Publicado en EOC nº 64

Erase una vez, a mediados del siglo XX, un puñado de soñadoresy visionarios, impulsados por el empeño de incursionar en elmisterio. Con vocación de pioneros, aquellos exploradores de loinexplicado escribieron los primeros libros sobre fenómenos anómalos, hoy convertidos en clásicos imprescindibles en toda biblioteca. Eran los primeros soñadores empeñados en dar un paso más allá de las fronteras del conocimiento científico, movidos por la intuición, casi por la convicción injustificable, de que existían otros mundos habitados, que la vida no concluía con la muerte, o que la mente humana posee habilidades desconocidas. Sus nombres: Antonio Ribera, Eduardo Buelta, Severino Machado, Fassman, Salvador Freixedo…

Algún tiempo más tarde, aquellos primeros libros, que nos regalaron los audaces pioneros, cayeron en manos de un grupo de jóvenes soñadores (valga la redundancia) que los devoraban ansiosamente, contagiándose del virus. Porque la pasión por conocer lo desconocido, es muy contagiosa. Y unos jóvencísimos  Enrique de Vicente, J. J. Benítez, Miguel Blanco, Fernando Jiménez del Oso, o Vicente Juan Ballester Olmos, fueron infectados. Y después serían ellos quienes escribirían libros explorando el misterio, pero también harían programas de rádio y televisión, y dirigirían revistas especializadas en esos mismos fenómenos extraños, que a todos apasionaban.

Y continuó pasando el siglo. Y muchos años después una nueva generación de jóvenes soñadores, resultó infectada por el virus que se propagaba a través de las ondas hertzianas, o las páginas couché. Y desde aquellos programas y aquellas primeras revistas especializadas, se contagiaron del amor al misterio. Y entonces fueron aquellos jóvenes, como Javier Sierra, Bruno Cardeñosa, Josep Guijarro, y después también Iker Jiménez, Lorenzo Fernández, Pedro Amoros, etc, los que tomaron el relevo y comenzaron a hacer nuevos programas de radio y televisión, a dirigir revistas y también a crear las primeras páginas web en internet sobre fenómenos anómalos.

Y llegó el nuevo siglo. Y ahora aquel virus que comenzó a extenderse hace 50 años, y que continúa mutando a través de páginas de papel, ondas hertzianas y red informática, infectó a una nueva generación de jóvenes soñadores que hoy y aquí, convergen en el presente número de El Ojo Crítico.

Es para nosotros un orgullo muy especial que hayan coincidido en este número de EOC

tantas firmas pertenecientes a la generación más joven de buscadores, que en la mayoría de los casos manifiestan una madurez y un sentido crítico muy superior a su edad cronológica. Y eso nos enorgullece doblemente. Porque si ya es un honor contar con los textos de Beatriz Erlanz, Jesús Ortega, Juanma Criado, Antonio Runa, Miguel Angel Ruiz, Daniel Garcia o Alejandro Barragán, escritos en exclusiva para este número de El Ojo Crítico, y amablemente compilados por David Cuevas, resulta aún más gratificante comprobar el sentido crítico, la profundidad y la vocación desmitificadora de dichos textos.

Por eso nos resulta tan especial y gratificante este número. El futuro ya está aquí, y ojalá haya venido para quedarse. Porque nunca antes existió tanta bibliografía especializada, tantos archivos documentales, tal acceso a las bases de datos internacionales, tanta facilidad para desplazarse… Nunca antes estuvimos tan cerca de descubrir las respuestas. Quizás esta sea la generación que consiga desvelar los misterios que nos infectaron a tantos, desde hace medio siglo.

Manuel Carballal