nunca se nos había ocurrido. Me dijo, Dr., los antiguos nazca no tenían que ver las líneas cuando estaban vivos, sino que cuando morían, y su espíritu subía al cielo, es cuando veían lo que habían hecho…”. Maria Reiche, la dama de Nazca, falleció el 6 de junio de 1998. Tal vez ella tenga ya las respuestas que otros continuamos buscando por todo el planeta…

ANEXO:

Las tecnologías secretas166image9

Muy lejos de la peyorativa imagen de ignorantes supersticiosos, nuestros antiguos fueron capaces de desarrollar ingeniosos elementos científicos en todas las culturas y en todas las épocas del pasado. Algunos autores prefieren atribuir a civilizaciones no humanas los extraordinarios descubrimientos científicos realizados por los sabios y pensadores del pasado, sin embargo, quienes hemos tenido la fortuna de convivir con los nómadas del Sahara o el Gobi, con los médicos tradicionales de centro Africa o Sudamérica, o con los descendientes de los constructores de Machu Pichu, la Gran Pirámide, o los templos vimana, podemos dar fe de los conocimientos químicos, arquitectónicos, astronómicos y físicos de los llamados “pueblos primitivos”, todavía en la actualidad. La terrible desaparición de los grandes archivos del pasado, como la Biblioteca de Cartago, en Túnez, o la Biblioteca de Alejandría, en Egipto, nos ha privado de millones de documentos, libros y mapas que reflejaban los descubrimientos de científicos, filósofos y pensadores de la antigüedad, de los que sólo se conservan referencias en los textos que han sobrevivido.

Por ejemplo, sabemos que el genial Imhotep, además de astrónomo, químico, médico y filósofo, fue el autor de eruditos estudios científicos para el faraón Zoser, aunque solo haya pasado a la historia por ser el arquitecto que “inventó” las pirámides. Aún más sorprendentes son los inventos de Herón de Alejandría, el primer científico que ideó androides, los predecesores de nuestros robots, así como una máquina de vapor, utilizando hábilmente la presión del agua hervida, etc. Sus libros “Autómatas” y “Pneumática” fueron, quizás, los primeros tratados informáticos de la historia, devorados por las llamas en el incendio de la Biblioteca de Alejandría. Al igual que Leonardo da Vinci ideó sofisticados ingénios de aplicación mecánica, y hasta diseños de naves voladoras, otros científicos, filósofos y pensadores, aún más antiguos, diseñaron inventos no menos geniales. Herón de Alejandría, Imhotep, Arquímedes, etc. Pero no sólo se trata de teorías. Existen pruebas físicas de la habilidad tecnológica de nuestros menospreciados antiguos. Objetos como la “maquina de Antiquitera”, un auténtico ordenador astronómico del pasado; o las “pilas” de Bagdad, un ingenioso sistema de galvanización y no otra cosa, demuestran que no solo los científicos del pasado podían revolucionar las matemáticas, la química o la física de su época con su imaginación… sino que algunos plasmaron físicamente aquellas revolucionarias ideas científicas. Volar fue una de ellas.

Manuel Carballal

Fragmentos del libro “El Secreto de los Dioses” (Editorial Martinez Roca)

Puedes descargarte EOC nº 58 en: http://www.dimensionlimite.com/eoc/EOC_58.pdf

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  1. Poll dice:

    Extraordinario trabajo de investigación, yo también trabajo en globos aerostáticos, y la verdad es que construirlos no es nada del otro mundo, es muy sencillo, es obvio que los antiguos pudieron volar ya que tenían las herramientas para hacerlo; el otro día cuando fui al museo Larco Hoyle, vi unos ceramios mochica, y mi sorpresa fue ver que en sus dibujos de hace 2,000 años, habían dos indios soplando unas pipas que conducían un largo mecanismo que votaba vapor hacia arriba, el cual elevaba una manta globular en forma de dragón, el vapor del humo se puede apreciar claramente en sus ceramios, sus ingenios tenían cabezas de dragón, y una cola exterior que parecía un timón, esto obviamente era sobre una base de totora, pues es así tal como están graficados en sus cerámicas, me pregunto si acaso será posible que estos globos voladores con cabezas de dragón, hubieran inspirado los mitos y leyendas de dragones voladores que botaban fuego en la edad media. Aún hay mucho por investigar.. Saludos.

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