Publicado en EOC nº 85-86

Catalunya es muchas cosas. Referente cultural, deportivo, económico… pero a quienes amamos el mundo de las anomalías más que ninguna otra cosa, no debe olvidársenos que Catalunya es también Meca del misterio.

Allí nacieron pioneros, como Marius Lleguet,  Sinesio Darnell o el inquietante Fassman.  Eduardo Buelta, Manuel Seral o Alfredo Bonavida.  Antonio Ribera, Luis Linares de Mula o Josep María Armengou…  Autores de libros, artículos y programas que trascendían las fronteras  de las cuatro provincias, y nos inspiraron a toda una generación, a miles de kilómetros de distancia.

Y ellas, aquellas primeras damas del misterio, cuyos ecos nos llegaban desde Cataluña, a través de los primeros programas de radio o televisión especializados en anomalías: Rosita Torrens, Carole Ramis, Carmen Domenech, Sonia Rubio… todas doblemente pioneras.

Desde allí nos llegó la ufología más racional, la del CEI, y la parapsicología más audaz y revolucionaria, la de Hipergea.  Todavía nadie ha conseguido igualar (ni replicar) en toda Europa las propuestas del gran Josep Antonio Lamich y sus intrépidos experimentos de laboratorio.

Como nadie ha conseguido jamás igualar el coraje, el valor y la audacia de Andreas Faber Kaiser,  el auténtico número uno. Cuya Sintonía Alfa manaba desde aquel estudio radiofónico de la Diagonal, cruzando las fronteras de Catalunya, aunque fuese a través de cintas cassette. Desde otro mundo continuará resonando su pregunta: ¿Què volen aquesta gent?. Hoy más oportuna que nunca.

Catalunya nos permitió disfrutar de La Búsqueda,  de Próspera Muñoz y el añorado José María Semitiel, y compartir esa búsqueda con una generación de adolescentes, como Josep Guijarro o mi admirado Pedro P. Canto,  a los que nos unía la edad y los sueños de juventud.

Y nos ofreció situaciones  y experiencias intensas y trepidantes, con las conspiraciones oscuras de la Iglesia de Satán, la manipulación OVNI de Jeferson Souza o las maquinaciones geopolíticas de Gabriel López de Rojas. La conspiración es inherente a Catalunya como a ningún otro lugar de Europa. No en vano Barcelona parió y cuidó hasta su muerte al mejor espiólogo del continente: Domenec Pastor Petit.

Catalunya  puso a prueba nuestra templanza, y puede seguir haciéndolo, en sus enclaves más mágicos: de Tivissa a Valgorgina, de la Mussara a Marmellar, de Banyoles a Orrius. Mucho más que paisajes hermosos y gastronomía extraordinaria. Cuanto aprendimos y disfrutamos pateándolos.

Y nos obsequio casos clásicos, importalizados para siempre en la literatura especializada, y que formarán para siempre parte de la  ocultura del misterio: la mesa de Nulles, los suicidas de Tarrasa, la masia de Can Busquets, los OVNIs del EVA 4, Enriqueta Martí, los perros de Pratdip, el cráneo de Moia… la lista también es interminable.

Catalunya nos amamantó de información, durante años, nutriéndonos a todos con las revistas decanas del misterio: Karma 7, Algo, Papers d´OVNIs, Standek o la nunca superada Mundo Desconocido. A los pechos de aquellas lecturas  crecimos y en buena medida les debemos lo que somos. Para bien o para mal. Y desde Galicia a Andalucía, desde Canarias a Euskadi, todos los amantes del misterio esperábamos cada mes, como agua de mayo, que las nuevas publicaciones catalanas llegasen al kiosko o a nuestro buzón.

Catalunya siempre hizo historia… también en el misterio. Allí se celebraron aquellos congresos, simposiums y seminarios míticos. Donde se presentaban las verdaderas novedades. Donde se escribieron episodios legendarios de esto que llamamos misterio. Donde Sixto Paz disolvió la Misión Rama, donde la SOBEPS presentó la oleada Belga, o Hipergea su analisis químico de un “ectoplasma”…

Nos aportó innovación, originalidad y nuevos enfoques sobre las anomalías que fueron punteras en su tiempo: de la ciencia de Luis Miratvilles a la paraufología de Josep María Casas Huget, pasando por los Critters, la “elipse mental” o los ciclos bienales…

Y además en Catalunya  algunos vimos la luz.  Javier Sierra y yo, literalmente. Por eso su montaña de Monserrat es y será nuestro faro.  Algo que tendremos que agradecer o reprochar a Luis José Grifol.

Catalunya es parte de la historia del misterio. Quizás una de las partes más importantes e irremplazables. Somos lo que somos, y entendemos el misterio como lo entendemos, por todo lo que hemos aprendido de sus autores, lugares e historias. Para bien o para mal.

Por eso, y entre muchas otras cosas, seguiremos estando en deuda con su historia, su cultura y sus aportaciones a este mundo tan fascinante y maravilloso. Un mundo, el del misterio, que no entiende de consignas ni de banderas.

Hoy que tantas cosas nos separan, a algunos hay algo que nos une por encima de esas consignas y banderas: el amor a eso que llamamos misterio.

Manuel Carballal