Published On: Sab, oct 12th, 2013

CIENCIA, PSEUDOCIENCIA Y DOBLE RASERO PSEUDOESCÉPTICO

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Publicado en EOC nº 69

EOC 69 provImaginemos que un grupo de estudiantes de una universidad española decide, dentro del marco reglamentario establecido, solicitar una beca para realizar una investigación. El tema a investigar pertenece a una disciplina reconocida por el Ministerio de Educación y por la Unesco. Cuenta dicho campo de actuación con referencias, artículos y estudios en las revistas científicas más cualificadas, donde sus postulados e hipótesis vienen siendo sometidos a crítica desde hace décadas por expertos de diferentes instituciones académicas internacionales.

Imaginemos ahora que un periodista, totalmente ajeno a ese entorno académico y universitario, se dedica a llamar por teléfono o escribir cartas al rectorado de esa universidad, al departamento de la facultad e, incluso, a otras instancias gubernamentales, competentes en el asunto, para conseguir que dicha beca de investigación no se conceda. Además, el periodista en cuestión promueve una campaña popular con idénticas intenciones. ¿Qué pensaríamos al respecto? Sin duda, que dicho sujeto intenta, con medios inadecuados, forzar el curso natural de la Ciencia.

Pues bien, estas situaciones ocurren dentro de nuestro propio país. En 1997 un grupo de alumnos, inscritos en el registro de asociaciones de la Universidad de Granada, solicitó a dicha entidad una subvención, a la que tenían perfecto derecho, para poner en marcha un proyecto titulado TCI. En palabras del, ahora, doctor en Psicología Oscar Iborra la idea del proyecto era precisamente “fomentar el espíritu crítico, abordando temas que popularmente se adscriben a la parapsicología, como las psicofonías, y revisar todo el ‘circo’ que hay en torno a ellas”. Sin embargo, continúa Iborra “el proyecto TCI era el inicio de un proyecto mayor que no llego a más, gracias al trabajo de Luis Alfonso Gámez, quien mandó un email a todos los profesores de Psicología, y después a la Junta de Andalucía, insultando nuestro trabajo si saber de qué iba la cosa. Por su parte, Javier Armentia calificó peyorativamente el proyecto TCI como la investigación de psicofonías en un cementerio.

Dr. Oscar Iborra.

Intentemos poner en su justa medida los elementos involucrados en este asunto. En primer lugar, conviene valorar la materia que iba a ser objeto de estudio. La parapsicología puede tener mejor o peor prensa, pero lo cierto es que aparece oficialmente reconocida por la Unesco como una disciplina susceptible de investigación en su epígrafe 6110, integrada en el campo más amplio de la Psicología:

61. Psicología:
6110. Parapsicología:
- 6110.01 Percepción extrasensorial
- 6110.02 Hipnosis
- 6110.99 Otras (especificar)

Este estatus otorgado por la Unesco no significa que las presuntas capacidades, fuerzas o energías paranormales existan. Tan solo fija una demarcación ordenada para poder realizar estudios a ese respecto. Es más, si nos fijamos en la lista, la hipnosis ya es una realidad científica incuestionable cuyo análisis y uso no genera ninguna lista negra en contra. Mientras que la percepción extrasensorial aún tiene mucho que demostrar, científicamente hablando, para ser considerada una realidad.


España acepta, desde 1983, esta nomenclatura de campos y disciplinas de conocimiento postulada por la Unesco. De hecho, ha venido siendo la clasificación oficial empleada por los diferentes Ministerios de Educación, Ciencia e Investigación a la hora de ordenar las actividades científicas y tecnológicas en las Universidades y los centros del CSIC. En la práctica, este marco normativo nacional implica que el ministerio podría, perfectamente, financiar los proyectos de investigación, tesis doctorales, instrumentos de laboratorio y grupos de trabajo que solicitaran realizar investigaciones en parapsicología. Dichas solicitudes serían evaluadas en régimen de concurrencia competitiva con el resto de proyectos presentados para otros campos y disciplinas de conocimiento. Si apenas existe investigación parapsicológica en España, no es porque el marco legal lo impida, sino porque simplemente muy pocos se proponen hacerla o apoyarla. Por supuesto, cada investigador académico español es muy libre de fijar sus prioridades y objetos de interés en aquello que considere más oportuno. Pero lo que conviene subrayar aquí, es que no se debe considerar nada descabellado que alguien proponga a la administración o en una convocatoria de financiación científica, el realizar un proyecto de estudio parapsicológico. Sería algo, absolutamente, lícito y natural.

Por añadidura, también es absolutamente lícito y natural que las instalaciones universitarias y demás centros afines pueden acoger y celebrar, sin problemas, eventos académicos –cursos, congresos, conferencias, etc.- que traten de parapsicología. De nuevo, queda a criterio de cada institución u organismo científico y educativo que tales actos se lleven a cabo o no. Pero, lo que debe estar bien claro es que con su realización no se contraviene ninguna norma. Al contrario, son disciplinas cuyo estudio ampara y estimula la Unesco y el Ministerio. De hecho, la Universidad Autónoma de Madrid contó en 1976 con un primer profesor de Parapsicología en la persona de Ramos Perera. Fruto de su labor docente fue la convocatoria de un curso en el que participaron personalidades de la talla del Dr. Rodríguez Delgado, médico de la Universidad de Yale, Mariano Vela, psicólogo catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, José Luis Pinillos, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense o Carlos Asensio, entonces, subdirector general de Investigación Universitaria del Ministerio de Educación y Ciencia (http://www.elpais.com/articulo/ultima/parapsicologia/quiere/ser/ciencia/elpepiult/19760630elpepiult_1/Tes).

Más recientemente, el propio Oscar Iborra realizó un curso de verano el año 2007 sobre esta materia en la Universidad de Salamanca dotado con dos créditos de libre configuración. El espíritu con el que planteó Iborra este curso en sus propias palabras era el siguiente: “No se afirmará en ningún momento que existan fenómenos paranormales; los datos indican que existe algo, un proceso, pero no sabemos si ese proceso es paranormal. Eso es precisamente el objeto de estudio de la parapsicología: averiguar si un fenómeno es paranormal o no”. Como en el caso del proyecto TCI, no resulta un planteamiento demasiado temerario. Más bien, todo lo contrario.

P_A

La parapsicología empírica y académica cuenta con sus correspondientes organizaciones científicas. Por ejemplo, la Parapsychological Association es una asociación mundial afiliada a la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias (AAAS). Conviene recordar que la AAAS es una organización que promueve la cooperación entre los científicos, defiende la libertad científica, fomenta la responsabilidad y la educación científica para beneficiar a toda la humanidad. En la actualidad es la sociedad científica más grande de nuestro planeta y publica la afamada revista Science.

Dr. Daryl J. Bern

También, la parapsicología está supeditada a los mismos mecanismos e instrumentos de divulgación de sus estudios que tiene cualquier otra disciplina del conocimiento. Revistas como Journal of Parapsychology o European Journal of Parapsychology cuentan con los oportunos revisores previos a la publicación de artículos en su interior. Por supuesto, podemos ver trabajos de parapsicología en otras revistas científicas de carácter general como Psychological Bulletin, Science, Nature, Journal of Consciousness Studies, Foundations of Physics, Statistical Science, Journal of Scientific Exploration, Biological Psychiatry, American Psychologist, Journal of Psychology, etc. En revistas como Science o Nature pueden recopilarse, en cada una de ellas, más de un centenar de referencias a asuntos relacionados con los fenómenos denominados parapsicológicos bien para desmentirlos y explicarlos convenientemente, bien para considerar alguna correlación significativa e inesperada dentro de los mismos. Uno de los estudios más recientes en este último sentido lo tenemos en la nada sospechosa publicación Journal of Personality and Social Psychology, la cual en su número 100 del presente año publicó un investigación del profesor Daryl J. Bern titulada “Feeling the Future: Experimental Evidence for Anomalous Retroactive Influences on Cognition and Affect”. Este trabajo encuentra ciertas correlaciones estadísticamente significativas en pruebas de precognición realizadas a sujetos humanos. Nadie plantea que sus resultados sean ya definitivos ni sienten cátedra. Hay que esperar las oportunas réplicas y refutaciones en su caso. Sólo lo traemos aquí para demostrar que las investigaciones de Daryl Bern han superado los requisitos metodológicos, así como los protocolos de revisión y publicación de una de las más importantes revistas especializadas en la materia. Todo hecho desde la Universidad con la misma naturalidad y exigencia que corresponde aplicar a otros campos del saber humano.Ahora bien, si esta es la parapsicología absolutamente empírica y deseable, cultivada por hombres de Ciencia, sometidos a las reglas y planteamientos de la propia Ciencia en todas sus facetas, ¿quién es Luis Alfonso Gámez para promover campañas de descrédito contra aquellos que quieren hacer bien las cosas?

En primer lugar, a juzgar por los hechos, Luis Alfonso Gámez, al protagonizar el caso que comentamos de 1997, actuó como un periodista desinformado. Reaccionó con precipitación y arbitrariedad ciega sin saber con exactitud en qué consistía el proyecto capitaneado por Oscar Iborra.

En segundo lugar, el currículo profesional y académico de Luis Alfonso Gámez frente al de Oscar Iborra no resiste parangón. Oscar Iborra ha conseguido ser doctor en Psicología, luego ha tenido que poner a prueba sus conocimientos científicos ante un tribunal académico. Luis Alfonso Gámez pone sus divulgaciones científicas “a prueba” en un blog, un programa de televisión y la columna de un diario autonómico. Por otro lado, Oscar Iborra ha acreditado oficialmente su condición de investigador y de generador de nuevos conocimientos a través de sus propios estudios materializados en una tesis doctoral. Mientras que a Luis Alfonso Gámez ningún organismo oficial ni académico le ha acreditado como divulgador científico. Es más, para desarrollar su labor profesional y vivir de ella, este periodista necesita tomar prestados los conocimientos y estudios de otros investigadores científicos, verdaderamente, cualificados. No se está diciendo aquí que ganarse el pan como divulgador sea fácil. En todo caso, se está diciendo que es mucho más fácil ganarse la vida aprovechándose del esfuerzo ajeno que siendo uno mismo investigador científico. El riesgo y responsabilidad que asume un científico así como la formación y requisitos académicos que se le exigen, no son comparables a los requeridos por un divulgador cuyo único “laboratorio” es la mera palabra vertida en los medios de comunicación.

En tercer lugar, Gámez forma parte de un colectivo denominado Círculo Escéptico, que, como otras asociaciones similares españolas tales como ARP o internacionales como CSICOP no están afiliadas a ninguna sociedad científica internacional. Ni siquiera al CSIC. Por tanto, la “Ciencia” que dichas organizaciones escépticas puedan realizar o divulgar no cuenta con una acreditación oficial ni académica de ningún tipo. ¿Significa eso que no son organizaciones científicas? Al menos, su “Ciencia” no juega con las mismas reglas, obligaciones, compromisos y transparencia que la aplicable a las verdaderas instituciones científicas. Una asociación de astrónomos aficionados o de amigos de un museo de las Ciencias tendría idéntica naturaleza y características “científicas” a las destiladas por ARP o Círculo Escéptico. Por tal motivo, dentro de estas últimas habrá miembros con currículos más sobresalientes junto a otros académicamente indocumentados. No hay unos mínimos establecidos ni existe garantía de que constituyan un referente científico correcto. Se trata de grupos autogestionados que comparten ciertas aficiones e intereses, por los cuales no rinden cuentas a la comunidad académica porque, directamente, no forman parte de ella.

Buena prueba de lo dicho en el párrafo anterior es que tampoco ninguna de las revistas editadas por Círculo Escéptico o ARP están sometidas a los protocolos de revisión por pares. Así que publicaciones como “El Escéptico” o “El Escéptico digital” pueden tener un carácter valioso desde el punto de vista de la divulgación o de la mera opinión gratuita, pero ignoran voluntariamente las exigencias y servidumbres que conllevaría alojar en su interior verdaderos trabajos científicos.

Vistas así las cosas y con actitudes como la que hemos señalado al comienzo de este artículo, no cabe duda de que, en muchas ocasiones, el escepticismo mal entendido persigue impedir que la Ciencia siga su curso natural; que dé y quite razones en función de los datos aportados. La Ciencia tiene sus propios plazos, mecanismos y maquinaria para acreditar y desacreditar resultados. Lo viene haciendo con la Parapsicología desde hace décadas. No necesita que desde fuera del método científico se establezca la verdad y la mentira de las cosas. No necesita que se presione a las instituciones y las personas que las encarnan. Ejercer una coerción popular no es muy científico, razonable ni crítico que se diga. Esperar conclusiones; someternos al juego de réplicas y contrarréplicas fundadas; al debate sereno, pero firme, que ponga en juego nuestros propios prejuicios, sí que es científico, aunque este procedimiento nos pueda resultar incómodo muchas veces.

Mario Bunge y las pseudociencias

La parapsicología junto a otras disciplinas afines no demanda de la Ciencia y de sus instituciones nada que no merezca. Su fundamento real o irreal lo irá determinando el tiempo y la crítica experimental de los científicos. Así lo llevan haciendo muchos años a través de las mejores publicaciones especializadas. Sin embargo, algunos emplean ciertas vías para acelerar su disolución como disciplina científica. A mi juicio, la más importante de dichas vías es calificarla de “pseudociencia”. Pero ¿qué es una pseudociencia? y lo más importante, ¿qué alcance tiene?

Mario Bunge es uno de los principales teóricos de esta cuestión. Atesora un curriculum académico envidiable compuesto por un doctorado fisicomatemático en la Universidad de La Plata, un puesto como profesor en la Universidad McGill de Montreal, un galardón Premio Príncipe de Asturias de Humanidades y más 35 libros y 450 artículos sobre física teórica, matemáticas aplicadas, teoría de sistemas, sociología matemática, epistemología, semántica, ontología, axiología, ética, política científica, etc. Además, de dicha valía prestigiosa, traerlo hasta estas páginas obedece a que Mario Bunge es miembro de Honor de ARP y uno de los promotores ideológicos de su Manifiesto Fundacional. Para este profesor, la pseudociencia tiene unas características muy claras. En sus propias palabras:

-Invoca entes inmateriales o sobrenaturales inaccesibles al examen empírico, tales como fuerza vital, alma, superego, creación divina, destino, memoria colectiva y necesidad histórica.
-Es crédula: no somete sus especulaciones a prueba alguna.
-Es dogmática: no cambia sus principios cuando fallan ni como resultado de nuevos hallazgos. No busca novedades, sino que queda atada a un cuerpo de creencias. Cuando cambia lo hace solo en detalles y como resultado de disensiones dentro de la grey.
-Rechaza la crítica, matayuyos normal en la actividad científica, alegando que está motivada por dogmatismo o por resistencia psicológica. Recurre pues al argumento ad hominem en lugar del argumento honesto.
-No encuentra ni utiliza leyes generales. Los científicos, en cambio, buscan o usan leyes generales.
-Sus principios son incompatibles con algunos de los principios más seguros de la ciencia. Por ejemplo, la telequinesis contradice el principio de conservación de la energía. Y el concepto de memoria colectiva contradice la perogrullada de que solo un cerebro individual pueden recordar.
-No interactúa con ninguna ciencia propiamente dicha. En particular, ni psicoanalistas ni parapsicólogos tienen tratos con la psicología experimental o con la neurociencia. A primera vista, la astrología es la excepción, ya que emplea datos astronómicos para confeccionar horóscopos. Pero toma sin dar nada a cambio. Las ciencias propiamente dichas forman un sistema de componentes interdependientes.
-Es fácil: no requiere un largo aprendizaje. El motivo es que no se funda sobre un cuerpo de conocimientos auténticos. Por ejemplo, quien pretenda investigar los mecanismos neurales del olvido o del placer tendrá que empezar por estudiar neurobiología y psicología, dedicando varios años a trabajos de laboratorio. En cambio, cualquiera puede recitar el dogma de que el olvido es efecto de la represión, o de que la búsqueda del placer obedece al «principio del placer». Buscar conocimiento nuevo no es lo mismo que repetir o siquiera inventar fórmulas huecas.
-Sólo le interesa lo que pueda tener uso práctico: no busca la verdad desinteresada. Ni admite ignorar algo: tiene explicaciones para todo. Pero sus procedimientos y recetas son ineficaces por no fundarse sobre conocimientos auténticos. Al igual que la magia, tiene aspiraciones técnicas infundadas.
- Se mantiene al margen de la comunidad científica. Es decir, sus cultores no publican en revistas científicas ni participan de seminarios ni de congresos abiertos a la comunidad científica. Los científicos, en cambio, someten sus ideas a la crítica de sus pares: someten sus artículos a publicaciones científicas y presentan sus resultados en seminarios, conferencias y congresos.

No cabe duda de que las características y apreciaciones realizadas por Mario Bunge son muy valiosas. Nos ponen en guardia ante determinadas maneras de hacer Ciencia que se sustentan más en entelequias vaporosas que en la ardua, pero necesaria, frialdad empírica. Ahora bien, un planteamiento de este tipo convierte en “pseudociencia” más disciplinas “científicas” y campos del saber de los que a primera vista pudiéramos considerar. El propio Mario Bunge señala: “Una seudociencia es un montón de macanas (mentiras, embustes) que se vende como ciencia. Ejemplos: alquimia, astrología, caracterología, comunismo científico, creacionismo científico, grafología, ovnilogía, parapsicología y psicoanálisis”. Al preguntarle en una entrevista acerca de cuál era la pseudociencia más peligrosa Mario Bunge afirmó: “La teoría económica estándar, porque sustenta las políticas económicas de los gobiernos conservadores y reaccionarios, que son enemigos del bienestar de la gente común”.


Mario Bunge critica a los pseudoescépticos

Obligado a tener que calificar como pseudociencia todo aquello que se ajuste a los criterios formulados en su definición, Mario Bunge termina incluyendo en la lista a teorías de vanguardia como las supercuerdas o determinados postulados de la física subatómica. En otro orden de cosas, también este profesor considera que el determinismo genético de Dawkins, Pinker y Chomsky es más popular que nunca; un número creciente de físicos defiende que los ladrillos últimos del universo son los bits o unidades de información; muchos cosmólogos eminentes sostienen que el universo salió de la nada; la multimillonaria Templeton Foundation, cuya misión es unir la religión con la ciencia, acaba de concluir un acuerdo con la American Association for the Advancement of Science por el cual van a patrocinar juntos reuniones y seminarios sobre religión, ética y ciencia; hace dos décadas las universidades norteamericanas ofrecían unos pocos cursos sobre ciencia y religión, pero hoy son más de 1.000; la Food and Drug Administration, que está a cargo de la salud pública, tolera que miles de estafadores prometan por Internet curar enfermedades que la medicina aún no puede curar…

El doble rasero: pseudociencia entre los pseudoescépticos

Por lo tanto, la pseudociencia estaría mucho más extendida de lo que parece. Incluso habría penetrado en el propio Movimiento Escéptico Internacional. En una cena reciente de Mario Bunge ante los miembros más destacados de ARP, entre los cuales estaba Félix Ares de Blas como anfitrión, el profesor argentino les dirigió las siguientes palabras: Quiero proponerles una tarea que les va a arruinar la digestión. Esta tarea consiste en analizar críticamente la obra de los tres caballeros cruzados de la cruzada atea anglosajona: Gerald Dawkins, Steven Pinker y Daniel Dennet, muy promocionados por el Movimiento Escéptico norteamericano. Ellos son, según el propio Movimiento Escéptico norteamericano, eminentes científicos que están luchando contra la pseudociencia. La tesis que yo propongo es que esa es la Quinta Columna del movimiento escéptico. Que los tres son pseudocientíficos. Luego, animó a los comensales a que revisaran críticamente los postulados defendidos por dichos líderes del escepticismo estadounidense y fundamentó en extenso los motivos que le habían llevado a realizar tal llamamiento autocrítico.

Por lo tanto, bajo la consideración fundada de uno de los principales teóricos de la pseudociencia como es Mario Bunge, inspirador ideológico de ARP; bajo los propios criterios que esgrimen los autodenominados escépticos para identificar las falsas ciencias, resulta que la organización tiene al enemigo en casa justo en la cúpula misma del movimiento. ¿Reacciones al respecto? Al menos públicas ninguna. Es más aún, adalides de Círculo Escéptico como Mauricio Schwarz confiesan en su página web, sin ningún pudor, su admiración por Richard Dawkins: http://www.mauriciojose.com. De hecho, Dawkins recibió en 2009 un título de Doctor “honoris causa” por la Universidad de Valencia y nadie presionó al rectorado para que le retiraran tal galardón. Nadie creó listas negras ni se sintió indignado ante la mala imagen que pudiera ofrecer la universidad valenciana. Tampoco, Círculo Escéptico o ARP se han movilizado contra los cursos, seminarios, conferencias, etc. celebrados en el marco universitario y dedicados a las teorías de las supercuerdas; la teoría económica estándar; el determinismo genético de Dawkins, la psicología evolutiva de Pinker o las teorías cognitivas de Dennet.

Simplemente, se entiende que la Ciencia, en todos esos casos, sigue su curso natural. Dará y quitará razones a través de los resultados obtenidos. Trasladar el debate desde los experimentos a la ideología, puede distorsionar la propia discusión y pervertir el sentido profundo de hacer Ciencia. Aún así, resulta una postura comprensible desde el punto de vista de la Filosofía y la Teoría de la Ciencia. Lo que no resulta tan fácilmente justificable, es el doble rasero que se aplica para según qué pseudociencias, lo que viniendo de unas organizaciones, supuestamente escépticas, que deberían predicar con el ejemplo y ser inmaculadas en sus análisis de la realidad no deja de parecer chocante. Sobre todo, pone en evidencia el trasfondo real que anima a sus dirigentes. ¿Desean los miembros de Círculo Escéptico y ARP perseguir la pseudociencia en todas sus manifestaciones o sólo determinadas pseudociencias? ¿Qué les hace movilizarse para eliminar unas, mientras ellos mismos cobijan y fomentan otras? También en esto hay campo de investigación, aunque no sé si “paranormal”. Desde luego, algo extremadamente raro sí que parece.

Yo, en verdad, no tengo absolutamente nada claro que existan los fantasmas, la telepatía, la psicocinesis, los viajes astrales o los extraterrestres pilotando naves voladoras. Más bien mis creencias me llevan por sendas marcadamente terrenales y materialistas. Ahora bien, lo que sí tengo muy claro es que hay margen suficiente para estudiar académicamente todo el trasfondo –real o imaginario- que sustenta esos testimonios, experiencias y fenómenos. Un margen que puede revelarnos fraudes, explicaciones más convencionales o presentar derroteros nuevos para la Ciencia que, sin ser extraordinarios, aporten algunos componentes valiosos para el Saber humano. El esfuerzo puede valer la pena y, en verdad, arroja frutos aunque no sean los esperados a priori. Un buen ejemplo lo tenemos, desde hace una década, en los logros obtenidos por la llamada Psicología de las Experiencias Anómalas en el Departamento de Psicología de la Universidad de Londres.

Por el contrario, quien se dedica a abanderar la Ciencia torciendo voluntades, en lugar de hacer que las investigaciones sigan su cauce –sea este el que sea-, confía muy poco o nada en esa misma Ciencia que tanto parece vociferar. Es más, quien actúa de manera tan miope, debilita la Ciencia, porque no demuestra creer en ella. No hace Ciencia, sino ideología y partidismo interesado. Se apodera de él un mal entendido paternalismo, un afán de imponer su criterio antes de que los hechos, los datos y los experimentos dictaminen por sí mismos y pongan a cada uno en su lugar. Quien le pone muletas a la Ciencia y a los científicos, lejos de ayudarles, les está haciendo tambalearse por anticipado. Les está ayudando a caer en redes y organizaciones no académicas que no forman parte de la Ciencia aunque lo aparenten. Estos colectivos juegan la partida “científica” con naipes marcados: no demuestran ser autocríticos; no llevan la persecución de las pseudociencias hasta sus últimas consecuencias; prefieren la presión popular al debate y al contraste de ideas; no someten sus publicaciones y estudios a revisiones previas para garantizar los mínimos científicos exigibles; no rinden cuentas de su labor al mundo académico por las vías ortodoxas, etc.

Conviene siempre recordar que el escepticismo no es patrimonio exclusivo de una asociación. Es un atributo inherente al método científico. Quien pretenda secuestrarlo para convertirlo en un lobby de interés, equivoca el sendero a caminar. Intenta convertir en un Tribunal compuesto por “jueces” que nadie ha nombrado salvo ellos mismos, a aquello que debería ser una cualidad esencial que adorne a todo investigador por el mero hecho de serlo.

Juan José Sánchez-Oro Rosa

Puedes descargarte EOC nº 69 en: http://www.dimensionlimite.com/eoc/EOC_69.pdf

Displaying 3 Comments
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  1. […] No es la primera vez que Bunge critica al MEO Español. En el especial sobre el movimiento pseudoesceptico en España que publicamos en EOC nº 69 encontramos otro ejemplo, con video incluido: http://elojocritico.info/ciencia-pseudociencia-y-doble-rasero-pseudoesceptico/ […]

  2. […] No es la primera vez que Bunge critica al MEO Español. En el especial sobre el movimiento pseudoesceptico en España que publicamos en EOC nº 69 encontramos otro ejemplo, con video incluido: http://elojocritico.info/ciencia-pseudociencia-y-doble-rasero-pseudoesceptico/ […]

  3. Reinaldo dice:

    Gámez (escépticos) favorable a que se use la “OUIJA”, incluso por niños

    http://magonia.com/2014/12/04/la-guija-un-inofensivo-juego-de-mesa/

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