Published On: Sab, jul 5th, 2014

¿CASAS ENCANTADAS? EL FACTOR HUMANO

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Publicado en EOC nº 76

EOC 76 portadaLa primera “casa encantada” que tuve la oportunidad de investigar era un chalet ubicado en la costa gallega, al borde de un acantilado que se asomaba al bravo océano Atlántico. Así recordaba el caso en uno de mis libros:

“Una tarde del verano de 1984 me telefoneó una joven perteneciente a una acomodada familia gallega. Había conseguido mi teléfono a través de un amigo común que, por cierto, había sufrido una ECM que había cambiado su vida. Esta joven, a la que llamaré Luisa, estaba viviendo unos fenómenos que atemorizaban a toda la familia. Luisa, joven vital y dinámica, de 23 años, había comprado un terreno en la costa gallega, cerca de Sada. Su intención era construir un gran chalet justo en un acantilado de hermosas vistas, a la misma orilla del Atlántico.

- Mientras no empezamos las obras -me explicaba Luisa- y como el terreno es precioso, nos hicimos una cabañita de madera para pasar el verano. Pero desde la primera noche que pasamos allí, oímos ruidos raros. Son como pasos y golpes, y a veces, hasta parece que podemos sentir una especie de respiración… Los vecinos del pueblo nos han contado que donde está la casa, dos chicos que pescaban en una barca se ahogaron en el acantilado. ¿tú crees que puede tener alguna relación?”*

El caso parecía un típico “poltergeist”. Mis compañeros del grupo FENIX y yo, iniciamos la investigación inmediatamente. En efecto, las psicofonías que hicimos en la casa parecían registrar ruidos extraños e incluso los termómetros delataban algún cambio de temperatura en la cabaña cuando se suponía que se producían los fenómenos, es decir, al anochecer. Todo parecía apuntar hacia la típica “casa encantada” Sin embargo, lo que podía haberse convertido en un nuevo Hydesville, nada tenía de fenómeno paranormal, ni menos aún de manifestación espírita…

Por casualidad, descubrimos una galería subterránea que, desde el mar, pasaba justo por debajo de la cabaña. También “casualmente”, los golpes y ruidos extraños se producían a horas coincidentes con las de subida de la marea. La consulta a un arquitecto y a un geólogo aclaró el misterio.

La subida de la marea inundaba de agua la galería, arrastrando troncos, piedras, etc, y produciendo todo tipo de sonidos que se desplazaban por la roca hasta los mismos pilares de la cabaña. Por otro lado, los bruscos cambios de temperatura diurna/nocturna del peculiar clima gallego, dilataban y contraían las maderas de la cabaña produciendo los lúgubres crujidos que nuestras grabadoras habían registrado.  Rachas de viento que se colaban entre las despistadas rendijas de la cabaña terminaban de crear el tenebroso ambiente de misterio, como si del mismísimo ululante y gélido aliento del Diablo se tratase.acantilado

Para cuando terminamos la investigación del caso, Luisa se ya se había sumergido por su cuenta en lecturas espiritistas. Alentada por las manifestaciones fantasmales que creía estar viviendo en su casa, ya había devorado con pasión las principales obras de Kardec, Leon Dennis, Geley y demás clásicos del espiritismo. Desde entonces, su vida cambió. Ahora ya no temía a la muerte, porque sabía que era sólo un tránsito hacia otra vida. A partir de este momento su esquema de valores se alteró. De nada sirvieron nuestros argumentos. Luisa es, desde entonces, una fiel y fervorosa espiritista.

Desde entonces he tenido la oportunidad de visitar numerosas “casas encantadas”, pasando noches enteras en su interior y tratando de contrastar algún tipo de fenómeno paranormal. Algunas son muy famosas en la literatura esotérica española, como el Palacio de Linares, el piso del Caso Vallecas  o las dos casas de “las caras de Bélmez”. Otras, la mayoría, permanecen en el anonimato por expreso deseo de sus propietarios, alérgicos a todo protagonismo mediático.

En algunas obtuve fotografías extrañas, en otras supuestas grabaciones psicofónicas, por no hablar de las subjetivas “percepciones” acechantes que, a poco sugestionable que seas, es fácil percibir a altas horas de la madrugada en una casa llena de historias siniestras. Pero tras un análisis mínimamente riguroso, siempre encontraba una explicación racional para casi todas esas “evidencias”. Ni en unas ni en otras conseguí, hasta ahora, una evidencia sólida de presencia sobrenatural. Sin embargo, como en el caso de Luisa, para muchos de los protagonistas de esos supuestos fenómenos, casi siempre son una puerta abierta a la creencia en lo paranormal. A veces, incluso, esa creencia es un elemento previo al supuesto fenómeno…

Manuel Carballal

 

*Los peligros del esoterismo. Ediciones Contrastes, 1995.

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