Published On: Sab, jul 9th, 2016

LA GRANDEZA DE LA APOSTASIA

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aguilar lapida2“Aquí descansan los restos  de D. Francisco J. Barnés y Tomás, Doctor en Teología y Filosofía y Letras, Licenciado en Derecho, Catedrático Numerario de esta Universidad Literaria.

Fue sacerdote católico. Mientras creyó en el dogma, practicó los actos de la Religión con dignidad y escrupuloso respeto; cuando después de maduro examen y ejercicios continuados de razón, dejó de creer en el orden sobrenatural (que juzgó fanático), su carácter sincero no le permitió continuar una vida estéril, farisaica, burlando y explotando la credulidad de las gentes. Prosiguió a la naturaleza, nuestra común madre;  contrajo matrimonio con digna mujer; fue padre de familia, cuyos deberes no descuidó un instante; y en el trato social con toda clase de personas, se ofreció como hombre sin fuero ni privilegio religioso, no creyó en otros milagros, que en la instrucción y trabajo humanos.

Falleció en la paz de Dios el día 5 de marzo de 1892. A los 58 años de edad.”

Este sorprendente epitafio mortuorio se puede leer en una lápida del cementerio de San Fernando de Sevilla, muy cerca de los lujosos mausoleos dedicados a sus difuntos por las más pudientes familias sevillanas, que rezuman tanta piedad cristiana como vanidad mundana, y no lejos de los artísticos monumentos de fervor popular en memoria de los grandes del toreo, como la familia Gallo, encabezada por Joselito, y la familia Rivera, con la colosal escultura de  “Paquirri”.aguilar lapida

Naturalmente, la lápida en cuestión, abandonada y descuidada por el tiempo, se encuentra en un apartado y  recoleto paseo de cipreses que está rotulado como “Paseo de la Libertad”. Allí, extramuros del camposanto cristiano, están olvidados, como culpables de su deshonra, los restos de judíos, musulmanes, herejes, apóstatas y ateos, hijos malditos de Sevilla, la ciudad de la Giralda musulmana, pero cristianizada, la Tierra de María Santísima, la del Señor del Gran Poder, de Pasión, del Amor, de tantos crucificados que, como fetiches de un culto mítico, son adorados por las calles de la ciudad en la celebérrima Semana Santa, emocionante para propios y extraños.

Imagino que la copia textual de esta lápida será acogida con alborozo por la familia sevillana Rodríguez Prieto, que en febrero de 2007 declaraba públicamente su apostasía. Excepto la madre, que mantenía su apego a la fe cristiana, el padre y sus diez hijos, todos mayores de cuarenta años, decidían abandonar esa misma fe, declarándose ateos y anunciando su renuncia a pertenecer a la Iglesia Católica, en la que estaban inscritos desde el bautismo. Todos se fotografiaron, sonrientes, tal y como aparecen en la web de 20minutos.es, conscientes de haber realizado un acto, no sólo importante en sus vidas, sino de haber tomado el camino más seguro para la felicidad. Disidentes de la doctrina predicada por el catolicismo, han tenido la valentía de que han carecido tantísimos hijos de la Iglesia, incapaces de enfrentarse a la condena social de los cristianos.

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aguilar 3Pero el caso de este sacerdote, natural de Lorca, y catedrático de la Universidad de Sevilla, que se decidió a dar este paso crucial en su vida, a mediados del siglo XIX, es poco frecuente en los anales de la heterodoxia. Alguno hay, como el escritor Blanco White, que se inclinó por cambiar de Iglesia, pero sin abandonar su fe en el Cristo de la niñez. Los más se resignan a vivir en el disimulo y la hipocresía, o a abandonar secretamente sus hábitos y creencias. Apostasía es una palabra cargada de sentidos negativos y denigrantes, insulto y menosprecio, rechazo social y condena total de amigos y familiares. Sin embargo, está nimbada de una dignidad suprema, como que es uno de los actos de voluntad que más dignifican al ser humano. Si la Iglesia Católica la considera como un pecado de soberbia, y predica la metáfora de “separar, cortar un miembro podrido”, nada hay más cierto que el valor del apóstata, quien considera podrido, precisamente, al cuerpo doctrinal del que se separa. Es lo que debiera hacer toda persona que, al llegar a la madurez de pensamiento, comprende la falsedad de lo aprendido y decide voluntariamente renegar de la fe del bautismo impuesto.

El texto del epitafio transcrito más arriba fue, sin duda, redactado por los hijos del difunto, autor de Prolegómenos de Historia Universal (Sevilla, 1880) uno de los primeros libros de texto universitarios sobre la materia. Sus hijos, Francisco y Domingo Barnés y Salinas, gracias a la educación recibida en casa de sus padres, se consagraron al estudio, llegando a ser también catedráticos universitarios y miembros activos de la sociedad política. Ingresaron en el partido Izquierda Republicana, de Azaña, fueron diputados en las  Cortes republicanas, y el mayor, Francisco, casado con Dorotea González de la Calle, ministro de Instrucción Pública en sustitución de Fernando de los Ríos, en 1933 y 1936. Ambos fueron, además miembros del Patronato de Misiones Pedagógicas (1931-36) y reconocidos “krausistas”, agrupados en la Universidad de Sevilla en torno al catedrático Sales y Ferré. Heterodoxos y anticlericales, como se pone de manifiesto en el epitafio (aunque, al final, se escapa por una rendija del subconsciente la palabra “Dios”).aguilar

La Iglesia Católica, en unas diócesis más que en otras, pone toda clase de trabas, reparos e inconvenientes para poner al margen de la partida de bautismo la palabra maldita: “Apostató” (Véase la reciente película de Federico Veiroj El apóstata). En realidad, es reconocer el fracaso de su predicación. Pero poco importan las anotaciones marginales, ni las falsas estadísticas. La apostasía es un problema muy personal, que no depende ni se deja influir por unas letras de más o de menos. Lo que prima siempre por encima de papeles y presiones ajenas es la libertad de conciencia, que colma de felicidad a quien se siente libre de ataduras doctrinales. Esta libertad es la que me invita a declarar la grandeza de la palabra Apostasía, que la jerarquía eclesiástica se ha encargado de anatematizar, y de castigar, incluso con el fuego, desde que condenó al emperador Juliano “el Apóstata” porque intentó restaurar el paganismo. Nunca aprendió, ni aprenderá, por mucho que predique lo contrario, que la libertad es lo único que dignifica al hombre, con independencia de sus facultades o sus creencias. Y que no hay más fieles que quienes lo son voluntariamente.

13077148_2008879452671279_1183573118_nNo seré yo quien haga prosélitos, ni del ateísmo ni del anticlericalismo (que no son palabras sinónimas), aunque sí defenderé la libertad de conciencia para entrar o salir de una determinada religión, según el juicio crítico de cada cual, asistido por la razón, que le indicará qué es lo mejor para alcanzar el sosiego espiritual y la alegría que conduce a la felicidad. En esto consiste la grandeza de la Apostasía. Tal como vieron y constataron los hijos del sacerdote apóstata: “mientras creyó en el dogma”, sirvió a la Iglesia con dignidad y respeto. Cuando “después de maduro examen y ejercicios de razón, dejó de creer en el orden sobrenatural”, se apartó de una vida que consideraba “farisaica” y contrajo matrimonio. La hipocresía es incompatible con una mente libre y honrada, que no es capaz de asimilar el engaño ni de transmitirlo como verdad.

Francisco Aguilar Piñal*

 

*Francisco Aguilar es Dr. en Filosofia y Letras por la Universidad Complutense de Madrid y uno de los principales historiadores del siglo XVII español.  Académico de honor de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras y Socio de honor de la Sociedad Española de Estudios delsiglo XVIII. Miembro de honor del Instituto Feijoo de Estudios del siglo XVIII, de la Universidad de Oviedo. Miembro correspondiente de la Hispanic Society de Nueva York. Académico correspondiente de las Academias de Córdoba, Cádiz y Écija

Displaying 2 Comments
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  1. Jesus Garrido dice:

    Me considero creyente NO practicante, pero creyente solo en Dios, sea este divino, cientifico, alienígena o ser superior. El caso es que con la madurez y el tiempo, me fui despertando del sueño de la iglesia, de la cual, cuanto mas he sabido del pasado y presente, mas me despegaba y renunciaba a su sistema y condiciones. Pero lo que mas me duele, es ver que, si esa iglesia que en el pasado causo tanto mal, daño y mentiras, esta siendo atacada y despreciada, (ahora que podemos), veo que otras religiones, como el Islam, que fueron y son dañinas, (y van a peor), no son mencionadas como lacra para el ser humano…se que el miedo a los fananicos que la componen, condiciona esto, pero es triste ver como nadie dice nada contra quien tanto mal hace y sin embargo se recrea y jacta de despreciar públicamente a una iglesia de la que sabe que no recibira ni palabras ni odios, tan solo por vestir o representar lo que siglos atras otros impusieron. Tenga la bondad de citar a caritas y otras muchas “ramas podridas” que dan cobijo y alimento a muchos necesitados, (sin preguntarles su fe) y aun no he visto ninguna rama del islam o de otras creencias aue se ocupen de los necesitados. Creo en Dios, pero no en el hombre.

  2. Muslim dice:

    Con el debido respeto, Don Jesús, resulta ya aburrido soportar las faltas de respeto, insultos y menosprecio de os cristianos, hacia un Islam del que no saben absolutamente nada, como bien demuestra usted. Además de la famosa Luna Roja, equivalente a su Cruz Roja, existen miles de asociaciones humanitarias y de caridad, ONGs y grupos de voluntariado musulmanes, que además se juegan la vida en países en conflicto, como Iraq, Siria o Afganistán, y no repartiendo ropa usada en la parroquia. Conflictos, por cierto, que sufren los musulmanes civiles y que fueron iniciados por intereses geoestratégicos occidentales, y por tanto cristianos. Yo tenemo muchos amigos y familia cristianos, la mayoría. Y he visitado iglesias y parroquias tanto en fiestas populares como acompañando velatorios, entierros o celebraciones de amigos y familiares. EStoy seguro de que usted jamas ha pisado una mezquitq y jamás ha intercambiando cuatro palabras con un musulman. De ahí su ignorancia. Nuestro saludo, Asalamu Alaikum, significa que la Paz sea contigo. Ninguna religión vela más por la paz que el Islam. Que ustedes quieran legitimar a fanáticos, terroristas y violentos que profanan el nombre del Islam cometiendo atrocidades en su nombre, es tan justo como las críticas que hacen en oriente al cristianismo basándose en las Cruzadas,la Inquisición, el KuKluxKlan o los niños soldado del Ejercito del REino del Señor. Por favor, lea…. no hable de lo que no sabe. O si lo prefiere venga el viernes a la mezquita, conozca el Islam. Las puertas siempre están abiertas para todos. Menos para los violentos.

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