Publicado en EOC nº 97

     En julio de 2023, mientras pasaba las vacaciones en Cádiz, me alojé en un hotel con vistas a una animada plaza en el casco antiguo, rodeado de bares de tapas y restaurantes. Una noche descubrí un pequeño bar llamado «Los Platillos Volantes» justo al final de la calle donde estaba mi hotel. Los menús que se exhibían en el exterior estaban decorados con graciosos bosquejos de naves extraterrestres. Un grupo de turistas tomaba copas en las mesas que ocupaban la acera. Entré esperando encontrar un interior de estética espacial, pero me sorprendió la simplicidad del bar. Las paredes mostraban imágenes comunes de playas y aldeas con casas blanqueadas, en vez de estar repletas de parafernalia relacionada con marcianos.

     Cuando llegó mi cerveza, le pregunté al camarero sobre el curioso nombre del bar. Me presentó a un hombre de mediana edad llamado Juan José, un diseñador local. Los ojos de Juan José se iluminaron al recordar la historia del lugar.

     -Los Platillos Volantes ha estado aquí desde 1955, pero antes estaba abierto bajo otro nombre —dijo.

     -¡Guau! ¿Hace casi setenta años? —respondí—. Eso fue menos de una década después del famoso avistamiento en el estado de Washington, que desató la locura por los platillos volantes.

     Juan José describió la colorida escena carnavalesca en la Cádiz de los años cincuenta del pasado siglo, con fiestas que abarrotaban las calles. La ciudad era el hogar de dos coros rivales con nombres fantásticos: «Los Bichitos de Luz» y «Los Marcianos».

     -Un año, Los Bichitos de Luz lanzaron una canción burlándose de sus rivales —explicó Juan José—. Comenzaba con la frase: «hoy los platillos volantes se ven volando por todos partes». La letra socarrona era una clara puya a su competidor.

     Juan José sonrió, mirando a su alrededor. — El propietario original era amigo de miembros de ambos coros. Inspirado por la canción, decidió cambiar el nombre de este lugar, que se llamaba «La Botella», a «Los Platillos Volantes».

     -¿Y qué pasó con los coros? —pregunté.

     -Los Marcianos ganaron el concurso de ese año, y Los Bichitos quedaron descalificados — dijo Juan José riéndose. — Ahora estoy rediseñando el lugar. Tengo pensado hacerle una renovación, con guiños a sus orígenes históricos.

Más tarde, mientras regresaba a mi hotel, Juan José me envió la letra completa de la famosa melodía que desencadenó todo. Ahora tenía la parte que faltaba para comprender la inusual historia que se escondía detrás del enigmático nombre de este modesto bar.

Los Marcianos (1955)

Letra: Antonio Torres Ramírez

“Hoy los platillos volantes se ven,

volando por todas partes,

yo no sé que significa ese tiesto,

aseguran que del planeta Marte,

te aseguro que la cosa

resulta un poco desconcertante.

Si vienen de aquel planeta,

eso nos demuestra que son muy listos

y saben mucho esos marcianos,

pero me esta pareciendo

por lo que estoy viendo,

que son rutinas,

habladurías y comentarios.

Si han inventado un platillo,

como una gran cosa,

en la creencia que vayan

con él a amedrantarnos,

es preciso se convenzan,

que la Tierra está dispuesta,

cuando quiera liquidarlos.

A mí me importa un pito

 esos platillos y sus tripulantes,

vengan de donde vengan, ya sean

de lunes o que sean de martes.

Sigan como hasta ahora,

 allá en lo alto de ese planeta,

y si quieren asustarnos,

vamos a decirlo pa que lo sepan,

que si ellos son marcianos,

¡olé!, yo he nacido en La Caleta”.

Juan José también me envió algunas fotos de los desfiles de carnaval de los coros rivales. En una imagen del carro alegórico de «Los Marcianos», se les puede ver vestidos con túnicas y cascos alados, con una estrella brillante grabada en el pecho. En la cúpula de una nave espacial improvisada, dos «hombrecillos verdes» observaban a la multitud del carnaval desde arriba.

Ahora bien, este cuenco boca abajo es más que un simple accesorio: es un símbolo que se ha extendido por continentes y culturas desde su creación poco después de la Segunda Guerra Mundial

Es notable que un misterio en cielos norteamericanos pudiera causar una impresión tan profunda a casi 6440 km de distancia en España. Sin embargo, el omnipresente platillo se ha incrustado profundamente en nuestro inconsciente colectivo, apareciendo en todos los medios imaginables por todo el mundo. Su alcance es innegable, aflorando en los lugares más inesperados, desde la música rock and roll hasta el apodo coloquial de un hito arquitectónico en los Emiratos Árabes Unidos.

Menos del 1%

Prueba esto: realiza una búsqueda rápida de imágenes en Google con la palabra «OVNI». Verás un caleidoscopio de objetos peculiares, la mayoría con forma de cuencos invertidos o tortitas abombadas. Las raíces de esta forma se remontan a junio de 1947, cuando el aviador Kenneth Arnold informó haber visto nueve objetos anómalos surcando el cielo cerca del monte Rainier, en la costa oeste de Norteamérica. Ese día nació la noción de los platillos volantes; sin embargo, curiosamente, las fotos modernas de OVNIs rara vez muestran verdaderos discos. Ahora prevalecen las esferas, los triángulos y otras formas. Nuestros amados platillos parecen haber desaparecido, sobreviviendo principalmente en fotos en blanco y negro del pasado.

En 2003, fundé el grupo de investigación Magonia Exchange para descubrir informes tempranos de OVNIs antes del avistamiento de Arnold. En dos décadas, hemos recopilado unos 40.000 recortes de periódicos, artículos de revistas, cartas y otras fuentes de difícil acceso. Nuestros hallazgos revelan que la historia del fenómeno, independientemente de su origen definitivo, se remonta mucho más atrás de lo que muchos suponen, y los discos siempre han sido notables por su ausencia.

En 2010, coescribí Wonders in the Sky con el renombrado ufólogo Jacques Vallée, con 500 casos que abarcan desde el antiguo Egipto hasta 1880. Desde entonces, hemos seguido refinando nuestro catálogo en constante expansión. En 2022, publiqué el primer volumen de Artefactos Alienígenas, que explora la historia cultural del tema del contacto extraterrestre.

Después de tanto tiempo e investigación, estimo que los OVNIs con forma de disco constituyen menos del 1% de todos los avistamientos reportados desde la antigüedad hasta el 24 de junio de 1947. He reunido estos casos poco frecuentes aquí por vez primera para que puedas juzgar por ti mismo.

NUFORC, el Centro Nacional de Informes OVNI, tiene unos 145.500 avistamientos archivados desde 1980 hasta la actualidad, de los cuales los discos constituyen alrededor del 5,9%, superados por luces, círculos, triángulos, bolas de fuego, desconocidos y otros. La página web de la Oficina de Resolución de Anomalías de Todos los Dominios (AARO), un organismo de la Secretaría de Defensa de los Estados Unidos, muestra un gráfico circular en el que los discos representan solo el 2% de los casos reunidos desde 1996, superados por óvalos (3%), luces (16%), otro (7%), contacto sensorial ambiguo o ASC (19%) y esferas (47%). Otras categorías minoritarias incluyen Tic Tac (1%), polígonos (1%), cuadrados (1%), rectángulos (1%), triángulos (2%) y cilindros (2%).

Tomémonos un momento para reflexionar acerca de esto. Menos del 1% de todos los avistamientos de OVNIs antes de 1947 tenían forma de disco, y los discos voladores se han vuelto notablemente escasos en la actualidad. Dicho de otra manera, a lo largo de 4.000 años de historia registrada, los ovnis con forma de platillo solo fueron prevalentes durante una breve ventana de 50 años, un período incluso más corto que la carrera musical de los Rolling Stones hasta la fecha. Esta disparidad siempre me ha fascinado. ¿Cómo es que la figura única del platillo volante ha pasado a simbolizar un fenómeno tan amplio, cuando los avistamientos de esta forma OVNI han sido tan escasos a lo largo de milenios de historia?

Este es el núcleo del presente libro, un misterio que examinaremos desde diferentes ángulos:

• Nuestro viaje comenzará en 1947, con el avistamiento de Keneth Arnold a modo de chispa que encendió el frenesí platillista.

• A partir de ahí, daremos un salto atrás en el tiempo, examinando registros históricos de fenómenos aéreos inexplicables anteriores al encuentro de Arnold. ¿Podemos desenterrar evidencias de platillos volantes en textos antiguos?

• A continuación, ponemos la frase «platillos volantes» bajo el microscopio. Sorprendentemente, emerge en fuentes que datan de antes de la invención del avión, y se usó durante la Segunda Guerra Mundial.

 • Después de esto, nos centraremos en la evidencia de platillos volantes en la literatura. ¿Ofrece la ciencia ficción temprana algún paralelismo con los casos modernos?

• Y finalmente, volveremos al avistamiento original de Arnold, armados con nuestros nuevos conocimientos, para preguntar: ¿vio realmente lo que creemos que vio? Como el hombre en la raíz de todo, esta pregunta está lejos de ser insignificante.

¿Cómo llegó el disco a convertirse en nuestro símbolo quintaesencial de los OVNIs? La historia está llena de giros y vueltas. Averigüemos por qué esos traviesos Bichitos de Luz eligieron cantar sobre los «platillos volantes» volando por todas partes en Cádiz en lugar de, digamos, tazas o teteras.

Chris Aubeck

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