Published On: Mie, nov 6th, 2013

RODRIGO CORTES, DIRECTOR DE “LUCES ROJAS”: “HECHO DE MENOS MAS TRABAJO DE LABORATORIO EN PARAPSICOLOGIA”

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Publicado en EOC nº 70

DSCF4054 - copiaHace cuatro largos años, cuando servidores realizábamos un pequeño programa de radio de nombre La Sombra del Espejo, ya tuvimos la suerte de contar con Rodrigo Cortés en un par de ocasiones. Un tipo brillante en todos los sentidos, sin lugar a dudas. De hecho, Rodrigo no solo fue invitado de lujo en nuestro humilde programa, sino también oyente, lo cual nos extraña tanto como nos fascina su trabajo, pues recordemos que Rodrigo es, desde hace dos años y gracias al éxito de Buried, el director de moda español que hoy se rifa medio Hollywood. En esta ocasión, y debido a este dossier, toca el turno de hablar de Luces Rojas. Como habrá podido leerse, la cinta está fielmente documentada en casuística paranormal, llegando incluso a contar con el asesoramiento de EOC (Manuel Carballal y David Cuevas). De modo que decidimos charlar con Cortés para que sea él quién nos explique más detalles al respecto. Un tipo verdaderamente fascinante. No se lo pierdan…

¿Por qué decides hacer una película dedicada al tema paranormal, aunque sea desde su óptica más dudosa o fraudulenta?

Imagino que por un interés desde pequeño sobre el tema en un sentido casi literario, que es el mismo que sentía por el cine fantástico. Para mí no había grandes diferencias entre dejarme seducir por una psicofonía del padre Pilón en un programa de radio a ver la película Poltergeist. Era el mismo tipo de estímulo ante lo desconocido, que tenía un carácter fascinante.

¿Se puede decir entonces que siempre has sido aficionado a esas cuestiones?

Bueno, no de una manera real, sino más bien temática. Me gustaba desde leer libros de Benítez a escuchar programas de radio al respecto. Me resultaba apasionante escuchar una supuesta psicofonía y no salir de la manta durante tres horas. Del mismo modo que disfrutaba Encuentros en la tercera fase, E.T., El exorcista… No es un interés científico: lees novelas de género, revistas, y todo resulta apasionante porque, al fin y al cabo, estás tratando el mundo de lo misterioso, lo que no tiene explicación, y el ser humano trata de encontrar  explicaciones. Es  una  quimera, para empezar, inabordable, porque no tiene fin, no siempre puedes encontrar la solución, y eso lo hace doblemente fascinante.

Y esto aparece en la película…

En el caso de la película, en concreto, lo mencionado anteriormente se mezcla con otros elementos. Todo parte de dos palabras: “fraudes paranormales”, y esto hace pensar en dos cosas: lo paranormal, que es lo oculto, lo inexplicable; y los fraudes, que apuntan al ser humano en acción. La colisión de estos elementos aparentemente antitéticos es lo que crea todo un mundo que tiene que ver con los mecanismos de percepción, lo que sucede dentro de nuestro cerebro a la hora de creer o no creer en determinados aspectos, a la hora de asegurar haber visto o no algo, o a la hora de tratar de analizar algo que, de hecho, ni hemos visto. Y entra un tercer elemento en acción que es el del ilusionismo, un mundo que me resulta apasionante porque tiene mucho que ver con el propio cine y que te permite concitar ambos. Al fin y al cabo, si abordas los fraudes paranormales, es a menudo desde las herramientas del ilusionista, del prestidigitador.

Has conseguido hacer una película que de principio a fin es creíble y está bien documentada en todas estas cuestiones, cosa muy difícil de ver en este tipo de cine. ¿Cómo lo has hecho?

Pues usando como guía lo que me gustaría ver, imagino. Te pongo un ejemplo: empiezo a ver una película como La cosecha.Tiene una exposición interesante al principio, en una clase, donde se explican científicamente las plagas de Egipto. Todo resulta interesante y atractivo, pero a partir de ahí se convierte en una película convencional de género más o menos interesante, en ese caso más bien menos; y así sucede casi siempre. Normalmente, cuando veo determinadas películas, su primer acto tiende a interesarme, pero a partir de ahí se establece una especie de sumisión o rendición a determinadas reglas en las que todo se hace digerible transitando territorios trillados.

Muy comerciales, ¿no?

No, no es una palabra que me preocupe. Comercial al fin y al cabo sólo es lo que funciona, lo que hace dinero. Hay películas muy “rigurosas” que hacen dinero y películas aparentemente “comerciales” que no funcionan.

Pero, curiosamente, las “rigurosas” que hacen dinero no son nada comunes con estas temáticas…

Es cierto, y ya veremos qué pasa con esta (risas). Pero, sobre todo, lo que he intentado es convertir esta película en una experiencia: si la gente va a sumergirse durante dos horas en un mundo que desconoce, deseo que sientan que están entrando en un mundo real, elaborado con verdadera atención al detalle, con una atmósfera que los devora sin renunciar al rigor. Que dé la impresión de que están asistiendo a algo absolutamente real. Del mismo modo que, por ejemplo, en un momento dado estos científicos pueden hablar entre sí y usar determinado vocabulario que no es cómodo para el profano, pero la finalidad no es que el espectador entienda todo lo que se está hablando, sino hacerle entender que las dos personas que tiene enfrente sí lo hacen, que están ante verdaderos profesionales que lo conocen todo sobre su campo.

“Luces rojas” está plagada de referencias reales. Paragnostas y gente con supuestas capacidades paranormales. ¿Cuáles han sido los personajes en los que te has fijado, hasta coger un poquito de aquí y otro poco de allá para hacer la película?

En la parte de pensamientografía en Ted Serios, en la de torsión de metales y determinados experimentos en Uri Geller y ciertos mentalistas, como Peter Hurkos e Ingo Swann, en lo que respecta a la sanación o cirugía psíquica en gente como Andrés Ballesteros o los sanadores filipinos, y en las capacidades de telequinesia la rusa Nina Kulagina. También muchísima casuística nutriendo de nombres a personajes como Leonardo Palladino, a partir de Eusapia Palladino, aquella supuesta médium de principios del siglo pasado, la más célebre en su momento; y de hecho varios de estos apellidos, como el de algunos investigadores o escritores, también han sido prestados a otros personajes. Y, en fin, cuando se explica cómo se consiguen “bailes” de mesas en sesiones de espiritismo, es a partir de documentación real.

¿Qué documentación era esa, Rodrigo?

Pues parte de ella tiene que ver con esa bibliografía que me hiciste llegar, David, como por ejemplo “Los fraudes espiritistas” del padre Carlos Mª de Heredia, más a modo de tono, ya que la casuística expuesta no aparece en la película y la mayoría resultaría ingenua hoy en día, al fin y al cabo hablan de fenomenología producida a principios del siglo XX, cuando todo era más sencillo y bastaban actos de pura prestidigitación, cuando la gente iba a las sesiones predispuesta y con ganas de creer, y la oscuridad lo envolvía todo. Actualmente, la tecnología es diferente, los niveles de credulidad son diferentes y la frontera que hay que atravesar es diferente.

Hay una secuencia de un debate, en la que precisamente se habla de esto. Se menciona la “casualidad” de que cuando metes a un escéptico en una sala, desaparecen los fenómenos paranormales…DSCF4042

Claro, tiene que ver con eso. Con cómo cuando se someten determinadas situaciones a protocolos rigurosos de control, de repente el fenómeno desaparece. Por otro lado, esto en sí mismo no afirma ni niega ciertos casos. Una cosa que aprendí estudiando ambos lados de forma profunda, el lado de los científicos racionalistas, los autodenominados escépticos (aunque el escepticismo habla de la duda, no niega por sistema), y el lado de los psíquicos, supuestos dotados o los parapsicólogos, es que, en el 99% de los casos, ambos se comportan del mismo modo, aceptan exclusivamente aquello que refrendaba sus teorías previas y descartan cualquier cosa que las ponga en riesgo, así que llegas a la conclusión de que la gente al final cree en aquello que le es más conveniente creer.

Ese es un tema muy interesante: los “escépticos profesionales”, esto puede llevar a equívoco, porque están aquellos que se autodenominan escépticos, pero el punto de vista que utilizan no es precisamente escéptico

No soy un conocedor profundo, más allá de mi documentación, de los movimientos escépticos, aunque he podido analizar a varios desenmascaradores de fraudes, lo que los ingleses llaman debunkers.Efectivamente, el escepticismo tiene que ver con la duda y no con la negación. Es obvio que hay todo un conjunto de cosas que no son explicables y que en algún momento lo serán. Al igual que si hace tres siglos intentases explicar las ondas de radio, tendrías un serio problema dado que no son visibles ni demostrables, sin embargo cuando hay instrumentos adecuados siglos después, de repente tienen una explicación totalmente natural, mensurable y reducible a hechos. Por otro lado, y en lo personal, soy escéptico, dudo sobre prácticamente todo y estoy abierto a cualquier cosa que no sepa explicar desde lo personal.

Cosa a la que no están abiertos los autodenominados escépticos de los que hablábamos antes

Al menos una parte de los que yo pude analizar así es como se comportaba. Por ejemplo, aunque otras de sus técnicas son reproducibles, no sé qué hace Geller con una cuchara, pero lo que es indudable es que no hace lo que James Randi dice que Geller hace con una cuchara: no sé cuál es la técnica que emplea Geller para doblar metales, no sé si es un verdadero dotado, si tiene una increíble fuerza en los dedos y gran control de los movimientos de micro manipulación o si ha conseguido una forma de fraude aún no explicada, así como otros trucos de paragnostas si responden a trucos habituales de ilusionismo.

Y Ramos Perera, autor de uno de los libros que utilizaste para documentarte, de nombre “Uri Geller al descubierto”, ¿te convenció?

Me sucede como cuando leo a Geller hablando de sí mismo, su exposición de temas es una selección conveniente de aquellas cosas que refrendan la teoría previa, pero obvian lo que resulta incómodo. Insisto, yo sencillamente dudo, y ante el 99% de las cosas ni siquiera eso, porque después de analizar la investigación, ves que el 99% de ellas responde a causas naturales, a un error de interpretación o directamente al fraude. Pero hay un pequeño porcentaje, un 1%, que se resiste, de momento, a ser explicado. ¿Le doy nombre a eso? ¿Lo catalogo como fenómeno sobrenatural? En absoluto, sencillamente no tiene explicación aún. La naturaleza no se puede trascender, todo tiene que tener lugar dentro de las leyes de la naturaleza, pero muchas de ellas serán, lógicamente, tan desconocidas ante el hombre de hoy como lo son los actuales conocimientos ante el de ayer.

Es interesante, porque hablábamos antes sobre el caso de Ballesteros. Una de las cosas que consultaste, fue precisamente cómo Manuel Carballal desenmascaraba a Ballesteros y explicaba cómo eran sus trucos, y esta es una cosa que podría verse reflejada en alguna escena de “Luces rojas”.

Si, en realidad eso tiene que ver no sólo con el caso de Ballesteros tal y como Manuel lo describe, sino con el de todos los sanadores psíquicos filipinos, con experiencias narradas por Jodorowsky, y mucha literatura anglosajona, ya que mucha de la documentación que tuve que utilizar no ha sido editada en España (la mayor parte de la literatura al respecto está en inglés). Al final nunca se trata de verter la figura de una persona real en un personaje, sino considerar la suma de año y medio de documentación de lo más variada, y al final muchas de esas referencias ni siquiera recuerdas de dónde las has tomado, son la mezcla de otras cinco cosas distintas. No he hecho investigación: he hecho documentación para elaborar una ficción.

Pero es curioso que en estos temas haya gente que se dedique a divulgar estas cuestiones dándoselas de expertos, cuando realmente han manejado una quinta parte de la documentación que has manejado tú.

Desconozco como funciona “el mundillo”, como tú lo defines, pero eso sería aplicable a casi todos los mundillos, en realidad. Según mi experiencia analizando determinadas obras, muchos de los que se autodenominan investigadores renuncian a la pura investigación de campo o a la labor autodidacta, que es la única que permite sacar conclusiones profundas y realmente precisas.

Cuando te has documentado, ¿has echado de menos el trabajo en esta línea?

Bueno, he leído de todo y también he visto a gente manejarse de forma muy distinta, pero sí, me ha parecido que una gran parte de la documentación, salvo como pura incorporación de datos -de información objetiva y casuística aprovechable- era de oídas, por decirlo de alguna manera. Era de gente sentada en un sofá hablando de lo que estaba sucediendo a kilómetros de allí, poca dispuesta a ponerse una mochila al hombro e investigar la casuística en primera persona.

Al comienzo de la película, hay una secuencia genial que nos recordó bastante a un hecho de supuesto poltergeist ocurrido en España. El caso Lago Constanza, investigado en su día por un equipo de ENIGMAS formado por Iker Jiménez, Lorenzo Fernández y Fran Contreras, en el que había unos “raps”, golpes tremendos, cuya explicación resultó en que las propias niñas que se encargaban de llamar la atención golpeando un armario cuando no se les veía. ¿Te basaste en este caso?

Es muy posible, al final acabas leyendo y escuchando tanto que acabas mezclando referencias, pero la mayor parte de las explicaciones responden a elementos así de pedestres, así de simples y así de básicos: una niña que golpea un armario, una corriente subterránea de agua amplificada por una estancia que actúa como caja de resonancia… En realidad, la intención era comenzar la historia casi como en una película de los ochenta, como Poltergeist o El ente, para poder mostrar una sesión de espiritismo en una casa encantada, con dos personas que, no cabe duda, son parapsicólogos, para, una vez acabada la secuencia, subvertir las pistas y convertir a la pareja en lo contrario, investigadores de fraudes, llevando la película a un nuevo terreno.

Hay otra escena genial que no vamos a desvelar, pero digamos que en el gabinete de Simon Silver -el dotado interpretado por De Niro- se ve cómo sale una chica con la cara compungida, y eso tiene un sentido especial, ¿no? Es el mundo de los ganchos

Eso, por ejemplo, tiene que ver con una experiencia que le ocurrió a Manuel Carballal en Haití. Él me narraba cómo había ido a una morada a ver una supuesta manifestación de un determinado demonio, y cómo, cuando avanzaba por esa casa para entrar en la habitación, alguien salió de esa puerta con el rostro demudado, con lo cual todos entraron acojonados de miedo. Y cómo años después, cuando volvió a repetir la experiencia, con resultados muy diferentes en la segunda ocasión, dio la casualidad de que pasó lo mismo: otra chica, también con el rostro demudado, salió de la estancia. Y de repente pensé: si eso formase parte de la escenografía del fraude sería genial, porque tú haces salir a alguien delante de ti y consigues generar el estado de ánimo adecuado en quién lo vea para que entre con el ánimo alterado, de modo que decidí rescatarlo para ver cómo operaba, sin dar ningún tipo de explicación a la secuencia.

También incluyes una anécdota narrada por Carballal de una chica que, yendo a una consulta asegurando ser violada por extraterrestres a diario, pide una frecuencia más razonable (risas).

No recuerdo de dónde saqué esa historia, si le preguntas a mi cerebro te dirá que lo leyó en alguna parte, pero, como explica la película, quién sabe, el cerebro miente, tendría que repasar mis notas. Pero sí, se trata del ser humano en acción. Al final lo que más me interesa de esta fenomenología es cómo se configura en la psicología de la persona y habita en ella, como causa y explicación. Para mí lo interesante en la película no era decantarme por un lado u otro de la discusión paranormal, sino los mecanismos desde donde se construye la creencia o la forma de intervenir sobre las mentes de la gente a uno u otro nivel.

Pintura automática, otro de los fenómenos que aparece muy bien reflejado en “Luces rojas”…

Si, cuando uno ve a Gasparetto resulta impresionante lo que es capaz de hacer con una pintura en su puño, aunque cuando se analizan las imágenes con un poco de cuidado, se ve cómo echa sus “miraditas” al papel, y sabe muy bien por dónde va la mano (risas). Es, sin embargo, un pintor enormemente dotado.

Incluso el detalle de la música concreta que escucha mientras pinta, recuerda mucho, aunque sea a modo de parodia-homenaje, al caso de Mónica Nieto…

Claro, recuerdo que conocí la historia de Nieto y que la única forma que tenía de acceder a lo que hacía era escuchando a Rick Astley. Ese tipo de detalles absurdos son los que pueden dotar de verosimilitud a una narración. Es un comportamiento que tiene que ver con Ted Serios, quién necesitaba estar completamente borracho para poder hacer sus pretendidas canalizaciones. Al final, muchos de estos supuestos paragnostas son gente con una vida terrible a muchos niveles, poco envidiable.

¿Alguna anécdota interesante en el rodaje que pueda interesar a los lectores?

¿Qué te parece esto? En mitad del rodaje en Barcelona una paloma se estrelló contra mi ventana quedando muerta en la terraza, lo cual no tendría mayor trascendencia si no fuera porque en la película se registra varias veces este fenómeno. Al día siguiente, al comentarlo con Cillian Murphy, me dijo que ese mismo día, más o menos a la misma hora, una gaviota se estrelló contra la suya, quedando muerta en su terraza (risas).

David Cuevas y Víctor Ortega

www.lasombradelespejo.com

Puedes descargarte EOC nº 70 gratis en: http://www.dimensionlimite.com/eoc/EOC_70.pdf

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