Published On: Lun, abr 21st, 2014

“NOTICIAS DE MARTE”: EL DIA QUE LOS OVNIS INVADIERON LA PRENSA CHILENA

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Publicado en EOC nº 75

zuñiga2Hasta ahora no se había escrito una historia del fenómeno social provocado por los ovnis, gracias en parte a la prensa escrita, en Chile. Precisamente ese vacío busca llenar “Noticias de Marte”, el primer libro ufológico del periodista chileno Diego Zúñiga, exeditor de la revista La Nave de los Locos y viejo amigo de EOC. Esta obra de 200 páginas, escrita en 2003, revisada en 2008 y requetecontrarrevisada en 2013, es en realidad su tesis de grado para obtener el título de periodista en la Universidad de Chile. En ese texto intentó, no sabemos si con éxito o no, demostrar el rol preponderante jugado por la prensa, la escrita en particular, en la difusión de la creencia en los discos voladores, hoy ovnis.

El libro, que puede comprarse vía internet en el sitio web www.lulu.com/es o en Amazon, es un repaso desde 1947 hasta la actualidad de la influencia de los periódicos y las revistas en la formación de lo que el autor considera un mito que impresionó a la humanidad en plena era espacial y que comenzó con el simple avistamiento de luces en la noche para derivar, con el paso del tiempo y como si de una novela por entregas se tratara, con la ominosa presencia de entes violadores de mujeres en los dormitorios. Se trata de un repaso periodístico que bien vale la pena considerar si se quiere entender a cabalidad el tema ovni.

El siguiente texto, cedido en exclusiva para EOC por el autor, es un extracto del libro y abarca un momento de auge de las noticias ufológicas en Chile, en 1965. Revisa un caso famoso en el país sudamericano, que fue siempre presentado como un misterio y cuya explicación terminó siendo bastante más sencilla de lo que hubieran querido algunos ufólogos.

1965: LOS OVNIS REAPARECEN

A fines de 1964 nació en el seno del Centro de Investigación de Cohetería y Astronomía de Chile la “División de Investigación OVNI”. Este grupo publicó un boletín, que vio salir 21 números entre fines de 1965 y agosto de 1976, con una periodicidad cambiante. Allí reprodujeron mucha de la información que comenzó a generarse en los meses de junio y julio, coincidiendo con las primeras aproximaciones del hombre a Marte.

Tal vez los casos más difundidos de 1965 fueron los de una seguidilla de avistamientos denunciados por personal de la Fuerza Aérea en la Antártica chilena, los que también fueron reportados simultáneamente desde las bases de Argentina y Gran Bretaña en el continente blanco. El Diario Ilustrado dedicó su portada del 19 de junio a informar sobre el asunto.                                                                                           

El 6 de julio la Antártica volvió a las páginas principales por otro “cuerpo celeste” captado por los funcionarios destacados en el área. En esta oportunidad, un cabo de la FACH había logrado fotografiar al objeto por intermedio de un teodolito, lo que suponía una prueba incontrastable. La información apareció durante cuatro días consecutivos en El Mercurio.

En el curso del desarrollo de este trabajo se envió una consulta a la Fuerza Aérea sobre la veracidad de ésta y otras noticias publicadas en la prensa de esa época. La respuesta, firmada por el coronel de aviación Christian Pabst, nos remitió al Comité de Estudios de Fenómenos Aéreos Anómalos, CEFAA, donde este tipo de archivos no existe debido a que CEFAA fue creado muchos años más tarde. Quizás sea bueno dejar en claro que las Fuerzas Armadas de Chile no tienen una intención secretista en su actitud frente a los ovnis. La Armada, a la que también se remitió una carta, ofreció su biblioteca para que investigáramos, aunque dejó en claro que no tenían registro alguno relacionado al tema. Mi opinión personal sobre este punto es que, sencillamente, nunca se le dio importancia alguna a las denuncias y, por lo tanto, no se crearon archivos con ellas.

La profusión de casos permitió que El Mercurio, en su edición del 21 de julio, llevara en sus páginas un resumen de las apariciones ocurridas en distintos lugares del mundo, como Uruguay, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Australia y la Antártica. De paso, se citaron declaraciones del “comandante” Keyhoe.

Al mismo tiempo, revistas de gran tirada como ¡Aquí está!, Siete días, En viaje y Flash, entre otras, solían entregar amplia cobertura no sólo a los casos denunciados en Chile, sino también a artículos teóricos y a la revisión de aspectos históricos de los “visitantes de otros mundos” o “viajeros del espacio”, otra idea que ya se imponía.

Pese a esto, en dichos trabajos además se especulaba –otra vez– con el origen nazi de los discos, idea que fue felizmente acogida por el Partido Nacionalsocialista Obrero chileno, que en ese tiempo buscaba rearmarse. En su publicación quincenal, Cruz Gamada, sus líderes mostraron las “pruebas” que, a juicio de ellos, demostraban la veracidad del aserto[1].

Ya que el ambiente era propicio, La Tercera del 23 de julio publicó una portada que se salía de los moldes habituales, para permitir que el texto fuera en la página principal, bajo un gigantesco título: “Un platillo volador aterrizó en Chañaral”. La información, que no era tan espectacular como se esperaría de tal despliegue, respondía en realidad a la preocupación que generó la masiva denuncia de avistamientos de objetos voladores en el norte chileno.

La noticia mereció páginas completas, reportajes y columnas de opinión no sólo sobre casos nacionales, sino también acerca de algunos avistamientos denunciados en el extranjero, que durante el mes de julio fueron particularmente abundantes. Todo esto se mezclaba con reportes del Mariner IV, que se acercaba a Marte. Por esos meses, el periodista Manuel Sáenz escribió algunas de sus primeras notas sobre ovnis, cuestión de la que llegó a interesarse de tal forma que, junto a su colega Willy Wolf, publicó el libro Los sin nombre, que tuvo tiraje a nivel internacional e incluso fue editado en Argentina y España[2].

La sensación llegó a tal extremo que algunas personas cometieron las equivocaciones más curiosas. En Arica, numerosos ciudadanos aseguraron haber visto platillos voladores: “Afectados por la psicosis, muchos fueron los que casi juraban ver a los ‘enanitos’ tripulando las máquinas… Pero, cosa extraña, estos ‘platillos’ aleteaban… Y no tenía nada de extraordinario, ya que en vez de ‘platillos’ eran vulgares aves marinas que en grandes bandadas surcaban los cielos”, escribía La Tercera del 17 de septiembre.

Y cómo no iba a haber predisposición al error si algunos diarios, como la recién mencionada La Tercera, publicaban titulares que dejaban bien establecido que el fenómeno había vuelto en todo su esplendor:

30/07 – “Sigue invasión de discos voladores”zuñiga

01/08 – “Más discos voladores. Ahora vieron uno en Concepción”

04/08 – “Ahora vieron un disco volador en Los Vilos”

04/08 – “Vieron disco volador sobre el cerro Chena”

12/08 – “Carabineros vieron un platillo volador”

A juzgar por esto, el arribo alienígena era inminente. O tal vez un hecho: “Discos voladores invaden la Tierra” aseguró La Tercera del 22 de septiembre.

En México, donde también se vivió un revival, los medios de comunicación “comenzarían a lanzar, a diestra y siniestra, muchas noticias al respecto. Los periódicos publicaban, por lo menos, una nota diaria y la televisión hablaba constantemente de las ya indudables naves extraterrestres, lo que provocaría en la sociedad un estado de alerta general”, según el investigador mexicano Óscar García[3]. Tan así fue que en un programa de televisión se anunció que el 16 de septiembre de ese año habría un desfile de ovnis en plena Ciudad de México. Miles de personas llegaron al lugar a la espera de los platos volantes, que obviamente no se dignaron a aparecer.

Si bien es cierto que, hasta este momento, en Chile no se había llegado a tales extremos, de todas maneras los ovnis volvieron a ocupar un sitial privilegiado dentro de la parrilla informativa. La inmensa mayoría de las veces los medios no consideraban la posibilidad de que un testigo, más que ver un platillo volador, pudiera haberse confundido con fenómenos naturales o artificiales, los que cada vez eran más frecuentes debido a un aumento en el número de satélites y de aviones de mayor tecnología.

Un ejemplo de esto se dio en lo que hoy es la Décima Región de Chile y contó con el aporte de los periodistas en su difusión y posterior explicación, aunque ésta haya pasado inadvertida hasta nuestros días, cuando todavía es posible encontrar en internet y libros la versión más rocambolesca que se conoció de los extraterrestres ladrones de tierra.

PELLUCO, LOS OVNIS BUSCABAN TIERRA

La joven Carolina Proschle había muerto en un lamentable accidente automovilístico y su familia la velaba en su hogar, ubicado en Pelluco, un balneario distante cuatro kilómetros de Puerto Montt. Una jornada desgraciada que se vio sacudida por otro acontecimiento absurdo e incomprensible, al menos a primera vista, la madrugada del viernes 30 de julio de 1965.

“Más o menos como un cuarto para la una de la madrugada sentimos un ruido fortísimo”, relató a El Llanquihue José Cifuentes, quien se encontraba en la casa de los Proschle esa noche, junto a otras personas que acompañaban a la familia en tan duro momento. El mismo ruido fue descrito por Agustín Proschle como “semejante al producido por los aviones Jet, pero muy superior. Sentimos este ruido como algo que se hallaba detenido”. Germán Casanova, sastre, también fue testigo del fenómeno: “Objeto no vimos ninguno, sino que primeramente sentimos un ruido (…) El ruido continuaba cada vez mayor, venía desde la altura y daba la impresión que nos quería aplastar”[4].

La primera experiencia no pasó de eso. Pero, aproximadamente a las 4.20, un inusitado resplandor volvió a llamar la atención. Aunque ahora algunos no oyeron nada, otros aseguraron que hubo un pequeño ruido. En lo que sí coincidían los testimonios recopilados por el periodista Rubén Ibarra, de El Llanquihue, es en que, tras salir a indagar, todos vieron una luz de color verde-celeste “que en forma horizontal se desplazaba hacia Puerto Montt. Puedo comparar la luz con la producida por un flash de máquina fotográfica que iluminaba completamente el entorno”, comentó Agustín Proschle.

Otra versión entregó Arnoldo Flores, secretario zonal del Servicio Nacional de Salud, quien señaló al mismo diario que todos salieron a mirar y vieron una luz violácea que, según él, les hizo pensar “que se trataba de algo sumamente raro, sobre todo por el color de la luz”. El testigo añadió que les pareció que esta luminiscencia descendió tras unos árboles, luego de lo cual se elevó a “mucha velocidad, produciendo su ruido un fenómeno más o menos parecido al que se puede establecer cuando está andando un helicóptero”.

Flores, locuaz, agregó más datos: “se produjeron algunos desmayos ocasionados por el susto, como igualmente algunas damas se pusieron a llorar”. Como vemos, hay ligeras variaciones. Otras personas dijeron haber visto resplandores mientras manejaban de vuelta hacia Puerto Montt.

Llama la atención que los demás vecinos del área no se percataran de tan insólito acontecimiento. Salvo Eduvigis viuda de Clement, quien indicó que a las cuatro de la mañana se despertó y vio las luces. Pero entregó un dato muy esclarecedor: “El hecho no nos produjo miedo ni impresión porque consideramos que se trataba de simples relámpagos”.

Cuando ese mismo viernes el periodista de El Llanquihue fue al lugar en busca de más antecedentes, se acercó al sitio donde se dice que se posó la luz. Allí pudo notar que había un forado de unos setenta metros de diámetro por uno de profundidad, con árboles arrancados de raíz y ramas quebradas. El terreno, a juzgar por las fotografías publicadas en ese diario y posteriormente en la revista Siete días, y por lo que dice el periodista, estaba erosionado. Alrededor del “círculo” que dicen se formó (en la foto no se ve ningún círculo), la vegetación estaba intacta.

Basado en todo esto, el periódico tituló en portada “Fenómeno celeste que pudo ser un vehículo espacial se observó”, aunque el reportaje termina con un párrafo decidor: “Ha quedado siempre presente la preocupación de si se trataba de un vehículo espacial (disco volador) ya observado en diversas partes del mundo o si se trató de una tempestad eléctrica”.

A juzgar por los testimonios, era esto último. Al día siguiente, el mismo matutino confirmó que todo indicaba que el “forado” era muy probablemente resultado de un “socavamiento por aguas subterráneas”, descartando que esto tuviera relación con las luces denunciadas anteriormente. Incluso en la imagen publicada en Siete días se ven los residuos de los lugares por donde escurrió el agua de la lluvia.

Sin embargo, los diarios capitalinos difundieron una historia más espectacular, protagonizada por un aparato que se posó unos minutos en el área, proyectando una luz cegadora, según El Mercurio. La Tercera catalogó la experiencia de “terrible” y señaló que los testigos se quedaron entre las 00.45 y las 4.30 esperando que volviera el objeto.

Si en la versión original sólo vieron una luz y no un objeto; si, por las descripciones entregadas, muy probablemente esta luz era un relámpago; y si la tierra que desapareció no es más que un deslizamiento producto de las lluvias y el reblandecimiento del terreno, ¿en qué se sustenta este caso ovni, que suele ser citado en libros ufológicos como un “clásico” chileno y un ejemplo de cómo “ellos” recogen muestras de nuestro planeta para analizarlas?

El suceso posiblemente se sustente en la repetición de un hecho publicado en los medios de Santiago sin previa verificación de la calidad de los datos. En esta ocasión se aplica aquello de que una mentira repetida muchas veces se transforma en verdad. Lo grave es que los pilares básicos que dan espectacularidad al relato son todos explicables de forma prosaica, lo que pareció no importar a quienes prefirieron las versiones más llamativas.

Uno de estos fue el ufólogo Raúl Gajardo, quien muchas veces ha confundido estrellas con naves u “ovnis-máquinas”, como gusta llamarlos. En el transcurso de esta investigación pudimos acceder a videos donde un entusiasmado Gajardo narraba la presencia de un ovni estático sobre su casa (algo que normalmente conocemos como estrella). En una de las tantas revisitas al caso realizadas por la prensa regional, especialmente por El Llanquihue, se consultó al ufólogo de los ovnis-máquinas su versión del caso de Pelluco. Aparentemente, Gajardo estuvo destacado en la zona, como mayor de Carabineros de Chile, cuando ocurrieron los hechos.

Según este “experto”, “aquella noche se realizaba el velorio de la liceana Carolina Presley (sic) y las cerca de 70 personas allí congregadas se convirtieron en testigos oculares del aterrizaje de un Ovni (…) lo grandioso de este fenómeno es que el Ovni al elevarse dejó un hoyo en la tierra de 60 metros de diámetro”.

“Una vez que el objeto despegó quedaron a la vista raíces, árboles botados y tierra que desapareció. Esto viene a confirmar la teoría de que los Ovnis crean su propio campo antigravitacional. Todo lo que rodea pierde peso y se eleva. Esto se comprobó porque quedaron raicillas sin cortar y lo reafirmó una misión norteamericana de la Nasa que llegó a la zona un mes después de lo ocurrido”[5].

Ésa es la versión que actualmente difunden los ufólogos. Ésa es la idealización de un fenómeno que, por el solo hecho de aparecer en los medios, ganó credibilidad y se perpetuó, hasta el día de hoy, como un ejemplo de las cosas que son capaces de hacer las “naves extraterrestres”. Los ufólogos, que hoy repiten la misma monserga aprendida de memoria sobre este caso, y los periodistas, que se encargaron de darle un giro más espectacular al relato, se tomaron de la mano para crear un sustento más para las creencias de miles de personas. No sería la última vez.

Diego Zúñiga

Puedes desgargarte gratis EOC nº 75 en: http://elojocritico.info/wp-content/uploads/2014/04/EOC75.pdf

 

NOTAS

1 El escritor y ex diplomático chileno Miguel Serrano, conocido por su afinidad al nazismo, se hizo eco de estas afirmaciones en su libro “Los OVNIS de Hitler contra el nuevo orden mundial”, de 1993. También se extendió sobre el particular en una entrevista concedida al autor en mayo de 1999 en Valparaíso. En dicha ocasión sostuvo que los nazis habían creado los discos voladores y se abstuvieron de usarlos en la Segunda Guerra Mundial contra los aliados. Asimismo, aseguró que había una guerra subterránea entre Estados Unidos y los extraterrestres para determinar quién dominaría el mundo. Serrano falleció en Santiago el 28 de febrero de 2009.

2 Se puede profundizar más en la relación entre Manuel Sáenz y Willy Wolf con la ufología en ZÚÑIGA, DIEGO. “Te digo sinceramente que nunca he visto un ovni”. Entrevista con Willy Wolf. La Nave de los Locos (37)63-74, 2010.

3 GARCÍA, ÓSCAR. 1996. El misterio de los ovnis en México. Contacto OVNI (14):11-20.

4 Las citas corresponden al artículo de El Llanquihue mencionado en el texto.

[1] NEIRA, ROBERTO. 1999. IX región en la mira de los extraterrestres. El Diario Austral de la Araucanía, Chile. 24 de septiembre.

 

 

 

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