Published On: Sab, mar 23rd, 2024

CASO ALUCHE: EL MITO DE LA HUELLA PERFECTA

Share This
Tags

Publicado en EOC nº 97

eoc 97 portadaEn 1996 conocí a Ignacio (Nacho) Pereira por mediación del Dr. Juan Aguirre, uno de los miembros destacados del antiguo grupo Ummo de Madrid y que entonces trabajaba en una mutua de seguros médicos. Pereira era un ATS que había llegado poco antes a dicha mutua. Y un entusiasta del tema ovni que pronto se dio a conocer a Aguirre, quien me habló de él en una de las charlas habituales que manteníamos en esa época.

Su tarjeta de presentación fue algo peculiar: decía saber de la implicación de varias personas en la puesta en marcha de Ummo, según las confidencias de cierto neuropsiquiatra con quien había trabajado unos años antes. Mi contacto con Nacho se prolongó hasta 1997 para el seguimiento de ésa y otras pistas sobre Ummo y cuestiones más o menos relacionadas (1).

Un buen día me habló de un libro muy interesante en inglés que había comprado en la Casa del Libro (antigua Espasa Calpe) en Gran Vía, titulado “Unconventional Flying Objects: A scientific analysis”, escrito por una eminencia que había trabajado para la NASA llamado Paul R. Hill.

El interés radicaba en que se presentaba el caso Aluche (6/2/1966), bien conocido por los lectores, como real y ejemplo de evidencias físicas del fenómeno OVNI: para situar en su contexto a este ingeniero y científico norteamericano, me detendré brevemente en su imponente biografía.

Un ingeniero en el país de las maravillas aeronáuticas…hqdefault

Paul Richard Hill (1909-1990) fue un destacado ingeniero y gerente de investigación y desarrollo de la NASA (National Aeronautics and Space Administration) y su predecesora, NACA (National Advisory Committee for Aeronautics) o Consejo Asesor Nacional para la Aeronáutica, entre 1939 y 1970, retirándose como Jefe Asociado de la División de Física y Materiales Aplicados en el Centro de Investigación Langley de la NASA.

Después de graduarse con una licenciatura en ingeniería mecánica de la Universidad de California-Berkeley en 1936, Hill fue profesor de aeronáutica en la Facultad de Ingeniería Politécnica de Oakland, California antes de unirse al NACA en 1939. Continuó trabajando en una variedad de puestos de alta dirección de I+D antes y después de que NACA se convirtiese en la NASA en 1958. Se retiró en 1970 y falleció veinte años después.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Hill fue coautor de varios artículos técnicos en NACA (ver bibliografía al final) centrándose en los aspectos aerodinámicos de aeronaves. También participó en la colaboración del NACA con Republic Aviation Corporation, ayudando en el diseño aerodinámico del caza P-47 Thunderbolt, uno de los aviones de combate más famosos de la S.G.M (2).

A principios de los años 50, Hill formaba parte de un panel consultivo de “grandes hombres” expertos en aerodinámica, que asesoraban a Laboratorios Sandia sobre problemas técnicos en las bombas de segunda generación (bombas H). Además de Hill, que en ese momento dirigía la División de Aviones sin Piloto del NACA), los “grandes hombres” enumerados por el Dr. Robert F Brodsky en sus memorias (3) fueron Jack Northrop (fundador de Northrop Aircraft, donde se construyeron prototipos de alas volantes), George Schairer (Jefe de aerodinámica en Boeing), Ira H. Abbott (“un ingeniero legendario”), Ed Heinemann (ingeniero jefe de Douglas Aircraft), Dr. Alex Charters (“un famoso balístico”), Al Sibilia (jefe de aerodinámica de aviones Vought), Dr. Charles Poor (Jefe Científico en el Laboratorio de Investigación Balística del Ejército) y “varios otros ingenieros distinguidos”. Sin embargo, fueron Hill y Charters a quienes Brodsky calificó de “héroes”. La contribución específica de Hill fue diagnosticar los problemas aerodinámicos en el diseño de la bomba, aunque de momento fueron ignorados hasta que los científicos de Sandia se dieron cuenta de que llevaban razón: “Ambos expertos tenían razón, pero técnicamente estaban demasiado por delante de nosotros”.andrei-stanavov-vz-hz

En 1959, Hill se involucró en la investigación de una futura misión lunar. Se estableció un grupo de estudio bajo el liderazgo de Clint Brown, quien solicitó la participación de seis de los “analistas más reflexivos de Langley: David Adamson, División de Aerodinámica Supersónica; Paul R. Hill, PARD; John C. Houbolt, División de Cargas Dinámicas; Albert A. Schy, División de Investigación de Estabilidad; Samuel Katzoff, División de Investigación a Gran Escala; y Bill Michael de su propia División de Mecánica Teórica”. Este fue uno de los muchos grupos de estudio que analizaron la viabilidad de una misión lunar durante aquel período, y posiblemente su principal contribución fue iniciar el concepto de encuentro en órbita entre un módulo de aterrizaje y una nave espacial principal.” (4).

Una muestra del reconocimiento de su trabajo profesional fue la Medalla por Servicio Excepcional de la NASA que recibió en 1969. Esta condecoración le fue “… otorgada por logros o servicios significativos caracterizados por una iniciativa inusual o capacidad creativa que demuestra claramente una mejora sustancial en ingeniería, vuelos espaciales administrativos [ sic ] o esfuerzos relacionados con el espacio que contribuyen a los programas de la NASA” (5). En 1970, año de su jubilación, Hill recibió una mención por su destacado liderazgo científico por “dirigir investigaciones aplicables a laboratorios espaciales y otras naves espaciales”.

… y en el mundo de los platillos volantess-l1200

A principios de la década de 1950, y parece que inspirado por su interés personal en el fenómeno OVNI, Hill comenzó a experimentar con plataformas voladoras controladas cinestésicamente. Esto dio lugar a un proyecto oficial, que Hill inició con Charles Zimmerman, quien ya llevaba algún tiempo trabajando de forma independiente en conceptos similares. Este proyecto diseñó y probó dichas plataformas en colaboración con la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, la Real Fuerza Aérea Canadiense y la Oficina de Investigación Naval de los Estados Unidos. Estos ensayos y las características aerodinámicas de tales plataformas influyeron en el diseño futuro para el Módulo de Aterrizaje Lunar (LM), otros diseños VTOL (acrónimo de Vertical Take-Off and Landing) y experimentos con aviones en forma de disco.

Hill tuvo dos avistamientos personales de ovnis. El primero, el 16 de julio de 1952, fue con su futura esposa, Frances Hoback (que también trabajó en la NASA), y fue informado al proyecto Libro Azul de la USAF. Este avistamiento fue clasificado oficialmente como “aviones” ya que un vuelo de bombarderos se encontraba en el área (6). Sin embargo, el entonces jefe del Libro Azul, el capitán Edward Ruppelt, escribiría más tarde sobre el caso:

“La única solución posible al avistamiento fue que los dos hombres [ sic ] habían visto aviones. Investigamos este informe y descubrimos que había varios B-26 de Langley AFB por la zona en el momento del avistamiento, pero ninguno de los pilotos de los B-26 recordaban haber estado sobre Hampton Roads. De hecho, todos habían permanecido bastante al sur de Norfolk hasta aproximadamente las 10:30 p.m. debido a la actividad de tormentas al noroeste de Langley. Luego hubo otros factores: los observadores no escucharon ningún sonido. y estaban alejados de todo ruido de la ciudad, los aviones no llevan solo una o dos luces ámbar, y la distancia entre las dos luces era tal que si hubieran estado en un avión el avión hubiera sido enorme o muy cerca de los observadores. Y por último, pero no menos importante, el hombre del Comité Asesor Nacional de Aeronáutica era un aerodinámico muy famoso y de tal talla profesional que si decía que las luces no eran aviones, no lo eran.” El hombre de la NACA a quien se refería Ruppelt en tan encomiásticos términos era Paul Richard Hill (7).

El segundo avistamiento OVNI personal de Hill ocurrió en 1962, y no se comunicó al Libro Azul, pero sí se recogió en su libro.

Según su hija Julie en una entrevista, a su padre también le interesaba la parapsicología, con anécdotas curiosas: tenía un amigo psíquico que afirmaba ser capaz de mover un molinillo con el poder de su mente, y parece que él mismo hacía viajes astrales e hizo pruebas telepáticas dentro de un coche para influir en los viandantes logrando que una mujer desconocida lo abriera y se sentara dentro (8).

Hill fue un firme defensor de la hipótesis extraterrestre para algunos ovnis que representarían naves manufacturadas de origen extraterráqueo. Tras retirarse de la NASA desarrolló su análisis con el objetivo de demostrar que aquellos ovnis que no son identificaciones erróneas de objetos o fenómenos convencionales presentaban un conjunto coherente y consistente de características estructurales, masa, desplazamiento, etc. que estaban en línea con lo permitido por las leyes de la física. Hill escribió un libro con toda esa información que se publicó póstumamente, tras una serie de rechazos por parte de los editores, detalles que su hija Julie explicaba en una carta adjunta a una primera edición limitada de 1993. Y que yo sepa ha conocido otras dos ediciones, en 1995 y 2014 (ver portadas).

Huella Aluche-Informaciones

El caso de Aluche: ejemplo de masa y peso de los OVNIs

Paul R. Hill recopilaba evidencias físicas extraídas de la casuística en la literatura ufológica comparada, y casi la primera que presentaba, como evidencia de peso y de masa de un No Identificado (o No Convencional, en la terminología acuñada por él) era un caso español bien conocido de los lectores: el de Aluche (Madrid) del 6/2/1966. Citaba como fuente el libro de A. Ribera y R. Farriols “Platos voladores sobre España”, e incluso su traducción inglesa “Flying Saucers over Spain”, sin aclarar en el texto ni en la bibliografía si era una traducción personal para facilitar la comprensión de sus lectores no hispanos, o bien una edición en inglés de Un caso perfecto. Es curioso que el autor escogiera el subtítulo mucho menos conocido de la edición Pomaire (1969) de Platillos volantes sobre España que figuraba en letra más pequeña debajo del título principal (ver foto), y que se suprimió de las ediciones posteriores en Plaza & Janés donde ya sólo había como título único el de Un caso perfecto. También resulta chocante que Hill escribiera mal el subtítulo español, quizás por influencia hispanoamericana, donde tanto los medios generalistas como especializados hablaban de platos voladores y no tanto de platillos volantes.Hill 32

En cuanto a cambiar la “U” de Unidentified por Unconventional, ya había precedentes en un informe de la CIA sobre una observación en Bakú (Azerbaiyán) en 1956, donde se utilizaba exactamente la misma denominación que Hill: Unconventional Flying Object (9).

 El resumen que se hacía del caso (Ejemplo I-B1) se basaba en el testimonio principal de José “Louis” Jordán de un disco luminoso acercándose y aterrizando en aquel suburbio de Madrid, e incidía en las tres huellas marcadas sobre el “duro suelo español” por las tres patas del trípode que se habrían extendido al aterrizar la nave. Se mencionaban las dimensiones de una de las huellas en medidas inglesas: 6 por 12 pulgadas de ancho y largo, más unas 5 pulgadas de profundidad, de forma rectangular con los bordes redondeados y una “X” en el fondo de cada huella. Y se añadía que cientos de madrileños vieron las huellas o rodadas del ovni (UFO tracks), quedando convencidos de que fueron provocadas por un vehículo pesado en aterrizaje vertical. Y se ilustraba con un dibujo de la huella calcado del reproducido en Un caso pefecto, con sus medidas en centímetros: 15 por 30 cms. de ancho y largo, más 12 cms. máx. de fondo.

El mismo texto sin cambios y dibujo permanecieron en las dos ediciones publicadas del libro de Hill, en 1995 y 2014. Y así ha llegado, casi sin cambiar una coma pero quitando el dibujo, hasta el libro Inside the U.S. Government Covert UFO Program: Initial Revelations recientemente publicado en Estados Unidos y escrito por James T. Lacatski, Colm A. Kelleher y George Knapp (10). La fuente citada por los tres autores era la edición de P. R. Hill de 1995, sin haberse molestado, por lo visto, en contrastarla con otras fuentes. Un análisis exhaustivo del libro de Lacatski, Kelleher & Knapp y de su fiabilidad está siendo preparado por Vicente Juan Ballester Olmos y su colaborador el Dr. Luis Cayetano, que pronto verá la luz y recomiendo para quienes deseen profundizar en las luces y sombras del libro coescrito por tres de los actuales paladines de la era UAP.

A continuación, citaban otro caso como ejemplo de masa y peso: el aterrizaje francés de Quarouble (Francia) del 15/9/1954, con marcas dejadas en las vías férreas de madera y restos calcinados en la grava del balasto de las vías. El caso fue investigado por la Fuerza Aérea francesa, la Sûreté y la SNCF (Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses), cuyos ingenieros determinaron que el peso necesario para producir aquellas huellas era de unas 30 toneladas. Aunque en este caso se cita como fuente Anatomy of a Phenomenon de Jacques Vallée, lo cierto es que Hill también recogía el caso de Quarouble unos párrafos después del de Aluche como Ejemplo I-B4 de objetos con peso y masa. Y además con el día correcto, que no fue el 15 sino el 10 de septiembre de 1954.

El ovni de Aluche podría haber pesado… ¡42 toneladas!aluche

Parece extraño que aquí en España nadie, aparentemente, se tomase la molestia de hacer lo mismo que nuestros vecinos de arriba los Pirineos, y calcular el peso de la “nave” de Aluche para provocar aquellas huellas… Rumores al respecto no han faltado (11), incluidas extrañas elucubraciones a partir de una ilustración y una foto en la parte gráfica de Un caso perfecto (en adelante UCP).

En una página sin numerar (edición de Plaza & Janés) titulada Origen de las ilustraciones (ver foto) se incluía la lámina o imagen número 14 (esquema de la huella de Aluche) dentro de un apartado de DIBUJOS atribuidos a Antonio Llobet de Robles y con la indicación “según trabajos realizados SOBRE EL TERRENO (mayúsculas mías) con Rafael Farriols”. Se suponía por tanto que Llobet, un arquitecto que trabajaba en las empresas de Farriols, y el propio Rafael estarían en el lugar de las huellas para hacer sus estudios y cálculos sobre el terreno, cuyo resultado fue el famoso esquema. Si también hicieron algo relacionado con la dureza del suelo y la fuerza o peso necesarios para marcar las huellas a una profundidad media o aproximada de 12 centímetros, nunca se hizo público y ha quedado dentro de la rumorología: por ejemplo, que debido al parentesco de Farriols con altos mandos del Ejército del Aire a finales de los años 60 (empezando por su tío materno el general Rafael Calvo Rodés, a la sazón presidente del INTA y famoso metalista que creó escuela de expertos en metales), habría contado con su ayuda o patrocinio para hacer ese tipo de estudios.

Para tener datos más exactos hubo que esperar a este milenio, cuando el ummólogo belga conocido como Jean Pollion se lió la manta a la cabeza e hizo los cálculos correspondientes a partir de los datos contenidos en UCP y la foto en primer plano de la huella. Para ello utilizó un atrevido andamiaje matemático, y llegó a la conclusión de que el peso requerido para fijar cada huella sería de 14 toneladas, con lo cual y al tratarse de un presunto trípode retráctil con las tres patas extendidas, el peso total de la aeronave (o uewa, en ummita) habría sido de unas 42 toneladas (12).

Si los testimonios principales de José Luis Jordán Peña y Vicente Ortuño no estuvieran en entredicho tras reconocer por separado que el ovni de Aluche fue un invento de ambos y que las huellas habrías sido “fabricadas” también por ellos con una lata enterrada en el suelo o con un cubo de playa, según las versiones de uno y otro, las especulaciones sobre masa y peso de la supuesta nave de Aluche serían tan válidas como las del caso Quarouble y otros más creíbles recogidos por Paul R. Hill y los tres campeones de los UAP… pero por suerte o por desgracia no es así y la realidad de lo que aconteciera está más cerca del fraude o montaje que de la observación de una astronave ummita con masa y peso que plantó su tren de aterrizaje en el hoy populoso suburbio, o más bien barrio, de Aluche.

Y también San José de ValderasAluche 2

En 1996 a mi amigo Pereira se le olvidó decirme que el libro de Hill también se ocupaba del caso de San José de Valderas (Madrid, 1/6/1967), de lo que me enteré cuando hace unos años logré un ejemplar de la versión de 1993 (ver foto). Aparecía en la Sección III sobre Iluminación, epígrafe Muestra de Datos sobre colores e iluminación, como Ejemplo III-B3. En las tres ediciones se sitúa la observación con una referencia muy genérica (Near Madrid, Spain) y alude de pasada a las fotos que se tomaron. Sólo cita como testigo a Antonio Pardo y su familia, así como la carta con el relato de su observación que habría enviado a uno de los autores de “Flying Saucers Over Spain”, Antonio Ribera, dato equivocado porque en realidad iba dirigida a Marius Lleget como por otro lado figuraba en el encabezamiento de la misma transcripción.

Hill entrecomilla unas frases de la carta con varios detalles sobre lo que a él le interesaba destacar, como ejemplo de aire ionizado alrededor del ovni, lo que se confirmaría por su color anaranjado y brillo uniforme similar al de una lámpara de neón. En un párrafo final, Hill parece disculparse ante posibles errores de su traducción al inglés, porque la fuente original está en español: he localizado el párrafo entrecomillado por Hill en la edición Pomaire de UCP (ver imágenes), y lo que añadió entre paréntesis fue que el color del ovni no era dorado (not golden), y que tanto Pardo como su corresponsal –We (you and I)- no estaban de acuerdo con que el ovni reflejase la luz solar. Aquí hubo un error de traducción, puesto que el “Nosotros” empleado por Pardo se refería a los testigos de Valderas en plural, y no a él mismo y su corresponsal (M. Lleget) expresando precisamente una discrepancia con una hipótesis u opinión vertida por Lleget en su libro Mito y realidad de los platillos volantes, publicado poco antes y que Pardo aseguraba conocer.

En las ediciones posteriores de 1995 y 2014 el texto fue modificado: se suprimió la referencia inicial al aire ionizado (an ionized molecular sheath), el texto entrecomillado también se redujo y el párrafo final con la disculpa fue igualmente excluido (ver páginas de los textos para comparar).

Lo que no se corrigió fue la equivocación de que la carta de Antonio Pardo fue recibida por Antonio Ribera, en lugar de Marius Lleget.

Al contrario que el caso de Aluche, Lacatski, Kelleher & Knapp, no han incluido el caso San José de Valderas en su libro.

Conclusión41PF9GKtYzL

Hemos visto un buen ejemplo de la importancia que reviste en la investigación ufológica (o de misterios en general) la revisión y comprobación de las fuentes, y cómo por mor del típico corta-pega puede perpetuarse una información sesgada e incompleta, con independencia del mérito personal y alto prestigio de quien caiga en tales imprudencias u omisiones.

En este caso, un destacado ingeniero y directivo de la NASA con una trayectoria impecable y una biografía apasionantes, se quedó con la fuente primaria que le llegó de dos casos españoles, sin reparar seguramente por ignorancia en fuentes posteriores con su reinvestigación y que los ponían muy en duda. Como no sabemos cuándo dejó Hill de revisar su propio manuscrito, se le puede disculpar porque al menos hasta 1988 (y él falleció en 1990) aún había muchas discusiones sobre la autenticidad o falsedad de ambos sucesos.

Pero lo que no es disculpable ni de recibo es que en un libro de 2023 se incurran en las mismas omisiones, ya que el acceso a la bibliografía ovni internacional y todo tipo de publicaciones está como quien dice a golpe de tecla o ratón… nada que ver con las dificultades y limitaciones de los años 80 y primeros 90 del siglo pasado.

J. J. Montejo

Agradecimientos: a Vicente Juan Ballester Olmos, Patricio Abusleme y Julio Plaza. Y también a Nacho Pereira por facilitarme los primeros datos del libro de Paul R. Hill hace casi tres décadas.

 

NOTAS

(1) Estuve siguiendo la pista en cuestión durante bastantes meses, hasta culminar en una curiosa entrevista que Nacho Pereira y yo tuvimos con el neuropsiquiatra en cuestión, en su despacho de un hospital militar. Aunque logré su confirmación de los nombres mencionados por Nacho Pereira, a la hora de investigarlos no se pudo llegar a ningún resultado concreto o significativo, quedando en uno de tantos rumores que han rodeado al tema Ummo.

(2) El P-47 fue el tipo de aeronave estadounidense del cual se fabricaron mayor cantidad de unidades durante toda la guerra, hasta 15.686 aviones (información de la Wikipedia).

(3) Brodsky, R. F.: On the Cutting Edge: Tales of a cold war engineer at the dawn of te nuclear, guided missile, computer and space ages, Gordian Knot Books, 2006.

(4) Hansen, James R.: Spaceflight Revolution: NASA Langley Research Center from Sputnik to Apollo, NASA history series SP-4308.

(5) SP-4012 NASA Historical Data Book: Volume IV, Appendix A: National Aeronautics and Space Administration Honor Awards.

(6) Hill-Hoback report of 16th July 1952 case evaluation. Project Bluebook archive page reference MAXW-PBB12-318.

(7) Ruppelt, Edward J.: Reporto on Unidentified Flying Objects, Doubleday, New York, 1956.

(8) Entrevista a Julie M. Hill en 2000. www.thiemeworks.com .

(9)  https://www.cia.gov/readingroom/docs/DOC_0000015461.pdf

(10) Publicado por RTMA, LLC, Henderson (Nevada), en 2023.

(11) En los años 90, Juan Aguirre aseguró en varias ocasiones que se hizo un estudio sobre la dureza del terreno donde aparecieron las huellas por parte del Instituto del Carbón y del Hierro del CSIC, o algún otro adscrito a dicho organismo.

(12) Datos confirmados por Jean Pollion en correo electrónico al autor del 14/2/2024. Ver también su libro Ummo – De vrais extraterrestres! Panorama completé par le Précis du système idéophonémique, Eds. Aldane, 2002

BIBLIOGRAFÍA DE PAUL R. HILL

- Trabajos y memorandos publicados en la NACA:

Naiman, I., Hill, P.R., 1941, ‘El efecto de la forma externa sobre el arrastre de una pala’, NACA.

Brevoort, M.J., Stickle, G.W., Hill, P.R., 1942, ‘Efecto de la eficiencia del diseño del avión y la economía del motor en el alcance’, NACA.

Hill, P.R., Crigler, J.L., 1943, ‘El efecto de la altitud en el rendimiento de los bombarderos’, NACA.

Hill, P.R., 1946, ‘Parámetros que determinan el rendimiento de aviones supersónicos sin piloto propulsados ​​por plantas de energía de compresión de ariete’, NACA.

Zimmerman, C.H., Hill, P.R., Kennedy, T.L., 1953, ‘Investigación experimental preliminar del vuelo de una persona sostenida por un dispositivo de propulsión a reacción sujeto a sus pies’, NACA

Hill, P.R., Kennedy, T.L., 1954, ‘Pruebas de vuelo de un hombre parado sobre una plataforma sostenida por un rotor oscilante’, NACA.

Hill, P.R., 1957, ‘Un método para calcular la temperatura transitoria de paredes gruesas a partir de una variación arbitraria de la temperatura de la pared adiabática y el coeficiente de transferencia de calor’, NACA.

- Trabajos publicados en la NASA:

Thomas, D.E., Thomas, D.F., Hill, P.R., 1970, ‘Simulador de plataforma voladora lunar’, NASA.

Dejar un comentario

XHTML: Tu puedes usar estas etiquetas html: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>