Publicado en EOC nº 95

Querido Matías:

Durante décadas me has caído mal, sin tan siquiera conocerte. Soy un imbécil.

Pero, cuando, el pasado 14 de noviembre, uno de tus compañeros en la Agencia de Defensa del Territorio de Mallorca desde hace siete años, Luis,  me comunicó la noticia., con un escueto “DEP Matías Morey”, reaccioné mal.  Como casi siempre. Porque como he dicho, soy un imbécil. Recriminándole el mal gusto de la broma.

Pero la duda ya estaba sembrada, así que te escribí, pero no me respondiste. Normal. Y ante la ausencia de respuesta (la duda crecía), acudí a amigos comunes para que me confirmasen que aquella noticia era una broma de mal gusto. Me disculpo públicamente ante tu compañero Luis.

Durante las siguientes 24 horas me escribí con unos y otros, acudí a la lista Anomalist, puse avisos en mis redes sociales… Incluso recriminé a mi informante su cuestionable sentido del humor. En respuesta, me envió la captura del comunicado emitido por la  Agencia de Defensa del Territorio de Mallorca lamentándose por tu fallecimiento. Y aún así me negaba a creerlo.

Desgraciadamente hoy, Vicente Juan Ballester Olmos me confirma que yo estaba equivocado. “Matias Morey Ripoll falleció el pasado domingo 13 de noviembre, con solo 56 años”.

Hoy siento vergüenza de mi mismo porque, sin conocerte, durante años te consideré: “el enemigo”.

Tú siempre fuiste uno de los puntales de la Fundación Anomalía, y por tanto de la ufología “científica”. Esa a la que nos enseñaron a odiar a los “ufólogos de campo” de mi generación. Como si en una misma familia, la de los apasionados por los OVNIs, no pudiesen existir primos, hermanos, sobrinos, tíos, yernos o cuñados, con ideas distintas, siendo familia.

Siento vergüenza de mi mi mismo, insisto, al recordar mi posicionamiento contra ti en casos y cosas, sin conocerte, solo por la circunstancia de encontrarte en las antípodas de mis ideas sobre el fenómeno…  Carme Domenech y su hermana, tú sabes de que hablo, son testigo. Que necios somos.

Tú no eras mi amigo. No te he visto en mi vida. Jamás he estrechado tu mano. De hecho mi primer contacto “directo” contigo se produjo el 30 de enero de 2021.

En aquella jornada histórica la lista de correo Anomalist conseguiste el milagro de que antagonistas ufológicos enterrásemos el hacha de guerra, blandida durante décadas, para poner el acento en lo que nos une y no en lo que nos separa. Y el resultado fue terriblemente enriquecedor.  Aunque no todos lo interpretasen igual. (EOC nº 93. Pág. 64 a 66). Lo cierto es que mi reflexión “El desencanto de la ufología” despertó airadas reacciones en Anomalist. Pero da igual, era sincera.

Ese día fue el primero de mi vida en que tuve la oportunidad, aunque fuese telemáticamente, de interactuar contigo. Eras uno de los menos de 20 que acudimos a la cita. De hecho eras el moderador del encuentro entre “ufólogos de salón” y “ufólogos excursionistas”. Y me enamoraste. Dicho esto sin mariconadas. Desgraciadamente nunca te lo dije…

Conseguiste robarnos una sonrisa, desde el minuto uno, a todos los participantes que acudimos al encuentro a la defensiva… Unos por crédulos y otros por escépticos. Descongestionando las tensiones que pudiesen existir. Y eso es prueba de una gran inteligencia. Una vez más yo estaba equivocado.

Aquel encuentro virtual en el que por primera vez en muchos años, sectores que durante décadas nos enfrentamos acaloradamente (algunos aún lo hacemos) dialogamos, a mi me pareció fantástico. Poniendo el foco en lo que nos une en lugar de en lo que nos separa. Y sobre todo me fascinó tu sentido de humor y tu conocimiento ufológico.

Conocía tus trabajos en Cuadernos de Ufología, aunque confieso que, llevado por mis prejuicios, nunca los leí con interés.  Es decir, que empecé a hacerlo después de esa reunión. Pero a lo largo de este año si devoré buena parte de tu bibliografía. De hecho en mi próximo libro, que casualmente saldrá a la luz solo tres días después de tu fallecimiento, cito en repetidas ocasiones varios de tus trabajos como historiador de la ufología patria. Tenía mucho interés en conocer tu opinión sobre él, pero eso ya no podrá ser.

Fuiste muy amable en responder a mis avances en esta investigación, y al consultarte casos concretos, como el célebre Haussman, y aunque lo agradezco en la obra que ahora mismo está en imprenta, quiero hacerlo también públicamente.

Aunque sea demasiado tarde, gracias por haber contribuido a pacíficar, con ese irresistible sentido del humor, una comunidad como la ufológica, donde con tanta frecuencia nos dejamos llevar por las emociones antes que por el sentido común.

Buen viaje y mi pésame más sentido y sincero a la familia y amigos que quedan atrás.

Manuel Carballal