Published On: Vie, abr 19th, 2019

LAS PROFECIAS DE JESÚS EN LA BIBLIA: ¿PREMONICIÓN O ADAPTACIÓN?

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Publicado en EOC nº 88

EOC 88 PortadaSi hacemos caso al relato que aportaron los autores de los cuatro evangelios canónicos, Jesús, a lo largo de su misteriosa vida, fue cumpliendo, una tras otra, algunas de las profecías del antiguo testamento que anunciaban la llegada del mesías de los judíos. La Iglesia católica lo afirma, y así lo consideran muchos creyentes. Pero una lectura atenta de los relatos evangélicos parece sugerir una idea desconcertante: ¿y si los evangelistas adaptaron la vida de Jesús para hacerla coincidir con esas profecías?

La muerte de Jesús fue un golpe tremendo. Sus afligidos discípulos no debieron entender nada. “¿Cómo es posible que haya muerto si era el mesías esperado?”, debieron pensar. La única explicación posible era que aquello debía formar parte de los planes, siempre inescrutables, de Dios. Pronto llegaron al convencimiento de que la historia de Israel y todos los textos de la Biblia servían como una especie de introducción a un largo y complejo plan divino que culminaba con la historia de Jesús y acababa con su muerte en el madero. Jesús había muerto porque tenía que morir para hacer cumplir los divinos designios de la divinidad.

No debería extrañarnos que sus primeros seguidores, de primera o de segunda generación, comenzasen a escudriñar las Escrituras judías en busca de relatos, imágenes y profecías que pudieran ayudar a entender los luctuosos sucesos que ocurrieron aquel trágico día. Y, sin duda, los encontraron. Las profecías del Antiguo Testamento sobre el futuro mesías hacían referencia, sin duda, a Jesús. Con ese convencimiento, un tiempo después, los evangelistas construyeron sus relatos, y no dudaron en aprovechar cualquier oportunidad para evidenciar el plan divino.

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La infancia de Jesús

Muy poco podemos conocer con seguridad acerca del nacimiento de Jesús, la historia de sus padres o los lugares donde vivió durante su infancia. So

Los otros dos evangelistas, Marcos y Juan, no dijeron nada sobre el nacimiento milagroso de Jesús, los Reyes Magos o la huida a Egipto de la Sagrada Familia, lo que ya de por sí es inquietante. ¿Cómo puede ser que dos de los cuatro evangelistas omitan acontecimientos tan importantes y trascendentales de la vida del protagonista de sus biografías? ¿Cómo se explica que el Evangelio más antiguo, el de Marcos, no ofrezca absolutamente ninguna información sobre los primeros treinta años de la vida de Jesús? ¿De dónde sacaron la información Mateo y Lucas, dado que Marcos no dijo nada? Es más, solo estos dos evangelistas afirmaron que María, la madre de Jesús, había sido madre sin la mediación de ningún varón, en este caso, de su marido, José (aunque en la versión de Lucas no queda claro si estaban casados).lo dos de los Evangelios canónicos, los de Mateo y Lucas, aportaron algunos datos al respecto al principio de sus obras ―por algo son conocidos como los Evangelios de la Infancia―. Por si fuera poco, sus relatos, en algunas partes esenciales, parecen referirse a personas distintas, debido a las sorprendentes diferencias que presentan.

Lo curioso es que esto puede deberse a un error de traducción o de interpretación.

Los seguidores de Jesús, en su búsqueda de indicios premonitorios sobre su futuro salvador, pensaron que un antiguo texto del profeta Isaías hacía referencia a esto de la virginidad de la madre del Mesías: “Pues el Señor mismo os dará una señal: Mirad, la muchacha joven está encinta y dará a luz un hijo, a quien pondrá el nombre de Enmanuel” (Is 7,14). El propio Mateo cita esta profecía en su obra (1, 22-24).

Pero Isaías no se refería al Mesías que había de venir, sino a Ezequías, rey de Judea (e hijo de Ajaz), que por aquel entonces estaba enfrentado a Pécaj, rey de Israel. El caso es que en la traducción griega de la Biblia de los Setenta aparecía como “una virgen está encinta y dará a luz un hijo”. Y ahí está el error: la palabra hebrea para designar a una mujer virgen es almah, pero también hace referencia a una mujer que en edad para casarse seguía siendo virgen. Los traductores de la Biblia al griego transcribieron almah por parthenos, que sí significa virgen. ¿Por qué lo tradujeron así? No lo sabemos, pero lo cierto es que en hebreo existe otra palabra más exacta para referirse a una mujer virgen, tenga la edad que tenga: bethulah, que es la que hubiese usado el profeta Isaías si realmente hubiese querido decir que aquella doncella, la madre de Ezequías, iba a dar a luz siendo virgen.

Belén o Nazaret.

jesc3bas-resucitado-23Lucas planteó su relato narrando en paralelo el nacimiento, también milagroso, de Juan el Bautista, supuesto pariente de Jesús. Y, como Mateo, situó la llegada del mesías en Belén de Judea. En cambio, Marcos y Juan (que no dijeron nada sobre la infancia de Jesús) parecen indicar que nació en Nazaret. ¿Por qué? Porque a Jesús le llamaban Jesús de Nazaret y no Jesús de Belén.

De hecho, esto mismo, según Juan, fue objeto de alguna agria polémica: ­“Al escuchar estas palabras, algunos de entre la gente decían: ‘Este es verdaderamente el profeta’. Y otros: ‘Este es el Mesías’. Otros, por el contrario: ‘¿Es que el Mesías puede venir de Galilea? ¿No dice la escritura que el Mesías tiene que venir de la estirpe de David y de Belén, el pueblecito de donde era David?’” (Jn 7, 40-44).

El mesías no podía ser de Nazaret (Galilea), sino que tenía que nacer en Belén, en Judea. Esta es la clave: Juan hacía alusión a dos profecías distintas. Una pertenece al Libro de Miqueas, y dice lo siguiente: “Pero tú, Belén de Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti me saldrá quien señoreará en Israel, cuyos orígenes serán de antiguo, de días de muy remota antigüedad” (Miq 5,2). La otra es de Isaías, que también aseguraba que el Mesías venidero procedería de allí, de Belén, porque sería un descendiente de Jesé y David: “Saldrá un vástago del tronco de Jesé, un retoño brotará de sus raíces” (Is 11,1).

A Juan esto parecía darle igual y, como Marcos, no dijo nada de que Jesús procediese de Belén. En cambio, Mateo y Lucas sí lo hicieron, con la clara intención de hacer cumplir esas antiguas profecías. Pero tampoco se pusieron de acuerdo. Según Lucas, José y María eran de Nazaret, pero tuvieron que desplazarse hasta Belén para registrarse en el censo que el gobernador romano Quirino había organizado. Pero hay algo absurdo aquí: las familias no debían registrarse en el lugar de donde procedían, sino en el lugar en el que vivían. Por lo tanto, parece claro que Lucas introdujo este relato para hacer nacer a Jesús en la cuna del rey David, como hizo Mateo. Lo llamativo es que éste no comentó nada del censo y, simplemente, manifestó que la Sagrada Familia vivía allí, en Belén, y por supuesto, Jesús no nació, según Mateo, en un establo, sino en su casa.

Los magos y la estrellajesu

Además, Mateo introdujo algunas sorprendentes escenas que Lucas parecía no conocer. Solo él habla del conocido episodio de los Magos de Oriente que, informados por una misteriosa estrella, se desplazaron hasta Belén para adorar al recién nacido rey de los judíos. Pero esta trama no parece histórica, y todo parece indicar que Mateo quería expresar al incluirla que hasta los maestros paganos reconocieron al recién nacido como alguien importante. Era mucho más que el rey de los judíos. Era el hijo de Dios. Y el futuro redentor de toda la humanidad.

Además, para los judíos, la estrella era un símbolo del Mesías. En el libro de los Números, por ejemplo, se habla de una curiosa historia que, sin duda, sirvió de fundamento a Mateo, el único evangelista que habló de ella: tras el Éxodo, Balac, rey de los moabitas, le pidió al profeta Balaán que maldijese a los judíos, a los que temía, ya que desde su retorno de Egipto habían conquistado varios de los reinos vecinos. Sin embargo, el tal Balaán, en vez de hacer eso, predijo la llegada de un futuro caudillo que traería una época dorada para Israel: “Lo veo, pero no para ahora; lo contemplo, pero no de cerca: una estrella sale de Jacob, un cetro surge de Israel; machaca las sienes de Moab y el cráneo de los hijos de Set” (Nm 24,17).

Mateo, en definitiva, se hizo eco de aquella antigua tradición judía y estableció un paralelismo entre Balac y Herodes y entre Balaán y los Magos, correctos intérpretes ambos de los designios divinos. Una evidencia más del uso de profecías del Antiguo Testamento para recrear la inventada infancia de Jesús.

La matanza de los inocentes

jesusEsta historia, que repito, solo cuenta Mateo, está relacionada con Herodes el Grande, quien, informado por los magos del nacimiento del rey de los judíos, su rival, tomó la decisión de eliminar a todos los menores de dos años. Se trata de la célebre Matanza de los inocentes, que provocó que la Sagrada Familia se viese obligada a huir a Egipto durante un tiempo, mientras Herodes viviese. Tras la muerte de este, decidieron instalarse en Nazaret.

El problema es que no hay ningún registro histórico que avale esta supuesta matanza. No la mencionan ninguno de los historiadores de la época, y eso que Flavio Josefo, por ejemplo, se hizo eco de las tendencias asesinas de Herodes en más de una ocasión. ¿De dónde la sacó Mateo? Todo parece indicar que quiso establecer un paralelismo entre Jesús y Moisés, el héroe del Éxodo. Según la crónica bíblica, el faraón, temeroso del poder y de lo numeroso que se estaba haciendo el pueblo de Israel, ordenó a las parteras que matasen a todos los varones que naciesen, cosa que no hicieron. Así que tomó una medida más radical: ordenó a todo su pueblo que arrojasen al río a todos los niños hebreos, dejando solo a las niñas. Pero uno de ellos se escapó, Moisés… Lo cierto es que ese decreto del faraón, según cuenta la tradición, se debió a un sueño o algún tipo de predicción que anunciaba el nacimiento de un libertador del pueblo hebreo. El parecido es tan asombroso como indudable.

Además, una profecía de Jeremías parecía hacer referencia a esta supuesta matanza: “Una voz se oye en Ramá, un lamento, amargo llanto. Es Raquel que llora a sus hijos, y rehúsa consolarse por sus hijos, pues ya no existen” (Jer 31, 15).

Por otro lado, la huida de la familia de Jesús hacia el país de las pirámides ―algo que tampoco mencionó ningún otro evangelista―, viene a representar el viaje opuesto al que emprendió Moisés durante el Éxodo. Y, claro, otra profecía lo había vaticinado: “Cuando Israel era niño, yo le amé y de Egipto llamé a mi hijo” (Os 11, 1);

La Pasiónjesucristo-islam-sermon-del-monte2

Si en algo están de acuerdo todos los Evangelios canónicos, por extraño que pueda parecer y pese a la enorme cantidad de diferencias que se dan entre estos respectivos relatos, es en la narración de los últimos días de vida de Jesús, pese a las sempiternas contradicciones y variantes que existen entre ellos.

Ahora bien, el primero que habló con algo de detalle sobre todos los acontecimientos de la Pasión de Jesús fue Marcos. Mateo y Lucas copiaron su relato y los tres sirvieron de inspiración a Juan, cuyo Evangelio fue el más tardío, aunque también cabe plantear que este recogiese algunos elementos procedentes de su propia tradición independiente.

Por lo tanto, la fuente esencial es Marcos. Pero ¿de dónde sacó la información? Los discípulos sabían que Jesús había muerto en la cruz, pero no entendían bien por qué, ni conocían los detalles, ya que, como sabrán, en los Evangelios se dice que todos huyeron despavoridos tras el arresto de Jesús, y solo el Evangelio de Juan situó a un discípulo suyo durante la crucifixión, el dichoso discípulo amado, tradicionalmente identificado con el apóstol Juan.

Así, como era de esperar, sus discípulos encontraron un montón de referencias bíblicas que fueron interpretadas como profecías de este trágico final, y gracias a ellas pudieron confeccionar un primigenio relato de la Pasión, transmitido en un primer momento exclusivamente de forma oral.

Es innegable que muchos de los elementos que forman el drama evangélico de los últimos días de Jesús proceden del Antiguo Testamento, y que el autor o los autores que crearon el relato de la Pasión confeccionaron la trama en torno a ellos. Y si no, que alguien explique algunos tremendos parecidos…

Por ejemplo, la famosa expulsión de los mercaderes del Templo (Mc 11,15), un trascendental relato que muchos estudiosos han considerado histórico, parece inspirada por este texto de Zacarías: “Y aquel día no habrá ya traficantes en el Templo del Señor todopoderoso” (Zac 14, 21). Sí, se podría contraargumentar diciendo que Jesús conocía este versículo de Zacarías y que hizo lo que hizo para hacer cumplir la profecía. Pero… hay otros muchos ejemplos: la traición de Judas (Mc 14,10), que de alguna manera también simboliza la traición del pueblo judío en su totalidad, podría haberse inspirado en este fragmento del Salmo 41: “Hasta mi amigo íntimo, en quien yo confiaba, el que compartía mi pan, me levanta calumnias” (Sal 41,10).

Incluso el precio de la traición parece proceder del Antiguo Testamento: “Yo les dije: ‘Si os parece bien, dadme mi sueldo y, si no, dejadlo. Ellos me pagaron treinta monedas de plata’. El Señor me dijo: ‘Echa al tesoro ese valioso precio en que me han tasado’. Tomé las treinta monedas de plata y las eché en el tesoro del Templo del Señor” (Zac, 11, 12-13).

Observen la clara relación entre el último versículo de la cita anterior y lo que dijo Mateo en su Evangelio al contar la traición de Judas: el traidor, tras la detención de Jesús, se arrepintió y “arrojó en el Templo las monedas, se marchó y se ahorcó. Los jefes de los sacerdotes tomaron las monedas y dijeron: no se pueden echar en el tesoro del Templo, porque son precio de sangre” (Mt 27, 5-6).

Incluso la crucifixión entre delincuentes (Mc 15, 27) tiene un posible correlato en el siguiente pasaje: “Le daré un puesto de honor, un lugar entre los poderosos, por haberse entregado a la muerte y haber compartido la suerte de los pecadores. Pues él cargó con los pecados de muchos e intercedió por los pecadores” (Is 53, 12). Además, en esta cita tenemos un ejemplo que permite ver dónde encontraron los primitivos cristianos la inspiración para explicar la muerte de Jesús como un autosacrificio redentor, entre los otros muchos que existen. No en vano, en Isaías ya se dice que el Mesías sería “traído como un cordero al matadero” (53,7)

Pero hay más: aquello del vinagre y la hiel (Jn 19, 29-30) que le dieron a Jesús mediante una esponja procede del Salmo 69: “Tú conoces mi oprobio, mi vergüenza y mi afrenta; ante ti están todos mis opresores. Los insultos me han roto el corazón y desfallezco; espero compasión, y no la hay; nadie me consuela. Me pusieron veneno en la comida, me dieron a beber vinagre para mi sed” (Sal 69, 20-22); o el episodio del oscurecimiento del Sol (Mc 15, 33), que está inspirado por este versículo del libro de Amos: “Aquel día, oráculo del Señor, haré que el Sol se ponga a mediodía, y en pleno día cubriré la tierra de tinieblas” (8, 9). Hasta lo de lavarse las manos fue vaticinado por los antiguos escritores bíblicos: “Mis manos lavo en la inocencia y ando en torno a tu altar, Señor” (Sal 26, 6).

Lo cierto es que todo el drama pasión-muerte-resurrección guarda un inquietante parecido con una serie de relatos del Antiguo Testamento en los que se narran varios casos de hombres o mujeres acusados injustamente, condenados a muerte, rescatados in extremis y exaltados a los cielos en algunos casos.

Un ejemplo clave sería el siervo sufriente que se describe en Isaías 53 del que, sin duda, tomó mucho Marcos, o el primer redactor del relato de la pasión, para la construcción de su historia.

Aunque nosotros lo creíamos castigado, herido por Dios y humillado, eran nuestras rebeliones las que lo traspasaban, y nuestras culpas las que lo trituraban. Sufrió el castigo para nuestro bien y con sus llagas nos curó. Andábamos todos errantes como ovejas, cada cual por su camino, y el Señor cargó sobre él todas nuestras culpas. Cuando era maltratado, se sometía, y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa ni justicia se lo llevaron y nadie se preocupó de su suerte. Lo arrancaron de la tierra de los vivos, lo hirieron por los pecados de mi pueblo; lo enterraron con los malhechores, lo sepultaron con los malvados. Aunque no cometió ningún crimen ni hubo engaño en su boca, el Señor lo quebrantó con sufrimientos. Por haberse entregado en lugar de los pecadores, tendrá descendencia, prolongará sus días, y por medio de él, tendrán éxito los planes del Señor” (Is 53).

Es el mismo rol de Jesús: un mensajero de Dios que sufrió en silencio, y que fue acusado, condenado pese a ser inocente, y castigado, para finalmente ser rehabilitado y exaltado por Dios. Y además, en este caso preciso de Isaías, con la característica cristiana de la muerte redentora que, como sabrán, procede de la reinterpretación paulina de Jesús.

Pablo de Tarso estaba firmemente convencido de que la muerte de Cristo sirvió para redimir a la humanidad del pecado. Tanto es así que sobre esto construyó su particular teología, centrada en la cruz y en la posterior resurrección de Jesús, ejemplo perfecto y representativo del tremendo poder de aquel dios. Y también Pablo tenía claro que todo aquello ya estaba escrito: “Porque yo os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras” (1 Co 15, 3-4).

Óscar Fábrega

 

Displaying 8 Comments
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  1. Alfonso dice:

    Amigo Oscar, veo que desconoces la mejor refutación de las tesis racionalistas sobre Isaías 7-14 : Maximiliano García Cordero ha refutado brillantemente las falacias racionalistas: 2. Carácter Mesiánico del Vaticinio.

    http://www.holytrinitymission.org/books/spanish/biblia_comentada_a_colunga_3.htm#_Toc3592701
    Este enlace nos puede ser de mucha ayuda para defender el caracter mesiánico del vaticinio incluso en sentido directo.

  2. Alfonso dice:

    Amigo Fábrega quiero enviarle un enlace de un excelente sitio apologético polaco, en este enlace se refuta punto por punto las objeciones racionalistas la profecía mesiánica de Isaías 7: 14. Su refutación me ha gustado mucho y creo que puede serle de interés. No se preocupe por la lengua, a mi me ha bastado con darle a la pestaña del traductor del Google para leer el artículo perfectamente : Maria dziewica :: Apologetyka.info http://lewandowski.apologetyka.info/kosciol-katolicki/maryja/maria-dziewica,74.htm

  3. rty dice:

    Lo último que escuché de los pseudoescépticos, es que había empezado a desarrollarse en España en aquellas zonas en las que había “Parques Tecnológicos”, así por ejemplo si se montaba un parque tecnológico en una zona y en ese complejo se estudiaba la biotecnología, las empresas que daban dinero al parque por ejemplo invertían en transgénicos, por lo que empezaban a surgir voces a favor de estos transgénicos en esa zona, también escuché que estaban tratando de extenderse vía profesores de ciencias y alumnos de secundaria (colegios, institutos, etc.), tratando de crear grupitos para difundir esta corriente.

  4. Niam dice:

    Los divulgadores científicos, atrapados por los conflictos de interés al usar su fama para hacer publicidad

    https://www.eldiario.es/sociedad/conflictos_de_intereses-divulgacion-ciencia_0_922158599.html

    Aquí hay escépticos…, como el tal Mulet….

    VAYA VAYA, LOS ESCÉPTICOS Y SU RELACIÓN CON LAS EMPRESAS….

  5. Yo no tengo estudios de Hebreo Antiguo, Arameo o Griego Koiné.
    Pero pienso que para dar pruebas fehacientes de esto no debería de casarse con versiones.
    A mi me parece bien la Biblia de Jerusalén que usa en este artículo, pero podría haber usado, no sé, la NA 28 para probar sus hipótesis. Porque Teorías no lo son.
    Inclínese a buscar la verdad de estos asuntos que podría subyacer en los textos neotestamentarios en sí. Si no sabe Griego, use interlineal y buen léxico. Veo que escucha a Antonio Piñero, y me parece estupendo, a mi me gusta, pero esta línea de pensamiento…empieza a no tener base histórica. Yo no soy su enemigo, no me malinterprete, me interesan estos asuntos, para mí hallar la verdad es lo importante.Sea de mi agradado o no. No soy partidista.

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