Published On: Vie, nov 8th, 2013

ZECHARIA SITCHIN, NIBIRU Y LOS ANUNAKI: UNA REFLEXION CRITICA

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Publicado en EOC nº 71

ZECHARIA_SITCHINEl pasado aún nos guarda muchos misterios. Nadie conoce toda la verdad sobre los orígenes de la humanidad. ¿Es posible que nuestros antepasados tuvieran contacto con los habitantes de otro planeta? Existen algunos indicios de que sí. ¿Es posible encontrar pruebas de esto en los textos y tablas de Oriente Medio? ¿Hay conocedores de las culturas mesopotámicas con la mente suficientemente abierta como para averiguarlo?   Muchos consideran que el análisis más serio de los textos antiguos de Mesopotamia ha sido realizado por el autor Zecharia Sitchin. Los libros de Sitchin, reunidos bajo el titulo colectivo de  The Earth Chronicles [“las Crónicas de la Tierra”], constituyen un examen radical de los documentos más antiguos de la humanidad desde la perspectiva ufológica. Muchos escritores se han apoyado en sus libros porque contienen textos que normalmente no están disponibles para el gran público, y las observaciones lingüísticas que hace Sitchin del cuneiforme y del hebreo son consideradas de un valor inestimable.

Lo fundamental de la teoría de Sitchin es que los sumerios conocían la existencia de un décimo planeta en nuestro sistema solar, además de los nueve que conocemos nosotros. El titulo de su primer libro, El Duodécimo Planeta (1976), tiene sentido cuando explica que, para los sumerios, la luna y el sol también eran planetas. Según la interpretación de Sitchin de la mitología sumeria, el nombre del planeta “perdido” sería Nibiru (o Marduk), un cuerpo cuya órbita de 3.600 años lo conduce por un trayecto elíptico entre Júpiter y Marte. La excentricidad de esta órbita no permite que los astrónomos lo vean en la actualidad.   Sitchin procede a explicar que Nibiru está habitado por una raza tecnológicamente avanzada llamada los Anunnaki, y estos seres llegaron a la tierra hace 450.000 años para extraer minerales preciosos de la tierra. Un resultado de esta visita fue la creación del Homo sapiens por medio de la ingeniería genética, combinando sus propios genes con los de los humanoides primitivos que entonces vivían en el planeta Las antiguas civilizaciones de Mesopotamia, Egipto e incluso América debían todos sus logros a los Anunnaki. Para defender sus ideas, Sitchin depende de su propia traducción e interpretación de textos que fueron escritos hace miles de años. Estos incluyen documentos que conocemos todos, como, por ejemplo, el Antiguo Testamento, y manuscritos menos divulgados, como las tablas de arcilla sumerias cuyas traducciones son casi imposibles de consultar, al menos en castellano. En sus nueve libros, Sitchin presenta abundantes ilustraciones y traducciones de los fragmentos más relevantes. Las Crónicas son visualmente impactantes y todo parece indicar que son el fruto de una mente seria y privilegiada.  Sin embargo, las cosas no siempre son lo que parecen, y en el caso de Zecharia Sitchin no son ni remotamente similares. 

¿Quién es Zecharia Sitchin?

 Antes de examinar las teorías de Zecharia Sitchin debemos apuntar que se sabe más bien poco sobre su vida anterior a la publicación de las Crónicas. La biografía que suele presentar en sus libros es demasiado breve como para servir de ayuda, así que he escrito el siguiente resumen basándome en todo lo que he podido averiguar por mi cuenta.

Sabemos que nació en Baku, en Rusia, en el 1920. Se crió en Palestina, donde estudió la Biblia en el hebreo original. Luego, se fue a Inglaterra en 1937, donde, entre 1938 y 1941, estudió Historia Económica en el prestigioso London School of Economics, donde se diplomó. También sabemos que en algún momento en su vida profesional ha sido un oficinista municipal en Tel Aviv y en la Segunda Guerra Mundial sirvió en el ejército británico en Palestina. Después de trabajar de editor y periodista de asuntos económicos en Israel, emigró a los Estados Unidos en los años cincuenta. Ahora vive en Nueva York. Si a los lectores de Sitchin esta información les parece bastante completa, sugiero que lo lean de nuevo. No hay mención alguna a sus credenciales como traductor o lingüista. Tampoco he incluido ninguna información sobre dónde y cómo llegó a ser “uno de los pocos eruditos que pueden leer y entender el cuneiforme sumerio.”  ¿Por qué no? Porque todo indica que no recibió ninguna formación profesional en estos campos especializados, y jamás ha presentado la menor prueba de que los haya estudiado en serio.

El ballet cómico-cósmico                                    

El autor de las Crónicas cree que una epopeya babilónica, el Enuma Elish, describe el origen del mundo. La leyenda cuenta (entre otras cosas) cómo el dios Marduk/Nibiru pelea con Tiamat, el monstruo primordial, para ser el rey del cielo y así devolver el orden al universo. La interpretación que hace Sitchin del mito no es tan sencilla: Hace billones de años, nuestro sistema solar era muy diferente al que conocemos hoy. No existían ni la Tierra ni la Luna y había un enorme planeta llamado Tiamat entre Júpiter y Marte. Todavía no eran cuerpos sólidos y estables, aún se estaban formando.

La órbita de Nibiru era retrógrada – es decir, que orbitaba en el sentido contrario a los demás planetas. Cuando llegó desde el espacio exterior y pasó muy cerca de Neptuno, la gravedad de éste afectó a la órbita de Nibiru y hizo que se cayese por el medio del sistema solar. En el proceso se creó un enorme ‘bulto’ en un lado de Nibiru. Al pasar cerca de Urano este ‘bulto’ se abrió y salieron numerosos cuerpos más pequeños que se convirtieron en las lunas de Nibiru. El paso de Nibiru también causó que una de las lunas de Saturno se saliera de su órbita, convirtiéndose en nuestro planeta Plutón.  Entonces Nibiru se acercó tanto a Tiamat que éste comenzó a desintegrarse. Las lunas de Nibiru chocaron contra Tiamat, pero ambos planetas siguieron más o menos intactos. Después de esto, Nibiru salió del sistema solar.

La siguiente vez que Nibiru pasó por el mismo punto, chocó directamente contra Tiamat, transformando la mitad del planeta en los pequeños fragmentos que hoy en día llamamos “el cinturón de asteroides.” La otra mitad fue transformada en la Tierra, y una de las lunas de Tiamat ahora es nuestra luna. Desde entonces Nibiru sigue entrando en nuestro sistema cada 3.600 años, pero ya no causa ningún daño. Ésta, pues, es la gran teoría cósmica de Sitchin en la que basa todos sus argumentos posteriores. Pero ¿es una idea factible?  Sin criticar su interpretación de la mitología, los astrónomos consideran que su idea no es tanto improbable como imposible. Hasta los científicos que defienden la teoría general de “los OVNIs en la prehistoria” miran con desdén a la teoría cosmológica de Sitchin. Apuntan primero que la noción de que un planeta del tamaño de Niburu pudiera mantener una órbita retrógrada y tan elíptica es absurda. Si pasara un planeta tan cerca de Neptuno en sentido contrario a los demás planetas, la órbita de Neptuno no sería tan circular (y resulta que es aún más circular que la de la Tierra). Lo mismo pasaría con Júpiter y Urano. Luego, si Plutón se creó como resultado de un gran choque de cuerpos celestes, ¿cómo podría llegar a tener una órbita estable y no ser lanzado hacia el espacio exterior profundo? Las órbitas planetarias no se circulizan automáticamente alrededor del Sol.

Los choques provocados por Nibiru la primera vez que entró en nuestro sistema solar habrían producido tales modificaciones en las órbitas del resto de planetas que el sistema solar debería haber cambiado para siempre. Sin embargo, la teoría de Sitchin requiere que se mantuvieran tranquilamente en sus puestos. Este fallo por sí solo debería hacernos dudar de toda la historia. En cuanto a Tiamat, según Sitchin, se segmentó en dos partes iguales. Una dio origen a la Tierra, y la otra se descompuso a su vez en el cinturón de  asteroides. Pero los cálculos de los astrónomos muestran que la masa del cinturón es muy inferior a la de la Tierra, así que no es posible que proceda de un titánico planeta prehistórico. El concepto que tiene Sitchin de la física es algo infantil. Los físicos saben que la gravedad no puede ‘sacar’ trocitos de un planeta como si de un pedazo de plastilina se tratara. La fuerza de la gravedad afecta a todas partes de una superficie a la vez, así que Tiamat no podría haberse fragmentado por el paso de Nibiru, y el “bulto” en la faz de éste tampoco podría haberse formado. (Su error se repite cuando relata que en el año 11.000 a. de C la proximidad de Nibiru provocó un terrible diluvio que cubrió toda la tierra…)

Cuadro de texto: EL OJO CRITICO</p><br />
<p>Hay más: si la órbita de Nibiru es tan rara, se calcula que su trayectoria  lo alejaría del sol unas seis veces más que Plutón. Un planeta de estas características estaría muy oscuro casi todo el tiempo, y probablemente helado. ¿Puede alguien creer que una civilización normal pudiera desarrollarse en tales condiciones? La cuestión se complica aún más, porque Sitchin sugiere que Nibiru era el planeta que sembró las primeras moléculas de ADN en la Tierra. Según él, la colisión entre Tiamat y Nibiru de alguna manera transfirió la frágil sustancia orgánica de un planeta al otro, de manera que, cuando el planeta mayor se rompió en dos partes, el ADN se enganchó en la sección que luego sería la Tierra. Luego este ADN se mantuvo a salvo durante dos billones de años hasta que se formaron los océanos, y entonces se activó, dando luz a las primeras criaturas unicelulares. ¿Cómo pudo ocurrir todo esto mientras los planetas estaban todavía calientes y ‘plásticos’? Sitchin ni siquiera intenta explicarlo.          

El sistema solar según los sumerios  

Para que funcione su teoría del origen del sistema solar y la visita periódica de Nibiru, Sitchin se ve obligado a modificar todos los nombres de los planetas en la cosmología sumeria. Dado que, según los expertos, los sumerios sólo conocían cinco planetas, la versión de Sitchin es muy diferente al sistema tradicional. Por ejemplo, Sitchin cree que Nibiru/Marduk sería el décimo planeta, mientras los especialistas coinciden en opinar que Nibiru/Marduk corresponde con Júpiter. Saturno, para Sitchin, se llamaba Anshar, mientras que para los historiadores tenía el nombre de Ninib. Normalmente Venus se identifica con Dilipat, pero Sitchin afirma que corresponde con Lahamu. Lo preocupante es que ningún tratado de cosmología sumeria está de acuerdo con la visión de Zecharia Sitchin. Si sus obras mostraran un nivel más elevado de comprensión lingüística se podría considerar su versión de los hechos como un reto para los expertos más ortodoxos.

A los lectores más perspicaces de Sitchin se les han ocurrido también otras objeciones. Por ejemplo, es difícil entender por qué los extraterrestres habrían incluido nuestra luna en los esquemas cosmológicos pero no los satélites de otros planetas. Titán, una de las lunas de Saturno, es la luna más grande del sistema solar pero no forma parte de los dibujos que supuestamente muestran el alto nivel de conocimiento astronómico que poseían los sumerios. Tampoco se habla de los anillos de Saturno en ningún texto. ¿Por qué? Un hecho que me parece particularmente llamativo es que Sitchin no presenta ningún documento en el que se lea claramente que los dioses eran del planeta Nibiru. Y aparte de una referencia muy breve al principio del Enuma Elish parece que el nombre de Nibiru casi no se vuelve a aparecer en toda la literatura de Sumeria y Babilonia. ¡Reto a los defensores de Sitchin a que demuestren que me equivoco!    

La arqueología sumeria

Sitchin dice que nunca se ha explicado de modo muy convincente el repentino desarrollo de la civilización sumeria. En su opinión, la explosión cultural surgió de la nada: “La mayoría de los eruditos ahora confiesan con gran frustración que el hombre, según todos los datos que poseemos, debería haber seguido sin civilizarse hasta hoy.” Todo el mundo tiene el derecho a opinar, pero cuando Sitchin empieza a declarar que todos los expertos piensan igual que él acabamos preguntándonos si el autor de El Duodécimo Planeta está jugando con sus lectores. Los mismos libros que cita para demostrar lo “misteriosamente” desarrollada que era sumeria al principio de los tiempos también ofrecen teorías plausibles para explicar la génesis de su cultura. El profesor Samuel Kramer, cuyos textos universitarios están entre los mejores exámenes de la cultura mesopotámica existentes, propone que fue la introducción de un sistema de irrigación en sumeria la que creó la necesidad de una organización comunal. Había que abrir y mantener los canales para transportar el agua, y alguien tenía que regularizar su distribución entre todas las comunidades. Esto habría conducido a la creación de instituciones gubernamentales, y luego al resto de los atributos de una gran civilización.

Quizás el buen profesor y los muchos otros arqueólogos que opinan como él se equivocan en algo. Pero Zecharia Sitchin pasa por alto estas explicaciones y prefiere fingir que una aura de misterio rodea todo el asunto. Y ello a pesar de que cita a Kramer en repetidas ocasiones para apoyar sus ideas.  El hecho es que antes de 1976 nadie hablaba de Sumeria como una prueba del “repentino origen” de las culturas, y prácticamente nadie lo mencionaba en un contexto ufológico. Ahora es difícil encontrar un libro que debate estos temas que no siga ciegamente las pautas establecidas por Zecharia Sitchin.  

Problemas de traducción                                 

Sitchin no se basa en las traducciones estándares aceptadas por los lingüistas y los arqueólogos profesionales, sino que siempre produce sus propias versiones. Esta práctica sería tolerable si no fuera por tres razones importantes: primero, Sitchin casi nunca proporciona las referencias de los textos que utiliza; segundo, es muy selectivo a la hora de fracturar un texto para escoger los fragmentos que más le sirven; y tercero, sus traducciones no son muy buenas. De hecho, muchos fragmentos que reproduce en sus libros no pueden consultarse porque ni siquiera los especialistas de la literatura semítica pueden identificarlos.

Algunos de sus errores ya son clásicos en el campo de los “antiguos astronautas.” Por ejemplo, su insistencia en que el término “Elohim” en Génesis 1:26-27 sea plural. Esta idea no es nueva y se encuentra también en los libros de autores como Robert Charroux y Erich von Däniken. Si “Elohim” significara “los dioses” (en lugar del singular “dios”) podría decirse que los creadores de la humanidad eran varios, quizás un gran equipo. Pero no nos engañemos.  La verdad es que el significado de “Elohim” es singular en la gramática hebrea cuando se refiere a Dios, a pesar de ser morfológicamente plural (el singular natural es “Eloah”). Esto es un fenómeno gramatical, a veces llamado el “plural mayestático.” Un buen ejemplo de este uso se encuentra en el Libro de los Salmos 45:6, donde se emplea “Elohim” para referirse al Mesías, y no cabe duda de que se referían a un único Mesías.

La explicación es sencilla: en hebreo, el sufijo plural masculino –im se emplea para indicar tanto el plural como el superlativo, es decir, la magnificación de algo. No existe ninguna dificultad para alguien que conozca esta gramática: en distinguir entre el plural y el singular, sólo es necesario mirar al verbo que acompaña al sujeto. Si el verbo está en tercera persona singular, el sujeto es singular. Si no, es plural. Por esta razón todas las referencias al Dios del Antiguo Testamento se hacen con verbos en tercera persona singular, mientras las referencias a los “dioses falsos” se hacen con la misma palabra, “Elohim,” pero seguida de un verbo en tercera persona plural. ZECHA

El autor de las Crónicas de la Tierra quiere hacernos creer que en todo momento el Dios de Génesis era en realidad un grupo de personas (extraterrestres), pero parece ignorar cómo funciona la gramática hebrea. Veamos cómo se debe entender el Génesis 1:26 desde el punto de vista de alguien que conoce bien la gramática del idioma: ELOHIM (plural) dijo (tercera persona masculina singular) “Hagamos (primera persona plural) al hombre a nuestra imagen (“imagen” es un sustantivo masculino singular con un sufijo de primera persona plural), conforme a nuestra semejanza (“semejanza” es un sustantivo femenino singular con un sufijo plural de primera persona).

El uso de “nuestra” en este verso es un claro ejemplo del “plural de majestad.” Naturalmente, en todos los versos del Génesis hasta 1:26 únicamente se emplean verbos singulares porque todavía no se habían creado más seres racionales. Todo este asunto es comparable con el uso de “Usted” en castellano. Os confieso que al llegar a España hace más de 10 años no entendía por qué los desconocidos se dirigían a mí en tercera persona. (“¿Entiende mi idioma? ¿Conoce a mis amigos?” etc.)  Me resultaba extraño dirigirme a los ancianos como si estuvieran ausentes. Hoy entiendo que “Usted” se emplea para expresar el respeto, la distancia o la admiración. No nos debe sorprender que otros idiomas tengan formas distintas para conseguir efectos parecidos.

En el sumerio lo mismo pasa con el sufijo MES, que originalmente no indicaba un plural aunque más tarde sí adquirió este significado. En akadio, la palabra que corresponde con “Elohim” es ilanu. En las cartas Amarna del siglo XIV a. de C., una serie de mensajes que los faraones egipcios intercambiaron con sus subalternos en Palestina, el término “ilanu” fue empleado más de cien veces para referirse al singular líder de los egipcios, quien era considerado un dios. Por ejemplo, en la frase ilanu / sulumka sulum b│t│ka/lisal, que significa “Que la deidad se preocupe por tu bienestar y de tu hogar,” el verbo “preguntar” está en tercera persona, mientras el sujeto “deidad” es plural (literalmente, “deidades”). Este fenómeno se encuentra cientos de veces en la Biblia (el Antiguo Testamento utiliza Eloah sólo unas 250 veces y Elohim alrededor de 2250 veces).

Si Zecharia Sitchin conoce tan bien el hebreo del Antiguo Testamento, ¿por qué no hace referencia a estos hechos en sus libros? Los errores que comete Sitchin son muchos, y a menudo degradan secciones fundamentales de su obra. Al traducir palabras tan claves como Tiamat, Enlil y Enki mezcla partículas de dos lenguas completamente distintas que nunca se habrían juntado. Por ejemplo, traduce la palabra Marduk como “hijo del puro monte” combinando las palabras sumerias du (“monte”) y ku (“puro”) con el sustantivo akadio maru (“hijo”). Esto sería equivalente a traducir la palabra española “ordenador” como “El Orden de la Puerta,” tomando “puerta” de “a door” en inglés. Otros errores importantes incluyen:

● “Nefilim,” que significa “los caídos” únicamente en el sentido de “los degenerados” o “caídos en la batalla.” Sitchin afirma que implica “los caídos del cielo” o  “los que descendieron de arriba;” pero esto no es posible.

● Sitchin escribe en sus obras que los dioses crearon los “Adamu” para ayudarles a extraer los metales preciosos de la tierra. La palabra, dice él, quiere decir “Trabajador Primitivo,” debido a que significa “tierra roja” (y los hombres eran mineros.) Sin embargo, cualquier diccionario sumerio/akadio revela que para decir “trabajador,” “hombre” o “esclavo” usaban la palabra  awilu(m), y que adam(m)u nunca se empleaba para referirse a personas. La intención de Sitchin es conectar su Adamu con el “Adán” del Génesis, pero todos los textos que se refieren a los primeros hombres emplean el término awilu(m). Muchos orientalistas detectan una conexión entre Adamu y Adán, ya que dam es la palabra hebrea para decir “sangre” y damamum tiene el mismo significado en akadio. Pero parece que para Sitchin esta relación es demasiado aburrida, y la implicación de “Trabajador Primitivo” encaja mejor en su historia.

●Zecharia Sitchin declara que las capacidades tecnológicas de los Anunnaki incluyen unas naves espaciales llamadas “shems,” “mu” y “me.”  El término shem es sumerio/akadio y tradicionalmente se traduce como “nombre, reputación.” Es difícil no aceptar esta opinión como la verídica. Sin embargo, Sitchin tiene otras ideas. Sugiriendo que shem viene de la palabra shu-mu (“lo que es un mu”), llama la atención del lector hacia unas esculturas mesopotámicas con el mismo nombre que representan dioses dentro de objetos alargados y ovalados. Estos objetos, en su opinión, representan cohetes (aunque realmente en este caso, shem sólo quiere decir “monumento para recordar el nombre” de alguien). Aparte de lo improbable que parece esta conjetura, el problema es que en todos los textos donde Sitchin sustituye “reputación” por “cohete,” sólo la palabra “reputación” tiene sentido. Por ejemplo, en El Duodécimo Planeta el autor cita el libro del Génesis (11:4), que describe el momento de la construcción de la Torre de Babel. Sitchin sólo cita estas líneas: “Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; Y hagámonos un shem, por si queremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra”.

Sitchin quiere que veamos en estas líneas una referencia a la construcción de algo tecnológico: “Y hagámonos un cohete para que estemos en contacto en cualquier parte del mundo,” etc. Lo que pasa con esta interpretación es que ha escogido la parte del capítulo que más le conviene, ya que el verso anterior (11:3) dice lo siguiente: “Vaya, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego, y fuéles el ladrillo en lugar de piedra, y el betún en lugar de mezcla”.  

¿Qué cohete se construye con ladrillos y betún? Este no es de ningún modo el único caso en el que Sitchin selecciona un fragmento de texto para engañar al lector y defender sus extrañas teorías. Esta vez ni siquiera nos indica que la cita es del Libro del Génesis. Como ya hemos apuntado, salvo contadas excepciones, nunca incluye referencias exactas para indicar de dónde provienen las tablas y las esculturas que muestra en sus libros.

Conclusión

Su hipótesis parece haberse inspirado en la literatura de los contactados de los años cincuenta. Los contactados decían que los extraterrestres procedían de planetas en nuestro sistema solar, y que llegaron a la tierra en la prehistoria para establecer una base. Según la obra de Sitchin, los Nibiruanos tardaron 21.600 años en construir la ciudad de Nippur, mientras la mayoría de los contactados hablan de civilizaciones en continentes ya sumergidos. Considerando que, en la época de la supuesta llegada de los extraterrestres, es decir, hace 450.000 años, Nippur y el resto de Mesopotamia Baja se encontraban por debajo de las olas del Golfo de Persia, ¡la teoría de Sitchin está más hundida que la misma Atlántida! 

En Habla Una Mujer del Espacio (1960), el libro del contactado Rolf Telano, los alienígenas crean seres inteligentes en laboratorios subterráneos llamados Edenes. La especie modificada se llama Adán, y es esta raza de la que todos los humanos somos descendientes. Para Sitchin, Edén era el hogar de los dioses, pero también el lugar donde nació la humanidad. Al mismo tiempo, el autor de las Crónicas intenta distanciarse de la ufología típica y sólo menciona los OVNIs una vez en su segunda obra, The Stairway to Heaven (1980), y no será hasta Genesis Revisited (1990) que dedique ocho páginas al tema. De hecho, en este segundo libro Sitchin muestra hasta qué extremo puede llegar para engañar al lector: presenta el dibujo de un extraterrestre “gris” pero con los ojos más pequeños de lo normal y con los párpados cerrados. Luego, unas páginas después, pone otro dibujo, la de una escultura antigua. Esta imagen, que también aparece en su libro Divine Encounters (1995), muestra un ser delgado con ojos rasgados, partidos como en el dibujo del gris. Es obvio que se han realizado estos dibujos a mano para que se asemejen en los detalles más llamativos, pero poco de lo que dice Sitchin sobre la escultura de terracota es cierto. 

La estatuilla, que es auténtica, pertenece a una serie de artefactos descubiertos durante las excavaciones en Ur y en otras ciudades mesopotámicas. Datan de alrededor del 4500 a. de C. y representan humanoides delgados, sin orejas ni pelo, con frentes alargadas y ojos de insecto. El estilo es típico de la cultura Ubaid. Según Sitchin las figuras representan los Gallu, demonios asexuales que vivían en el mundo subterráneo, que son los alienígenas que hoy en día abducen a los humanos. Sin embargo, esto es extremadamente improbable porque algunas de las esculturas muestran mujeres dando el pecho a un bebé, mientras otras tienen genitales masculinas nada ambiguos. Un buen ejemplo se puede encontrar en la Sala 56 de la sección de Mesopotamia Temprana en el Museo Británico. El bebé que la figura lleva en sus brazos también tiene la frente alargada y ojos rasgados. No cabe la posibilidad de que estos seres sean los extraterrestres de los que tanto se habla últimamente, ¡aunque no me extrañaría demasiado que se trataran de otro tipo de extraterrestres!

Si Sitchin ignora estos datos, le sugeriría que leyera las amplísimas bibliografías que decoran todas sus propias obras. En fin. Imaginémonos que Sitchin no se equivoca y que su planeta existe de verdad. ¿Cuándo podemos esperar el siguiente paso de Nibiru? Sitchin nunca se arriesga a poner una fecha, y en entrevistas se niega a contestar si se lo preguntan. Sin embargo, no es un problema demasiado difícil de calcular. En El Duodécimo Planeta se establece el año del diluvio mundial como 11.000 a. de C., y el catástrofe se debió a la proximidad del planeta. Si Nibiru pasa por aquí cada 3.600 años, habrá pasado alrededor de 7400 a. de C., 3800 a. de C. , y en 200 a. de C. (huelga decir que ningún astrónomo observó un planeta nuevo en el cielo en esa fecha). Esto indica que pasará de nuevo en el año 3400 d. de C. ¿Alguien cree que aún se acordarán de las teorías de Zecharia Sitchin en esas fechas? 

Chris Aubeck

Puedes descargarte EOC nº 71 (gratis) copiando en tu navegador: http://www.dimensionlimite.com/eoc/EOC_71.pdf

 

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  1. Alejandro dice:

    Chris, tu investigación es buena y coincido contigo que aín falta mucho por descurir de nuestros orígenes y que las investigaciones de Sitchin (las cuales he leido todas)contienen errores voluntarios o no pero cuando tú te refieres a los errores al interpretar la Tora (La verdad es que el significado de “Elohim” es singular en la gramática hebrea cuando se refiere a Dios, a pesar de ser morfológicamente plural (el singular natural es “Eloah”)caemos una vez mas en la MANIPULACION de las RELIGIONES y la CIENCIA, es precisamente eso lo que nos tiene como estamos hasta ahora, por tanta MENTIRA de LAS RELIGIONES, LA CIENCIA Y LOS GOBIERNOS, ¡Porque hasta la fecha NO HA SIDO RE ESCRITA LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD AL MENOS A LO QUE RESPECTA EL DESCUBRIMIENTO DEL PUEBLO SUMERIO! y porqué tampoco se ha dicho ni registrado en la historia universal los descubrimientos de las PIRAMIDES DE BOSNIA (1.6 veces mas grandes que las de Egipto y con tecnología activa), ESTO AMIGO ES L VERDARO PROBLEMA.

    Pensar que estando en pleno Siglo 21 y con acontecimientos sucediendo por doquiér, elites preparandose para abandonar el planeta ante ¡una posible catastrofe?, descubrimientos ocultos por doquier, manipulación de las economias de los países del mundo por ¡sabe quién?, FRAUDE EN LA FED (Negocio de particulares), etc, etc, ¡Claro así resulta muy dificil llegar a la verdad, mas cuando existen intereses de que la verdad NO SEA DESCUBIERTA.

    ¿Evidencias?, Guerra de Irak, destrucción y saqueo del Museo Nacional de Irak y de un centenar de sitios Arqueológicos ¡Porque destryir sitios arqueologicos, un Museo y robar todo el aservo cultural propiedad de la Humanidad! si no son objetivos Militares…..

    ¡Esto amigo denota un alto interés de esconder y falsear la verdad!, y Claro si Sitchin, o cualesquier otro investigador NO PASO POPR LAS ESCUELITAS correspondientes se le puede descalificar porque NO obtuvo un documento de esos que hasta se pueden comprar sus investigaciones pueden ser descalificadas (y no estoy defendiendo a Sitchín, puede haber sido cualquier person), entonces estamos ante el MONOPOLIO DE LA VERDAD, o sea SOLO SI TIENE DOCUMENTO PARA ACREDITAR EL PASO POR INSTITUCIONEs MUCHAS DE ELLAS hASTA DE DUDOSA SERIEDAD, puedes obtener credito en tu trabajo, y entonces el término AUTODIDACTICA no existe, ¡que pasaba cuando NO existían instituciones en la epoca antigua.?

    Bueno mi comentario se dirige a mensionar que de hecho nadie tiene la verdad inclusive los “científicos” los cuales muchos de ellos cuidan mas su cheque que la verdad.

    Yo también he dedicado unos 25 años al estudio de la historia de la humanidad y las religiones y ¡Claro! llegué a la conclusión de que no todo lo que he encontrado es Mentira ni todo es Verdad, es dificial tratar de “apartar” la paja del grano cuando se quiere formar uno un criterio y tratar de aceptar algo como “la verdad”.

    Un Saludo

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