Published On: Mie, oct 30th, 2013

MECANICA CUANTICA Y FENOMENOS ANOMALOS

Share This
Tags

Publicado en EOC nº 64

 

Una nueva verdad científica no triunfa  convenciendo a sus adversarios y haciéndoles ver la  luz, sino más bien porque sus adversarios mueren y crece una nueva generación que está familiarizada con ella.”   

 

                                                                                Max Planck (Premio Novel de Física 1918) (Considerado el padre de la teoría cuántica)

EOC64 portadA¿Puede la ciencia moderna, o más concretamente la física actual, ayudarnos a comprender toda una serie de fenómenos extracorpóreos, tales como la invisibilidad, la bilocación, la psicoquinesis, la telepatía o la mismísima precognición? ¿Es posible que, tras el infranqueable muro del rigor científico con el que continuamente choca la llamada pseudociencia, nos aguarden las claves para poder explicar un fenómeno tan absurdo y, a la par, tan tremendamente persistente como es el de los avistamientos OVNI? ¿Es aceptable, entonces, utilizar hasta la más mínima ambigüedad que se nos presente de mano de las teorías científicas, que aún siendo de orden experimental, dejan resquicios a las hipótesis más alocadas, por no haber sido completadas en su totalidad o demostradas bajo lógica empírica?

 

En este artículo, querido lector de El Ojo Crítico, mi intención no es ni mucho menos la de adoctrinar bajo un punto de vista u otro, ya que parte del mismo, podría ser -quien sabe si en tan solo algunos meses-, refutado por la misma ciencia y el rigor del que esta trata de hacer gala.

¿Qué es la mecánica cuántica?

En primer lugar, cabe contextualizar que más allá de un enfrentamiento entre lo racional y lo irracional, algunos de los puntos que aquí se exponen pueden extrapolarse a, al menos, 3 posturas contrapuestas. En primer lugar, la de las ciencias duras, aquellas basadas única e inexorablemente en la objetividad, y que aportan las pruebas experimentales, empíricas y cuantificables. En segundo lugar, la de las ciencias blandas, que difiere de la anterior por servirse de un método más humanístico, social e incluso filosófico. Y por último, la del error de interpretación, la falacia, el timo y la burda estafa. Se nos presenta en estos días la oportunidad de componer, casi en su totalidad, la fórmula que determine como funcionan todas y cada una de las cosas que nos envuelven en este mundo. Por supuesto, gracias a la ciencia, que es la hoja de cuadrícula por la que el hombre lleva milenios intentando tamizar el universo.

Hace tan solo unas décadas, la mayoría de las cosas que sabíamos -o más bien creíamos saber- sobre las leyes físicas que rigen la materia, comenzaron a venirse abajo gracias a una serie de descubrimientos revolucionarios sobre el mecanismo de las cosas a su escala más básica, la del átomo, y el ingenio y brillantez de unas cuantas mentes capaces de demostrar que, bajo las capas y capas microscópicas que envolvían lo material, el universo continuaba funcionando y en perpetuo movimiento. Allá donde las leyes físicas de la materia que vemos a nuestro alrededor no servían, y donde se quebrantaban algunas de las normas naturales básicas e inherentes al resto del universo, ligadas inseparablemente con la relatividad de Einstein o la gravedad de Newton. Un mundo muy raro, plagado de fenómenos que trascienden a nuestro propio entendimiento y que, a pesar de ser invisible a nuestros ojos y de escapar a toda lógica, era real y estaba ahí, en conjunto, dando forma a gran escala a todo lo que vemos.

La mecánica cuántica es hoy una rama esencial de la física, necesaria y útil para nuestra evolución y sustento, a un nivel que no todos tienen en cuenta pues, gracias a ella, es posible la mayor parte de nuestro desarrollo tecnológico y, como ciencia pura y básica, un campo de enorme potencialidad. De hecho, cada día surgen nuevas posibilidades de dar con nuevas formas y variantes dentro del mundo cuántico. Su teoría más preciada, la del Modelo Estándar, atiende a las interacciones fundamentales conocidas entre partículas elementales. Pero de estas partículas, parecen derivar muchas otras con propiedades aún más asombrosas, y la ola de hallazgos científicos en este sentido no parece ver su fin.

La teoría de cuerdas

El paradigma de este pequeño mundo subatómico y sus paradójicas e incoherentes propiedades, ha llevado a algunos de los más prestigiosos físicos teóricos y matemáticos de todo el mundo, a recuperar viejas teorías que habían quedado denostadas y apartadas de la aceptación científica por resultar demasiado atrevidas. Un concepto, una teoría concreta, está haciendo que en la comunidad científica se estén llevando a cabo acalorados enfrentamientos entre unos que la defienden a ojos vendados y otros que, de forma cautelar, se posicionan en contra, a la espera de que pueda ser más contrastada bajo la experimentación en un laboratorio -ardua tarea-. Este marco teórico es conocido como Teoría de Cuerdas, el cuál asume que las partículas materiales aparentemente puntuales son en realidad “estados vibracionales” de un objeto extendido más básico llamado “cuerda” o “filamento”. Una revolución que atenta contra lo perceptible por nuestros sentidos y que apunta a ser un firme candidato para una “Teoría del Todo”.

¿Los científicos se han vuelto locos? Tal vez, pero la historia está repleta de ideas alocadas y mentes visionarias que parecían delirar cuando, seguros de sí mismos, clamaban sus extravagantes y revolucionarias ideas de como realmente funcionaba el mundo. A la vista está que se sorprendería, si fuese usted un caminante del siglo IV que topase con una pantalla de ordenador, y viese en ella una página de Internet donde leyese este artículo y, además, este le explicase que la tierra es redonda, que se está moviendo en torno a su núcleo y que, a su vez, viaja usted alrededor del sol, e incluso que la velocidad a la que se mueve su cabeza es ligeramente superior a la que viajan sus pies. Es más que probable que para usted, yo fuera el que vive un delirio. Pues bien, resulta que hoy día hay una serie de científicos visionarios a los que se les ha ocurrido que cada suceso, cada fenómeno luminoso, cada decisión que tomamos en uno u otro sentido, están regidas por unas infinitesimales cuerdas que, al vibrar, provocan que nuestros átomos se encaminen en un camino u otro y que, en sus posibles alternativas, nuestros diferentes “yo” han seguido su rumbo en otro plano existencial paralelo al que estamos ahora. En resumen, que el universo es una perenne sinfonía de melodías infinitas y de notas que conforman diferentes realidades a cada momento.

Cuatro dimensiones, once, o veintiséis. Cada variante nueva parece superar en excentricidad a la anterior, pero lo cierto es que ahí están. Algunos incluso no levantan su cabeza del cuaderno y lápiz, sumidos en un océano aritmético de teoremas imposibles.

Y es que, en la excéntrica realidad cuántica, se nos presentan algunos acontecimientos realmente abstractos. Como ejemplos, la multidimensionalidad, acatable pero utópica, el entrelazamiento cuántico o teleportación cuántica (con enormes visos de Ciencia-Ficción) pero que debe diferenciarse de esta ya que son anomalías solo dadas a una escala concreta de copias de partículas subatómicas aisladas, etc. Hasta hace poco, les soy sincero, pocas preguntas eran para mi más perturbadoras que imaginar con mi cerebro humano la grandeza del cosmos. Ahora reconozco que, gracias a la mecánica cuántica, he descubierto que no solo mi cerebro está limitado a ciertas preguntas sobre la entropía o la existencialidad, sino que además, según reza la mecánica ondulatoria, parece ser mi mente la encargada de colocar en un sitio determinado cada cosa en cada momento para que sea mi conciencia la que interprete el mundo de una forma concreta.

Cuesta comprender los conceptos en los que la mecánica cuántica se basa y de hecho, solo para empezar a discernir las reglas más básicas y que han podido ser demostradas en un laboratorio, se necesitan muchas horas de lectura y otras tantas de asimilación y reflexión propia. Ahora bien, teorías que no están sentadas en la lógica empírica y que, por tanto, no pueden ser recitadas en forma de ecuación, no nos dan el derecho o la libertad de utilizarlas para interconectarlas con argumentos que poco o nada tienen que ver con su esencia, que no es otra que la de acabar, tarde o temprano, siendo totalmente desechadas o por el contrario, concluirlas de forma exacta para acabar, quién sabe si como el estampado clásico E=mc2 en nuestras camisetas.

La física clásica, cabe destacarlo, había conseguido concebir un universo en el que todo funciona a la perfección según sus leyes, y aunque no necesariamente computable o computacionalmente predecible, se basa principalmente en la relatividad general, y nos ayuda a organizar el orden de los acontecimientos macroscópicos. Es decir, del mundo que sí vemos y perciben nuestros sentidos. Por tanto, es un desafío y una revolución para la ciencia el tener que separar el universo en dos mundos distintos e independientes. El universo cuántico y el que observamos de forma directa. Por supuesto, para “dualizar” ambos universos, disponemos de teorías como la del Campo Unificado, pero desglosar este asunto nos llevaría otro artículo.

Física cuántica y fenómenos paranormales

Retomando el hilo argumental que nos ocupa, tras la necesaria conceptualización -a mi entender- sobre en lo que se asienta la física cuántica, podemos hablar de fenómenos paranormales que se puedan amparar bajo la óptica de un mundo cuántico.

OVNIs: De entrada cabe decir que el avistamiento de supuestas naves espaciales tripuladas por supuestos seres procedentes de civilizaciones avanzadas ajenas a nosotros, ya sean de otra galaxia, otro sistema solar o provengan del plano dimensional adyacente al nuestro, no es asumible -a priori- por los vacíos que aún deja el conocimiento del mecanismo de la física de partículas.

Esto se debe a la “decoherencia”, la cuál hace que los efectos cuánticos, tan raros y asombrosos, se promedien, se cancelen, y emerja así el comportamiento “normal” que acostumbramos a percibir -estos ya, bajo las leyes de la física clásica-. La transición de lo cuántico a lo clásico, la llamada “decoherencia”, se presenta ya al nivel submolecular y es, por lo tanto, falso el hecho de que la mecánica cuántica pueda explicar fenómenos macroscópicos “inexplicables” (en rigor, nunca observados) y costaría, pues, argumentar que el hecho de que algo escape a un universo paralelo o sobrepuesto al nuestro (conjetura válida en según qué modelos teóricos) pueda ser observado por nosotros en la escala normal, dado que estas fisuras fortuitas o inducidas siempre serían a muy pequeñas magnitudes. Léase sobre las barbaridades que se dijeron en torno al LHC y el posible agujero negro que podría tragarse a nuestro planeta. Quedó bien explicado por diversos físicos adheridos o no al CERN que si esto sucediera (aparición súbita de miles de minúsculos agujeros negros), se evaporarían de inmediato dadas sus insignificante magnitudes.

Otro ejemplo es la psicoquinesia, que se define como la hipotética capacidad de la mente para influir en la materia y energía, sin causa mecánica observable y desafiando el espacio y el tiempo. Atando cabos, llegaremos con celeridad a la conclusión de que no deja de ser un fenómeno más vinculado a la percepción, el ilusionismo y la forma en que nuestro cerebro interpreta ciertas pautas. Por otro lado, podría decirse que al amparo de un mundo donde todo es influenciable por el observador (como se transige en la Teoría de Cuerdas), realmente sí existe el poder de alterar el estado natural de la materia mediante la mente, y aún así, es altamente improbable que la psicoquinesia sea un fenómeno real, repetible y calculable, pues implica de nuevo alterar conjuntos enteros de millones de partículas al son de un baile del que nuestra mente sea el artífice. El camino para atravesar la decoherencia sería demasiado vasto y complejo.

Telepatía, bilocación, fantasmogénesis, precognición, levitación, combustión espontánea, teletrasportación…: todas y cada una de estas variantes “sobrenaturales” son a menudo socorridas por divulgadores que se procuran el argumento -en apariencia sólido- que les proporcionan las teorías multidimensiononales o el entrelazamiento cuántico. No podemos olvidar que, de ser cierto que existan los universos paralelos, todavía cabría resolver si existe una posible interacción, por microscópica que esta sea, con los mismos; o que en el fenómeno de las partículas entrelazadas aún no se haya podido comprobar que la información “gemela” que estas parecen experimentar sea útil a tal efecto (léase sobre Indeterminismo). Antes de utilizar fenómenos que aún no comprendemos para casarlos con otros de distinta índole, le recomiendo profundice un poco más en los fundamentos que sí se conocen respecto a esta “nueva física”. No tengo duda alguna de que la complejidad y la arbitrariedad por la que se rigen estos fenómenos cuánticos le hará plantearse si el misterio no está más allá, incluso, de apariciones y registros electrónicos anómalos. Pregúntese pues, como podemos dar explicación basada en leyes causa-efecto a fenómenos inexplicables y fortuitos si tan siquiera podemos determinar que a pequeña escala, una partícula puede existir (ser) pero no tener una localización exacta (estar), y que la observación de alguna característica de la realidad no implica la puesta en evidencia de una propiedad preexistente. La próxima vez que vean, lean, escuchen o sientan algo potencialmente “paranormal”, pregúntense primero si saben qué es esto realmente y como funciona lo “normal”.

Puntualizo, ¿Cómo mera hipótesis? Es admisible y respetable prácticamente cualquier guión a la hora de buscar el porqué a ciertos fenómenos misteriosos. En cualquier caso, debería escogerse adecuadamente el rigor, la coherencia y la literatura válida para tal fín. Lejos de erigirme en contra de los que proyectan nuevas suposiciones, mi invitación va más encaminada a “concretar” que ciertas formas de interpretar este tipo de ciencia, carecen de fundamento alguno.

Alberto C. de la Torre (Profesor Titular del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina) nos dice que: la mecánica cuántica tiene un problema con su nombre. Es demasiado atractivo y misterioso. Si se hubiese llamado “teoría de cota inferior a la acción para el modelado de sistemas físicos”, la habrían dejado tranquila y no sería necesario salir a explicar que en numerosos usos de la palabra “cuántica” no hay ninguna relación válida con la física. A diferencia de lo que sucede con la medicina, no existe una ley que proteja contra el “ejercicio ilegal de la física” y no hay penalidad para los que abusan de ella para propagar falsedades o para justificar ideologías esotéricas. Debemos entonces informar y educar a la sociedad para que no se deje embaucar por los charlatanes que invocan a la mecánica cuántica con el fin de hacer creíbles sus delirios.

Sea del bando científico duro, de los que creen en una ciencia más inverosímil pero posible, o de los que se apasionan con los fenómenos extraños sin importar demasiado la base en que se fundamentan las explicaciones que a veces se nos dan sobre los mismos, espero que cada vez que algo se le dé por lógico, quizá posible, o totalmente improbable, busque sus propias respuestas. Tal vez descubra usted una explicación mucho más válida y fundamentada. 

Juanma Criado

Puedes descargarte EOC nº 65 en:http://www.dimensionlimite.com/eoc/EOC_64.pdf

Displaying 1 Comments
Have Your Say
  1. Jim dice:

    Me encanto tu articulo. Me ha servido mucho para mi novela. Concuerdo mucho con los postulados de la mecánica cuántica. Saludos.

Dejar un comentario

XHTML: Tu puedes usar estas etiquetas html: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>