Publicado en EOC nº 88

 ”Se ha mal escrito tanto sobre mi trabajo que he llegado a la conclusión de que si la historia se relata de oídas, con intereses ocultos, o sin ellos, a mi no me interesa leerla y dejar que manipulen mi mente”.

Duro, inmisericorde, Mikel Lejarza, alias “el Lobo”, revela en “Yo confieso” (Roca, 2019), a través de la pluma de Fernando Rueda, lo que jamás había contado… y lo cuenta todo. Nombres, lugares, operaciones… 45 años al servicio del espionaje español, desde el SECED al actual CNI, pasando por el CESID.

“Perdí el sueño, perdí a mis amigos y a mi familia, lo perdí todo y comencé de cero, un cero de verdad. Y mis enemigos se multiplicaron porque los tenía hasta en mis propias filas… Cuando un agente especializado en infiltraciones realiza su trabajo a conciencia –créanme, es el trabajo más solitario, triste y nada agradecido-… “.

En “Yo Confieso” descubrimos no solo las operaciones del espía español más mediático de la historia, sino también su dimensión humana más intima. Y es en esa desnudez, la del Mikel hombre, donde encontramos continuas referencias a sus miedos, sus angustias… y sus creencias.

Desde el principio de su historia como infiltrado en ETA, Mikel Lejarza se confiesa creyente en lo sobrenatural. En el capítulo “Como superé mis miedos”, Lejarza relata como una vez captado por el SECED, para infiltrarse en la banda terrorista, decidió poner a prueba su valor antes de comenzar el trabajo de campo. “Siempre he sido un poco miedosillo… Fui un niño con terrores nocturnos muy jodidos, siempre he tenido miedo a lo desconocido, mucho miedo…”. Y para ponerse a prueba, Lobo decide someterse a una prueba iniciática, internándose solo y durante la noche, en un monte de Valcarlos “con mucho esoterismo, que es lo que me da miedo”. Y lo hizo, paso varias noches en soledad, enfrentándose a sus terrores en aquel monte de Navarra. “Al final salí de allí habiendo perdido todos los miedos del mundo… superando mis terrores nocturnos… me dio una fuerza terrible”.

A partir de entonces, y tras aquella prueba “iniciática”, los éxitos de Mikel Lejarza son bien conocidos, aunque en el libro de Rueda descubrimos operaciones y misiones nunca antes relatadas. Pero lo que no conocíamos son sus experiencias religiosas, sus profundas convicciones cristianas, e incluso su etapa viviendo escondido en una “casa encantada”  en Sant Genis, donde se producían fenómenos extraños: “En esa casa tuvimos vivencias raras –confirma Mamen, esposa del Lobo-. En la finca había lápidas del cementerio y pilas bautismales. A una estatua le faltaba un brazo y se giraba sola. En la planta de arriba había una especie de buhardilla en la que sentíamos pasos y nunca había nadie… “. Mamen llega a relatar una experiencia verdaderamente terrorífica en esa casa, cuando el rostro de su madre aparece con toda nitidez en el cuarto de baño…

Lobo lo confiesa todo, incluyendo las muertes que lleva sobre sus espaldas… muchas. Y si es capaz de esa audacia no es extraño que relate episodios en que la intuición, casi una percepción extrasensorial, le haya salvado milagrosamente de una muerte segura. Como aquella ocasión en que se queda a dormir en casa del primo de su primera esposa, en Euskadi, tras su operación de cirugía estética, y se sorprende a si mismo saliendo a las tres de la madrugada, pistola en mano, llevado por un impulso irracional… Unos instantes después un comando de ETA se presentaba en la casa para ejecutarle…

Hay mucho más: su amistad con un parapsicólogo, su devoción a la Virgen, etc. Pero no, “Yo confieso” no es un libro sobre sucesos sobrenaturales. Es la primera biografía completa, intima y personal de Mikel Lejarza “el Lobo”. Y sus miedos, sus angustias y sus creencias lógicamente forman parte de esa biografía. Como la de cualquiera de nosotros. Una razón más para tener “Yo confieso” en tu biblioteca…

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