Publicado en EOC nº 80/81

El Agente ha mantenido el secreto durante 34 años. Solo el compañero, también policía,  que presenció junto a él el fenómeno, y sus familias más directas conocían lo que ocurrió aquella noche.  Durante estos años, el Agente no pudo olvidar lo que habían presenciado, y solo ahora se ha animado a ponerse en contacto con un grupo de investigadores: El Ojo Crítico, en busca de respuestas.

Nos reunimos con el Agente, hace solo unos días, en una céntrica cafetería de Lugo. Situada a solo unos metros de la comisaría del Cuerpo Nacional de Policía lucense, en cuanto el testigo entra en el local, saluda a los camareros y a varios clientes. Es un personaje conocido en la ciudad. Y esa es la razón por la que ha mantenido en secreto su experiencia durante tantos años. Sabe que de ser identificado como uno de los policías que presenciaron el extraño fenómeno, solo puede esperar el descrédito y la desconfianza.

A pesar del alto grado de extrañeza de su relato, atípico incluso para la bibliografía ufológica, el Agente insiste en la veracidad de su experiencia, y en que no desea ningún protagonismo. Nunca, antes ni después de aquella noche, ha vivido ningún otro acontecimiento anómalo. No es un aficionado a la ufología o lo paranormal, y aunque su historia no tiene más evidencias que su relato, el hecho de que no tenga nada que ganar, y si mucho que perder, relatando su experiencia, es el principal aval de su caso. “Es solo –nos dice- que siempre he querido saber que era aquello que vimos… si era algo militar u otra cosa…”.

Según el Agente: “Estábamos otro compañero y yo vigilando ese tramo de la muralla que no aparcaran vehículos porque, ese día, por la mañana, había una prueba ciclista importante… Nosotros el cambio de turno lo hacíamos a las 6 de la mañana, así que serían las 5/45 aproximadamente.

“Lo vimos durante unos tres minutos y… miedo no… pero la verdad es que allí mismo hay un acceso a la muralla, pero yo no me atreví a acercarme… Lo que si hice fue alejarme, calle arriba, para tener mejor ángulo para verlo mejor.  Estuvo allí parado unos tres minutos. Después empezó a elevarse, muy, muy lentamente…”.

Según el dibujo que el policía garabatea sobre nuestro cuaderno, el objeto era una esfera de unos tres metros de diámetro muy brillante. “Pudo tardar en elevarse unos 12 segundos…  Y al elevarse iba sacando unas bolas del mismo color, que iban desapareciendo…  Y después de esos 12 segundos cogió una velocidad muy, muy grande, e hizo unas trayectorias así, muy bruscas. Es decir cualquier cosa a la que le afecte la gravedad no puede hacer esos giros a esa velocidad. Va contra todo lo conocido, para mí…”.

“Cuando aquello se fue –continúa- irradió… no sé si es la palabra correcta, un brillo en toda la zona, que yo hasta tardé un buen rato en darme cuenta de lo que era. Eran las antenas de los edificios, que quedaron impregnadas de ese brillo… a lo mejor durante un minuto. Las antenas y las chimeneas…”.

Los testigos, inicialmente, no conjeturaron ningún origen sobrehumano al fenómeno: “Mi compañero debía tener unos 60 años, ya ha fallecido. Una de las cosas que me dijo, absolutamente incoherente, fue: “esto debe ser cosa de la aviación”, pero enseguida se dio cuenta y dijo: “bueno, la aviación no, que no hace ruído”.

Además del fenómeno en sí, lo que más desconcertó a los policías fue la ausencia de otros testigos. El Agente y su compañero estaban absolutamente seguros de que al día siguiente habría docenas de testigos. Pero nada. “Nosotros penamos que lo verían nuestros compañeros, que hacían el relevo a las 6 de la mañana, los taxistas… Yo pensaba que iba a salir en la prensa… Nada. Nadie comentó nada. Le preguntamos a los compañeros del turno de noche, que venían a hacernos el relevo, si habían visto algo raro… pero nada”.  El Agente insiste es su asombro porque no hubiese mas testigos, incluso tenía la esperanza de que “alguien de la prensa le hubiese hecho una foto… es que brillaba tanto…”.

Sobre el terreno

El Agente tiene la amabilidad de acompañarnos al lugar del encuentro. Totalmente inusual. Los policías se encontraban exactamente en el cruce de la  Rua do Camiño Real con la Ronda de la Muralla.  La avenida que rodea la histórica muralla romana de Lugo, declarada Patrimonio de la Humanidad en 2000 y considerada la muralla romana mejor conservada en la península ibérica.

Desde el lugar donde se encontraban los policías, hasta el fenómeno avistado no distan más de 30 metros. El fenómeno se encontraba, según el testigo, sobre la puerta de la muralla que da acceso a la Rua Nova.  Con sus 2.266 m. a muralla, rodea el casco antiguo de la ciudad, con un grosor medio de 4,20 m, alcanzando los 7 m en algunos tramos. “Estoy convencido de que estaba posado”, asegura el policía al acompañarnos al lugar exacto donde se encontraba el fenómeno. Una ubicación totalmente atípica para un caso de aterrizaje, incluso para la absurda e irracional casuística OVNI.

Ante las referencias que nos facilitó el testigo, año 1982, “solo sé que no era invierno” y la inmediatez de un evento ciclista importante, acudimos a la hemeroteca de la prensa local para localizar la fecha del supuesto incidente. El 21 de abril de ese año, efectivamente, la vuelta ciclista a España atravesó el centro de Lugo. Por tanto ya tenemos una fecha probable. Consultado al respecto el testigo nos confirma que es correcta. Hasta el momento los investigadores no han podido localizar otros testimonios del suceso. Por eso hacemos un llamamiento a otros colegas investigadores por si alguien hubiese recogido algún suceso similar en esas fechas en Lugo.

Manuel Carballal

OTROS CASOS ¿RELACIONADOS?

En los archivos del CATAG (Catálogo Gallego de Incidentes OVNI) aparecen reseñados otros casos en años en años anteriores y posteriores, o en otros emplazamientos geográficos más o menos cercanos. Por ejemplo:

Junio de 1986. Higinio F. R. avistó, durante casi media hora, y a través de unos prismáticos, un objeto completamente esférico, pero con la base totalmente recta, sobre la ría de Viveiro (Lugo).

¿Febrero? de 1982. El representante comercial José Luis C., su esposa Marta y su hijo Jose Luís viajaban en coche en la carretera entre Curtis y Betanzos (La Coruña) cuando,  observaron un objeto luminoso que ascendía, “como si hubiese despegado”, se desplazó durante un buen rato horizontalmente para luego volver a descender  hasta perderse bajo el horizonte, produciéndose un resplandor en el lugar donde desapareció “como si se estrellase”.

El 27 de abril de 1983 “varios testigos y un coche patrulla de la policía describen un OVNI en Ourense”, según reseña J. J. Benítez en su libro “La quinta columna” (Pag. 98). No hay más datos.

Sin embargo el caso más notable en ese marco temporal es el Caso Marcón. A las tres de la tarde, del 26 de marzo de 1982, solo un mes antes del caso de los policías, varios vecinos de la población pontevedresa de Marcón Pazos, escucharon una fuerte “explosión” muy cerca del campo de futbol del pueblo, observando un fenómeno “como una rueda que producía un remolino” y que se elevaba desde el vecino Monte Carrasco, arrasando a su paso con árboles y vegetación. Al visitar el lugar los vecinos pudieron observar una huella casi circular y las marcas de los destrozos producidos por el fenómeno. La explicación sugerida para el caso Marcón fue la de un tornado.

Hipótesis improbables

Consultado el servicio meteorológico del 21 de abril de 1982, no encontramos ninguna referencia a ningún fenómeno atmosférico que pudiese explicar el avistamiento. Según el mapa isobárico una borrasca sobre el Mediterráneo generaba inestabilidad en la zona, en su retirada hacia el norte de África, sin embargo, en Galicia, regresaba el anticiclón, dejando temperaturas de entre 18 y 9 grados y tiempo estable.

El Observatorio Meteorológico de La Coruña confirma que a las 5:45 de la madrugada no se había lanzado ningún globo meteorológico, que pudiese haber originado el avistamiento. Siendo lanzado el anterior a las 12 de la noche, y el siguiente a las 12 de la mañana.

Lo más parecido a lo descrito por los testigos lo localizamos, rastreando la hemeroteca del diario local: El Progreso, en la conmemoración de la consideración de la muralla de Lugo Patrimonio de la Humanidad. Ese día, según informa El Progreso del 30 de noviembre de 2015, más de 3000 lucense se dieron cita en lo alto de la muralla para lanzar miles de farolillos o “globos chinos” que llenaron de “esferas luminosas” los cielos de Lugo, despegando desde la muralla romana. Sin embargo, y aunque el episodio pudiese coincidir, vagamente, con lo descrito por los testigos, ni las fechas, ni el tamaño, ni la hora, ni las características volumétricas  y aeronaúticas de los “globos chinos”, parecen encajar en lo relatado por los policías, ni en el fenómeno de “irradiación” descrito después.