Parapsicología científica
El título de esta editorial es una redundancia. La parapsicología es científica o no es. Sin embargo las circunstancias nos obligan a ser redundantes para intentar desmarcar los contenidos de una parapsicología seria, crítica, razonable, rigurosa y a la que no le asusta utilizar el método científico, de la otra. La mediática, la de chichinabo, la de noches de “mucho miedo y mucho susto” en caserones abandonados emulando a los “intrépidos reporteros” de Cuarto Milenio; la de “parapsicólogos” televisivos de madrugada; la del “Profesor” D´arbó, la “Profesora” Rossana o el “Profesor” Argumosa; la de los esdrujulismos tendenciosos (akásico, etérico, holístico, kármico, etc); la de las recreaciones “basadas en una historia real”, que más que reproducir, exageran, distorsionan o se inventan, etc.
EOC no quiere traeros contenidos sobre esa parapsicología a la que nos han acostumbrado los grandes medios e Internet. Para eso ya están todos los demás. EOC quiere hoy dedicar un número especial a esa otra parapsicología. La más tediosa y aburrida, que se realiza en laboratorios y los archivos donde no “se pasa miedo ni susto”. La que no utiliza esdrujulismos gratuitos. La de los doctores, catedráticos, licenciados o investigadores sin complejos, que no necesitan autotitularse “Profesor” para obtener una pátina de seriedad de la que carecen. La que no se “inspira” en “casos reales”, sino que toda ella es una historia real. La parapsicología de los valientes.
Y es que, en pleno siglo XXI hace falta mucho valor para dedicarse a la parapsicología. Sitiados por las hordas de charlatanes, estafadores, sensacionalistas y comerciantes del miedo por un lado, y por las legiones de ciencinazis, pseudoescépticos y conservadoras por otro, un puñado de científicos heroicos, se atrincheran es sus laboratorios y estudios resistiendo los bombardeos de patrañas y mentiras, mientras intentan avanzar en el conocimiento de los aspectos más controvertidos de la conciencia humana.
Esos valientes, que ponen en riesgo los currículos académicos que tanto esfuerzo les costó conseguir, tienen que soportar al mismo tiempo las burlas, los insultos y el desprecio de la “comunidad científica” y la incomprensión y la envidia de los “parapsicólogos de chichinabo” que no entienden ni una puta palabra de lo que publican en sus trabajos. Porque para ser parapsicólogo de Youtube, o salir por la tele, ni siquiera es imprescindible saber leer y escribir. Se puede llegar a ser “Profesor@” de “parapsicología” siendo analfabeto.
Los valientes van a lo difícil. No renuncian al método científico con un resignado y fácil: “es que la ciencia no puede estudiar esto”. Al contrario. Creen que es la ciencia quien debe estudiar las anomalías y han conseguido adaptar el método científico para hacerlo cada vez con más éxito.
Desgraciadamente, no los veremos en Cuarto Milenio, ni tienen canales en Youtube. En sus trabajos, con frecuencia reflejados en publicaciones técnicas y académicas, no leeremos palabras como “escalofriante”, “terrorífico”, “estremecedor”… sino otras como “variable”, “porcentaje de probabilidad”, “dentritas”, “sinápticas” o “EEG”, que se prestan a menos fantasías comerciales.
No buscan el aplauso fácil ni la fama. No nos firmarán un libro de gran tirada publicado en una editorial comercial en una caseta de la Feria del Libro. A la mayoría no les pondremos cara. Ni siquiera sus nombres nos resultarán familiares. Porque lo que les motiva no es el prestigio ni el reconocimiento, sino esa droga dura, adictiva y absorbente que es la pasión por el conocimiento.
Ellos no son, dicho con todo respeto, los herederos de los grandes divulgadores del misterio. Sus referentes no son Iker Jiménez, J. J. Benítez, Germán de Argumosa o el Dr. Jiménez del Oso. No, porque su objetivo no es el periodismo, sino la investigación. Así que sus modelos están más cerca de un Dr. Alfredo Bonavida, un José Antonio Lamich o un Dr. Jacobo Grinberg, aunque prácticamente ninguno de los jóvenes miembros de los “grupos de parapsicología” que atestan las redes sociales con sus vídeos en caserones abandonados, sepan quienes fueron esos valientes que se atrevieron a enfrentarse al dogma científico, utilizando sus propias armas: las de la ciencia.
Y por eso dedicamos este número de EOC a ellos. A los parapsicólogos. A los de verdad. A los que buscan en las nuevas herramientas científicas instrumentos con los que explorar .los aspectos menos estudiados de la mente humana. Porque eso, y no otra cosa, es lo que investiga la parapsicología.
El parapsicólogo no busca contactar con espíritus del más allá… eso lo hacen los espiritistas.
El parapsicólogo no afirma ni busca tener “poderes paranormales”, eso lo hacen los presuntos psíquicos.
El parapsicólogo no investiga el fenómeno OVNI, el yeti ni los misterios del pasado. Eso lo hacen los ufólogos, criptozoólogos y astroarqueólogos.
El parapsicólogo no es un periodista del misterio ni necesariamente un divulgador, es un investigador.
El parapsicólogo no renuncia al método científico, sino que lo utiliza.
Que no te engañen.
Manuel Carballal