JULIO F. HISTORIA DE UN FRAUDE UFOLÓGICO
Publicado en EOC nº 74
El incidente de Julio F. es uno de los episodios de supuesta abducción alienígena más conocidos y divulgados de nuestro país. Desde que el decano de los ufólogos españoles, Antonio Ribera, lo incluyera en su clásica obra “Secuestrados por extraterrestres” (1981), dicho episodio pasó a convertirse en un referente con mayúsculas de este tipo de experiencias de encuentros cercanos, de las que por cierto, no existen demasiadas documentadas en España. De hecho lo más sorprendente de este caso, cuyo contenido fue “rescatado” mediante la hipnosis, fue la ingente cantidad de detalles que pudo aportar el testigo. Incluso Ribera no vacilaba en señalar en sus libros y reportajes que “el de Julio F. es uno de los casos de abducción mejor investigados del mundo”. Sin embargo nuevas investigaciones conducidas 35 años después por el autor del reportaje han dado un inesperado giro a un icono de la literatura ufológica hispana y europea…
Pero antes de profundizar en estas nuevas pesquisas es obligado hacer un breve repaso del supuesto secuestro alienígena de Julio F..
El cazador “cazado”
La madrugada del domingo 5 de febrero, de 1978, Julio F. de 30 años, decidió salir de caza acompañado de su fiel perro Mus, un pointer inglés, a una zona cercana al pueblo de Casavieja en la provincia de Ávila. Sin embargo obedeciendo a un “impulso” desconocido, en esos momentos, decide cambiar su ruta y se dirige hacia Medinaceli, dentro de los límites de la misma provincia. Por el camino ocurre un hecho tremendamente singular. Sobre las 4:30 horas, Julio F. percibe una “extraña voz”, que se superpone a la música que escucha en el radiocassette de su vehículo, que le indica que se detenga en un determinado hostal de carretera.
En aquella cafetería (Hostal 113) el testigo es atendido por un camarero de 1´90 metros de altura, de pelo rubio, que al testigo le parece más bien una peluca, y utilizando unos guantes amarillos de goma. El recinto tiene un fuerte olor a pino y mientras que nuestro protagonista permanece allí nadie más entra en el local. El camarero le sugiere un lugar de caza “pasada la carretera de Soria”. Antes de las 6:00 horas Julio enfiló el camino para el lugar señalado, pero en un carril su Seat 127, se detiene misteriosamente. Todo el sistema eléctrico del coche dejó de funcionar. Incluso su reloj de pulsera quedó paralizado. Malhumorado salió del vehículo para ver qué es lo que fallaba, entonces su perro comenzó a mostrarse muy inquieto. Armado con su escopeta Julio F. observa como unas sombras se acercan. Las siluetas tienen un ligero resplandor que se difumina al acercarse al testigo. Al aproximarse comprueba que se trata de dos humanoides muy altos, de unos 2 metros de altura, de complexión atlética que visten unos trajes ajustados de color verde pastel. Sobre las cabezas llevaban una especie de capucha de color amarillo que les dejaba el rostro al descubierto. Sus cráneos eran enormes, así como sus ojos redondos y azules. Tenían la piel pálida, sin bello, con una barbilla inusualmente puntiaguda y la nariz recta. Sus manos tenían los dedos muy largos, cosa que distinguió perfectamente a través de los guantes amarillos que portaban. Julio no sintió miedo e incluso tranquilizó a su perro para que no les atacara. Desde un primer momento, aseguro a los investigadores bajo hipnosis, que no sintió temor alguno ante su presencia y supo que procedían de otro mundo. Con extremada amabilidad le pidieron que les acompañara y el testigo notó que la voz resonaba en su mente. “Se comunicaban conmigo mediante imágenes semejantes a diapositivas, que yo sentía, más que veía. Ellos también podían leer mis pensamientos. Me miraban fijamente a los ojos con una mirada penetrante y tranquilizadora” describió el testigo a los investigadores, tal y como recogió Ribera en su libro “Secuestrados por extraterrestres”.
Tras andar unos metros, Julio se sorprende al ver un enorme disco de color plata mate, de unos 70 metros diámetro, flotando a escasos metros del suelo en total silencio. Conducido a su interior gracias a un “ascensor” que se hallaba en el centro del aparato, Julio F. es trasladado hacia la cabina central, donde observa distintos paneles con aspecto de “computadoras”, pantallas transparentes, sillas en forma de V y una “camilla”. “El techo era abovedado. El suelo parecía de cristal liso, totalmente pulido y luminiscente. En todo el interior del platillo reinaba una intensa luz blanca que no procedía de foco alguno, sino que parecía emanar de todas partes. Allí adentro no se proyectaba sombra alguna. En el centro había una especia de consola, con una pantalla parecida a la de cinerama, alargada, más alta en sus extremos y que se estrechaba en el centro. Ante ella, dos sillones muy extraños: descansaban en un soporte cónico que se estrechaba al llegar al suelo, encajándose en una especia de guía sobre la que se desplazaban cuando pulsaban unos botones ocultos bajo el brazo de los mismos”.
La iluminación parecía provenir del techo y le daba a toda la estancia una claridad brillante que no deslumbraba. Dentro había un olor idéntico al del Hostal 113, por lo que los investigadores dedujeron que el aroma a pino quizás fuera ozono. A todo esto su perro Mus le acompañaba en la insólita aventura. En aquella sala había otro humanoide que también le tranquilizó. Lo más curioso es que la habitación estaba circundada por ventanas rectangulares por la que se veía el exterior como si fuera completamente de día. Algo desconcertante fue el momento en que Mus comenzó a “olisquear” a uno de los tripulantes y éste mostró cierto temor ante las reacciones del can. Los humanoides le pidieron permiso para examinar al perro cosa que hicieron en una camilla negra, que tenía una extraña pantalla, donde al colocar al animal éste quedo paralizado. Le extrajeron sangre de una pata con ayuda de una “jeringuilla” de color gris plomizo. Tras esto, los seres comenzaron a manipular los controles de las “computadoras” con una agilidad pasmosa, mientras Julio observaba en silencio. En total había 5 tripulantes, tres hombres y dos mujeres. Julio quiso saber entonces de donde procedían los misteriosos visitantes: “Les preguntó de dónde venían, a lo que ellos respondieron con signos mentales -escribió posteriormente Ribera en su libro Abducción (1988). El ufólogo catalán explicaba que los símbolos: eran muchos pero Julio recuerda principalmente 2 que recibía de forma insistente. El primero parecía un 3 y un 7 unidos, y el segundo se asemejaba a dos paréntesis enlazadas por un par de rectas (…) también cree haber captado una especie de lambda y una jota al revés con un trazo vertical” .
De pronto en una de las pantallas, tras escucharse repetidas veces un pitido, apareció otro ser, de mayor edad, de 55 ó 60 años, que parecía ser el jefe de la tripulación. Conversando en un idioma que parecía “alemán y chino” les daba unas instrucciones que evidentemente Julio no comprendió, pues la “telepatía” se vio interrumpida en el momento que comenzó a hablar el jefe. Tras el mensaje la pantalla volvió a su transparencia.
En una de las múltiples sesiones de hipnosis a las que fue sometido Julio, el testigo hace referencia a un extraño episodio donde es paralizado y conducido “levitando” hacía un habitáculo descrito como una “esfera transparente”, donde es desnudado y sometido a un examen médico, con una bola metálica de la que surgen finos cables que se introducen por todos los orificios de su cuerpo. También nota como le extraen muestras con una jeringuilla de la espalda.
Después de éste episodio, Julio F. informa que la nave despegó y realizaron un corto viaje “fuera de la Tierra” que les hizo flotar ingrávidos por la estancia. El testigo indica que las estrellas no parpadean, lo que sugiere a Antonio Ribera que Julio F. no miente: “el parpadeo sólo puede apreciarse dentro de la atmosfera terrestre, pues es debido a una refracción de la luz”. Al regresar a tierra, después del pequeño periplo espacial, Julio decidió, como la cosa más normal del mundo, fumarse un pitillo, ante lo cual sus anfitriones se limitaron a solicitarle un cigarrillo para examinarlo, aunque el testigo invito a uno de ellos a fumar, cosa que no hizo. El cazador confesó a los investigadores que a falta de “ceniceros” depositó las cenizas en el suelo de la estancia.
En la última parte del encuentro, los humanoides comenzaron a interrogar al testigo con preguntas que le parecieron un poco absurdas, pues parecían ignorar muchas cuestiones. Le interpelaron indistintamente sobre política, economía o la propia caza de animales. Recelando de los seres, pues pensaba que le tomaban el pelo, al hacer “preguntas tan simples” Julio comenzó a desconfiar y a sentirse incomodo. Como intuyendo el malestar del testigo, los tripulantes del gigantesco platillo volador le invitaron a abandonar la nave. Tras llegar a tierra se encaminó hacía su vehículo y asombrado comprobó que arrancó a la primera. Julio F. estuvo 3 horas en el interior de la nave. Hay que señalar que los recuerdos conscientes del testigo se detenían en el momento que salió del Hostal 113 y el resto fue recuperado totalmente gracias a las sesiones de hipnosis a las que se sometió el testigo por parte del parapsicólogo José Luis Jordán Peña, la hipnóloga Ana Mozo, Maite Pérez Álvarez doctora y bióloga y el siquiatra e hipnólogo Dr. Jesús Durán. Referido al Hostal 113, el investigador José Antonio Campaña comprobó, entrevistando al dueño del establecimiento, que el local no abre antes de las 8:00 horas del domingo y que no tiene ningún empleado de las características reseñadas por Julio. Personados en el lugar del supuesto encuentro del testigo con el “platillo volador” los investigadores tampoco pudieron encontrar ningún tipo de marca o huella anómala que indicara la presencia de aquel enorme objeto.
Como dato curioso, durante algunas de las múltiples sesiones de hipnosis a las que fue sometido Julio F. este se “convirtió” en antena de los seres y los investigadores pudieran comunicarse con ellos a través del testigo.
Tras conocerse, en un primer momento, los pormenores del impactante suceso en la mítica revista “Contactos extraterrestres” (1979) de la mano del investigador Enrique de Vicente, en un artículo denominado “Examinado a bordo de un OVNI” la notoriedad del suceso no se hizo esperar, siendo constantes, a partir de entonces, las referencias a la supuesta abducción de Julio F. en reportajes y libros.
Pero sobre todo, la inclusión del caso en un extenso capitulo en la citada obra de Antonio Ribera, ilustrado profusamente con sugerentes y espectaculares dibujos, contribuyó sobremanera a cimentar la fama de la supuesta abducción del cazador español, incluso, a nivel internacional. Pero quizás el caso era demasiado perfecto…
Los orígenes del caso
Inexplicablemente, la extraordinaria y asombrosa riqueza de detalles del incidente no hizo sospechar ni recelar a los numerosos investigadores que se aproximaron al relato de Julio F.. Quizás, esto fue debido a que el testimonio del cazador fue “recuperado” mediante hipnosis y se descartaba, por tanto, cualquier indicio consciente de fraude. Además la opinión favorable de los diferentes expertos y facultativos que atendieron a Julio F. durante las regresiones hipnóticas apostaban por la veracidad de su experiencia. No en vano, Enrique de Vicente en la citada revista Contactos extraterrestres escribía lo siguiente: “La primera regresión hipnótica tuvo lugar en la consulta psiquiátrica del credibilidad que les inspiraba el relato y la idoneidad con que Jordán condujo la prueba. A la segunda sesión, realizada en el Colegio Menesiano madrileño, asistieron unas 50 personas, entre las que se incluían prestigiosos profesionales y especialistas en las más diversas materias, cuya opinión subjetiva, tras asistir a las dramatizaciones con las que Julio revivía bajo hipnosis los momentos más intensos emocionalmente de sus experiencia, fue mayoritariamente positivo.”
Curiosamente, para empezar nuestra investigación, rescatamos un dato sumamente divulgado, pero injustamente olvidado en nuestras fechas.
El caso de Julio F. fue conocido por primera vez por José Luis Jordán Peña, controvertido parapsicólogo madrileño, autor confeso del fraude de UMMO y las fotografías de San José de Valderas. Tal y como escribía De Vicente en el mismo reporte: “la primera noticia del mismo la obtuvo el propio Jordán. Había acudido a dar una de sus acostumbradas conferencias, cuando llegó el obligado turno de preguntas, alguien le interrogó sobre las ya citadas experiencias de quienes habiendo tenido un encuentro con OVNIS, y, en busca de sus recuerdos perdidos, fueron sometidos a hipnosis, acababan detallando sus veladas vivencias en el interior de aquellos. Aquel hombre le pidió su teléfono al término de la disertación, para llamarle a los pocos días, indicándole deseaba narrarle un suceso que le interesaría. Quedaron citados en una cafetería y allí estaba su comunicante, acompañado de su hermano, Julio F., cuya identidad respetaremos.”
Al parecer Manuel F. era aficionado a los OVNIs y había acudido a una conferencia de Jordán Peña donde decidió hablarle de la experiencia de su hermano Julio. Por tanto, no se podía pasar por alto con tanta ligereza, que el primer investigador que habló con Julio F. fue el polémico creador confeso del “affaire UMMO”. Además las primeras sesiones de hipnosis fueron llevadas a cabo por el propio Jordán Peña. Así pues, era obligado realizar una relectura del caso teniendo en cuenta la probable participación de Jordán Peña, en la elaboración
fraudulenta del supuesto cazador abducido. Y conociendo estos pormenores las sorpresas no tardaron en surgir. Evidentemente si la mente de Jordán Peña estaba detrás de la trama de Julio F. el relato del mismo, debía contener detalles que lo relacionaran con el asunto ummita, porque quizás ese hubiera sido uno de los objetivos encubiertos del parapsicólogo en la gestación de éste nuevo “experimento psicosocial”. Para empezar, las dudas o sospechas que pudieran surgir sobre la veracidad del testimonio del joven cazador fueron debidamente “contenidas” por el propio Jordán Peña, y así lo recoge Ribera en su libro: “los tests psicológicos a que fue sometido Julio revelaron un coeficiente intelectual superior al normal, combinado con una personalidad perfectamente integrada, muy equilibrada y en absoluto psicótico. Julio no es ni un débil mental ni un fabulador ni un mitómano. Es por el contrarío, un hombre muy realista, muy objetivo y, sobre todo, incapaz de mentir. Esto es lo que han revelado los exámenes psicológicos. Y quiero recordar aquí que quien se los hizo fue el meticuloso y escéptico Jordán Peña”. Por tanto si nuestra tesis estaba en lo cierto, Jordán Peña elaboró una perfecta coartada “psicológica favorable” para que todos creyeran a Julio F. sin titubear.
Siguiendo esta premisa, de la “tutela” del testigo por parte de Jordán Peña para ofrecer información sobre UMMO, sería lógico pensar que si analizáramos detenidamente el testimonio de Julio F. deberíamos descubrir numerosas “referencias” que lo relacionaran con los polémicos visitantes de la estrella Wolf 424…
La alargada sombra de UMMO
Las primeras coincidencias con el asunto UMMO, la encontramos en el retrato que realiza Julio F. de sus alienígenas, a los que define como “científicos y militares”, esto concuerda con los pretendidos ummitas, que Antonio Ribera ha definido hasta la saciedad como científicos en misión de exploración sobre nuestro planeta y alejados por completo de cualquier tipo de mensaje mesiánico, tan común en las experiencias de contacto OVNI. Además Julio F. menciona que el aspecto físico de sus interlocutores “era nórdico”. Antonio Ribera en su obra “Un Caso perfecto” (1969) dice que los ummitas tenían “aspecto escandinavo, o sea altos y rubios”.
Así mismo, la descripción que realiza Julio del extravagante camarero que lo atiende en la madrugada, tiene ciertos rasgos ummitas. El detalle de las manos de largos dedos, protegidas con guantes, recuerda a las delicadas manos de los habitantes de UMMO. Antonio Ribera incluía en su libro “El misterio de UMMO” (1979) información facilitada supuestamente por los ummita que decía que: “las yemas de los dedos nos son particularmente valiosas para la integración de esquemas vibromecánicas por ser especialmente sensibles a estas frecuencias. Las palmas de las manos son fotosensibles, aunque en menor grado que las muñecas. Eso nos impide realizar con los dedos ciertos trabajos a los que ustedes pueden habituarse (…) en operaciones tan inocuas para ustedes como presionar algunos pulsadores para accionar ascensores e interruptores eléctricos”. Tanto el camarero como los tripulantes del enorme “platillo volador” protegían sus manos con guantes en todo momento…
La descripción de Julio F. de las manos de los visitantes parece calcada del libro de Ribera: “Eran débiles y huesudas, muy frágiles como de pianistas (…) diríase que nunca habían cogido un pico o levantado peso”…
Pero hay más similitudes entre los humanoides observados por el cazador y los famosos ummitas…
En las regresiones hipnóticas Julio F. explicaba a los investigadores que mientras conducía su coche una voz se intercalaba sobre la música proporcionándole instrucciones:
“- ¿Qué has oído?.
- Una voz muy rara.
- ¿Cómo era?
- Gangosa.”
Curiosamente, los implicados en la recepción de las misivas ummitas recibían unas no menos misteriosas llamadas telefónicas por parte de unos extraterrestres de voz gangosa…
José Luis Jordán Peña confesó públicamente que: “utilizaba un aparato distorsionador eléctrico, que me fabriqué yo mismo, y que daba a mi voz, o a cualquiera que lo usase, una apariencia metálica o gangosa.” De hecho era bien conocido por los seguidores del asunto UMMO que los ummitas tenían muchas dificultades para hablar correctamente. Antonio Ribera en su libro “El Misterio de UMMO” incluía una supuesta carta ummita que informaba sobre esta cuestión:“una característica verdaderamente discriminatoria, aunque no es privativa de gran parte de los habitantes de UMMO, es el atrofiamiento, hacia la edad de los 16 años terrestres, de la epiglotis, así como del músculo tiroaritenoideo y cuerdas linguales (…) en gran parte de nuestros hermanos, los órganos de fonación están hipertrofiados (cuerdas vocales) (sic) y nosotros supimos suplimos esta esclerosis por medios artificiales de expresión”.
Conociendo estos pormenores podemos realizar otra lectura sobre la opinión de Julio F. sobre la forma de hablar de sus visitantes: “Resultaba desagradable. Yo lo compararía con una mezcla de alemán y chino. Alemán, por lo seco y gutural y chino porque era monosilábico. Desde luego no era un espectáculo nada agradable oírles hablar. Aquellas gentes escupían las palabras, los sonidos les salían como una tos (…) no emitían vocablos con las cuerdas vocales, sino que éstos surgían impelidos por el diafragma.”. Aunque más sospechoso aún si cabe, es el siguiente comentario de Julio F. que parece dictado directamente por un entusiasta del asunto UMMO: “daban la impresión de tener problemas laríngeos o algo así”.
Y para mayor desconcierto Ribera añade la siguiente nota:“En cierta ocasión, hojeando el libro El enigma de UMMO, de Antonio Ribera, Julio identificó, entre los vocablos ummitas, algunas de las palabras escuchadas en la nave: la coincidencia nos impresionó a todos”. Menos a Jordán claro…
A titulo, quizás puramente anecdótico, hay dos puntos curiosos en la narración de Julio F. que al menos se deben reseñar para los puristas del dato. Primero, el hecho que el testigo tras fumar en la nave, dijera que los extraterrestres: “me pidieron un cigarrillo, también con fines de investigación”. Ya que existe un carta ummita, publicada en el libro de Ribera “UMMO: La increíble verdad” (1985) que bajo el epígrafe “Intriga en torno a las chimeneas toberas y cigarrillos”, los habitantes de UMMO hablan sobre el tabaco de la siguiente manera: “no pueden ustedes figurarse el asombro que nos causó algo que para ustedes es familiar, los pequeños cilindros en la boca de algunos humanos”…
Y segundo, en la supuesta regresión hipnótica efectuada a Julio F., en un determinado momento, cuando recuerda el itinerario realizado la madrugada de los hechos, el testigo menciona un lugar muy conocido por los amigos de los ummitas: “Tomo la desviación hacia Madrid. ¿Qué desviación?”- le preguntan. “La del túnel, la desviación a Aluche”.
Aluche donde supuestamente aterrizó una nave ummita el 6 de febrero de 1966… un caso con huellas sobre el terreno “inventado” por Jordán Peña. En un reportaje titulado “Ummo: sectas, ovnis, sexo y servicios secretos” (2001) el investigador Manuel Carballal explicaba el asunto del supuesto aterrizaje OVNI de Aluche: “Tras hacer las huellas, Jordán entró dando gritos en la finca El Regajal, e hizo salir a varias personas para verlas. La voz se corrió por el barrio y algunos llegaron a afirmar haber visto una luz extraña esa noche. “Me sorprendió a mí mismo -confesaría Jordán- entrevistar a gente de Aluche que decía haber visto el OVNI que yo me había inventado, pero que al contar eso podía disfrutar de su dosis de protagonismo en la prensa”.
¿Un “acertijo” escondido?
Todos los investigadores y estudiosos que han conocido a José Luis Jordán Peña lo han definido como una persona de gran inteligencia y cultura. Por lo que, no sería extraño, que en todo el entramado de Julio F. hubiera incluido algún tipo de “acertijo”, a modo de firma, para dejar constancia de su participación. De hecho, existen antecedentes de éste tipo. En el citado incidente de Aluche, cuando ofreció su testimonio a la prensa, se identificó sólo por su segundo apellido para ocultar su identidad. Durante años nadie supo que el famoso Sr. Peña, el supuesto testigo del aterrizaje OVNI, era realmente Jordán Peña…
Volviendo al caso que nos ocupa, durante su supuesto encuentro Julio F. preguntó a los humanoides sobre su origen, y estos le transmitieron varios símbolos; “un 3 y un 7 unidos, y el segundo se asemejaba a dos paréntesis enlazados por un par de rectas”. También había una especie de “J” invertida con trazo horizontal en su centro y tres cruces. En el libro de Antonio Ribera, “Secuestrados por extraterrestres”, se recogen algunos de estos signos, y lo más desconcertante de todo, es que los símbolos dibujados por el propio Julio F. se pueden combinar de una forma peculiar y muy sugerente. Tal y como aparecen en la página 259, la “J” invertida, si se desliza hacia abajo, conforma, junto a los “paréntesis”, el anagrama de UMMO. Lo curioso es que Ribera en su libro Abducción reconocía que el símbolo de los “paréntesis”: “recordaba ligeramente el famoso signo de UMMO”.
El reportaje de Enrique de Vicente, incluía una información sobre los signos que no se repite en los libros de Ribera. Según el director de la revista Año Cero los extraterrestres informaron a Julio que el símbolo de los “paréntesis” era similar al signo de la constelación de Géminis ¿conocían los extraterrestres nuestros signos zodiacales?… Este dato es muy curioso y desconcertante en el contexto general de la experiencia, ya que Julio F. señala que los extraterrestres parecían saber muy poco de nosotros pero sin embargo conocían el símbolo astrológico de Géminis e incluso el nombre del líquido que extrajeron al testigo de la espalda; cefalorraquídeo.
Pero existen más presuntas claves ocultas. Si sumamos los números 3 y 7 obtenemos 10. La décima letra del abecedario es la J, ¿una firma de Jordán Peña?, cuanto menos interesante ya que no es la primera “J” que aparece entre los símbolos. Pero todavía hay más. Julio F. mencionaba la existencia de una figura formada por 3 cruces +++, otro anagrama “simplificado” de UMMO.
Por tanto, está meridianamente claro que el encuentro de Julio F. contiene algunos “ingredientes” del affaire UMMO, pero agregados con cierta sutileza, para que el caso no se vinculara “directamente” con este polémico asunto. Quizás la prudencia de Antonio Ribera impidió que ambos paradigmas se fusionaran, o los propios implicados decidieran dejar las cosas como estaban, a tenor del gran “éxito” cosechado con su elaborado y “teatral” engaño. No en vano habían conseguido engañar a un buen número de investigadores y profesionales de la medicina. De todas formas, no deja de ser un dato a tener en cuenta, el hecho que el veterano investigador Antonio Ribera no estableciera, en ninguno de sus escritos, un claro paralelismo “reivindicativo” entre la abducción de Julio F., supuestamente uno de los incidentes “mejor documentados del mundo” y el caso UMMO. A tenor que con este encuentro, tenía entre sus manos una más que convincente prueba de la realidad de los pretendidos ummitas ¿Por qué no lo hizo?… quien sabe….
La confesión de Jordán Peña
Conocedor de parte de estas pesquisas, el periodista e investigador David Cuevas, responsable del programa radiofónico Dimensión Límite acudió al domicilio de José Luis Jordán Peña, en junio de 2013, junto al experto ummólogo José Juan Montejo, para preguntarle directamente sobre su posible participación en la elaboración del caso de Julio F.. Sus respuestas confirmaron todas las sospechas. Aunque, sin recordar muchos detalles (hay que señalar que Jordán Peña vive retirado de la vida pública tras sufrir una trombosis cerebral en 1988) el famoso parapsicólogo confirmó a Cuevas que él fue, el responsable intelectual del engaño. En la entrevista Jordán Peña rememoraba los acontecimientos de aquellos años, afirmando que después de una rutinaria conferencia sobre OVNIs, una persona del público se le acercó para narrarle una supuesta experiencia de abducción.
Una vez en el domicilio del parapsicólogo, el artífice de UMMO, un redomado mentiroso, no tardó mucho tiempo en percatarse que aquel joven era un “fantasioso” que estaba intentando tomarle el pelo. “Lo que está contando es mentira”- recuerda Jordán Peña que dijo cuando escuchó el relato de su interlocutor. Pero lo más increíble del asunto es que decidió continuar con la farsa y ampliarla hasta límites insospechados. “Con Julio simulamos una sesión de hipnosis (…) yo le adiestro para que fingiera una hipnosis (…) recuerdo que lo que más impresionó es que veía que las estrellas no tiritaban” recordaba a duras penas, ante los micrófonos de Dimensión Límite Jordán Peña. Sin embargo en sus años más proliferos el parapsicólogo era capaz de todo para conseguir sus objetivos. Así lo denunciaba Manuel Carballal en su obra “Los expedientes secretos” (2001) cuando explicaba las técnicas de “persuasión” que Jordán Peña empleaba para llevar a cabo sus engaños, en esta ocasión con fines sexuales: “a través de un complejo y elaborado plan de manipulación de las creencias, Jordán había convencido a ambas mujeres de que un supuesto maestro hindú las había elegido para desarrollar una misión”.
David Cuevas le preguntó al creador del affaire contactista mas popular de Europa si había añadido al relato de Julio F. conceptos ummitas, y ante la afirmación rotunda de éste, quiso saber el motivo: “clarísimo, contribuir a fomentar UMMO”
Cuevas comentó al autor del presente reportaje que: “Mi opinión es que, aunque quizá sea pronto para sacar conclusiones, la inclusión de elementos ummitas está más que probada y el hecho de que Jordán Peña fuera el primero en tener acceso al caso y en “hipnotizar” a Julio F, ya es lo suficientemente sospechoso como para dudar. Jordán es culpable del fraude. Y quien sabe de cuantos más”.
Uno de los investigadores que mejor conoce a Jordán Peña, Manuel Carballal, no dudaba en realizar la siguiente valoración del polémico parapsicólogo al autor: “Pocos personajes han existido en la historia del misterio en España tan terribles, siniestros y perniciosos como José Luis Jordán Peña. Con una carencia de escrúpulos, compasión y sensibilidad, que roza la psicopatía, Jordán Peña creó, a mediados de los años sesenta, el fraude ufológico más importante de la historia. UMMO. Durante años sacó beneficios de aquella mascarada, que probablemente comenzó como una broma, sexuales, económicos y de poder. Y contempló, desde su atalaya, como personas de todo el mundo, algunos “amigos” personales, se tragaban todas sus patrañas, y llegaban a condicionar sus vidas, en base a las cartas ummitas que José Luís Jordán Peña redactaba en la intimidad de su domicilio. Con infame crueldad fomentó, una y otra vez, aquella ilusión, aquellas esperanzas, y aquella creencia sincera y honesta en la presencia extraterrestre, de miles de apasionados por los OVNIs en todos los rincones del mundo. Muchos de ellos se gastaron auténticas fortunas, y la mitad de sus vidas, en seguir las pistas de UMMO en España, Francia, Italia… ¿Cómo cuantificar el daño moral, económico y psicológico que les infringió? Desde el principio José Luis Jordán Peña se hizo un nombre y un lugar en la comunidad parapsicológica del Madrid de los años 60 y 70. Vicepresidente de la Sociedad Española de Parapsicología, es fácil seguir su rastro en las hemerotecas. Solo hay que echar un vistazo a las revistas Karma-7, Psi-Comunicación, Algo, etc, de la época, para encontrarlo, omnipresente, en los principales casos ufológicos y paranormales de la época. Ahora confiesa su implicación en el caso Julio F., uno de los clásicos más importante de la ufología española, manipulando el fraude en su propio beneficio… una vez más. Pero apostaría la vida a que no es el único. ¿Cuántos avistamientos OVNI, poltergeist, investigaciones paranormales, etc., de los años 70 u 80 fueron intoxicados, cuando no totalmente fabricados, por esta especie de Dr. Mengele de las anomalías? ¿Y cuántos de sus contemporáneos, pecaron de complicidad o de omisión de su deber de contrastar la información sosteniendo el protagonismo de Jordán Peña en sus revistas, libros o programas de radio y/o televisión? ¿Debemos poner en cuarentena toda una época de la investigación paranormal, por temor a que el cáncer Jordán Peña también hubiese intoxicado otros casos? No, no se me ocurre una forma de cuantificar el profundo daño irreparable que este siniestro personaje ha hecho a la investigación de los fenómenos anómalos en España. Y cada vez que releo sus artículos, en la revista oficial de A.R.P., la primera publicación relevante del Movimiento Escéptico Organizado (MEO) no puedo evitar sospechar de malsanas alianzas entre el gran engañador, y los pseudoescépticos, los principales beneficiarios de todos y cada uno de esos fraudes”.
Comprobado la singular y casi patológica personalidad de Jordán Peña y su afán de manipular y engañar al personal, no es desdeñable pensar que al presentarse la oportunidad de inventar un caso de abducción extraterrestre, organizara todo el asunto semanas antes de dar a conocer, entre sus “colegas”, el caso de Julio F., en complot con ambos hermanos. Su intervención directa en la investigación, dirigiendo las primeras regresiones, le daría la ocasión de preparar y memorizar un “guión” con el testigo. Donde las preguntas y respuestas estarían más que ensayadas, asegurándose que una buena interpretación de Julio F. acompañada de gestos y emociones, provocarían el asombro y la credulidad de los integrantes de la comisión de estudio. Los conocimientos científicos, de sobra acreditados de Jordán Peña, junto a su innegable y poderosa imaginación añadieron los demás pormenores del encuentro. Por ejemplo, el detalle de las estrellas, que no parpadean observadas desde el espacio, y que aún recordaba el parapsicólogo durante su reciente entrevista con David Cuevas, así como el nombre del líquido extraído de la espalda del testigo, harían las delicias de los asistentes que jamás imaginarían que Julio F. podría engañarles con aquellos datos…
José Luis Jordán Peña era un erudito autodidacta en muchas materias tal y como lo definió Enrique de Vicente en su citado artículo; “psicólogo, perfectamente informado de dos mil y una materias científicas y técnicas, tremendamente comunicativo y humano, discutidor incansable y empecinado, pero abierto a todo”.
Recurrimos de nuevo a Manuel Carballal que decía en su libro sobre los expedientes secretos españoles: “las cartas de los ummitas, (…) estaban llenas de tecnicismos y cientificismos. Lo que pocos saben es que José Luis Jordán Peña fue profesor de física y matemáticas en el Instituto de Enseñanza Media Lope de Vega, donde dirigía precisamente el área de física. Además, Jordán Peña siempre ha seguido puntualmente las publicaciones científicas, y ha mantenido contactos con científicos de diferentes países”.
Esto explicaría que las cartas de UMMO estuvieran repletas de supuestos “adelantos” técnicos “extraterrestres”, pero que en realidad serían fruto y obra de la imaginación y creatividad imparable de Jordán Peña. Pues bien, en el relato de Julio F. hallamos también múltiples referencias a supuestos adelantos técnicos observados por el testigo en su visita a la nave espacial, desde ventanas con “infrarrojos”, “computadoras” de grandes pantallas transparentes, esferas metálicas con cables “inteligentes” para reconocimientos médicos, sillones triangulares que se deslizan sobre raíles, etc…
La tesis del “montaje” explicaría por qué Julio F. nunca quiso dar a conocer su verdadero nombre, a sabiendas que participaba en un engaño.
Además es sospechoso que una persona que quiera guardar su anonimato celosamente, se prestase a narrar públicamente su experiencia en conferencias. Como hizo Julio F., aunque fuese sentado de espaldas al público, o través de un micrófono, escondido en una habitación en el Primer Simposium Nacional de Ovniología/Ufología (Abril de 1979) y el 1 Congreso Mediterráneo de Ufología (Junio de 1979) respectivamente.
Lamentablemente la persona que más podía aclarar las circunstancias de la gestación de este embrollo, Julio F. falleció en un accidente de tráfico en 1992, poco tiempo después que su hermano Manuel. Su muerte estuvo envuelta en cierto halo de misterio ya que su cuerpo y vehículo aparecieron días después del percance. Con dicha perdida se impide conocer todos los pormenores de este singular incidente que durante muchos años fue injustamente etiquetado como uno de los casos de abducción mejor documentados del mundo…
José Antonio Caravaca
NOTA: La confesión de Jordán Peña, y la entrevista completa en Dimensión Limite (minuto 107): http://www.ivoox.com/dl-130-que-fue-antonio-romero-y-audios-mp3_rf_2214865_1.html
Este caso es extraordinario. Y es real por más que los farsantes-negacionistas, en su arrebato pasional y fanático, traten de desacreditarlo. Afortunadamente está bien registrado en la obra de A. Ribera. Los farsantes-negacionistas deberían dedicarse a la política, foro donde todos los farsantes tienen su sitio natural.
Georgios algo tan estupido solo puede decirlo un charlatan o un arpio. EOC publica los casos inexplicados igual que los explicados, y no existe hoy por hoy ninguna revista de investigación mas seria, objetiva e independiente. Buscar la Verdad es esto, como dice Carballal. Sacar lo bueno y lo malo.
Ummo es real. Existen extraterrestres entre nosotros. Los ummitas en algunos informes dicen que tienen la capacidad de hacer pasar todo el asunto como un fraude
Sr.Jose Antonio Caravaca:
Es pesado y desagradable leer el que creo que es su artículo. No lo sé bien, porque lo he leído por encima. El artículo esta redactado de forma que echa para atrás a los que buscan un resumen conciso de los hechos y ademas determinados datos que ustedes exponen no aparecen en la revista “expedientes secretos” que lo describe de otra manera. Si se desea desprestigiar a alguien se puede hacer de forma más escueta en un apartado corto y no estropear y manchar el relato del cazador con tanto lenguaje fuera de lugar que convierte la exposición de su artículo en una lucha contra alguien y además introduce datos que son chismes que solo conoce usted y que al publico como yo,no nos interesan. Aprendan a escribir con una descripción detallada, subrayando las expresiones añadidas que son comentarios aparte. No hagan del relato de este cazador Julio Fernandez, que en paz descanse, algo que desmerece leerse por lo patético de las criticas que son como una desagradable vomitona que desmerecen la atención de un publico sencillo, que está lejísimos de esa mente que ralla una redacción que se convierte en una paranoia. Las cosas bien redactadas y escuetas valen más, que toda la paja mojada que se pueda meter alrededor. Recuerdenlo,quien haya sido el que redacto el artículo. Como ha habido varias ediciones del texto, en diferentes ámbitos y no coinciden, al final se sabe el contenido esencial, pego no cual es el texto verdadero.
El escepticismo es necesario, vital, ya que es un hecho que el mundo del misterio ha tenido y siempre tendrá fraudes y charlatanes. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado cuando el escepticismo nos lleva a negar a priori todo un fenómeno o casuística. Eso es dogmatismo y caer en este tipo de dinámicas ideológicas puede provocar que algunos casos, los menos, los más interesantes de todos, pasen, sin mediar investigación, a la bolsa de los desperdicios. Lo importante es mantener la mente abierta, pues está probado que la realidad muchas veces supera a la ficción. Na vaya a ser que nos topemos con un diamante y por culpa de un pensamiento estrecho y dogmatizado lo dejemos tirado en el camino.
Yo conoci a un hombre que su padre era amigo de Julio F. el me conto que la historia era real, Julio F no hablaba de este tema era un hombre muy serio despues de su experiencia el cambio su forma de ser pero el oculto otra parte de la historia y el seguio teniendo contacto con los mismos extraterrestres.
El artículo es muy interesante. Por desgracia, está escrito con un gran desconocimiento de las reglas básicas de puntuación, lo cual hace la lectura insufrible. Siento decirlo, porque José Antonio Caravaca me parece un buen investigador y una buena persona. Saludos
Julio no sacaba nada de esta historia, ni fama ni gloria, solo estigmacion como hace este artículo. La conclusión el relato de Julio para mi es real.
Yo he estado en el lugar de la “supuesta” abducción en diferentes ocasiones y, en mi opinión, la explicación de este caso no puede ser simplemente un fraude. Existen una serie de aspectos dentro de este caso que me hacen pensar que como mínimo, Julio F no mentía y experimentó algo