Publicado en EOC nº 77

El pasado mes de diciembre el grupo S.I.P.E. de Zaragoza, encabezado por Carlos Ollés, tuvo la amabilidad de premiar nuestra trayectoria en el campo de las anomalías, con una inmerecida mención en los galardones que cada año ofrecen a los investigadores que consideran más relevantes en estas lides. Y como es de bien nacidos ser agradecidos, vaya por delante nuestro profundo y sincero agradecimiento por esta mención. Repito, profundo y sincero.

El nuevo congreso del S.I.P.E. ha servido para recoger más de 100 kg de alimentos destinados a los comedores sociales, y eso es lo más importante. Sin embargo, y nos consta que con su mejor intención, Ollés nos ha colocado en una situación cuando menos incómoda. Me explicaré.

Cuando nos llegó la noticia del galardón, nos sentimos halagados. Justo es reconocerlo. Sin embargo, al ver los nombres de los otros premiados, nos sentimos incómodos. Y sabemos que al escribir estas líneas muy probablemente incomodaremos a nuestra vez a algunos de los homenajeados, pero, de no escribirlas, sentimos que estaríamos obrando inadecuadamente.

No queremos fomentar gratuitamente más enemístades. Bastante tenemos con las que se generarán con la publicación de este número. Sin embargo creemos que no todo vale. Y ojalá el lector tenga el discernimiento para comprender nuestras palabras.

Durante más de 20 años de publicación ininterrumpida EOC se ha forjado una línea editorial muy definida. Creemos que la investigación de las anomalías es un tema serio, fascinante y enriquecedor. Como pocos en el ámbito de las ciencias y de la cultura. Sin embargo este año, y con este premio, nos han equiparado con otros “investigadores” que afirman abiertamente que los extraterrestres no solo nos visitan sino que son criaturas reptilianas infiltradas en la política internacional, que sugieren que los espíritus de los muertos se manifiestan psicofónicamente en edificios abandonados, o que el hombre no llegó a la luna…

Es cierto, faltaría más, que cada aficionado al misterio es libre de creer en lo que desee. Es evidente, faltaría más, que cualquiera puede autodenominarse “investigador”, y que cualquier asociación es igualmente libre de premiar su trabajo… Pero ¿de verdad la trayectoria de EOC es equiparable a la de los exopolíticos o a la de los “parapsicólogos” de andar por casa (abandonada)? ¿Realmente estos 20 años de esfuerzo, trabajo e ingente desembolso económico, para intentar reivindicar la investigación de las anomalías como algo serio y respetable, merece que se nos equipare con quienes afirman que los anunakis eran lagartos alienígenas o con quienes aseguran que los espíritus de los muertos hablan en las psicofonías? ¿Tan mal lo hemos hecho?

Cuando nos notificaron el premio, que insistimos agradecemos, y averiguamos quienes eran los otros premiados, nuestro primera reacción fue rechazar el galardón, con gran pesar por nuestra parte. No por el premio en sí, sino porque nos parecía inapropiado que alguien pudiese interpretar dicha mención como una legitimación, por nuestra parte, a todo esa dimensión sensacionalista, superficial y gratuita del misterio. Pero éramos conscientes de que haciéndolo, colocábamos a Carlos Ollés (cuya buena intención y honestidad nos consta) en una situación realmente incómoda. Aún así manifestamos nuestro descontento y comunicamos que no acudiríamos a recoger el premio. Colocando con esta actitud a David Cuevas, en un papel aún más incómodo. Ya que él acudiría al congreso de S.I.P.E. y fue el designado por la organización para recoger nuestro premio.

No hemos querido en ningún momento, ni queremos, despreciar la buena intención de S.I.P.E. al premiar nuestra trayectoria en este campo. Ni tampoco es nuestra intención menospreciar las creencias u opiniones de otros premiados. Pero sentíamos que era necesario expresar nuestra incomodidad porque lo contrario, podría ser interpretado como un aval para las afirmaciones que hacen otros premiados sobre el origen y naturaleza de las anomalías que tratamos cada número en EOC.

EOC no es Cuarto Milenio ni el MEO. Ni es la exopolítica. Ni la parapsicología de casa abandonada. EOC es otra cosa. Y si no hemos sabido transmitirlo en estos 20 años de esfuerzo, desembolso económico e ingente trabajo, probablemente es por nuestra culpa. Y por tanto es nuestra obligación subrayar que los colaboradores, que número a número, nos ofrecen generosa y altruistamente sus trabajos, no forman parte de esa dimensión del misterio. Ellos, más que nosotros, merecen esta aclaración.

No se nos malinterprete. No pretendemos ser mejores ni peores que nadie. No nos consideramos poseedores de ninguna verdad. Todavía estamos en el camino. Pero también tenemos derecho a manifestar nuestro desacuerdo con esa generalización gratuita de que todos los amantes de las anomalías somos lo mismo. No es verdad. Cada uno tiene derecho a plantearse su acercamiento al misterio como considere más oportuno, lícito o ético. Incluidos nosotros mismos. Por eso no nos hemos sentido cómodos con este premio, aun conociendo la inmejorable intención con que se nos ha otorgado.

Manuel Carballal

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